Medellín, Colombia
Querido Patanjali,
Vaya experiencia la que ha sido conocerte, aunque confieso que a veces siento que ya te conocía o a tus enseñanzas; tendrá que ver con eso de la filosofía perenne y de que todos los caminos espirituales tienen unos elementos esenciales que los conectan. Yo crecí bajo los principios espirituales del catolicismo/cristianismo, pero mis papás siempre han tenido algo de ‘místicos’, por ponerle una etiqueta. Ya iba yo creciendo cuando en mi casa se oían términos como reiki, acupuntura o medicina China, de hecho, recuerdo que de niña disfrutaba enormemente compartir con ellos una serie televisiva que transmitían por esa época llamada Kung-fu. Un revoltijo de cosas que nada tienen que ver y que todo tienen que ver. Los une ese cuestionamiento del ser por su existencia y esa búsqueda constante de encontrar formas de trascender, de hacer nuestro paso por esta existencia más llevadero, sin importar si crees o no que habrá otra oportunidad.
Supongo que eso fue un poco lo que te pasó. Miraste hacia adentro y empezaste una búsqueda que te conectó con un montón de conocimientos ancestrales que, para suerte nuestra, decidiste compilar y compartir, y que así, pudieran ser estudiados por las generaciones venideras, sin imaginar seguramente lo lejos que llegarían y lo relevantes que se volverían. No nos la pusiste fácil en todo caso. Tus sutras son tan simples y directos que para los que no tenemos tanta claridad sobre el contexto en el que los escribiste pueden ser bien complejos de interpretar. Te confieso que esta es la segunda vez que me adentro en el estudio de tus sutras. La primera diría que no representaron más que un texto histórico con unas frases bonitas y del que entendí tal vez un veinte por ciento. Sin embargo, el universo es sabio y ahora que mi mente y corazón están más maduros y dispuestos para enseñanzas como las de tus sutras, me encontré con un bonito grupo de estudio y su líder, un interesante maestro que nos fue guiando por caminos que nos permitieron de a poco hacerle hermenéutica a tus palabras y descifrar su contenido trascendental, poniéndolas en el contexto en el que posiblemente las escribiste y a la vez, aplicándolas a la luz de la realidad de nuestros días y de los humanos que somos hoy.
Ya me extendí mucho y aún no te he contado que la intención de esta carta es darte las gracias. Gracias por ayudarme a creer que se puede alcanzar un estado de éxtasis aún estando en este sueño. Gracias por darnos tantas herramientas para poder ir tras la búsqueda de ese estado. Gracias porque por tus enseñanzas y aún a pesar de los pocos pasos que he dado en este camino, mi vida ya ha sufrido una transformación. Entender, por ejemplo, que los pensamientos fluctuantes no son solo una cosa mía y que además puedo estar tranquila con su fluctuación siempre que no me identifique con ellos, resulta liberador sin importar con qué frecuencia logre hacerlo. La práctica del despego ha sido otro gran regalo, me ayuda a ir más ligera por la vida, aunque te confieso que no siempre logro ponerlo en práctica y que a veces cuando sí, es difícil no sentirse un bicho raro en esta sociedad en la que el aferramiento a lo que eres, tienes y piensas es tan valorado. Gracias por hacernos caer en cuenta del poder que tiene nuestra respiración y de los efectos maravillosos que puede tener en todos los aspectos de nuestro ser, en todos nuestros cuerpos. Gracias porque a través de mis maestros y tus enseñanzas he emprendido un camino de autoconocimiento que, aunque no siempre resulta placentero, sí pareciera tan liberador, sobre todo de esa palabra a la que tanto tememos los humanos, pero a la cual estamos tan aferrados: SUFRIMIENTO.
El estudio de tus sutras es un sendero que con seguridad recorreré muchas más veces en mi vida, especialmente porque sé que en cada nueva etapa encontraré en ellos nuevos tesoros, que antes parecían no estar ahí o no lograba entender. Así que nos volveremos a leer.
Por lo pronto se cierra este capítulo, aunque eso no significa que no vayas a estar más conmigo. Lo mucho o lo poco que haya logrado integrar de tus enseñanzas, sé que me acompañarán por lo menos hasta que esta existencia que habito hoy deje de ser.
Con gratitud y admiración,
Carol
Sembrado por Carol Jaramillo
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