Con Patanjali aprendimos (TRES):

by - mayo 12, 2020



Imagen de sarajuggernaut en Pixabay


El todo que fluye… 


En la naturaleza cada objeto tiene un ritmo para fluir; para ser. Todo se adapta y está sujeto a lo que lo rodea, formando uno; un todo. El rio fluye y no se resiste a la fuerza de la gravedad que lo empuja, independientemente de su viscosidad o turbiedad, llevando su carga sin reproches. A su ritmo las rocas también lo hacen, impulsadas por las fuerzas magmáticas y la presión que las elevan y las moldean… 

En la naturaleza no hay desempleo, y no hay Samskaras, Vasanas ni Vritis que generen entropía. Solo hay el momento presente determinado por la acción de las gunas, y en respuesta, el todo trasciende; evoluciona… 

La hoja seca que cae al suelo, con la acción de las bacterias, la humedad, y la temperatura, se encarga de devolver los nutrientes que el árbol algún día tomó. Las montañas, en conjunto con las propiedades físicas y químicas del aire generan los pisos térmicos, donde el todo se adapta y se hace diverso... 

El planeta, esta roca gigante, con su Sátvico campo magnético se protege, nos protege; de la acción; del efecto rajásico del viento solar, que de inmediato nos llevaría a otro estado… ¡A otra manifestación de las gunas!… Y a su vez, el universo entero, interactúa, manifestándose dentro de sí, en proporciones variantes de virtud o preservación, acción o pasión, e inercia… ¡Que buen ejemplo de empleo, de sintropía universal!… 

…Ahora diría que las plantas, con sus procesos de transformación rajásicos y tomando los rajásicos rayos solares, se transforman y se hacen sátvicas; porque dan equilibrio, nos alimentan… 

El ser humano siempre tiene algo que le muestra el camino, un camino fluido, libre de enamoramiento, de deseo, de apego, de tristeza o felicidad; solo eso, un camino fluido… 

Pero el hombre es como una porción del todo en una bola de nieve kármica que rueda y se alimenta de su herencia cultural y familiar, de sus acciones y de las de su alrededor, generando impresiones y marcajes que lo identifican con el ego, su humanidad, el deseo, el apego y no le permiten ver el todo que lleva dentro de sí. 

El hombre es limitado, sus sentidos son como un sensor que solo capta una porción de la información: su piel, mide solo un rango de la información térmica, sus ojos solo ven una porción del espectro, sus oídos solo escuchan en rango especifico de frecuencias… Y luego esa información es interpretada por una mente con marcajes y subjetiva. 

... ¡Y llega el desempleo, la destrucción, la pobreza!… ¡Llegan Rajas y Tamas; la destrucción de los bosques; la destrucción de la casa; la destrucción de sí mismo!… Y se forma una gran rueda de Samskaras, Vasanas, y Vritis, generando acciones que nutren el Karma colectivo; al que todos suman… 

Aunque aparentemente proliferen tamas y rajas, hay sattva con algo de rajas. 

El yoga, las plantas, los mantras y el deseo interno de trascender conectan al hombre con su Dharma, con ese ser que fluye a su ritmo, conectado con el todo dentro de sí, libre de ataduras y marcajes, y poco a poco el hombre se quita la nieve, hasta que se manifiesta el todo y se diluye en la sintropía universal… 

Sembrado por Juan Sebastián Pérez









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