Aprendiendo del caminar
Muchas veces nos encontramos en algún viaje del que conocemos claramente su inicio y su final, y en esta oportunidad, sabíamos que nuestro itinerario nos llevaría desde el inicio de una vereda hasta una cascada impresionante. Sin embargo, el aprendizaje que trae cada viaje nunca está garantizado por su inicio o su fin.
Esta caminata incluyó un viaje cooperativo con nuestros amigos de siempre o con algunos desconocidos, y entre los objetivos de aquel día, nos propusimos caminar en silencio lado a lado. Algunos pudieron lograrlo, algunos rompieron el silencio para sortear las necesidades de la aventura, o incluso para saciar la necesidad de comunicación que a veces nos asalta en nuestras vidas cotidianas. Fuere cual fuere el caso, nuestras experiencias pudieron ser completamente distintas pese al hecho de ir caminando todos juntos. Y lo que también resulta ser cierto, es que todos hicimos parte de un conjunto único, que no hubiera sido el mismo sin cada uno de nosotros. Cada parte de ese conjunto era indispensable para hacer del viaje esa combinación particular. Así mismo podemos contemplar el mundo en que vivimos, pues cada uno compone un tejido de la sociedad, en donde pese a lo que cada individuo realice en su círculo, ello tendrá un impacto que afecta a aquellos que están en su inmediatez. ¿Cuántas veces sentimos que no pertenecemos, que no estamos satisfechos, y que debemos estar en un lugar diferente, simplemente por el hecho de pensar individualmente y no en sociedad? Pese a ello, vale la pena recordar que la cascada no busca ser pájaro, ni el insecto se afana por ser rama. Cada uno de ellos encuentra su lugar apropiado y lo disfruta al máximo, procurando obtener lo que necesita de forma armoniosa con las necesidades de los demás.
Fotos bajo el lente de Carol Jaramillo.
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