Aprendiendo del caminar

by - marzo 21, 2020



Muchas veces nos encontramos en algún viaje del que conocemos claramente su inicio y su final, y en esta oportunidad, sabíamos que nuestro itinerario nos llevaría desde el inicio de una vereda hasta una cascada impresionante. Sin embargo, el aprendizaje que trae cada viaje nunca está garantizado por su inicio o su fin.

Esta caminata incluyó un viaje cooperativo con nuestros amigos de siempre o con algunos desconocidos, y entre los objetivos de aquel día, nos propusimos caminar en silencio lado a lado. Algunos pudieron lograrlo, algunos rompieron el silencio para sortear las necesidades de la aventura, o incluso para saciar la necesidad de comunicación que a veces nos asalta en nuestras vidas cotidianas. Fuere cual fuere el caso, nuestras experiencias pudieron ser completamente distintas pese al hecho de ir caminando todos juntos. Y lo que también resulta ser cierto, es que todos hicimos parte de un conjunto único, que no hubiera sido el mismo sin cada uno de nosotros. Cada parte de ese conjunto era indispensable para hacer del viaje esa combinación particular. Así mismo podemos contemplar el mundo en que vivimos, pues cada uno compone un tejido de la sociedad, en donde pese a lo que cada individuo realice en su círculo, ello tendrá un impacto que afecta a aquellos que están en su inmediatez. ¿Cuántas veces sentimos que no pertenecemos, que no estamos satisfechos, y que debemos estar en un lugar diferente, simplemente por el hecho de pensar individualmente y no en sociedad? Pese a ello, vale la pena recordar que la cascada no busca ser pájaro, ni el insecto se afana por ser rama. Cada uno de ellos encuentra su lugar apropiado y lo disfruta al máximo, procurando obtener lo que necesita de forma armoniosa con las necesidades de los demás.

 Otro hecho importante que marca esta caminata, es la idea contradictoria de que podemos vivir en sociedad, pero aún así debemos disfrutar de nosotros mismos. Disfrutar de nuestros silencios, de nuestras propias ideas y contradicciones que resultan de interiorizar los pensamientos y acciones que seguramente a diario dejamos pasar por alto. Ahora más que nunca, es importante que los seres humanos descubramos nuestra individualidad (no en un sentido egocéntrico) como la libertad que se nos ha sido entregada junto con nuestro lugar en la sociedad. Una libertad de la que no disfrutamos sino cuando las circunstancias nos lo obligan y que en nuestro viaje se nos fue puesta para tomar de ella cuanto queríamos. Una libertad para decidir cómo quiero contribuir al trabajo de los demás; una libertad para tomar partido y opinar; una libertad para cuidarme y aprender de mí mismo.



 Por último, el frío del agua y la incomodidad de cada roca, se volvieron a nuestro favor luego de haber empezado recorrido. El frío ya no nos causaba dolor, sino que nos refrescaba e hidrataba luego del esfuerzo. Las rocas se tornaron en un apoyo constante para poder cruzar el río e ir más alto cada vez. 

Con el respeto suficiente, la naturaleza nos invita a recorrerla y a sentirla de tal forma que nos enseña también como podemos sortear las dificultades que encontramos en el camino diario. La naturaleza es metafórica en su enseñanza, por lo que siempre debemos prestar atención al camino y tomar de él aquellos mensajes que clarifican nuestras decisiones. Esas mismas decisiones que antes del viaje siempre nos parecieron tan difíciles. Los invito a ser conscientes en el presente, a encontrar la calma suficiente que se necesita para decidir cuál será la siguiente roca a la que debemos saltar sin resbalar, o cuál será la siguiente cascada en la que debemos detenernos, para refrescarnos, reflexionar y conocer mejor el mundo y las maravillas que nos presenta.

Sembrado por Nicolas Bueno (Marzo 2020)
Fotos bajo el lente de Carol Jaramillo.

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