El profesor como senescal

by - mayo 31, 2020

Cúspide de la pirámide Maya en Ocosingo - México. Diciembre 2019


La palabra senescal, aunque sea una palabra en desuso, refleja una gran analogía sobre lo que siento es la labor de enseñanza y sobre el rol que debe desempeñar un profesor.

Para empezar, vale decir que el senescal es aquel que desempeña la labor de ocupar el trono y asumir la regencia mientras el legítimo heredero desarrolla la facultad de reinar por sí mismo. Y su rol se hace importante en los momentos donde el trono está vacante o cuando hay estados de crisis a los qué hay que dar respuesta inmediata y el principie no está preparado para decidir. Y aunque no son propiamente sus funciones, también puede hacerse cargo de preparar al futuro rey para que ejerza su reinado con sabiduría.

La forma como asocio este rol del senescal con la labor del profesor, es en el entender qué hay un trono: la consciencia, un heredero: el estudiante, y un reino: la vida. Pero que por las vicisitudes de la vida, el heredero legítimo no es aún capaz de asumir la regencia de su propia vida, y por ello se acude a un senescal (profesor), para que asuma la regencia mientras el heredero se prepara para hacerse cargo de su propio reino, y el senescal se convierte en aquel que ocupa el trono de la consciencia, y tiene en sus manos la posibilidad de definir el futuro del heredero y del reino.

De esta forma el profesor que asume su rol como senescal se enfrenta ante una situación que le reta de una forma inusual, sobre todo porque al dirigir una vida, que no es la suya, se puede olvidar de su propósito original de servir, y puede pretender eternizarse en el poder de un reino ajeno. Y así pasa con muchos profesores que tras asumir la dirección del trono de la conciencia de alguien más, se niegan a dejarlo pensar y decidir por si mismo y se dedican a imponer sus visiones y sus creencias sobre el estudiante, evitando prepararlo para que sea el mismo el que asuma la regencia de su propia vida.

Y el estudiante, heredero del trono, también se enfrenta ante una situación retadora, porque puede pretender quedarse por siempre bajo la tutoría de alguien sabio y preparado que decida por él, y con ello alimentar el deseo del profesor a perpetuarse en el trono de la consciencia, o puede darse la posibilidad de asumir cada situación como una posibilidad de prepararse para aprender a asumir la regencia de su propia vida.

Al mirarlo de este modo, nos damos cuenta que todos somos los príncipes herederos de nuestra vida, pero también pasamos por momentos donde somos senescales de alguien más, así que si eres un estudiante, te invito a que te preguntes: ¿a quién convocas a ocupar el trono de tu conciencia? ¿Qué cualidades tiene el maestro/senescal que has elegido? ¿Cómo harás para que ese senscal no se apropie de tu consciencia? Y ¿cómo estás preparándote tú para cumplir la regencia de tu vida?

Y si eres un profesor/senescal te invito a que te preguntes: ¿quieres perpetuarte en el trono de alguien más? ¿Qué estas haciendo para que tu estudiante pueda aprender a hacerse cargo de sí mismo? ¿Estas dispuesto a soltar la comodidad que implica estar a cargo de alguien para dedicarte a tu propia a la regencia de tu propia vida?

Y con estas preguntas resulta fundamental recordar que a cada maestro/senescal que escojamos debemos darle una carta de invitación para que asuma su cargo, pero también debemos darle una carta prefechada de cancelación de sus servicios para evitarle la tentación que se quede instalado en un reino que no es el suyo, o como decía un amigo mío, a todo maestro hay que darle el tíquet para que venga a enseñarnos, pero también hay que darle el tíquet de regreso para que no sucumba ante la tentación de eternizarse en ese rol, porque al apegarnos al maestro o a sus enseñanza estamos haciéndonos el daño de no ocupar nuestro legítimo lugar de regecia personal, y haciéndole el daño de de alimentarle su impulso de poder.

 Y sumado a estas advertencias, cabe decir que asumir la regencia, tanto para el senescal como para el príncipe es un acto de servicio, y no un acto de control, porque reinar no es pretender controlar al reino, o controlar la vida, sino convertirse en su servidor del reino, un servidor de la vida. Y resulta muy importante entender que la grandeza del regente no está determinada por la cantidad de sirvientes que se tiene a los pies, sino por la cantidad de personas ante las cuales esta dispuesto a arrodillarse para servirles.

You May Also Like

0 comentarios