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SEMILLERO DE YOGA

 


Hace algún tiempo estudiando sobre la tradición budista, recuerdo que hablaban de tres raíces que nos atan al sufrimiento, la codicia, el odio y la ignorancia. De hecho también se les nombra como los tres venenos, porque cuando permitimos que entren a nuestro sistema terminan intoxicando todas las dimensiones de nuestra vida, impactando nuestras decisiones, nuestras relaciones, y conduciendo nuestros pasos en esta existencia de separación y aflicción.

El primero de estos venenos es la codicia, entendido como el ansia de poseer, el impulso de querer cada vez más, y se hace manifiesto en el apego y en la avaricia. La codicia se apoya en la creencia que podemos ser dueños de algo, para ello se necesita de alguien que posea y algo a ser poseído y por eso en ella esta el germen de la separación. Si bien la codicia a regido gran parte de nuestras decisiones como humanidad, como las grandes exploraciones, las conquistas, y las invasiones hoy se hace muy evidente en su variación actualizada, el consumismo, que no es más que la insatisfacción disfrazada de plenitudes efímeras. Es esta codicia hecha consumismo la que nos lleva a creer que podemos ser dueños de todo lo que nos propongamos y no medir las consecuencias de nuestras ambiciones para con los demás y para con la Tierra.

 

El segundo veneno es el odio, que nace de nuestros juicios, y que nos lleva a etiquetar todo de acuerdo a nuestras apetencias, generando una incapacidad de validar y valorar todo aquello que es diferente, de él se desprenden manifestaciones como la aversión y el desprecio, que suelen matirializarse en la agresión. El odio también refuerza el sentido de separación, porque niega la capacidad de tender puntos de encuentro, y refuerza la ilusión del yo, bien sea un yo personal o un yo colectivo, que se sostiene por sus diferencias hacia un otro u otros. Una forma muy tangible de reconocer el odio en nuestros tiempos, es en todo el belicismo que permea desde nuestro lenguaje hasta nuestras acciones, haciéndose muy manifiesto en toda la estructura militarista dedicada al exterminio de aquello que es diferente, pasando por alto que al destruir al otro, estamos destruyendo también una parte de nosotros mismos.


El tercer veneno, la ignorancia, parte del desconocimiento de lo que somos, y se hace manifiesto cuando caemos en la confusión y el engaño, cuando nos identificamos con aquello que nos limita. Es la ignorancia la que nos lleva a la ilusión de la separación, la que alimenta los actos autodestructivos y la que nubla nuestro discernimiento. En nuestros tiempos ésta ya no es sólo una ignorancia de nuestra naturaleza más íntima, sino que hemos caído en la confusión propia de la realidad, y los medios de comunicación y las plataformas virtuales de información al servicio de las corporaciones se han convertido en los grandes promotores de toda esta ignorancia colectiva, vendiéndonos cada vez más narrativas de ambición y más motivos para odiar lo diferente, con la cual reinician y potencian la acción de los otros venenos.


Si la gran proeza propuesta por el Budha era liberarnos de estos venenos en nuestra vida diaria, nuestro reto actual va más allá de la mera acción individual, porque hoy en día resulta importante plantarle cara a sus evoluciones colectivas: el consumismo, el militarismo, y la confusión mediática, para ello la tradición enseña aprender a incorporar los tres grandes antídotos: la generosidad que nos permite abrir las manos para dejar de acaparar y empezar a compartir; la benevolencia que nos conduce a aspirar siempre lo mejor para la vida de todos, en especial aquellos que son diferentes a nosotros; y la sabiduría que nos permite discernir con claridad entre lo real y lo ilusorio. Pero más allá de estos, la medicina más poderosa contra estos venenos siempre será el despertar a la realidad de la interexistencia, porque en ella podemos desvanecen todos los velos de la separación, comprendiendo que lo que somos es mucho más que aquello que queremos, repudiamos, o desconocemos.


Sembrado por Esteban Augusto (junio 2025)

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Hace años, todas las panaderías que visitaba servían sus productos en cestas, y había una gran cantidad de artesanos que derivaban su vida y su sustento de producirlas, pero desde hace algún tiempo las prohibieron, argumentando razones de salubridad. Con ello los recipientes pasaron a ser de plástico, y todos aquellos artesanos tuvieron que encontrar otras formas de sobrevivir. Muchos agradecieron por pensar en la salud de los humanos, pero casi nadie se preguntó por el impacto que tendría este tipo de cambio a la salud del planeta, de hecho hasta argumentaban que era mucho más ecológico dejar de cortar bejucos y trenzarnos, viendo que el plástico era mucho más barato, aséptico y fácil de producir.

Con el paso de unas cuantas décadas, el oficio de cestero, y las cestas en sí mismas quedaron casi que en vía de extinción, y ahí es donde unos cuantos sujetos, vieron la oportunidad de explotar la necesidad y hacer de las cestas un articulo de lujo, artesanías hechas a mano por personajes exóticos, vendidas a precios exorbitantes, y empleadas en lugares exclusivos, y a quienes las hacían se les pagaba solamente como un favor por no dejarlos morir de hambre, hasta que aquellos explotadores de oportunidades lograron aprender el oficio de trenzar el mimbre, para así quedarse incluso con las ganancias de los artesanos y contar con el monopolio de su producción, elevando mucho más los precios y con ello sus ganancias.

Pero este no es un caso curioso y aislado, porque si ampliamos el espectro de nuestra visión, podemos ver que ese mismo patrón se repite constantemente en un montón de oficios y de modos de vida, es un patrón de despojo y apropiación, mediante el cual desvalorizan algo tildándolo de paupérrimo, poco saludable, improductivo, entre otras denominaciones, para luego coaptarlo y empezar a ofrecerlo como un marcador de abolengo y estatus, y así algo que era común y cotidiano termina siendo casi que inalcanzable incluso para quienes se dedicaban a ello.

Para revisar el patrón, nos es sino explorar unos cuantos ejemplos. Con una dinámica muy parecida están la herbolaria y la partería, eran oficios muy valorados antaño, antes todos nacíamos en casa y nos curábamos usando plantas, pero luego dedicaron a denigrar de estos saberes, a tildarlos de poco efectivos, de riesgosos, incluso de brujerías, y prohibiendo su práctica fueron desmontándolos, pero ahora que han accedido a las patentes y las regulaciones reviven en forma de costosos cursos y procedimientos accesibles sólo para unos cuantos.

El vivir en el campo, y el tener tiempo libre, pasaron por algo parecido. La ruralidad la convirtieron en sinónimo de decadencia, y tener tiempo libre en improductividad, así sacaron a mucha gente del campo, quitándoles las tierras, y dándoles a cambio la esperanza de una vida más próspera en las urbes. Y al ocio que antes era disfrute lo volvieron algo a evitar, llenándole así la agenda a las personas, para librarles del mal de andar desocupados. Y ahora los pocos que tienen tiempo libre para estar en el campo son aquellos que habitan en una burbuja de privilegios.

A algunas formas de relacionarse con la vida, como el budismo y el estoicismo, les pasó algo parecido, las atacaron desde múltiples ángulos queriéndoles desmontar sus argumentos, tildándolos de anticuados y de desconectados de la realidad, hasta que pudieron crear sus propios productos con grandes rentabilidades y dedicados sólo para las elites, despojando a los antiguos prácticantes de la potestad para compartir lo que hacían, y según estas dinámicas, ahora los monjes así lleven toda la vida meditando, ya no meditan porque no han hecho el curso de no-se-cuántas horas certificado por no-se-qué institución internacional que se acabaron de inventar, y que existe porque lo avala una página en la internet, y se nos olvidó que el filósofo no es que el lee libros de de autores rimbonbantes y recita de memoria los grandes eruditos del pasado, sino el que vive de acuerdo a los principios de amor y la sabiduría.

Pero hay un giro más en la instalación de todo este patron, y es que lo que antes era un marcador de privilegio, para seguir produciendo ganancias debe abrir nuevos mercados, y ahí es donde comienzan a masificar todo esto, siempre y cuando sirva para perpetuar el mismo sistema. Entonces vuelven las cestas a los mercados, pero fabricadas al otro lado del océano, vuelve el tiempo libre pero en forma de tiempo para consumir o ser consumido por las pantallas, se induce a la gente a meditar pero para que sea más productiva, o se le incita a que adopte los principios de estoicismo para que acepte sin cuestionar todo lo que le están haciendo tragar. y es curioso ver como en estos últimos, lograron hacer de la aspiración a al liberación una forma más de esclavitud.

¿y ahora?

¿será muy exagerado esto que estoy diciendo?
O
¿será una visión que no estamos dispuestos a aceptar, porque de alguna manera u otra somos parte de los que replicamos este patrón?

Sembrado por Esteban Augusto (mayo del 2025)

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Honra y agradece con tu práctica a todos los que te antecedieron, a los que abrieron el camino y lo recorrieron antes que tú.

Honra y agradece con tu práctica a todos los que de alguna forma u otra vendrán a aprender de ti y transitaran el camino que estás recorriendo.

Hónrate y agradécete por el camino que estas transitando, por todo lo que te ha permitido llegar a este instante y saboreártelo con deleite.



Uno de los atributos de yoga, es su carácter iniciático, eso decía Mircea Eliade, un reconocido historiador de las religiones, y el que sea iniciático, quiere decir que se aprende de alguien, de alguien que ya ha dado unos pasitos más que uno, y se abre a compartirte algo de su recorrido, pero que también te invita a que el camino lo recorras por ti mismo, es decir, que uno no tiene que inventarse desde cero el camino, pero si debe recorrerlo por su propia cuenta.

Hoy tuve el honor de ser el profesor invitado en la Diplomatura de Yoga de la U de A y compartir un poco sobre los maestros de yoga, conversamos sobre todos estos personajes, algunos muy particulares, algunos muy cuestionables, algunos muy inspiradores. Pero todo esto de trenzar un árbol genealógico que integre las diferentes formas de yoga de las cuales hemos bebido en occidente y poder evidenciar como todas las formas de yoga que nos vemos hoy en día están teñidas por toda esta historia, solamente es una excusa para hablar sobre la humildad, la generosidad y la soberanía.

La humildad para poder reconocer que este proceso de lo humano, no es un camino solitario, es una senda colectiva, donde todos somos aprendices y todos somos maestros, humildad para reconocer que no somos el centro dle mundo sino que somos parte de un proceso colectivo donde todos nos sostenemos entre todos. Pero para poder activar ese proceso colectivo, debemos conectar con la humildad, y dejarnos guiar por aquellos que han dado unos pasos más que nosotros, ojo, no de seres perfectos, sino de otros humanos como nosotros, que se han ofrecido a compartir su camino y nos han puesto a dispocisión la cosecha que han cultivado.

El rollo es que a veces, por andar proponiendo humildad, terminan es vendiendo sometimiento, y ahí hay que aprender a discernir con claridad si mi gesto de reverenciar es para honrar y reconocer o para inflar la importancia personal del otro.

En un mundo donde todos quieren ser maestros, pocos tienen la humildad para entregarse a los procesos y dejarse guiar, habrá que ser muy valiente para ser humilde. Así que ahí esta la enseñanza que viene de la humildad, reconocer nuestra fragilidad, nuestra ignorancia, para reconocernos como parte de algo más grande y dejarnos acompañar para transitar colectivamente este camino de cultivo interior.

Humildad: Honra y agradece con tu práctica a todos los que te antecedieron, a los que abrieron el camino y lo recorrieron antes que tu. 

La generosidad, es la otra cara de humildad, si la humildad nos permite reconocer nuestra pequeñez, la generosidad nos permite reconocer nuestra grandeza, es con la generosidad con la que nos abrimos a compartir con otros los pasos que hemos recorrido. Y se hace importante abrirnos a la generosidad, para no quedarnos atesorando los aprendizajes, para no creernos dueños de las cosas, que es una de las enfermedades que paracitan la práctica hoy en día, el sentido de propiedad privada que nos ha llevado a que cada uno crea que puede crear su propio yoga y venderlo al mejor postor para poder "recuperar la inversión".

Cuando miramos la generosidad como lenguaje de la vida, reconocemos que todo tiene su tiempo, las flores se abren a su tiempo, y los frutos se dan a su tiempo, los cachorros nacen a su tiempo, y ahí es muy importante reconocer que aquel que se dedica a enseñar, debe aprender a reconocer su propio tiempo. Son los que llegan a aprender contigo los que te hacen maestro, no los certificados ni las iniciaciones recibidas, así que el tiempo de la generosidad es el tiempo de la cosecha, pero para que haya cosecha primero hubo una preparación del terreno y una siembra, y la cosecha simplemente abre sus manos y se comparte. Tal como la flor se ofrece a todo aquel que se anime a recibirla, la práctica cuando está madura se abre camino y encuentra con quien ser compartida.

A veces la avaricia se disfraza de generosidad para vender necesidades, pero ahí mismo es donde se puede activar la medicina que viene con la generosidad, que es la de reconocer que no podemos ser dueños de nada, y que la mejor forma de conservar algo, es compartirlo, ponerlo a circular, porque lo que se atesora, se estanca, y lo que se estanca se pudre, por lo que en el disponernos a compartir está la posibilidad de aprender con más profundidad, ya que en fondo no compartimos de lo que sabemos sino de lo que somos.

Generosidad:
Honra y agradece con tu práctica a todos los que de alguna forma u otra vendrán a aprender de ti y transitarán el camino que estás recorriendo.


Y la soberanía, esa si que debería ser el eje de la enseñanza. El yoga del mercado de hoy en día, que ve al otro como cliente, lo que menos le interesa es que sea un soberano de si mismo, ni que tenga una relación directa con su propia práctica o con lo sagrado, todo lo vuelven producto, y las instituciones son expertas en ello, en su afán de engrandecerse terminan empequeñeciendo las individualidades de quienes llegan, es decir que se alimentan de los egos personales para inflar su ego colectivo. Habrá que tener muy activo el discernimiento para reconocer cuales de estos personajes que solemos llamar como "maestros" o "profesores" están ahí para impulsarnos a que seamos soberanos de nosotros mismos, o a que alimentemos una institución que gravita ante grandes personalidades.

La enseñanza que viene con la soberanía, es la que nos ayuda a contrarrestar el sentido de carencia que convertimos en dependencia. Seguro es mucho más fácil que alguien nos diga qué hacer y cómo hacerlo, nos ahorraría tantos problemas, pero la madurez en el camino de la práctica del yoga viene con aprender a asumirnos a nosotros mismos, a no cargar cosas que no son nuestras, ni mucho menos ser carga para otros.

Soberanía:
Hónrate y agradécete por el camino que estas transitando, por todo lo que te ha permitido llegar a este instante y saboreártelo con deleite.

Todos estos personajes que a veces llamamos maestros, sólo son excusas para reflejarnos y vernos mejor a nosotros mismos, son humanos como nosotros, y verlos humanos, es lo mejor que podemos hacer por ellos, porque en enaltecernos abrimos la puerta para juzgarles más duro de lo que nos juzgamos a nosotros mismos.

Hoy es super fácil dedicarnos a ver las incoherencias de los otros, pero en vez de dedicarnos a ver la carencia, y no estoy diciendo que se nieguen o encubran las atrocidades cometidas, estaría más sabio dedicarnos a ver lo que nos inspira, y si ni hay eso, dedicarnos a agradecer el haber encontrado todo aquello que no quisiéremos ser ni hacer.
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Cuando recorremos este camino con humildad, generosidad y soberanía, reconocemos que todos somos aprendices, y todos somos maestros, en eso consiste la vida, es ese compartir constante que nos labra, y es en ese encuentro, que es la vida misma, en el que podemos comprender que somos aprendices cuando nos abrimos a enseñar, y aquellos que llegan a aprender con nosotros son nuestros maestros.


Sembrado por Esteban Augusto (Abril del 2025)


 

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Para iniciar el proceso de inscripción:

https://docs.google.com/forms/d/1jraekD-YXU-ICnYhX6p1DgYU5fdbC0tc1gXabWZJXMw/edit


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Inscripciones: 
https://forms.gle/r2AG7nz99bDdkprA9

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La intersección espiritual entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha del yoga: Un diálogo de amor y sabiduría



En este tiempo de preparación para la Semana Santa, momento de introspección y renovación espiritual para muchos alrededor del mundo, nos embarcamos en una reflexión que busca tender puentes entre las ricas tradiciones de la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga. Esta época, que invita a la reflexión sobre los sacrificios y enseñanzas Jesús, nos ofrece una oportunidad única para profundizar en nuestro entendimiento espiritual y fortalecer nuestra conexión con lo divino. Al explorar las resonancias y enseñanzas compartidas entre estos dos caminos espirituales, buscamos no solo honrar la profundidad de la Semana Santa, sino también expandir nuestra perspectiva sobre la universalidad de la búsqueda espiritual, el amor incondicional y la entrega a un propósito mayor que nos unifica a todos en este sagrado viaje de la vida.

En los albores de una era marcada por la ascensión de Jesús hacia la inmensidad del Padre Eterno, los apóstoles persistieron en la diseminación de un mensaje que, a pesar de su simplicidad aparente, encerraba la profundidad de lo que Paramahansa Yogananda describiría como “la omnisciente Inteligencia de Dios” o “El hijo unigénito de Dios: la Conciencia Crística”. Esta figura, Jesús de Nazaret, se erigió no solo como un hombre entre hombres, sino como el epítome del servicio incondicional hacia los demás. Fue en este contexto donde los apóstoles, aquellos "enviados", llevaron adelante su misión en pequeñas comunidades, las cuales abarcaban desde judíos hasta gentiles, pasando por viudas y todo aquel que deseara acogerse al nuevo evangelio, viviendo el principio de que “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hch 4,32). Este ethos comunitario, profundamente arraigado en el amor y la solidaridad, refleja el concepto de Sangha, una palabra de origen pali o sánscrito que alude a una "asociación", "asamblea" o "comunidad".

La noción de Sangha en el budismo, extendida a un sentido más amplio, evoca una congregación de individuos que, sostenidos mutuamente en sus esfuerzos, conforman una verdadera familia espiritual. De manera similar, la comunidad cristiana primitiva creció y se fortaleció bajo los mismos preceptos de amor y apoyo mutuo. La función de los apóstoles, como aquellos enviados para difundir la palabra de Jesús, guarda paralelismo con la de gurús o chamanes en diversas tradiciones espirituales, quienes proveen guía desde los aspectos más terrenales hasta las inquietudes más elevadas del ser. Jesús, al encomendarles la misión de “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16,15), marcó el inicio de un viaje espiritual que, tras años de aprendizaje y purificación, les permitiría compartir su mensaje y perpetuar su legado.


Dentro del ámbito del yoga, este traspaso de sabiduría es conocido como Parampara, una cadena de transmisión del conocimiento que fluye de maestro a discípulo. Esta tradición asegura no solo la continuidad de la práctica sino también la purificación de la mente mediante técnicas ancestrales comprobadas. De este modo, tanto en el cristianismo como en el yoga, se enfatiza la importancia de recurrir a las fuentes originales de conocimiento y adherirse a un linaje de maestros o apóstoles, como vía hacia el desarrollo espiritual personal y colectivo.


La práctica comunitaria de “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” (Hch 2, 42), simboliza más que un rito; constituye un acto sagrado de unidad y solidaridad, reminiscencia del Ágape y la última cena de Jesús con sus discípulos. Este acto, imbuido de profundo significado, se refleja en el concepto de Satsang en la tradición del yoga, que implica la comunión en la verdad y la búsqueda de la sabiduría en compañía de seres iluminados, a través de la escucha, el canto conjunto o la meditación. Esta práctica es, en esencia, un encuentro de almas que trasciende la individualidad, fomentando el reconocimiento mutuo y la búsqueda del bienestar colectivo.


Al contemplar el inicio de todas las cosas, “In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum”, (Juan 1. 1-2), nos enfrentamos a la poderosa idea del Logos, la "Palabra" o "Verbo" como principio divino y fundamento de la existencia. Esta noción, que encuentra eco en la filosofía y en la teología de diversas tradiciones, subraya la importancia del diálogo y el pensamiento como expresiones de nuestra esencia más auténtica. Según Yogananda, la “Palabra” representa esa "vibración inteligente"que, en este contexto su manifestación, conforma la totalidad del cosmos, un concepto que resalta la unidad intrínseca de toda creación.


La Biblia nos ofrece una visión poderosa de la unidad en la diversidad a través de las palabras de Pablo a los Corintios: "Pues así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo" (1 Corintios 12:12). Este pasaje ilustra la idea de que, aunque somos individuos con diferentes roles y funciones, todos formamos parte de un todo unificado en Cristo. De manera similar, Yogananda en "La Autobiografía de un Yogui" reflexiona sobre la unidad subyacente de todas las tradiciones espirituales, enfatizando que "La verdadera religión es la vida que llevamos, no el credo que profesamos". Este paralelismo destaca que, más allá de nuestras diferencias aparentes, compartimos una esencia común que nos une en la diversidad, una enseñanza fundamental tanto en la comunidad cristiana como en la Sangha.


El amor es el núcleo de las enseñanzas de Jesús, como se refleja en su mandamiento: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." (Juan 13:34-35). Este llamado al amor incondicional entre los seguidores de Cristo es un eco del principio yóguico de Ahimsa, o no violencia, que abarca un amor profundo y compasivo hacia todos los seres. Yogananda explica que "El amor es la ley eterna. Dios es Amor. Y Él que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él". Aquí, tanto en las enseñanzas de Jesús como en las de Yogananda, el amor se presenta como la fuerza más poderosa que existe, capaz de transformar el corazón y el alma, fomentando una verdadera comunidad o Sangha espiritual.


La entrega a la voluntad divina es otro tema común entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga. Jesús manifestó esta entrega en Getsemaní cuando oró: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú." (Mateo 26:39). Esta profunda aceptación de la voluntad de Dios refleja el concepto yóguico de Ishvara Pranidhana, la entrega al divino. Yogananda nos enseña a ver la mano de Dios en todas las circunstancias de la vida, alentándonos a "Buscar a Dios con alegría, en medio de la prueba y el sufrimiento. Considera todas las circunstancias como mensajes divinos". Así, tanto en el cristianismo como en el yoga, la entrega no se ve como una renuncia pasiva, sino como un acto de fe profunda y confianza en que la guía divina nos lleva hacia nuestro bien más alto.


A través de este viaje que entrelaza las enseñanzas de la comunidad cristiana primitiva con las de la Sangha de yoga, hemos descubierto no solo las raíces comunes que alimentan ambos caminos espirituales, sino también la universalidad de su mensaje. La unidad en la diversidad, el amor como fuerza transformadora y la entrega a lo divino se revelan como verdades eternas, fundamentos que sostienen una práctica espiritual profunda y auténtica. Estos principios, reflejados en las palabras de Jesús y en las enseñanzas de Yogananda, nos invitan a mirar más allá de las diferencias superficiales, reconociendo que, en esencia, todos buscamos lo mismo: conexión, comprensión y una paz que trascienda lo efímero de nuestra existencia terrenal.


Así, la reflexión que surge de este diálogo entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga nos desafía a vivir de acuerdo con estos principios universales, a ser testigos del amor incondicional en cada acción y a encontrar en la entrega una libertad que supera todo entendimiento. En última instancia, este encuentro espiritual nos recuerda que, más allá de las etiquetas y las doctrinas, somos viajeros en una misma senda, buscadores de una luz que ilumine no solo nuestro camino individual, sino también el de aquellos que caminan a nuestro lado. Que esta exploración sirva como un faro, guiándonos hacia una comprensión más profunda de nuestra propia espiritualidad y hacia la construcción de un mundo más compasivo y unido, donde las enseñanzas de amor, unidad y entrega se manifiesten en cada corazón y en cada comunidad, creando así un reflejo terrenal del divino.


Sembrado por Sebastian Gonzales (Marzo 2024)

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¿Por qué ayunar? 

Cuando suspendemos la ingesta de alimentos, iniciamos en nuestro cuerpo un proceso de depuración y limpieza, además toda la energía que empleamos en digerir la comida podemos direccionarla hacia un propósito espiritual. Es importante entender que ayunar es muy diferente a dejar de comer, ya que el ayuno implica un profundo estado de recogimiento y reconexión interior, y lo que hacemos es que durante unos días cambiamos la fuente de nuestra energía, por ello conservaremos una práctica constante de diferentes artes y terapias meditativas que favorezcan nuestra capacidad de estar presentes en cada instante. Proponemos hacer un ayuno en retiro para desligarnos de nuestras actividades cotidianas, para recargarnos, reconectarnos con nosotros mismos y volver a mundo con una capacidad ampliada de amar y servir. 


 ¿En qué consiste? 

Estaremos ocho días de retiro, de los cuales tendremos seis días de ayuno total, y dedicaremos el primer día a la instalación y a una alimentación frugal que facilite la entrada al ayuno, y en el último día contaremos con una retorno gradual a la ingesta de alimentos. 

 Durante cada día tendremos una Sadhana específica, conjugando diversas técnicas y prácticas alrededor de Yoga y Meditación, que comenzarán antes de la salida del sol y nos acompañarán a lo largo de la jornada. Observaremos estrictos momentos de silencio y también momentos libres de esparcimiento consciente. Durante cada uno de los días contaremos con diálogos y tareas específicas favorecer el proceso de autoconocimiento. 


Recomendaciones previas: 

  •  Abstenerse de consumir carne, bebidas alcohólicas, drogas, azúcar en exceso durante la semana previa al ayuno. 
  •  Hablar consigo mismo para prepararse para ese regalo de varios días de reconexión interior a través del ayuno. 


 Este ayuno es para ti : 

  • Si buscas conocer más sobre ti mismo.
  • Si sientes un llamado a purificarte en los diferentes niveles de la existencia: física, vital, emocional y mental. 
  • Si quieres profundizar en la práctica de Yoga, la meditación y el silencio. 
  • Si quieres tejer comunidad con otros practicantes y profesores de estas disciplinas. 
  •  Si sientes que te vendría bien una jornada de autoconocimiento y autotransformación desde un proceso colectivo y una guianza personal. 


¿Qué debes llevar? 

  • Ropa cómoda para la práctica, de baño y de abrigo.
  • Elementos de aseo personal. 
  • Una agenda en blanco. 
  • Un velón mediano.
  • Mat o estera para hacer yoga. 
  • Cojín para sentarse a meditar. 
  • Botella para el agua. 
  • Elementos para el altar

Itinerario 

Día 0: Sábado 23 de Marzo: Llegada al municipio de Caracolí, por cuenta de cada uno de los participantes, desde donde nos desplazaremos a las 3pm  por la vía ferrea hasta la reserva donde nos compartiremos, y procederemos a las labores de adecuación, práctica de yoga, cena para nuestra última ingesta (6:00pm). Instalación del ayuno.
Día 1-2-3-4-5-6: Domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes: Jornadas de ayuno completo acompañadas de secuencias de cultivo de pranayamas, prácticas de depuración (satkarmas), ejercicios de autoconocimiento, clases de yoga, ejercicios de contemplación y meditación, círculo de palabra (satsanga).
Día 7: Sábado 30 de marzo: Práctica matutina y vuelta a la alimentación, labores de adecuación. Salida del lugar hasta las 12:00 m


Detalles logísticos

Para llegar a nuestro punto de encuentro en el municipio de Caracolí, se puede llegar en transporte público, o podemos coordinar entre todos los asistentes compartir algún vehículo particular, se dospondrá de un grupo de Whatsapp para ello.

Guianza a cargo de Esteban Augusto: 


 Actualmente se dedica a compartir procesos de acompañamiento, formación y enseñanza de Yoga. Ha recorrido diversas escuelas de Yoga, recogiendo de éstas aprendizajes, acreditaciones nacionales y certificaciones internacionales en diferentes métodos y estilos de Yoga (Yoga Integral, Hatha Yoga, Raja Yoga, Kriya Yoga, Kundalini Yoga, Yoga Terapéutico, AcroYoga, Sivananda Yoga), pero su recorrido lo ha llevado a practicar y enseñar otro tipo de artes como el Tai Chi y el Kung Fu. Coordinador de Semillero de Yoga, y creador de la Diplomatura en Yoga que se ofrece actualmente desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y el Parque de la Vida. Se ha dedicado a compartir la práctica durante más de 19 años en la ciudad, y ha coordinado y direccionado retiros de ayuno desde hace más de 15 años. 



Nuestro hogar será: 




La reserva natural Hacienda San Pedro, ubicado en el magdalena medio antioqueño,  en las inmediaciones de los municipios de Caracolí y Maceo, un lugar dedicado a la consevación desde hace varias décadas, y que nos abre sus puertas para este proceso de autoconocimiento y armonización. 









Aporte Logístico:

$770.000


Incluye: Estadía, materiales, logística y alimentación del primer y último día.
NO incluye Traslados al lugar del encuentro.


 Aporte voluntario:

 Este aporte será exclusivamente para la guianza, se hará al final del encuentro.

En caso de dudas o asesorías por favor escribir directamente al 3164963370


Procedimiento para acompañarnos en este retiro:

1º Completar el formulario presente al final del enlace.
2º Cuando te contactemos de acuerdo a los datos que hayas dejado en el formulario, te compartiremos la cuanta para hacer el pago.
3º Enviándonos en comprobante de pago queda asegurado tu cupo para sumarte a esta experiencia.


 “El ayuno en su versión terapéutica genera un proceso de limpieza y desintoxicación física y emocional. En su versión espiritual fortalece la voluntad y nos permite proyectarnos claramente en nuestras vidas”



Puedes comenzar tu proceso de inscripción aquí o escribirnos para más información. 

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¿QUIÉNES SOMOS?

El semillero de yoga es una plataforma de encuentro para compartir, practicar, estudiar y vivir el Yoga en toda su profundidad. Nació como un espacio de preparación para futuros profesores de Yoga, en donde el único prerrequisito era tener instalada una práctica constante, y a lo largo de estos años ha servido como punto de encuentro para vivenciar el Yoga mucho más allá de una clase. Hoy en día conserva su esencia de estimular procesos formativos desde la pedagogía tradicional de Yoga, en donde el compartir, el practicar y el enseñar son los verdaderos maestros, y cumple su función mediante grupos de estudio, Diplomaturas en Yoga, talleres de profundización, retiros de autoconocimiento y actividades de servicio a la comunidad.

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