Yoga y cristianismo: encuentro en la unidad

by - marzo 14, 2024


La intersección espiritual entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha del yoga: Un diálogo de amor y sabiduría



En este tiempo de preparación para la Semana Santa, momento de introspección y renovación espiritual para muchos alrededor del mundo, nos embarcamos en una reflexión que busca tender puentes entre las ricas tradiciones de la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga. Esta época, que invita a la reflexión sobre los sacrificios y enseñanzas Jesús, nos ofrece una oportunidad única para profundizar en nuestro entendimiento espiritual y fortalecer nuestra conexión con lo divino. Al explorar las resonancias y enseñanzas compartidas entre estos dos caminos espirituales, buscamos no solo honrar la profundidad de la Semana Santa, sino también expandir nuestra perspectiva sobre la universalidad de la búsqueda espiritual, el amor incondicional y la entrega a un propósito mayor que nos unifica a todos en este sagrado viaje de la vida.

En los albores de una era marcada por la ascensión de Jesús hacia la inmensidad del Padre Eterno, los apóstoles persistieron en la diseminación de un mensaje que, a pesar de su simplicidad aparente, encerraba la profundidad de lo que Paramahansa Yogananda describiría como “la omnisciente Inteligencia de Dios” o “El hijo unigénito de Dios: la Conciencia Crística”. Esta figura, Jesús de Nazaret, se erigió no solo como un hombre entre hombres, sino como el epítome del servicio incondicional hacia los demás. Fue en este contexto donde los apóstoles, aquellos "enviados", llevaron adelante su misión en pequeñas comunidades, las cuales abarcaban desde judíos hasta gentiles, pasando por viudas y todo aquel que deseara acogerse al nuevo evangelio, viviendo el principio de que “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hch 4,32). Este ethos comunitario, profundamente arraigado en el amor y la solidaridad, refleja el concepto de Sangha, una palabra de origen pali o sánscrito que alude a una "asociación", "asamblea" o "comunidad".

La noción de Sangha en el budismo, extendida a un sentido más amplio, evoca una congregación de individuos que, sostenidos mutuamente en sus esfuerzos, conforman una verdadera familia espiritual. De manera similar, la comunidad cristiana primitiva creció y se fortaleció bajo los mismos preceptos de amor y apoyo mutuo. La función de los apóstoles, como aquellos enviados para difundir la palabra de Jesús, guarda paralelismo con la de gurús o chamanes en diversas tradiciones espirituales, quienes proveen guía desde los aspectos más terrenales hasta las inquietudes más elevadas del ser. Jesús, al encomendarles la misión de “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16,15), marcó el inicio de un viaje espiritual que, tras años de aprendizaje y purificación, les permitiría compartir su mensaje y perpetuar su legado.


Dentro del ámbito del yoga, este traspaso de sabiduría es conocido como Parampara, una cadena de transmisión del conocimiento que fluye de maestro a discípulo. Esta tradición asegura no solo la continuidad de la práctica sino también la purificación de la mente mediante técnicas ancestrales comprobadas. De este modo, tanto en el cristianismo como en el yoga, se enfatiza la importancia de recurrir a las fuentes originales de conocimiento y adherirse a un linaje de maestros o apóstoles, como vía hacia el desarrollo espiritual personal y colectivo.


La práctica comunitaria de “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” (Hch 2, 42), simboliza más que un rito; constituye un acto sagrado de unidad y solidaridad, reminiscencia del Ágape y la última cena de Jesús con sus discípulos. Este acto, imbuido de profundo significado, se refleja en el concepto de Satsang en la tradición del yoga, que implica la comunión en la verdad y la búsqueda de la sabiduría en compañía de seres iluminados, a través de la escucha, el canto conjunto o la meditación. Esta práctica es, en esencia, un encuentro de almas que trasciende la individualidad, fomentando el reconocimiento mutuo y la búsqueda del bienestar colectivo.


Al contemplar el inicio de todas las cosas, “In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum”, (Juan 1. 1-2), nos enfrentamos a la poderosa idea del Logos, la "Palabra" o "Verbo" como principio divino y fundamento de la existencia. Esta noción, que encuentra eco en la filosofía y en la teología de diversas tradiciones, subraya la importancia del diálogo y el pensamiento como expresiones de nuestra esencia más auténtica. Según Yogananda, la “Palabra” representa esa "vibración inteligente"que, en este contexto su manifestación, conforma la totalidad del cosmos, un concepto que resalta la unidad intrínseca de toda creación.


La Biblia nos ofrece una visión poderosa de la unidad en la diversidad a través de las palabras de Pablo a los Corintios: "Pues así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo" (1 Corintios 12:12). Este pasaje ilustra la idea de que, aunque somos individuos con diferentes roles y funciones, todos formamos parte de un todo unificado en Cristo. De manera similar, Yogananda en "La Autobiografía de un Yogui" reflexiona sobre la unidad subyacente de todas las tradiciones espirituales, enfatizando que "La verdadera religión es la vida que llevamos, no el credo que profesamos". Este paralelismo destaca que, más allá de nuestras diferencias aparentes, compartimos una esencia común que nos une en la diversidad, una enseñanza fundamental tanto en la comunidad cristiana como en la Sangha.


El amor es el núcleo de las enseñanzas de Jesús, como se refleja en su mandamiento: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." (Juan 13:34-35). Este llamado al amor incondicional entre los seguidores de Cristo es un eco del principio yóguico de Ahimsa, o no violencia, que abarca un amor profundo y compasivo hacia todos los seres. Yogananda explica que "El amor es la ley eterna. Dios es Amor. Y Él que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él". Aquí, tanto en las enseñanzas de Jesús como en las de Yogananda, el amor se presenta como la fuerza más poderosa que existe, capaz de transformar el corazón y el alma, fomentando una verdadera comunidad o Sangha espiritual.


La entrega a la voluntad divina es otro tema común entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga. Jesús manifestó esta entrega en Getsemaní cuando oró: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú." (Mateo 26:39). Esta profunda aceptación de la voluntad de Dios refleja el concepto yóguico de Ishvara Pranidhana, la entrega al divino. Yogananda nos enseña a ver la mano de Dios en todas las circunstancias de la vida, alentándonos a "Buscar a Dios con alegría, en medio de la prueba y el sufrimiento. Considera todas las circunstancias como mensajes divinos". Así, tanto en el cristianismo como en el yoga, la entrega no se ve como una renuncia pasiva, sino como un acto de fe profunda y confianza en que la guía divina nos lleva hacia nuestro bien más alto.


A través de este viaje que entrelaza las enseñanzas de la comunidad cristiana primitiva con las de la Sangha de yoga, hemos descubierto no solo las raíces comunes que alimentan ambos caminos espirituales, sino también la universalidad de su mensaje. La unidad en la diversidad, el amor como fuerza transformadora y la entrega a lo divino se revelan como verdades eternas, fundamentos que sostienen una práctica espiritual profunda y auténtica. Estos principios, reflejados en las palabras de Jesús y en las enseñanzas de Yogananda, nos invitan a mirar más allá de las diferencias superficiales, reconociendo que, en esencia, todos buscamos lo mismo: conexión, comprensión y una paz que trascienda lo efímero de nuestra existencia terrenal.


Así, la reflexión que surge de este diálogo entre la comunidad cristiana primitiva y la Sangha de yoga nos desafía a vivir de acuerdo con estos principios universales, a ser testigos del amor incondicional en cada acción y a encontrar en la entrega una libertad que supera todo entendimiento. En última instancia, este encuentro espiritual nos recuerda que, más allá de las etiquetas y las doctrinas, somos viajeros en una misma senda, buscadores de una luz que ilumine no solo nuestro camino individual, sino también el de aquellos que caminan a nuestro lado. Que esta exploración sirva como un faro, guiándonos hacia una comprensión más profunda de nuestra propia espiritualidad y hacia la construcción de un mundo más compasivo y unido, donde las enseñanzas de amor, unidad y entrega se manifiesten en cada corazón y en cada comunidad, creando así un reflejo terrenal del divino.


Sembrado por Sebastian Gonzales (Marzo 2024)

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