Este fin de semana me invitaron a una celebración de 15 años. Hace mucho no asistía a una, pero con certeza jamás había ido a una como esta. La invitación decía ropa cómoda y en lugar de prepararme para trasnochar tuve que disponerme a estar en pie a las 5:30 de la mañana del domingo para llegar al evento a tiempo. Como es tradicional en una fiesta de estas, no todos los invitados nos conocíamos, nos unía la quinceañera; en este caso el quinceañero, un semillero de Yoga que se ha multiplicado y que mutó para convertirse en dos versiones de diplomado ofrecidos en una universidad pública y otra privada de la ciudad. Estos espacios de crecimiento personal, por los que hemos pasado cientos y que tienen como cabeza a Esteban Augusto Sánchez, están de aniversario.
Este fin de semana me invitaron a una celebración de 15 años. Hace mucho no asistía a una, pero con certeza jamás había ido a una como esta. La invitación decía ropa cómoda y en lugar de prepararme para trasnochar tuve que disponerme a estar en pie a las 5:30 de la mañana del domingo para llegar al evento a tiempo. Como es tradicional en una fiesta de estas, no todos los invitados nos conocíamos, nos unía la quinceañera; en este caso el quinceañero, un semillero de Yoga que se ha multiplicado y que mutó para convertirse en dos versiones de diplomado ofrecidos en una universidad pública y otra privada de la ciudad. Estos espacios de crecimiento personal, por los que hemos pasado cientos y que tienen como cabeza a Esteban Augusto Sánchez, están de aniversario.
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