El virus de la civilización

by - marzo 18, 2020

Frontera México-Guatemala, Enero 2020


Como humanidad nos hemos contagiado de un virus, que se hace evidente con el mero de hecho de observar nuestra vida colectiva actual. A mi me gusta llamarlo "el virus de la civilización", y se expresa en todos los artificios que hemos creado para convencernos que estamos separados de la naturaleza y que somos diferentes entre nosotros. Este virus se manifiesta en el sentido de filiación a la patria, o las diferentes ideologías y religiones, que se dedican a premiar las diferencias entre la humanidad, y se ha perpetuado mediante los diferentes mecanismos de educación que hemos mantenido a lo largo de los años, que incluyen la forma como enseñamos nuestra historia y nuestra relación con el entorno, los valores que sembramos al interior de las familias, y los sueños que nos implantan como propósitos para nuestras vidas. Por ello este virus se manifiesta y se replica, hasta de forma inconsciente, en los actos cotidianos de nuestra vida, pero también se refleja en las grandes instituciones y estructuras que nos rigen como humanidad. 

 Hace poco cruzaba a por una frontera entre lo que conocemos como países, y se me hacía un tanto deshumanizante comprobar cómo nos dedicamos a crear jaulas para las tierras y las personas, de la misma forma de como hemos creado jaulas en nuestras mentes. 

 También ha sido bien interesante comparar como en los diferentes países de América latina, nos han enseñado historias diferentes para hacernos creer que nuestra "patria" es la mejor, que los otros son los que nos robaron, incluso que nuestros ancestros masacrados eran mejores que los de los vecinos, incluso a llegado a ser tan absurdo el nivel de comparación que se pelean por tener las pirámides más grandes, las más anchas, las más altas, las más voluminosas y demás manifestaciones de ese virus que sólo crean cada vez más división y más exclusión basadas en premiar la diferencia. (Esto en especial comparando las historias y los discursos escuchados en Centroamérica). 

 Aunque pareciera que este virus nos está ganando la partida, la solución que veo es bien simple, y es recobrar nuestro sentido de humanidad, ese que nos sobrecoge ante una mirada o una sonrisa de un desconocido, que nos invita a confiar en vez de a dudar de los extraños, o que nos inspira a encontrar nuestro lugar en el mundo cuando nos contemplamos en medio de la naturaleza. Porque tengo la certeza que en la medida que obramos desde ese sentido de humanidad, trascendemos los diferentes síntomas del virus civilizatorio que se enfocan en las divisiones, para centrarnos en todo lo que nos une como humanidad.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de @estebanada Enero 2020)

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