DIARIO DE UN AYUNO

by - mayo 21, 2020



Domingo 3 de mayo de 2020 Día cero. 


Hoy no fue más que la preparación para lo que se viene esta semana. Se supone que desde ayer sábado, ya debería haber empezado el proceso, reduciendo las porciones de mis comidas, comiendo solo cosas naturales (frutas y verduras) y poco o nada condimentadas, sin comer animales, ni derivados de ellos, ni estimulantes como el café o el alcohol. Digo se supone, porque si bien muchas de estas cosas ya no están en mi dieta así que no debería ni contarlas, muchas otras como los quesos y el huevo la integran con regularidad y los consumí en mi desayuno, que fue casi un almuerzo a las 11 a.m. En todo caso, el hecho de que la primera comida del día fuera a esa hora me facilitó mucho lograr que la última fuera antes de que se pusiera el sol. Como a eso de las 4:30 p.m. estaba “almorzando” un plato lleno de verduras y garbanzos, aunque condimentados con un par de cosas no tan ideales tal vez y en una cantidad más generosa de lo que quizás debería. Tengo que admitir que lo hice todo con plena conciencia, o más bien inconsciencia, pero fue lo que se dió y decidí desapegarme de eso, con un poco de rebeldía, y aún así darle inicio a este proceso de ayuno que hace tanto quería hacer. 

 En la noche nos encontramos vía virtual todos los ayunadores que nos unimos a este plan, se nos planteó el ejercicio de establecer un propósito claro para nuestro ayuno. No fue fácil, mi mente divagó bastante, pero la respuesta final fue: “reconciliarme con mi forma de alimentarme”. Esta necesidad tiene su origen en unos comportamientos muy compulsivos con los alimentos que noté en los últimos tiempos, probablemente debidos a ansiedad. La misión será entonces detectar qué es lo que me está produciendo esa ansiedad y entender que puedo desacerme de ella poniéndole consciencia en lugar de “alimentarla”. En todo caso, me desapego de los resultados y aunque establecí este propósito, quiero simplemente vivir la experiencia y observar qué pasa en mí. 

 Tengo que confesar un par de propósitos banales. Como Carolina sugirió, esta semana será una sin cocinar y por ende sin lavar platos, y eso me alegró, no porque me moleste lavarlos, sino por la cantidad de tiempo que requiere y la afectación para la naturaleza debido al uso abundante del agua y al hecho de verterla por el caño contaminada con alimentos y químicos del jabón, que irán a parar al río y finalmente al mar. Y bueno, con esa forma compulsiva de comer con la que venía, mantener un peso estable se complica, así que, con desapego, pienso que este proceso también me podría ayudar a bajar un poco de peso y en términos generales a verme mejor como consecuencia del proceso de desintoxicación. 


 Lunes 4 de mayo de 2020 


Día uno. Como cada lunes mi día empezó estudiando a Patanjali, siempre en ayunas pero esta vez con un poco más de ayuno de lo usual y además, tarde. Un par de situaciones hicieron que la calidad de mi sueño durante el viernes y sábado en la noche no fuera la mejor y supongo que el cuerpo me estaba pasando factura. 

 Terminamos la sesión de Patanjali y empezó mi día en la oficina, sin desayuno. La cocina empezó a llamarme, me venían pensamientos sobre las cosas que aún tengo en la nevera y con las que podría cocinar. Así mismo, varias veces durante la mañana sentí el impulso de pararme a ir a coger algo para picar. Me detenía cuando me acordaba: “estás ayunando”. Durante el almuerzo cociné un par de cosas de la nevera para poderlas congelar y que no se pierdan y en ningún momento sentí la tentación de comer. 

 Pensaría que la conclusión de este primer día es que como más por ansiedad, placer y costumbre que por hambre. Claro que mis tripas han sonado todo el día, se retuercen con fervor, esperando que sus clamores sean escuchados y yo me decida a entregarles algo, pero sigo firme, incluso a pesar de los olores de las preparaciones de la vecina de abajo y los vendedores ambulantes ofreciendo sus aguacates y sus plátanos maduros. Es sorprendente tomar conciencia de cuánto de nuestras vidas gira en torno a la comida. 

 Debo confesar que no hice las meditaciones con forma de pausas activas sugeridas como parte de la estrategia para hacer el proceso más llevadero. Lo que sí hice fue unirme a una clase de yoga en la noche y tratar de estar muy consciente de mi respiración todo el tiempo. 

 Hay un par de retos para mí debido a mi trabajo, que se hicieron muy evidentes hoy. El primero de ellos es cumplir con el propósito de estar tranquila. Es en parte por eso que no estoy consumiendo estimulantes alimenticios, pero tampoco debería consumir información que genere estímulos y menos negativos. En ese aspecto, trabajar en un medio de comunicación que te exige saber cuántos nuevos casos de contagio de Covid hay en Antioquia cada día no facilita mucho ese propósito. Se hace necesario para mí, entonces, practicar la ecuanimidad sobre la que tanto he leído y ver la realidad a través de ese filtro neutro. El segundo reto se me presenta es estar expuesta constantemente a imágenes de provocativas comidas, lo cual sucede también con frecuencia en mi trabajo. Solo me quedó abstraerme de las interpretaciones de ambos estímulos para poder darles la menor trascendencia y significancia posible. 

 Tuve una interesante y estimulante conversación de autodescubrimiento con una amiga con la que siempre pasa así, pero también, con otra, reaccioné a una situación de una forma que generó unas consecuencias que no logré prever. Me desapego también de eso. 


 Martes 5 de mayo de 2020 


Hoy la invitación fue a observar en qué parte de mi cuerpo siento la ansiedad y a acompañar cada movimiento de la respiración, con plena conciencia y haciéndolo muy lentamente

 “Mmmm tengo hambre, me están sonando las tripas, ¿qué voy a comer? ¡ah no!, estoy ayunando” mi resumen del día. Sumado a mucho desaliento, me pesaba la escoba de barrer. La sensación fue similar a cuando estás indispuesto porque te está empezando una gripa o algo así. Y el mareo me acompañó cada vez que me puse de pie. No saqué el espacio para observar la ansiedad, ni para las pausas meditativas hoy tampoco :/ Mañana será otro día, ya veremos qué pasa. 

 Despedía a ansiedad y contraté a tranquilidad, así cerramos el encuentro de la noche. Mañana quemaré la carta y se hará oficial… a por mi propósito: mejor relación con los alimentos. 

 Miércoles 6 de mayo de 2020 


Hoy me levanté tarde; dormí de más tal vez. No me acosté temprano. Hoy fue el día de “tengo hambre” y “que rico un….”. Hoy siguieron los mareos al ponerme de pie. Qué locura, sí se va uno acostumbrando. Tal vez sea cierto eso de que los humanos nos acostumbramos a todo. Hoy sí medité en la mañana y al medio día, pero en la noche no lo hice con el grupo, y antes de dormir me duché y se me olvidó por completo hacerlo y la tarea de disponer la mente para recordar los sueños y estar atenta a cualquier mensaje que pudieran contener. 

Hoy quemé la carta y despedí a ansiedad de una vez por todas. Tranquilidad me habita ahora, espero que se quede por siempre, ese es el trato. 

Hoy, además, bailé. Tenía clase, y aunque debo admitir que me daba un poco de temor, me eché al agua y lo hice por una hora. Fue bonito, el cuerpo respondió perfectamente, acorde con mis posibilidades claro. Lo mejor de todo fue descubrirme menos mareada y llena de vitalidad después de esa sacudida. 

 Hoy sentí cansancio, pero no lo relaciono con el ayuno, sino con el trabajo. 
Hoy también vi muchas fotos de comida, parece inevitable. 
 Hoy agradecí porque no han aflorado enojos, tampoco tristezas que no estuvieran ya a la luz de la conciencia, lo que sí me ha traído el ayuno, al menos hasta hoy, es amor. Unas ganas inmensas de decirle a la gente que aprecio cuán importantes son para mí. 
 Hoy ya se acabó y vamos por el cuarto día. Así es la vida, un día a la vez. 


Jueves 7 de mayo de 2020 


Penúltimo día. Se siente una satisfacción inmensa haber llegado hasta acá, comprobar la voluntad firme, sobretodo después de haber pasado el día trabajando piezas gráficas relacionadas con comida. Tuve hambre y antojos, hice planes de miles de cosas para cocinar después del ayuno, como esos miles que he hecho para después de la cuarentena. Si bien hice planes, soy consciente que no se trata de desbocarse, se supone que este ejercicio es para tomar consciencia y “control”. 

 Al medio día medité, pero fue una meditación activa mientras caminaba hacia el supermercado (era mi día de pico y cédula) a conseguir los implementos para hacerme un enema de café. El enema es una de las técnicas de desintoxicación sugeridas por los organizadores del ayuno para el plan de la semana, nada nuevo para mí, gracias a mi mamá por eso. Fue increíble lo que me costó subir los seis pisos del edificio, se siente la falta de energía, no creo que sea por la comida, más bien no he sacado el tiempo suficiente para meditar y llenarme de prana de otras fuentes

 La tarea era cambiar la rutina, hacer las cosas de otras formas, entender que podemos borrar esos caminos neuronales que ya no queremos y abrir nuevos, eso me costó. También se nos propuso estar muy silenciosos, sátvicos diríamos en yoga, pero la verdad, ya me siento bastante silenciosa así que no tenía muy claro cómo hacerlo. Aún así traté de estar consciente de los ruidos que hago, mantuve la música a bajo volumen, fueron mantras los que sonaron todo el día, no fui capaz de no tener música. 

Llegó la noche y la hora del encuentro con los demás ayunadores, un momento muy especial, estábamos en luna llena y eso implica que hay un poder energético maravilloso rondando. Hicimos un par de rituales lindos para dejar ir cosas y para disponernos a recibir otras maravillosas. Nos despedimos y me fui a la terraza a tomar un baño de luna, estaba preciosa, inspiradora, llenadora, hipnotizante. El “planeta” de mi signo, algún efecto tendrá en mí, aunque yo no sea muy de astrología. 

 Otra vez me olvidé del ritual de antes de dormir para predisponerse a recordar los sueños, fue más bien una noche de conversar con amigos y alegrar el corazón. 


 Viernes 8 de mayo de 2020 


Se llegó este día, me levanté demasiado contenta, con una sensación de logro y de empoderamiento. A pesar de eso confieso que romper el ayuno no se me hizo una idea tan llevadera, pensar en desbocarme me da, aún, carranchín. Significaría de alguna forma que este esfuerzo no cumplió su propósito. En fin, me desapego de ese propósito y me entrego, sé que tengo la voluntad, solo tengo que querer usarla. 

 Hoy fue el día de la gratitud, esa fue la propuesta: “convierte cualquier queja en gratitud”. En la mañana como que no tenía de qué quejarme, pero en la tarde el trabajo me ayudó a encontrar un par de razones, así que agradecí bastante y qué bien se siente. En la mañana, mientras las razones para quejarme llegaban, debía relacionar cualquier pensamiento con una persona y agradecerle, fue bonito, aunque sé que se me escapó muchas veces de la conciencia esa tarea. La gratitud es de esas cosas que alegra el alma. Si te quieres sentir en samadhi agradece y con seguridad, si es desde el corazón, la persona a la que le agradeces también tendrá una grata experiencia. 

 En el encuentro de la noche nos despedimos, y algunas personas compartieron su experiencia. Surgieron muchas reflexiones en torno a escuchar el cuerpo, incluso las células, creo que no llegué a ese nivel de escucha. También reflexionamos en torno al desapego, eso sí me pasó, sentí que si no necesito la comida, solo me queda el aire como condicionamiento para vivir, pero parece que no necesitara nada y si no necesito nada el andar en este mundo se hace tremendamente liviano. Pero a la vez experimento una extraña sensación de desarraigo, crecí en esta sociedad en la que aprendes a necesitar, y a hacer todo lo posible por conseguir eso que “necesitas”. Resulta entonces que esto es toda una nueva experiencia que procuraré integrar, para seguir por el mundo como si nada, mientras adentro pasa todo al revés. 

Hablamos también de la ansiedad, por ahora estoy tranquila, en teoría ya podría estar comiendo y llevo unas cuatro horas terminando el litro de la bebida que se supone hace de abrebocas a la ingesta de alimentos. Ya mañana comeré, sin ansiedad espero y en cambio con hambre, de la de verdad. Seguro estos primero días, conectada con la energía de esta semana podré mantenerme así, liviana en el comer. Ya veremos qué viene después. Es un día a la vez, en todo caso, como con el coronavirus. Hablamos también de la energía del grupo que nos sostuvo a pesar de que la experiencia fuera virtual. Yo no logro entender esas cosas, no con la cabeza, pero lo cierto es que alguna vez intenté hacer un ayuno total como este y no logré terminar el día sin llevarme algo a la boca. Esta vez fueron 5 días, en algo habrá ayudado el grupo, sumado a las meditaciones y tal vez a un nivel de conciencia y autocontrol más elevado.

Sembrado por Carol Jaramillo (Mayo 2020)

You May Also Like

0 comentarios