POLINIZAR Y PROFUNDIZAR
Colibrí. Foto de Mauricio Restrepo @maurorpo9 |
Entre tantas cosas divertidas que pasan con los profesores de yoga hoy en día, esta el querer clasificar o estratificar su labor, como si hubiera una suerte de línea evolutiva que todos deberían recorrer.
Bajo este ideal se propone un escalafón en donde el propósito es que se “evolucione” hacia los estadios superiores, que se supone dan cuenta de un mayor recorrido o una mayor habilidad. Estos niveles pueden exponerse más o menos así:
-Profesores de yoga rasos, que son aquellos que tarabajan para instituciones que no son de ellos.
-Profesores de yoga que ya tienen sus propios estudiantes y sus propios grupos. (como si uno pudiera ser dueño de otras personas)
-Profesores que tiene su propio estudio o marca de yoga.
-Profesores que agencian clases y se dedican a subcontratan otros profesores.
-Profesores que ya no solo dan clases sino que ofrecen talleres y cursos sobre temáticas específicas.
-Profesores que ofrecen retiros de profundización en yoga.
-Profesores que dictar cursos para formar otros profesores de yoga.
-Profesores de yoga que viajan por el mundo dictando sus cursos, talleres o haciendo retiros.
Lo que ha pasado con esta clasificación es que los profesores tienden a aspirar cada vez más y con mayor prontitud llegar a los niveles “superiores”, y en su afán descuidan todo aquello que pueden aprender de las etapas más básicas.
Como bien me conocen, no suelo ser muy amigo de esas lineas evolutivas, y la única forma en la que me gusta clasificar a los profesores es en dos fases complementarias de un ciclo circular, una de polinización y otra de profundización, que a su vez se corresponden con las fases de la práctica, y que por su naturaleza están en constante interrelación.
El camino del practicante empieza dejándose polinizar, recorriendo diferentes clases, lugares y linajes para hacerse más sensible a la práctica, y poder encontrar un lugar o una práctica en la cual pueda profundizar.
El camino del profesor comienza cuando ya ha encontrado un poco de profundidad y ha bebido el nectar de la práctica, y ello permite que en él surja un impulso a compartir, con esto se convierte en un polinizador que expande y masifica la práctica para que llegue a lugares donde no había llegado.
Pero llega un momento en donde aquel profesor polinizador se da cuenta que algo ha cambiado en su propósito, y deja de estar tanto en función de llegar a muchas personas, para dedicarse a acompañar en el proceso de profundización a unos pocos, que serán la siguiente generación de practicantes que profundizan y de profesores que polinizan.
Por esto es que la labor del practicante y del profesor es un constate latir, entre el polinizar y el profundizar, y al comprender en qué fase se encuentra, puede aprender a vivir de una manera más armónica con quienes le rodean, recordando que siempre se puede polinizar y profundizar más y más.
Sembrado por Esteban Augusto (Febrero 2021)
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