CAPÍTULO 2 SANKYA Y YOGA
La sabiduría cósmica y el método para alcanzarla
En este capítulo, Arjuna está decidido a no pelear, sus resistencias internas, sus profundas creencias arraigadas frente a lo que hay que “venerar” (el ego, los hábitos y las inclinaciones), sus confusiones derivadas de sus expectativas sobre una vida de felicidad, le impiden encontrar fortaleza para emprender la batalla, le paralizan.
Esta narración es el diálogo interno justo antes de la gran batalla que sucede a cuando debemos tomar decisiones, momentos en los que sabemos que algo debe cambiar pero que no tenemos la fuerza para iniciar el proceso. Cuando debemos enfrentar al ego, a la comodidad de lo conocido, le tememos al caos a no tener claro el rumbo, pero los momentos de duda son los momentos de reafirmación, por eso es necesario darnos el permiso de vivir la duda para reafirmar el camino y reasentarnos en lo que consideramos verdaderamente importante. ¿En qué está centrada mi mente? La duda es movimiento, abre la posibilidad de discernir.
Krisna es dulce, pero también es indolente frente al lamento de Arjuna. Apela a su propio ego como herramienta para generar en Él la fuerza y animarlo a emprender la batalla; al llamarlo cobarde y presionarlo lo reta ante sus propias expectativas sobre “el logro del cielo”, de su raza, a su propia imagen de sí mismo fuerte y guerrera. Krishna busca despertar en él la voluntad y Arjuna en medio de su confusión, se rinde y reconoce que necesita una luz, una guía, pues su confusión le impide reconocer un camino y tener la fuerza para iniciar la batalla. Esa rendición permite abrir la percepción a los maestros externos e internos.
Krishna expone argumentos a Arjuna y a nosotros de su mano, para que reflexionemos sobre las falsas creencias de a quienes debemos venerar, sobre la naturaleza finita de la esencia humana: la vida y la muerte, sobre la inviolabilidad del alma, sobre sobre nuestro apego o aversión a las sensaciones percibidas a través de los sentidos, sobre lo irreal de nuestra existencia material.
¿Qué es el Sankhya?
Arjuna estaba triste y desilusionado, no quería pelear, pero Krishna le dice que nadie puede morir ni nadie puede matar a nadie.
Somos la conciencia experienciándose a sí misma, el “Uno”, una esencia que actúa en el mundo que es su propia creación, que disfruta de ese juego, no se contamina de los actos o las acciones que haga, nosotros hemos olvidado de dónde venimos porque los sentidos nos llevan hacia el afuera.
Nuestro ego, la identificación con lo que somos, nos hace creer que podemos hacer algo mal, o que tenemos tanta “grandeza” que podemos dañar o hacer bien. Estamos en el rango de las posibilidades y en perspectiva todas las acciones son ganancia. El alma no puede contaminarse pues es parte de ese “Uno” que somos. Es allí donde entendemos eso de la inviolabilidad del alma, el poder del alma para vencer al ego.
Como seres encarnados, simplemente escogemos cuando libramos la batalla de vencer al ego. La sabiduría interior proviene de esa certeza de lo que somos y nuestra tarea es estar receptivos, para escuchar las pistas sobre lo que debemos hacer y lo que no. Krishna busca despertar el discernimiento intuitivo en Arjuna para que recupere la confianza y salga de la parálisis para emprender la batalla.
Krishna, le habla a Arjuna sobre la paciencia y el ser dulce consigo mismo. Vivimos en un mundo dual donde nos enfrentamos constantemente a la calificación de bueno o malo, nos invita a mantener la ecuanimidad, a ser tolerantes y a crecer con las adversidades.
“Se ecuánime tanto en la felicidad como en el sufrimiento, en la ganancia como en la pérdida, en el triunfo como en el fracaso: ¡enfrenta así la batalla! De ese modo no cometerás pecado alguno”.
¿Qué significa actuar? ¿Emprender la batalla?
Krishna invita a Arjuna a hacer, sin esperar nada. Hay 2 tipos de acciones: El hacer por hacer y el hacer con conciencia. El hacer con conciencia es librar la “batalla justa”, podemos ser dueños de lo que hacemos, pero no de los resultados. ¿Desde dónde? ¿Cuál es la intención? Son las preguntas que al responderlas con honestidad pueden orientarnos para librar esa batalla justa, el actuar consciente es un llamado al servicio real, al servicio desde el desapego. Entregarse, hacer lo que se tiene que hacer y no atarse a los resultados, porque estos son la causa del sufrimiento.
Observar la batalla y resistirnos a pelear es también una decisión. Haber visto la batalla ya implica una responsabilidad que no podemos ignorar, es necesario salvar el reino, no queremos que el reino lo continúen dominando los patrones aprendidos, el afuera, los sentidos.
La acción y la no acción. Normalmente nos comportamos de acuerdo con las circunstancias. Reaccionamos, pero al reflexionar lo hacemos consciente, entonces actuamos. Podemos entonces soltar la acción, porque no tenemos expectativas del resultado. La verdadera acción es en la que no se actúa, no se pretende. Es la acción sin acción, la acción sin esfuerzo, pero para poder soltar el esfuerzo, primero hay que conocerlo.
¿Qué significa triunfar en la batalla?
Triunfar no significa que todo sea bello, bueno y bonito. No podemos negar la presencia de la otra polaridad. Triunfar, es lograr liberarnos del anhelo o la aspiración de querer triunfar.
Así creamos que hemos perdido, siempre triunfamos, la batalla psicológica, en la que uno decide no sucumbir ante los patrones mentales, ante los tintes de la mente, ya se ha ganado. Así llegue la oscuridad, la otra polaridad, habremos decidido salir de la inercia, nos habremos plantado ante los automatismos.
Hay batallas largas, quizás más sangrientas, debido a que el enemigo, el patrón de la mente que enfrentamos, se ha fortalecido durante mucho tiempo, tiene gran fuerza y energía. Estamos aprendiendo a identificar los enemigos y a fortalecer las tropas. En principio identificarlos no es ganar la batalla, pero habremos salido de la inercia. No importa lo que suceda si has librado una batalla justa, al hacer conscientemente, habrás triunfado.
¿Cómo se preparan las tropas para enfrentar la batalla?
Una vez Krishna le ha explicado a Arjuna la naturaleza cósmica (Sankhya), ese juego de la conciencia experienciándose a sí misma, Krishna empieza a explicar algunas herramientas para alcanzarla, para preparar las tropas para la batalla. Es allí donde le explica la sabiduría del Yoga de la acción inconsciente para romper los lazos del karma, y en consecuencia el sufrimiento inherente a los ciclos de nacimiento y muerte. Le habla sobre la necesidad de enfoque, de la determinación absoluta para controlar la mente indecisa que se ramifica en muchas direcciones, en ese sentido, se acerca a la definición de Yoga:
- Desde el control de los sentidos para alcanzar la estabilidad de la mente
- Desde la ecuanimidad, para liberarse de los pares de opuestos, la meditación
- Desde el yoga como el arte de la acción correcta, la acción consciente desapegada del
resultado
- Trascendiendo lo finito la identificación del ego, para concentrarnos en lo infinito, en el Ser
Arjuna, curioso le pide a Krishna que le explique cómo pueden reconocerse los sabios, los que se han establecido en el yoga y Krishna describe algunas de sus características:
- Es quien renuncia a todo deseo de la mente y encuentra la satisfacción plena en el Ser.
- Es aquel de firme discernimiento, el que se mantiene ecuánime ante los opuestos,
- Desapegado al placer o al dolor, establecido en la sabiduría,
- El que puede abstraerse de los sentidos como la tortuga que retrae sus extremidades,
- Aquel que entiende la impermanencia de las sensaciones y no se deja afectar por ellas.
El camino del yoga empieza por el autoconocimiento, conocerse implica que uno sabe que nadie puede dañarlo, pero ese es el primer nivel, luego hay que conocer tanto a los demás para saber que los afecta al saberlo somos responsables de nuestra acción u omisión hacia los demás. Reconocer los dolores de otro, nos da la posibilidad de actuar hacia ellos con consciencia y amorosamente respetando su proceso, sin agredir.
¿Cómo integrar la acción en armonía? ¿Cuál es el límite entre mi acción y la acción del otro?
Hay armonía cuando se aprende a despojarse de la idea del sí mismo, de la identificación del yo y la relación se establece desde ahí. No hay conflicto de acción entre ellos, hay conciencia, ya no hay reacción.
En el budismo se proponen dos idealizaciones para el ser humano, el Arat y el Bodhisatva. El Arat apunta hacia lograr la perfección, la realización individual, pero éste que fue el primer ideal de esta corriente de filosófica luego pasa a ser reformado al comprender que no tiene sentido alcanzar la perfección como ser humano si el resto del mundo está sufriendo, dando paso al sentido del Bodhisatva, que se refiere a quien no está en el culmen de la perfección, pero que se mantiene en constante proceso de perfeccionamiento, y mientras recorre este camino se dedica a servir a los demas, contribuyendo a que se liberen del sufrimiento. Una luz para no ser indolente, pero permanecer ecuánime, recordar servir, cumplir nuestro propósito sin descuidar a los demás.
Acción y perfección
¿Hacer que las cosas sean perfectas?
¿El árbol hace que todas las hojas sean perfectas? ¿Que todas tengan el tamaño perfecto, el color perfecto? En la sociedad en que vivimos, las profesiones buscan la perfección, la competencia, el reconocimiento. Vivimos bajo el ideal de la línea recta de querer aspirar a la perfección, y nuestro intelecto en su afán de querer que todo funcione perfecto, termina aplanando el mundo.
Por eso dedicarse a la acción, es desprenderse de la expectativa de los resultados, es librarse de los patrones civilizatorios y los ideales de perfección, y cuando uno se dedica a estar 100% en lo que se está haciendo, se da cuenta que siempre puede dar lo mejor de sí mismo, la mejor palabra, la mejor actitud, la mejor acción y eso ya es suficiente para cambiar el curso de esa batalla interior.
Sobre la labor de profesor de Yoga
Aprender a escuchar, esa es la labor del profesor de yoga. No es llevar al estudiante al Samadhi, no es ser perfecto, ni hacer que sus estudiantes sean perfectos. La labor del profesor de yoga es, en el mejor de los casos, ser fuente de inspiración y eso se consigue con la honestidad de estar haciendo lo mejor que pueda, no es querer ser el mejor, sino dar siempre lo mejor. La labor del profesor es aprender a escuchar, a escucharse a sí mismo, para luego poder escuchar a los demás.
Antaño el camino para ser profesor implicaba estar alrededor 12 años escuchándose a sí mismo. Luego de eso se comenzaba a compartir, pero sólo con aquellos que le preguntaban. El argumento tras esto era que después de ese tiempo de escucharse a sí mismo, uno se conocía a fondo, reconocía todo lo que sentía, identificaba de dónde venía lo que aspiraba, reconocía sus patrones mentales, comprendía de dónde venían sus deseos, entendía la raíz de su propio dolor. Y cuando uno se ha explorado tanto a sí mismo, puede hacerse más receptivo para ver y entender los procesos de los demás, y hacer algo por ellos. Por esto es que profesor no sale a “evangelizar” a todos con los que habla, ni se dedica a dar consejos a diestra y siniestra, lo máximo que hace, es ser, y desde ese simple acto de ser es que se conecta con los demás. El profesor no se dedica a compartir técnicas, ni a elucubrar conceptos, él simplemente medita, y vive desde la meditación, y así es que irradia su entorno para que quienes le rodean también puedan meditar.
Cuando se es profesor no siempre los alumnos se van felices, el dolor a veces sale con dolor, sacarlo no siempre es bonito ni amoroso. Todos tenemos venenos adentro y mediante la práctica aprendemos a sacarlos de a poquito. Los procesos de cada uno son diferentes y por eso el profesor aprende a identificar y acompañar a cada uno desde su propio proceso.
Sembrado por Claudia Lopez y Esteban Augusto (Encuentros febrero 2021)
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