Vivimos en burbujas que ni siquiera percibimos, nos sentimos seguros y cómodos en ellas, y sólo cuando se estallan caemos en cuenta de lo parcializados que estaban nuestros puntos de vista pero gracias a que nos salimos de ellas podemos ver con más claridad todo lo que nos rodea.
La espiritualidad es un burbuja que nos promete salvación, auto realización, y liberación, pero para acceder a ella nos solemos aislar de los demás, nos terminamos creyendo el centro del universo, y sólo cuando salimos de esa burbuja nos damos cuenta que no tiene ningún sentido acceder a las dimensiones más trascendentes de la dicha absoluta y el amor impersonal si no contamos con alguien alrededor nuestro con quien podamos compartirlo.
La materialidad también es una burbuja, que nos envuelve con su individualismo, posesividad, perfección, e importancia personal, y cuando llegan situaciones que sacuden nuestros cimientos empezamos a librarnos de esta burbuja para comprender que la vida no es sólo productividad, consumo y prestigio, sino que el vivir debe incluir también una dimensión más allá de lo material y de socialmente impuesto.
El privilegio es una burbuja disfrazada de merecimiento, pero cuando nos damos cuenta que hay muchos seres que no tienen todo aquello que nosotros damos por sentado, un techo, un desayuno, un abrazo, el cariño maternal, un confidente, y muchos etcéteras, nos salimos de esa burbuja y reconocemos que si es que sentimos que falta algo en mundo, es porque parte de nuestra responsabilidad es ser dadores de eso percibimos que se carece.
Así como estas, hay muchas otras burbujas en las cuales nos envolvemos, y la invitación será a estar siempre atentos para disolverlas y poder ver y obrar más allá de ellas.
Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2022)
0 comentarios