Los cristales guardan las memorias de todo lo que resonó, resuena y resonará.

La cima de la Sierra, dicen sus pueblos originarios, albergan a dos sabios de los que se desprende la sabiduría del vivir.

Los cristales palpitan como el corazón y marcan el pulso de la tierra.

La Sierra, para sus pueblos originarios, es el corazón del mundo.

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El ser humano cuenta con un cristal que resuena con las memorias y marca el pulso de la vida, su corazón.

El corazón humano es el centro donde se alberga la sabiduría.

Peregrinar a los diferentes santuarios de la Sierra es aprender a reconectar con la sabiduría que resuena en este gran tempo de cristal y que a la vez vibra en nuestro cristal interior, para vivir desde la sabiduría que emana de la sintonía de nuestro corazón con el corazón del mundo.

Todo está conectado, la Sierra, el cristal, la sabiduría y el corazón.