Hace poco escuchaba un grupo de madres conversando sobre el dilema del tapabocas en la crianza de los niños chiquitos. Unas decían que los peques tenían un desarrollo más lento del lenguaje por tener la boca cubierta y relacionarse sólo con personas con la boca tapada, ya que gran parte del lenguaje se desarrolla por imitación, otras decían que era un lío sacarle la información con las que los bombardeaban de portar siempre el tapabocas, porque cuando estaban en espacios abiertos o con los familiares cercanos, seguían replicando el patrón de que el tapabocas era absolutamente necesario.
Otras decían que los niños que habían disfrutado la infancia antes de la era del tapabocas al tener la noción de lo que era jugar libremente, podían hacerlo sin miedo ni culpa, pero los que habían nacido bajo la influencia de la ley del tapabocas ahora no pueden concebir la idea de vivir sin usarlo.
¿Sera que eso mismo es lo que nos pasó a nosotros con los zapatos y la ropa? Y yendo más lejos, será que eso mismo nos paso con ciertos comportamientos, emociones, creencias y actitudes que nos dedicamos a portar sin cuestionarlas. Puede que en algún momento nos hayan dicho que era necesario portarlas, y hasta puede ser que verdaderamente nos hayan sido útiles e incluso nos hayan salvado la vida, pero pretender seguir usándolas desconociendo que las condiciones actuales son diferentes, puede ser la causa de la decadencia en nuestra propia ignorancia.
¿Qué tanto de lo que portamos es lo que verdaderamente somos? Puede ser que el tapabocas solo sea la pieza más reciente que usamos para ocultarnos, tal como nos ocultamos detrás de un montón de actitudes y máscaras. Y qué tantos tapabocas psíquicos no usamos con argumentos convincentes de sentirnos protegidos pero que simplemente se dedican a enmascarar lo que somos en realidad pero tememos mostrar.
La propuesta siempre será aprender a ser mas libres, y ello irremediablemente nos conducirá a despojarnos de todos aquellos “tapabocas” que hemos decidido portar por costumbres, imposiciones, autoelecciones, y vicios, para aprender a vivir más ligeros y con ello aprender a ser más espontáneos y transparentes.
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