MI CAMINO DE AUTOCONOCIMIENTO Y LAS INFLUENCIAS DEL YOGA VASISHTHA EN ÉL
Este viaje comenzó en mayo, acabábamos de terminar de leer y compartir nuestro sentir acerca de los Yoga Sutras de Patanjali y Esteban Augusto llegó con este regalo. Solo con las primeras páginas me sentí armando uno de esos rompecabezas tridimensionales con los que, aunque tienes todas las piezas, necesitas entender muy bien cómo encajan y en qué orden para aventurarte a intentar completar la figura. Estamos a mediados de diciembre, hace apenas una semana ‘terminamos’ de leer el Yoga Vasistha, y aunque no me atrevería a decir que logré armar la figura, puedo decir que ahora entiendo un poco más el sentido que tienen las formas de cada una de las piezas de este rompecabezas.
El libro, como ya se habrá explicado en otros textos de este blog, recoge y expone a través de historias y parábolas los principios de la filosofía vedanta advaita. Eso es lo que dicen, yo ni siquiera sé lo que vedanta advaita significa. Sin embargo, en los pocos años que llevo como practicante de yoga he ido integrando a mi repertorio de palabras, unas en un antiguo lenguaje originario de tierras lejanas, el sánscrito. OM y Namaste fueron tal vez las primeras, y en ese entonces eran sólo sílabas que conjugaba para producir unos sonidos nada familiares. Hoy, ese repertorio ha crecido como jamás imaginé, y ahora no solo sé lo que significan estos términos, sino que los he experimentado en carne propia.
Los Yoga Sutras y el Yoga Vasistha han sido en parte los responsables de esto. Me han permitido un acercamiento estremecedor a esa mística cultura originaria en India que ahora permea en tantas formas nuestra cultura occidental. Mi primer contacto con una escritura India sagrada, sin embargo, fue con el Bhagavad Gita, también mi primer sacudón.
De profesión soy diseñadora gráfica y mis únicos acercamientos, si así se les puede llamar, a la filosofía fueron en el colegio. Claro que ya había sido ‘víctima’ de ese instinto natural humano de cuestionar la existencia, pero nunca con resultados muy profundos. Con el Gita me planteé por primera vez la posibilidad de que el mundo no existiera, al menos no como yo lo concebía, como había aprendido a entenderlo de cuenta de la ‘educación’, que había integrado hasta entonces. Debo confesar que lloré, mi mente se volvió un nudo ante la posibilidad de la no existencia y la única forma que encontré para protegerme fue poner distancia, contemplar ese nuevo concepto con la lejanía con la que, como humanidad, hemos estudiado los astros en el firmamento. Primero con nuestra limitada visión, luego con instrumentos de aumento que nos permitieron verlos más de cerca, reconocer sus formas y colores, y finalmente con avanzadas tecnologías que nos han llevado incluso hasta ellos, para poder experimentarlos en formas impensadas al comienzo de los tiempos. Así va un poco mi proceso, un acercamiento lento, cada vez con más herramientas, que me han permitido vivenciar más íntimamente las enseñanzas de la tradición yogui.
Este texto, en todo caso, no pretende ser un compendio de palabras en sánscrito, así que voy a usar, en lo posible, los términos de las enseñanzas que me son ahora familiares, en el que es mi idioma nativo, el español. Las traducciones no son del todo fiables, creo, porque traen consigo un filtro, la interpretación del traductor; pero en todo caso, no pretendo contarles con fidelidad lo que Valmiki quiso expresar en su texto, lo que pretendo es a partir de esa interpretación y de mi ‘entendimiento’ de ella, exponer mi corazón con todo eso nuevo que estas lecturas han dejado en él, básicamente, una nueva forma de ver y entender la vida.
Si nosotros y el mundo existimos o no, son cuestiones que he decidido ignorar. Aún no he encontrado utilidad en develar esta ‘verdad’ así que hoy no hace parte de mis cuestionamientos personales. Unido a la existencia del mundo surgen otros dos cuestionamientos: ‘la creación’ como acto y ‘el creador’ como ese ser dador de vida. El Yoga Vasistha se ocupa ampliamente de explicar esto así que si son temas de su interés los invito a que lo consulten. En lo que a mí concierne, el AUTOCONOCIMIENTO, la MENTE y el estado de LIBERACIÓN son los planteamientos del texto en los que quiero ahondar.
AUTOCONOCIMIENTO o autoinvestigación, es uno de los caminos que según Vasisha te conducen a ese tan anhelado estado de liberación que persiguen con vehemencia los personajes de este libro. Liberación, Nirvana, Turiyatita, Moksha, Disolución cósmica, Kaivalya, todos términos de alguna forma sinónimos, que hacen referencia a una condición en la que te haces uno con el todo o con un Dios, un estado en el que regresas al origen y ‘dejas de ser’ todo eso que llevas años acumulando. Capas y capas de maleza, de ego, que has dejado crecer en torno a ti y cuya forma te ‘protege’, te disfraza y te define ante los demás, que además, no son los demás porque también son tú, porque también provienen de la misma fuente y volverán a ella como tú.
Pareciera ser, según enseña Vasistha a Rama, que para llegar a ese estado pasas por entender que todo lo que hay a tu alrededor es una ilusión, algo así como la ‘Matrix’ de esa famosa película hollywoodense. Esa ilusión funciona en juegos de pares: luz y sombra, felicidad y desdicha, placer y dolor, yo y tú, uno dependiente del otro. Unos pares que para algunos son opuestos y para otros, de visión más amorosa, son complementarios. Se propone entonces desde el hinduismo que al ‘eliminar’ uno de estos conceptos el otro automáticamente desaparece, y entonces, en un mundo en el que nos obsesiona deshacernos del sufrimiento, estas ideas cobran relevancia.
Tampoco me gusta sufrir, o ver a otros pasar por estados de angustia y dolor, sin embargo, me declaro aún esclava de los placeres mundanos: una inspiradora puesta de sol frente al mar, el vértigo de saltar de un puente, un delicioso plato de comida, un apasionado beso, un estremecedor orgasmo, esos placeres generados por estímulos externos que excitan de formas tan distintas tus sentidos y te llevan a otro tipo de estados ‘gloriosos’. Lo que se propone con el estado de LIBERACIÓN es llegar a un punto en el que esa ‘gloria’ ya no es temporal o está condicionada por agentes externos. Propone que esa ‘gloria’, esa ‘dicha infinita’ está en ti; de hecho, es tu estado natural, y que si renuncias a esos placeres temporales no solo te liberarás del sufrimiento que representa el miedo a perderlos o a no experimentarlos, sino que podrás permanecer ‘eternamente’ en PAZ. Y entrecomillo el ‘eternamente’, porque es un concepto que hace referencia a una temporalidad, y el tiempo, a los ojos de estas enseñanzas, hace parte de la ilusión, de la ‘Matrix’.
A Vasistha le gusta jugar con Rama, y a Valmiki con sus lectores, tal vez con propósitos pedagógicos nos llevan y nos traen de una idea a otra, que a veces parecieran contradictorias y paradójicas. Y entonces en un momento del texto, un liberado se asemeja a un robot que aunque está en el mundo no se ve alterado de forma alguna por él o las cosas en él y luego, más adelante, el liberado pareciera gozar de esa dicha suprema que mencioné antes, pero permitiéndose el deleite de contemplar un amanecer y de servir a la parte de la humanidad aún esclava de sus sentidos y de la MENTE que los interpreta. Un ser que ‘actúa sin actuar’, como una abejita que, cumpliendo con su labor de recolectar polen para su panal, contribuye indirectamente a que esa flor pueda reproducirse y su especie perdure. Esta última idea, es una parte del rompecabezas que aún no termino de entender.
Los sentidos y la MENTE, son entonces obstáculos que nos impiden alcanzar ese estado máximo y es aquí donde entra en escena el AUTOCONOCIMIENTO como herramienta. Esta herramienta es una invitación a estar constantemente en observación, a mantener vivo el espíritu de investigación. A mí me pasa que como un ente ajeno a mí misma, logro verme desde afuera, en el pensar, el actuar y el sentir; veo cuando me invade la envidia, o cuando me vence la frustración, veo cómo ese juego de pares del sufrimiento y la dicha hace de las suyas conmigo y voy fluctuando del uno al otro, cada vez menos por suerte, precisamente porque ya lo veo y lo reconozco, y aunque lo viva no me engancho. Logro, con frecuencia, vivenciarlo como si fuera parte de una obra de teatro en la que actúo, y ya conozco el guión, y sé lo que va a pasar, y puedo mantenerme al margen de eso. Aunque también es cierto, que como una actriz comprometida con mi papel, participo del juego y a veces hago pataletas de enojo o río a carcajadas de alegría. En el estado supremo de PAZ, supongo que ya nada de eso es necesario, ni el guión, ni el actuar, vives el minuto a minuto, como escuché a Enrique Simó describiendo a su guía espiritual Dadi Janki. Tal vez ella fue una Jivan Mukta o liberada en vida.
Observar la MENTE puede ser divertido y doloroso, pues implica verse cayendo una y otra vez en las mismas trampas, esas a las que te lleva la inercia de un actuar en automático, de cosas aprendidas en el pasado y tal vez en otras vidas, algunas conscientes y otras inconscientes. Por eso yo sigo la recomendación de Ángela Gómez de Sanam y procuro practicar siempre el amor incondicional hacia mí misma, especialmente cuando la autoindagación me pone frente a frente con mis sombras.
AUTOCONOCERSE te permite reconocer esos actos de inercia y la meditación te permite indagar sobre ellos. Entiéndase aquí la meditación como el acto de considerar un asunto con atención y detenimiento para estudiarlo y finalmente ‘resolverlo’, como sugiere a veces Krishnamurti en sus charlas.
MEDITAR es otro camino para LIBERARSE, según Patanjali, según el hinduismo, de hecho, es otra cosa que hacen con voluntad y fé incansables los protagonistas de las historias de Vasistha. Este segundo MEDITAR, sin embargo, como yo lo he entiendo, no pretende pasar por la mente los asuntos de la Matrix o la Maya, sino entrenarte en el control de tu prana, tu energía de vida, de manera que en determinado momento puedas detenerlo y ahí morir a este mundo, conectarte con el supremo, con lo supremo, con la conciencia infinita. Por eso siento que para mí es más fácil el camino del AUTOCONOCIMIENTO, siento que este segundo camino, el de la detención del prana requiere de fe, de creer en un ser superior o ni sé en qué, y por eso, esta es otra pieza del rompecabezas que me cuesta encajar.
AUTOCONOCERSE es preguntarse constantemente ¿Quién soy yo?, dice Vasistha o ¿Quién no soy? dijo Claudia en alguno de los encuentros de lectura. AUTOCONOCERME es reconocer mi ego, entender los juegos de la mente, ver los obstáculos que le pongo a mi búsqueda de PAZ: pereza, evasión… Conocerme, cuestionarme, preguntarme, para no olvidar, para permanecer en el camino, ecuánime, para no volver a la inercia, para ser capaz de discernir entre lo que hay en mí que es de mi alma y lo que es de mi ego, para entender que mi mundo lo creo yo a través de esa MENTE que me puede jugar en contra o a favor según qué tan entrenada la tenga o no, y en qué dirección.
Y qué es lo que hay en esa LIBERACIÓN, en esa PAZ tan anhelada, que te lleva a tanta dicha? Diría que un sentimiento de absoluto desapego de todo; no solo de lo físico, sino también de lo sutil, de lo que ‘tengo’, de lo que ‘soy’, de lo que ‘creo’, de lo que ‘pienso’, de lo que ‘espero’, una perfecta libertad para fluir con lo que el caminar por este mundo traiga, como me dijo un amigo un día, un estado de aceptación total. Una aceptación que no es forzada, que no tiene que ver con negarse a sentir tristeza, enojo, deseo, sino con entender, no con tu mente sino con tu ser, que, como dice Ángela también, ‘todo es necesario y perfecto’.
A esta misión de AUTOCONOCERME me han traído no solo las enseñanzas de estos textos sagrados, sino también las de esos a quienes he tomado por maestros durante los últimos años de mi vida. Pasan por mi mente nombres como Liliana, Ragu, Hargobind, Isabel Solana, Johana, Silvia y Laura, Esteban Sánchez, Ángela Gómez, Jorge Arango, Andrea Cruz, Carolina Laverde, los que han sido mis psicólogos, mis papás y otros más famosos como Krishnamurti, Sadhgurú, Mario Alonso Puig, Enric Corbera, Borja Vilaseca, entro otros. Todos ellos de alguna forma me han mostrado caminos para ir hacia adentro, han dicho cosas en las que me reconozco o que se han vuelto herramientas en el caminar hacia lo que para mí no es LIBERACIÓN sino PAZ. Como sea, ambas son solo palabras, el hecho es lograr andar por este mundo cada vez más liviana, de manera que la experiencia de estar aquí, sin importar si dura una vida o varias, o lo que pase o no cuando se termine, si es que se termina, sea amable y amorosa para mí y para los que estén a mi alrededor: humanos, animales y cosas.
Posdata.
Gracias por llegar hasta aquí y leer todo este montón de ideas que tengo adentro. Por hacerlo, te dejo aquí unos cuantos tesoros tomados literalmente del texto:
El único responsable de lo que un hombre consigue en esta vida, es su propia voluntad.
Una persona está hecha de lo que cree estar hecha en el fondo de su mente: todo lo que existe es así.
La mente es como un vasto océano lleno de incontables criaturas, en cuya superficie suben y bajan olas de diferentes tamaños. La pequeña ola piensa que es pequeña; la grande piensa que es grande. La que es deshecha por el viento piensa que ha sido destruida. Una piensa que es caliente y otra que es fría. Pero todas las olas no son más que agua del océano. Lo cierto es que no hay ninguna ola, sólo el océano existe. Pero también es verdad que hay olas, aunque no son algo independiente del océano.
Lo único que debe considerarse verdadero es lo que siempre ha sido y siempre será.
Soy consciente del substrato común de todas las cosas y no me atormento con pensamientos sobre lo que voy a hacer dentro de un momento o lo que me ocurrirá mañana. No me preocupan la idea de la vejez o de la muerte ni la obtención de la felicidad, ni pienso en unas cosas como mías y en otras como no mías. Sé que en todo momento todas las cosas no son más que la conciencia cósmica no dual. Ese es el secreto de mi estado envidiable y feliz.
El silencio de la meditación profunda es el único que conduce a la liberación. En él, el prana o fuerza vital no se retiene ni se estimula forzosamente, los sentidos no se estimulan ni se constriñen, la percepción de la diversidad no se suprime ni se favorece, la mente no es mente ni no mente. No hay división alguna entre el sujeto y el objeto y por tanto, no hay que hacer esfuerzo alguno por suprimirla.
El dolor se alimenta de los pensamientos como los buitres se nutren de los cadáveres más abyectos.
La renunciación total sólo consiste en abandonar esa mente.
Despierta e inunda el mundo de alegría. No es propio de un yogui permanecer en el ser cuando todavía hay gente hundida en el dolor.
No tengo nada que hacer, ni tampoco nada que evitar.
Sembrado por Carol Jaramillo (Diciembre 2020)
ENTRADA ANTERIOR: [MI ENCUENTRO CON VASISHTHA ¡AH, RESPIRAR!]
0 comentarios