MI ENCUENTRO CON VASISHTHA ¡AH, RESPIRAR!
Cocorná, Antioquia. 2019 |
Cierro los ojos, llevo mi atención a la respiración. Inhalo lentamente, siento cómo el aire recorre mi pelvis, mi vientre y mi pecho. Retengo el aire por unos segundos, mientras tanto el palpitar de mi corazón se hace más perceptible. Pum pum, pum pum, pum pum... Me concentro en ese latir. Cuando ya siento que el cuerpo me pide soltar, lentamente exhalo y voy por el mismo camino, ahora descendiendo de nuevo hasta mi pelvis. Retengo en el vacío, y ahora siento cómo mi útero palpita: pum pum, pum pum, pum pum.
¡Ah, respirar! Mi encuentro con Vasishtha me avivó ese amor por respirar. Ahora recuerdo las palabras de una maestra: “Es darnos cuenta que somos esto: vida, muerte, vida”. Y sí, somos el aire que se eleva llenándonos de vida, también somos ese aire que se desvanece soltando, expulsando y vaciando.
Somos la totalidad del prana que se impregna en todo nuestro ser y el vacío que se expande cuando soltamos ese prana. Somos el todo y la nada, somos la conciencia infinita que todo lo impregna. La conciencia que es como el viento, que está ahí, muchas veces imperceptible, otras sonora, y otras en susurro.
¡Ah, respirar! Un llamado a detenernos, inhalar, llenarnos de prana, aquietar y exhalar. Un darnos cuenta que cada instante es una oportunidad de autoconocernos, de observarnos más allá de la forma, los esquemas, los conceptos y las dudas, para ir a lo más esencial, a lo real: el ser. ¿Cómo no lo había entendido antes? ¿Cómo no me había preguntado por qué respirar es tan esencial? Vasishtha encendió en mí esa llama, esa luz que en este instante presente me hace recordar que nos fue dado el respirar para darnos cuenta que el movimiento armonioso del prana, desde el centro de nuestro corazón, nos abrirá la conciencia de que somos más allá de la mente, del movimiento del pensamiento, del sentimiento del ego, del jiva. Nos desapegarnos de todo el ruido externo e interno, para retornar a la esencia pura, a la conciencia, y así pasar de la ignorancia (la ilusión de creer que somos materia o ideas), a la sabiduría que nos lleva a la liberación en la que ya no vemos partecitas, vemos el todo, en el que abunda el amor, ¡el verdadero amor!
¡Ah, el respirar! Tanto deseo de búsqueda del camino que realmente me llevara a comprender cómo lograr la iluminación y la autorrealización, para ahora saber (y no con la mente, sino con el corazón), que el gran viaje está en el respirar. Como lo mencionó Vasishtha en este gran texto que expandió la visión de mi ser: Cuando la mente no suspira por placeres sensibles, se absorbe en el ser, acompañada por la fuerza vital. La ignorancia es inexistencia, el autoconocimiento es la verdadera existencia. La mente, cuando cree que es una cosa real, sólo es ignorancia; la comprensión de su inexistencia es el autoconocimiento.
Sembrado por Jenny Alejandra Echavarría Robledo (Diciembre 2020)
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1 comentarios
Me gusta mucho la reflexión, qué bien encontrar tanta satisfacción en un acto que vemos tan básico, tan simple...respirar!
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