Misticismo Cristiano

by - marzo 20, 2020

Vitral interno en el santuario de Las Lajas, Ipiales, Nariño, Enero 2019

Desde pequeño me he declarado un rebelde de las tradiciones religiosas, pero también un amante de ellas, y en este caso específico me he peleado, pero también he admirado todo el misticismo que hemos heredado del catolicismo.  

Hoy en día pareciera que estamos en el tiempo de desprestigiar todas las creencias que trajo el cristianismo, y pareciera también que está bien, contando todos los daños que han cometido bajo el nombre de su institucionalidad. Pero hoy no estoy aquí para eso, sino para reivindicar el lugar de la herencia cristiana que también he recibido. Porque somos felices remplazando una institución por otra, o por ninguna, que hoy en día también tiene su propia institucionalidad, desconociendo, en parte, que todo este camino místico y espiritual emana siempre desde nuestro interior, independiente de los nombres y las formas que le asignemos. 

 Durante años mientras veía las oraciones y las imágenes religiosas, en ellas solo encontraba prepotencia y orgullo, sólo encontraba el sentido de querer imponerse y hacernos sentir a todos menos importantes. 

 Pero con el paso del tiempo he logrando vivenciar el sentido de varias de sus tradiciones místicas: Como el entender la relación de la oración del Padre Nuestro con los siete centros cerebro-espinales llamados chakras en otras tradiciones. O la razón de ser de su iconografía: las aureolas, los corazones radiantes, las lenguas de fuego, y experimentar su sentido dentro de mi propia práctica. O el sentir que emana de nuestro deber como humanidad presente en cada uno de los versos de la oración de San Fransisco de Asis.  O la función de los diferentes gestos corporales como el bajar la cabeza, unir las palmas de las manos al frente del pecho, o el arrodillarse, que son herramientas para facilitar procesos de interiorización y repliegue sensorial sobre sí mismo. 

 Todo esto no es solamente porque durante mucho tiempo sentía que podría ser útil a la humanidad dedicándome al sacerdocio; O por mis largas horas de conversaciones con diferentes autoridades religiosas, en especial con un fraile que siempre me recibía todas mis preguntas, y algunas me las respondía desde su silencio y otras desde sus actos; O porque hoy en día me sobrecojo visitando iglesias, templos, capillas y catedrales de diferentes latitudes, y en ellas he encontrado que el arte que me dedico a enseñar, el meditar, se hace mucho más fácil. Es porque siento que este camino místico, como todos los demás, es una invitación a desarrollar nuestra propia humanidad, que no es más que la aceptación de nuestro rol como punto de confluencia entre los reinos de la naturaleza y los reinos de la consciencia. 

 Así que acá me encuentro compartiendo está imagen tomada de una catedral en el sur de Colombia, que como siempre me sobrecoge, y aunque en ella cada quien pueda ver diferentes cosas como: idolatría, institucionalidad, sus propios temores reflejados en un vitral, quisiera sembrar una invitación a ver más allá de las apariencias y comprender la sintonía que vibra entre todos los caminos místicos que hemos recorrido como humanidad.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de @estebanada Enero 2020)

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