Desde diversas tradiciones siempre nos han enseñado a honrar a los mayores, a darles su lugar como fuente de sabiduría por las experiencias que han recorrido, pero hoy en día consideramos el envejecer como un problema, en dos niveles muy diferentes: El primero es porque a nuestros ancianos terminamos poniéndolos en una especie de cajas de colección para preservarlos, pero de alguna manera quitándoles la vida que se alimenta de la interacción y el contacto con los otros. Y el segundo es porque envejecer, más que un asunto de acumular arrugas, dolencias y años, es más bien un asunto de cristalización de nuestras ideas y creencias.
Podría decirse que el envejecer es el proceso de decaimiento del ser humano, en donde la entropía comienza a ganar la batalla, pero es tan ilógico negar ese proceso como querer detener el movimiento de un río con un palillo de dientes.
Desde nuestro nacimiento manifestamos una facultad básica, la de la receptividad, aquella que nos hace abrirnos a nuevas experiencias, aquella que nos ayuda a mantenernos expectantes, a sorprendernos, a mantener la mirada limpia de juicios, comparaciones y creencias, y es por esta facultad que se nos hace tan fácil la búsqueda del conocimiento de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Pero el envejecer es justamente cuando esa facultad se aminora, a tal punto que queda al borde de la extinción. Y es ahí en donde terminamos llenos de creencias que las asumimos por ciertas y nunca nos atreveremos a cuestionarlas, es allí donde nuestras ideas se cristalizan a tal punto que nos volvemos incapaces de seguir aprendiendo, es ahí donde perdemos la curiosidad por la vida y nos sentimos dueños de verdad, y en donde todo lo comenzamos a ver en términos de comparación con el pasado, perdiendo por completo la facultad de disfrutar el presente.
Todo este listado de elementos, como el lector bien podrá haberlo notado, son de hecho muchas de las características que nos ha vendido hoy en día la "civilización" como parte de nuestro proceso, y ya no de la vejez, sino de la llamada madurez o adultez. O sea que con todas estas formas de vivir impuestas culturalmente, terminamos envejeciendo desde muy temprano, y privándonos de la vida, que se nos escurre entre los dedos junto con nuestra capacidad de sorprendernos, de cuestionarnos y de aprender.
Y como fruto de estas concepciones terminamos en un mundo lleno de personas envejecidas, esforzándose en envejecer a las pocas personas que aún se atreven vivir desde la espontaneidad.
La solución estaría entonces, en primer lugar en darle su lugar a los viejos, reconocer su valor y su recorrido, honrando todo lo que de ellos vive en nosotros, pero sobre todo tratándolos como nos gustaría que nos trataran a nosotros cuando estemos en esa condición.
Y en segundo lugar estaría en alcanzar la juventud eterna, pero está no es la idea mitológica de que los años pasen y el cuerpo no se deteriore, sino que implica más bien ser joven, expectante y aprendiz a cada instante, dejando a un lado toda la elucubración de planes y la nostalgia de los recuerdos para vivir desde el disfrute de las cosas simples.
Sembrado por Esteban Augusto (Abril del 2020)
1 comentarios
Gracias por este Post. Comparto el énfasis en preservar la capacidad de de asombrarnos y de reinventarnos. Me gustaría hablar de un punto o pedir que lo precises y es cuando dices que hay un punto donde se cristalizan las ideas.
ResponderEliminarCito: "Pero el envejecer es justamente cuando esa facultad se aminora, a tal punto que queda al borde de la extinción. Y es ahí en donde terminamos llenos de creencias que las asumimos por ciertas y nunca nos atreveremos a cuestionarlas, es allí donde nuestras ideas se cristalizan a tal punto que nos volvemos incapaces de seguir aprendiendo, es ahí donde perdemos la curiosidad por la vida y nos sentimos dueños de verdad, y en donde todo lo comenzamos a ver en términos de comparación con el pasado, perdiendo por completo la facultad de disfrutar el presente."
Pienso que la cristalización de las ideas no es una cuestión de la vejez, es más bien del que decide morirse en vida, independiente de la edad. Los adultos mayores conversan en su adultes de su vida con un tono de aventura, de asombro, y cuando miran hacia atras miran con simplicidad. Se ríen de aquello que antes les parecía temas trascendentales. No es algo de todos las personas mayores, pero si de gran parte. Creo que tiene que ver con el contexto, sus profesiones, su trayecto de vida, y por supuesto él cómo deciden vivirlas.
Diría que envejecer como proceso, es sinónimo del ciclo de vida y muerte, es un cambio constante, que cada uno vivimos a diferentes ritmos y de diferente manera. Tal vez se trate de apreciar la muerte que hay en la vida... cada ves se muere de manera más profunda, se abandona lo que se era para transformarse.Podemos elegir renacer a cada instante con menos cargas.