Durante muchos años de mi vida no tuve una casa fija para habitar, solía recibir el sol de madrugada en lugares distintos a donde le había visto ocultarse, y sólo tenía aquello que podía cargar conmigo. Podría decirse que ahora hice un pacto con la vida, y cuento con una casa para habitarla. Pero lo gracioso de esta historia es que anoche al llegar al hogar, encontré que alguien me estaba esperando, y no es que haya sido una materialización de mis proyecciones mentales, en las que a veces quisiera tener alguien con quien compartir mi hogar, sino que un sujeto desconocido, para mí, decidió encontrar una forma de entrar por los ventanales con la finalidad de encontrar objetos de valor y llevárselos. Para sorpresa, tanto de él como mía, unas cuantas argucias permitieron que el fuera apresado por las respectivas autoridades. Este hecho me hizo reflexionar sobre múltiples cosas que aprovecharé para compartir por acá, de seguro porque me es más fácil creerme el cuento de que por acá puedo ser escuchado:
- Conservar la serenidad siempre es la mejor manera dar frente a cada situación.
- Cada quien busca lo que le es calificado como valioso, este sujeto lo único que buscaba era algo para llevarse en sus manos, y de hecho tomó unas cuantas cosas, pero para mí fue un alivio ver que no faltaba ningún libro de la biblioteca y que no había borrado mis reflexiones de la semana del tablero.
- No había caído en cuenta que con los años pasé de ser un peregrino de caminos errantes que tenía lo mínimo, a llenarme de ciertas cosas.
- Aunque me he consagrado durante algo más que mi última década a entrenar muy activamente artes marciales, el mejor camino es dejar que cada quién se venza a sí mismo y que caiga por su propio peso.
- Las autoridades y los vecinos se asustaron ante mi serenidad en la situación, pero a mi me sigue intrigando más la capacidad que tienen ellos de alterarse con las cosas tan fácilmente.
- Mientras el señor visitante sin invitación, ya apresado me miraba con cierto sentir de rencor y se esforzaba en hacerse el duro, y proferirme palabras hirientes y amenazantes cada vez que estaba en mi presencia, mi mirada y hasta mi sonrisa le desarmaron, demostrándome que donde no hay miedo, el odio no puede florecer.
- Un señor me consultó si me habían hurtado algo, y lo único que me nació contestarle fue que, nadie podía robarnos nada, porque para ser sinceros no podemos poseer nada. Y aunque él hizo un ademán de extrañeza, luego me dijo que esta reflexión le había tocado.
- Quedé pensando en un par de versos escritos por Gibran en el profeta en donde dice "¿Qué es el mal, sino el bien torturado por su hambre y su sed?" "una simple hoja no se pone amarilla sin con el conocimiento silencioso de todo el árbol, así el malvado no puede agraviar sin la oculta voluntad de todos nosotros", y con ellos reflexiono sobre lo que hace cada uno de nosotros para permitir que este tipo de situaciones pasen.
- Agradezco enormemente que mis compañeras de piso no hubieran estado, y que se hayan ahorrado el susto que sé, de seguro, les hubiera dado. Y también agradezco por las mágicas formas que tiene la vida para hacernos reflexionar, aprender, y poner en práctica lo que se supone sabemos.
Ahora queda sacar un día para poner todo en orden en el hogar, pero no sin antes aprovechar para liberarme de unas cuantas cosas que se han tornado objetos innecesarios, y continuar creando ideas para que como seres humanos no tengan que recurrir a hacer actos como este para llevar la existencia. Y bueno si alguien leyó hasta acá quiere decir que estaba más desocupado que yo, pero igual espero que estas ideas sirvan para que cierta claridad despierte, y para que ciertas ideas florezcan, y así todos sumarnos a encontrar mejores formas de vivir en el mundo.
Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de sus redes sociales Agosto de 2017)
2 comentarios
que inspiracion eres profe!
ResponderEliminarEsteban, no te imaginás lo mucho que me tocó esta reflexión. Gracias miles por compartir.
ResponderEliminarPD: Llegué hasta el final del texto y no precisamente por desocupada :D