SER EL QUE FALTA

by - agosto 27, 2020




 Todos sentimos que hay alguien que nos falta (y no sólo porque entre tantas masacres que hemos vivido, todos hemos perdido a un ser cercano). Por ello a la hora de establecer vínculos con los otros debemos aprender a comprender esas ausencias propias y ajenas.

Esta sensación de ausencia se alimenta de nuestro pasado, por aquellos que ya no están, por los que están lejos o por los que están distantes, pero también por las personas que proyectamos al futuro, como los hijos o la pareja que hubiésemos querido. Y se manifiesta en el desconsuelo que sentimos por todas las cosas que nos hubiera encantado decir o hacer.

Pero la vida siempre nos da oportunidades de encontrar a esos alguien(es) que simbolicamente cumplen ese papel de quien falta, y mediante la resonancia de esa persona podemos reconocer aquello que teníamos pendiente, y darnos la posibilidad de comprenderlo, sanarlo y trascenderlo. 

En lo que he recorrido he tenido el placer de poder ser como el hijo, el padre, el nieto, o el hermano mayor o menor que faltaba, y otros tantos roles mediante los cuales he podido servir de instrumento para que los otros se pusieran en paz con su pasado y sanaran sus asuntos pendientes, pero mediante estos vínculos también he podido comprender a fondo mis propios procesos.

Aunque muchas veces al relacionarnos desde la ausencia lo que solemos hacer es perpetuar y proyectar nuestras ausencias, también podemos utilizar cada vinculo que creamos como una posibilidad de autoconocimiento, y así al reconocer el impulso que nos producen aquellos que nos faltan y al aprender a ser el que falta para los otros, podemos establecer vínculos transformadores, edificantes y conscientes.


Sembrado por Esteban Augusto (Agosto 2020)


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