UNA ADICCIÓN MÁS

by - agosto 26, 2020



 Hay adicciones sutiles y casi imperseptibles, y adicciones toscas que son francamente evidentes, pero todos tenemos adicciones, ya sea a tronarnos los dedos, a buscar aprobación en los demás, a estar informados, a inundar nuestro cuerpo con sustancias químicas externas o internas, a leer, a meditar, y un largo etcétera.

Pero algo particular que pasa con las adicciones es que algunas son socialmente mal calificadas, mientras que otras están prácticamente invisibilizadas, a tal punto que la mera palabra “adicto” es bastante repudiada, mientras que otras acciones como el hablar, el consumir azucar, o el rezar ni siquiera las consideramos como adicciones.

Y para comprender un poco mejor si nuestras acciones son adicciones habrá que preguntarnos a fondo qué tanto nos hemos vuelto dependientes de estas acciones, y hasta qué punto hemos fusionado la idea que tenemos de nosotros mismos con eso que hacemos. Eso se puede ver muy claramente en como cambia nuestro estado de ánimo con las cosas que hacemos o dejamos de hacer, fruto de la dependencia al lenguaje químico de nuestro sistema endocrino. También puede evidenciarse en la incapacidad de vernos haciendo algo diferente, como en el caso de quien se ha desempeñado en un rol durante mucho tiempo y se siente incapaz de hacer otra cosa.

Pero habiéndonos preguntado todo esto, estaría bien pensar ¿qué de lo que hacemos no es una adición? Y esto lo digo porque usualmente lo que hacemos es cambiar unas adicciones por otras, pero en el fondo simplemente estamos presos bajo los mismos patrones de comportamiento dependiente, aunque creamos que tenemos una vida más armoniosa o más sana, como en el caso de los que terminamos  siendo adictos a prácticas como meditar, hacer yoga, y cosas así... desconociendo que por sutiles e inofensivas que parezcan, también son adicciones, y que para colmo nos pueden hacer tropezar en la trampa de creernos mejores personas.

Toda esta reflexión sobre las adicciones a esas prácticas que llamamos espirituales, surgió de una conversación con una amiga que me decía que se había desconectado de su practica diaria de yoga, ante lo cual le proponía que una forma de verlo es desde el comprender que todas estas prácticas no son más que adicciones, que están ahí para ser trascendidas. Y que en el momento que somos presas de ellas, podemos aprender o observar ese impulso para desatar las identificaciones que tenemos con estas acciones, pero cuando estas adiciones nos abandonan, y no son remplazadas por otras, es porque simplemente nuestra carga se ha aligerado, y desde esa ligereza nos podemos dedicar simplemente a SER.


Sembrado por Esteban Augusto (Agosto 2020)


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