Y DIOS EN SU INFINITA BONDAD CREO EL PRANAYAMA

by - diciembre 15, 2021



Y allí estaba el escultor, extasiado contemplado su obra, a sus ojos perfecta. 

Pero le faltaba algo, aquel intrincado y complejo conjunto de sistemas yacía allí, inerte, su autor reflexionó por espacio de unos minutos tratando de descifrar como lograr que todo ese engranaje funcionara al unísono y pasara de simplemente ESTAR a SER y pudiera también habitar y disfrutar de todo lo previo que había hecho antes de él.

Concluyó entonces que todo lo que estaba allí a su alrededor sería sin lugar a dudas fuente de vida, pero no era del todo suficiente, seguía faltando algo:

Tal vez, pensó, podría acompañarlo siempre y en todo lugar, pues quien mejor que Él para dirigir este sistema múltiple y de paso, se ahorraría el manual de instrucciones, sin embargo, aún seguía con dudas, porque ¿Qué sentido tendría que el autor de una obra tuviera que estar interpretando lo que hizo en ella?

Se sentó de manera serena de nuevo frente a su proyecto:

Recorrió su propio Ser, sintió su capacidad de interpretarse a si mismo como unidad, y efectivamente, eso quería para aquel cuerpo, resultado de su inspiración y de combinar los elementos que ya estaban en el todo. Reconoció su propio Ruah, su espíritu, su aliento vital.

Descifro la carencia de su creación, allí al frente suyo solo había un concepto de facticidad y su anhelo era que aquella totalidad tuviera la capacidad de reflexionar, de definir, de deliberar, de decidir, de tomar su propia existencia y manifestarla aun en su finitud corpórea y que experimentara de lo que sería su mayor atributo: El libre albedrío

Pensó en aquel cuerpo como una jarra para afirmar que; La posibilidad de ser una cosa del recipiente no descansa en modo alguno en la materia de la que está hecho, sino en el vacío que acoge, un vacío que mantiene y sostiene lo que se vierte dentro.

A aquel vacío le faltaba la presencia, le faltaba la sustancia.

Había de encontrar aquello que uniera el cuerpo y la conciencia, la actividad y la pasividad, la inmanencia y la trascendencia las dicotomías entre el tiempo y el espacio, la forma y la materia, la mente y el cuerpo, el yo y el otro. El adentro y el afuera, La vida y la muerte.

Se Repitió así mismo: El adentro y el afuera…

Se hizo consciente de uno de los elementos de los que había provisto lo que lo rodeaba.

Había creado el aire como ese lugar de convivencia armónica, donde los conceptos de lo corporal y lo espiritual, lo masculino y lo femenino, lo divino y lo profano, encontraran su equilibrio ideal. Y que al mismo tiempo le permitiera a Él la omnisciencia, y la omnipresencia.

Y aquel elemento tan sutil daba la apariencia de no manifestarse, como si se resistiera a aparecer como (un) ser. Y se permitiera a sí mismo ser olvidado.

Aquello delicado y fino, podría seguramente ser el vehículo que impregnara de vida a Su manifestación.

Pulió el concepto.

Le otorgaré dos formas de existir; una, la manera espontánea en que dicho elemento mantendría a aquel cuerpo con vida, entendiendo como vida la posibilidad del ESTAR. Requería para aquello entonces la coexistencia perfecta entre el ingreso del aire a los pulmones, recorrer todo aquel entramado con la ayuda del bombeo potente del corazón y buscar de nuevo la salida de lo ya gastado. Esto se veía sencillo.

Su segunda forma de existir para aquel cuerpo le llevo mas tiempo, buscaba pasar del simple estar al hacer y sobretodo a SER

Decidió entonces que cuando este proceso lo hiciera de manera consciente, Él lo habitaría; más ya no estaría en sus pulmones, escogería un lugar en el centro de su pecho donde dormitar, le llamo, Hridayam, su corazón espiritual y allí sería su escondite.

Así que será la ubicua presencia del aire la que lo hará pasar desapercibido e incluso ser olvidado fácilmente, pero será también la toma de consciencia de esa imperceptible sustancia la que le devuelva la conexión con la inefable dimensión de su SER.

A esto lo llamó RESPIRAR, sería el primer gesto autónomo de ese SER que en ese momento llamo Humano: Venir al mundo le supondrá inhalar y exhalar como un ser vivo, por sí mismo, su primera inhalación corresponderá a la cuenta uno progresiva y descendente hacia su última exhalación cuando su tiempo llegue a su fin. Desde el día de su nacimiento hasta el día de su muerte la respiración marcará su autonomía para vivir desde el umbral de una respiración mecánica, espontánea, corriente, natural o desde una respiración presente, consciente, sintiente, espiritual. Solo entonces podrá entender la vida cultivada por la vida misma, en la respiración.

El aire mantendrá con vida el cuerpo físico, pero el Su aliento, el Prana mantendrá con vida el cuerpo espiritual.

Entonces Dios Inhaló profundo, retuvo el aire, sintió el estado de Kumbakha por un par de minutos, se acercó a su obra y empezó a exhalar llevando cada partícula de su exhalación muy lentamente hacia el centro del pecho, dejó que el Prana estuviera allí en aquel cuerpo en estado de Rechaka, mientras repetía mentalmente: residiré en Ti, AQUÍ. Luego entonces activó su corazón físico, la respiración se dio de forma natural.

Desde ese día Dios espera pacientemente a que el hombre recuerde su respiración espiritual y vuelva a Él, como su Fuente Única y Suprema.


Sembrado por Martha Mora (Fruto de curso de profundización en pranayamas, Diciembre 2021)

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