IRIDISCENCIA

by - diciembre 15, 2021

 

Hay un fenómeno con la luz, que dice que cuando la luz blanca pasa a través de un prisma se divide en el espectro de los siete colores visibles. Este hecho es la razón de ser del arco iris y la carátula de un reconocido álbum de música. Pero también es una de las formas más simples de entender el camino de la práctica de yoga, en donde se propone armonizar y sintonizar cada uno de los siete centros de sabiduría llamados chakras, como un camino para retornar a la Fuente, pero también para aprender a expresarnos desde Ella.

Desde un lado eminentemente yóguico, el prisma representa el anandamaya kosha, es decir el canal central, o el cuerpo causal, o nuestra estructura más sutil, desde la cual es mucho más fácil percibir la Luz del Espíritu, pero a la vez es el depositario de todas nuestras identificaciones y de nuestras basuras psíquicas residuales. Y lo que nos suele pasar es que de tantos contenidos acumulados es como si llenáramos el prisma de rayones y calcomanías que impiden que refleje claramente la luz que pasa a través de él.

Ahora bien cuando la luz pasa a través del prisma del canal central, origina el espectro de siete colores, es decir los siete centros de sabiduría, llamados chakras, que son la estructura básica del vijnanamaya kosha. Pero lo que nos suele pasar es que nuestras desiciones, y todo nuestro recorrido en nuestra vida termina conduciéndonos a que ciertas sabidurías sean más predominantes que otras, y no sólo generamos un desnivel entre estos colores/sabidurías, sino que terminamos acumulando ciertos parásitos que nublan cada uno de estos chakras.





Desde cierto ángulo los chakras son una emanación de la Luz al entrar en contacto con el prisma, pero desde el ángulo inverso podemos ver que son los chakras, al estar nivelados y replegarse sobre el prisma los que nos permiten acceder a la Luz. Y este ejemplo de las dos direcciones nos puede ayudar a comprender más claramente los dos caminos: el camino de la creación, de lo sutil a lo denso, de la luz blanca a los diferentes colores (para no entrar acá a densificar más exponiendo el proceso con los otros koshas), y el camino de retorno, que es el que propone la práctica de yoga, de lo denso a lo sutil.

Con este ejemplo el camino propuesto por la práctica yoga consiste en varias tareas: Despojarnos de los parasitos de los colores/sabidurías, balancear las siete frecuencias, restaurar la naturaleza original del prisma, todo ello para retornar a la Luz, pero el camino no termina allí, porque luego hay que aprender a vivir desde la luz. Pero tomémonos el tiempo para detallar sobre cada uno de estos procedimientos.

Cada una de las luces del espectro visible es homologable con cada uno de los centros llamados chacras, y son formas de entender las diferentes opciones de sabiduría a las que tenemos acceso los seres humanos, que en orden serían: la sabiduría de la supervivencia, la sabiduría de la disfrutabilidad, la sabiduría de la voluntad, la sabiduría de los vínculos, la sabiduría de la creatividad, la sabiduría de la claridad, y la sabiduría de la unidad. Pero también cada una de las sabidurías termina siendo eclipsada por ciertas tendencias emocionales, que alimentamos con el paso del tiempo, como la ignorancia, el egoísmo, el miedo, la posesividad, la ilusión. (Ver cuadro)






Entonces el trabajo de despojarnos de los parasitos, comienza por aprender a conocer el funcionamiento de nuestras estructuras internas y entender nuestros patrones de respuesta, para desinstalar los modos reactivos de comportarnos. Dicho de otro modo despojarnos de los parasitos es limpiarnos los chakras, pero éstos no se limpian con unos cuarzos, ni visualizando colores o repitiendo sonidos, sino que se purifican con base en nuestras desiciones, entonces la labor consiste en dejar de decidir como siempre lo hemos hecho, para abrir la puerta a otras formas obrar que no estén condicionadas por nuestras experiencias o traumas previos.

Pero con librarnos de los parasitos de cada uno de los chakras no es suficiente, hay que balancear cada una de las siete sabidurías, porque para volver a la luz blanca, cada uno de los siete rayos de luz debe estar en igual proporción. Usualmente empleamos más unas sabidurías que otras, algunos por ejemplo somos muy creativos pero poco voluntariosos o viceversa, otros entendemos todo con claridad pero nos cuesta aprender a disfrutar o resolver nuestra superviviencia. Entonces este trabajo de balance implica que no haya una sabiduría que sea predominante sobre las otras, lo que nos lleva a un proceso de autoconocimiento tan profundo que podemos identificar cuales son las más predominantes y cuales son las menos frecuentes, para luego fortalecer aquellas que usemos menos y nivelarlas con las otras.

Ahora bien, con las siete luces bien purificadas y niveladas, llega el trabajo de restaurar el prisma, es decir despojarlo de todas las etiquetas que solemos ponerle, y restaurar las fisuras que hemos acumulado con el devenir del tiempo. Y este trabajo implica aprender a despojarnos de todas las identificaciones que alimentamos constantemente, es decir que trae consigo la labor de deshacernos de todos los residuos psíquicos que nos obstaculizan el acceso a la luz. Restaurar el prisma implica aprender a morir a todo aquello que creíamos ser, es decir vaciarnos de nosotros mismos, para que sea la Luz del Espíritu la que nos llene. Pero esta labor, que suena relativamente fácil trae consigo el reconocer quién somos en realidad más allá de todos los nombres y todas las formas, y para poder responder a quién soy, vale comenzar por una pregunta más simple, ¿quién no soy? y cada respuesta a lo que no soy, nos ayudará a quitarnos una etiqueta más y a desenmascarar una identificación más.

Habiendo completado estos trabajitos, y lo pongo en diminutivo no porque sean muy simples sino para invitar a relacionarnos cariñosamente con ellos, será más fácil poder retornar a la Luz, es decir experimentar las dimensiones del Espíritu, y todo en la práctica de yoga, que no es sólo hacer unas cuantas asanas, está dedicado a esto, a afinar cada uno de nuestros componentes internos para recorrer el camino de regreso a la Fuente, es decir aprender a percibir el Espíritu, pero como siempre me gusta decirlo, este no es el final de camino, porque el propósito no es solamente volver a la Luz y quedarnos en Ella, sino que la otra parte de la labor está en aprender a vivir desde la Luz.

Y esta es la gran obra que cumplen aquellos que solemos llamar maestros, porque puede que algunos experimentemos momentaneamente estos pirotécnicos espirituales donde acedemos a la Luz, y nos embelesemos con ellos, pero los maestros de los que les hablo, son aquellos seres que dejan que la Luz sea a través de ellos, porque han comprendido desde la profundidad de su Ser que son la Luz misma, y que como tal su labor es irradiarse para que otros seres también encuentren el camino de retorno.

Así que de ahora en adelante te invito a que cada vez que veas este efecto óptico que produce el arcoíris, recuerdes cada uno de estos trabajitos que nos permiten retornar a la Fuente, y expresarnos desde Ella.



Sembrado por Esteban Augusto (Diciembre 2021)







PD: Y a modo de ñapa por la época navideña vale recordar que el arbolito de navidad que se ilumina con luces de colores es sólo un recordatorio de ese árbol del canal central con los colores de los siete chacras.











You May Also Like

3 comentarios

  1. muchas gracias por esta valiosa información que al igual que la luz, nos llegue y salga en conocimiento.

    ResponderEliminar
  2. Grácias por regalarme la inspiración del ser, para actuar y servir a través del balance material -espiritual.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Estebananda por Ser y permanecer 🕉️

    ResponderEliminar