EL SADHU Y EL SANNYASIN (APREDIZAJES CON ANDREI RAM)

by - junio 22, 2022





    Mi buen amigo, hermano y doblemente colega Andrei Ram, ha sido una de las personas más influyentes en mi vida durante los últimos años, ha sido ya bastante el tiempo compartido como para ofrecerles ahora una colección de algunas anécdotas y aprendizajes.

 Recuerdo que al principio me llegaron muchas referencias de él, de cuando había regresado para instalarse en estas tierras, pero me mantuve un tanto reacio al acercarme a aprender de él. Incluso la primera vez que vino a dictar unas clases de prueba en Medellín para promover su curso de "formación de profesores", teniendo un asiento reservado, me negué a asistir, la verdad no me convencía mucho todo ese boom de profesorados que estaba eclosionando y no quería ser parte de ese consumismo teñido de espiritualidad.

Pero a esas clases de prueba fueron muchos de mis amigos, colegas y alumnos, los cuales inmediatamente terminada la clase me llamaron para decirme que debía darme la oportunidad de conocerle. Yo les pregunté porqué debería de conocerle, y recuerdo que uno de ellos, que me colaboraba como abogado y con quien conversaba a fondo sobre todas las críticas a esta espiritualidad de consumo, fue quién me dijo que Andrei hablaba de las mismas cosas que nosotros conversábamos, pero que lo hacía con mucha más fuerza. Y ahí ya no dude más y dije, si hay más yoguis así de críticos encargados de acompañar otros profes, sería muy bueno conocerlos y ver que tienen para decir.


En ese primer contacto el primer día del curso, recuerdo que cuando terminamos la práctica dijo algo como "yo no estoy para enseñarles nada, es la práctica la que enseña, yo sólo esto acá para acompañarles a reafirmar todo lo que han aprendido" esa frase era como la condensación de todo los principios sobre la enseñanza de yoga que se habían desarrollado en mi interior a lo largo de los años, pero era muy extraño escucharla de la boca de alguien más, y al encontrar resonancia con ello abrí mi receptividad para darme la posibilidad de aprender y dejarme guiar.


En este curso fue muy interesante verle, sobre todo porque en aquella ocasión había muchos otros profesores de yoga tomando el curso, y bastantes de ellos estaban ensañados en querer corcharle para demostrar que eran mejores que este tal profesor al rededor del cual se había convocado este curso. Que hubiera muchos profes así como mamíferos territoriales no era nada nuevo, pero la forma como Andrei los trató y los desarmó, si fue algo novedoso para mí, porque nunca había visto un yogui verdadero en acción, que con unas simples historias, unos silencios y unas sonrisas logró quitarle la fuerza a todas las ínfulas de superioridad con que le increpaban, a al final muchos de ellos se retiraron al no encontrar eco para un debate sobre teorías y argumentos, y con ello comprendí que un yogui de verdad no se ata a las teorías ni a los enredos del lenguaje, sino que comparte desde su experiencia, su vivencia pero sobre todo desde su ejemplo.

En esa ocasión recuerdo salieron muchas definiciones de yoga que me hicieron hacer conexiones profundas, una de ellas fue la de: "yoga es anarquía espiritual".Jamás lo había comprendido de esa forma, pero ahora todo era super claro, porque en el fondo yoga es para generar soberanía en nuestra relación con el espíritu, para despojarnos de los intermediaros (instituciones, maestros, credos, etc.) y ese tipo de anarquía era la que había sostenido esta práctica ancestral hasta nuestros días. La otra era la de "yoga como espiritualidad autosostenible" que abogaba por ese mismo mismo principio de soberanía, pero que también implicaba reconocer la profunda relación con lo que nos rodea, y el fiel compromiso de cuidar de todo y de todos, porque en este proceso de interexistencia todo aquello presente en el universo es una puerta de entrada a las dimensiones espirituales.

Cierto día estábamos almorzando en un retiro de yoga, y Andrei me contó una historia de algo que le había pasado con su mentor, me dijo que en cierta ocasión su maestro le preguntó que si esa vida monástica de vivir sin posesiones, dedicado sólo a la práctica de yoga y con votos de renunciante le era muy fácil, a lo que contestó que sí lo era, entonces su maestro le dijo que si era muy fácil, quería decir que esa no era la vida que necesita, y complementó diciéndole que seguro era muy fácil ser renunciante, porque siempre lo había sido, pero que si de verdad quería darse la posibilidad de aprender lo que le hacia falta, debería dejar los votos, tomar un trabajo, formar una familia y criar unos hijos, porque era justo allí en lo cotidiano donde estaban las verdaderas pruebas y aprendizajes que le ayudarían a complementar su camino. Al final de esta historia, me dijo que me la había contado, porque también reconocía que a mi, me era muy fácil ser un renunciante, pero que justo por ello debería abrirme a la posibilidad de desarrollar otros aprendizajes y otras experiencias más humanas que me pudieran complementar mi camino. Agradezco enormemente ese gesto y esa historia, que desde ese momento cambiaron mi perspectiva.


Pero sin duda, el aprendizaje más grato que he tenido con Andrei, no se lo debo a algo de sus clases o de sus conversaciones, sino a algo que me enseñó desde su ejemplo de vida. Recuerdo que cierto día conversamos sobre el proyecto que tenía del Diplomado de Yoga con la Universidad, algo que se materializó algún tiempo después, y cuando me propuse informarlo vía correo electrónico a muchos de mis conocidos cercanos del mundo del yoga, me sorprendí con que él me contestara, viendo que usualmente le toma bastante tiempo para contestar mensajes, cuando es que lo hace, y me dijera que podía contar con él para lo que fuera dentro de ese curso, que él viajaría para acompañarme. Eso fue algo que me alegró enormemente, y que con el tiempo y por contraste me permitió ver de nuevo como obra un yogui real, porque lo paradójico que pasó es que para ese curso también invité a varios de mis antiguos alumnos que eran profesores con quienes quería contar, y muchos de ellos desistieron de la invitación porque querían más dinero del que podía ofrecerles y querían más prestigio para inflar su marca personal. Fue un tanto desconsolador ver como quien fuera una gran aprendiz que había preparado durante algunos años para que me acompañara en ese rol de compartir la enseñanza decidiera apartarse de ese camino prefiriendo el dinero y el prestigio por encima del servicio, me hizo sentir que era un mentor que había fracasado en formar a la siguiente generación de yoguis. Pero me reconfortó enormemente poder contar con aquel yogui que llenaba todos los eventos que convocaba en diferentes regiones del mundo, y que decidió venir un fin de semana solamente a apoyarme en este proceso y a dar el impulso inicial que me ha permitido sostener esta misión que se ha mantenido a lo largo de los años. Ahí en su eterna disposición pude ver que más allá del yogui, hay un ser humano abnegado y servicial, que no esta pendiente del flujo de efectivo hacia sus bolsillos sino sino que se dedica constantemente al servicio a la humanidad.


Y de algo más reciente, recuerdo que le consulté en cierta ocasión que me sentía perdido sobre que dirección tomar con esto de la enseñanza de yoga, sobre si retirarme de formar profesores, si darle más impulso a proyectos educativos públicos para llevar estas prácticas a más personas, sobre si dedicarme a buscar y formar la futuras generaciones de yoguis, sobre si seguir dandole impulso a los proyectos de otros colegas, y me dijo de una forma muy sencilla, ya estas en la hora de tomar decisiones de ananda, el anna y el prana ya llevan toda una vida de estar labrados, el manu y el vijnana, eso sí que están muy trabajados, pero ¿el ananda?. Deja que el ananda sea tu brújula, toma las decisiones que te permitan el deleite. Y estas palabras me han acompañado en esta fase de renovación que llevo de los últimos meses. "Tomar decisiones desde el ananda".

Así como estas breves historias y anécdotas, hay muchas más de lo que hemos compartido, algunas de las cuales sé que no escribiré publicamente, pero por ahora aprovecho para ofrecer estas palabras como una forma de gratitud a quien ha sido mi guía, pero sobre todo mi amigo y hermano en estos últimos años. Andrei, honro tu vida y tu camino, y todo lo que he aprendido a tu lado.
(may the force be with you)



Si se animan a conocer más sobre la labor de Andrei y tomar alguno de sus cursos o clases, pueden seguirle la pista en el siguiente enlace:

http://innerparadise.org/


Sembrado por Esteban Augusto (21 de junio 2022)

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