Hace poco un muy buen amigo se jactaba de su superioridad diciendo que él se había librado de lo sesgos, no como todos nosotros que no éramos capaces de cuestionar nuestros creencias.
Será que sus propias creencias de haberse librado de sus sesgos no serán las que le nublan su visión y le han conducido al sesgo de sentirse superior.
Será que así como él, muchos otros nos hemos sentido superiores a nuestros congéneres, y en ese germen de la superioridad hemos encontrado el argumento para querer exterminar, homogeneizar o “educar” a todos los que no piensen como nosotros.
Ojalá pudiéramos desarticular todas nuestras creencias, nuestros sesgos y nuestro impulso de sentirnos superiores, pero mientras ellos controlen nuestra cotidianidad, de nada sirve posar de amorosos, compasivos o antibelicistas, porque las grandes guerras entre las naciones no son más que el reflejo de todas esas violencias silenciosas con las que obramos a diario.
Sembrado por Esteban Augusto (Febrero 2022)
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