ZAPATOS

by - septiembre 24, 2022

 


Hay una historia de un antiguo rey, de la época en la que andábamos a pie limpio, cuya hija tenía una sensibilidad especial en sus pies y no soportaba caminar descalza sobre el suelo, así que el rey preocupado, intentó buscar soluciones a la incomodidad de adorada hija, y pensó: -debo forrar todo el palacio con un cuero especial para que mi hija pueda caminar libremente por él, que digo el palacio, debo entapetar con cuero todo el reino para que ella pueda moverse libremente-
Cuando le comentó sus planes a los ministros, sintiendo que había encontrado la mejor solución posible para este problema, los ministros quedaron consternados, porque sabían lo que implicaba conseguir toda esa cantidad de cuero, y pagar toda la mano de obra para cubrir kilómetros y kilómetros.
Pero uno de sus ministros más jóvenes propuso que en vez de conseguir tanto cuero para entapetar tantos kilómetros, sería más eficiente forrar justo aquello que era lo que no estaba funcionando bien, es decir los pies de la hija del rey, y así, al tener los pies forrados, a donde fuera que se dirigiera estaría cubierta para evitar el contacto con el suelo. Tanto los ministros como el rey quedaron asombrados por tan creativa respuesta y asintieron que esa era la mejor opción.
Pero en el fondo de la sala, el ministro más viejo tomó la palabra y manifestó que había otra solución que podría ser aún más eficiente, pero que implicaba otro tipo de trabajo. Él dijo que en vez de pretender entapetar todo el reino, o forrar los pies de la hija de rey, lo mejor sería entrenar tanto a la princesa como a todos nosotros, para que reconozcamos que tener una sensibilidad especial no es una limitación ni una enfermedad, y que una solución más real, en vez de darle a la princesa dependencia de los zapatos, es contribuirle a generar soberanía sobre sí misma para que aprendiera a caminar descalza sin sentirse herida por el suelo.

En muchas ocasiones actuamos de esta forma, queremos que todo el mundo se adapte a nuestras condiciones y nuestros caprichos sin importar el costo, como cuando pretendemos aislarnos de ciertas personas o situaciones porque nos  “caen mal”, pero luego nos damos cuenta que no es que tengamos que adaptar el mundo alrededor nuestro cubriéndolo con un tapete que nos aísle, sino que debemos adaptarnos nosotros, pero esa adaptación no es simplemente por la dependencia de algún elemento externo como ponerse unos zapatos o enmascarar nuestras palabras para encontrar formas de relacionarnos con los que nos “caen mal”, porque eso, aunque hace más manejable la situación no ofrece una verdadera solución, que en este caso sería trabajar intensamente sobre sí mismo para desarticular todas esas conductas internas que nos hacer creer que ciertas cosas o que ciertas personas nos caen mal y nos pueden hacer daño.

Aprender a caminar descalzos es la solución mas simple, pero a la vez la más compleja, porque nos conduce a poder recorrer el mundo sin sentirnos heridos, lo que nos lleva a reconocer que todo eso que se supone nos molesta del suelo que pisamos, no es culpa del ambiente ni dela falta de zapatos sino de nuestra actitud interior que es la determina la forma como nos relacionamos con el mundo.
Sembrado por Esteban Augusto (Octubre 2021)

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