Honra y agradece con tu práctica a todos los que te antecedieron, a los que abrieron el camino y lo recorrieron antes que tú.
Honra y agradece con tu práctica a todos los que de alguna forma u otra vendrán a aprender de ti y transitaran el camino que estás recorriendo.
Hónrate y agradécete por el camino que estas transitando, por todo lo que te ha permitido llegar a este instante y saboreártelo con deleite.
Uno de los atributos de yoga, es su carácter iniciático, eso decía Mircea Eliade, un reconocido historiador de las religiones, y el que sea iniciático, quiere decir que se aprende de alguien, de alguien que ya ha dado unos pasitos más que uno, y se abre a compartirte algo de su recorrido, pero que también te invita a que el camino lo recorras por ti mismo, es decir, que uno no tiene que inventarse desde cero el camino, pero si debe recorrerlo por su propia cuenta.
Hoy tuve el honor de ser el profesor invitado en la Diplomatura de Yoga de la U de A y compartir un poco sobre los maestros de yoga, conversamos sobre todos estos personajes, algunos muy particulares, algunos muy cuestionables, algunos muy inspiradores. Pero todo esto de trenzar un árbol genealógico que integre las diferentes formas de yoga de las cuales hemos bebido en occidente y poder evidenciar como todas las formas de yoga que nos vemos hoy en día están teñidas por toda esta historia, solamente es una excusa para hablar sobre la humildad, la generosidad y la soberanía.
La humildad para poder reconocer que este proceso de lo humano, no es un camino solitario, es una senda colectiva, donde todos somos aprendices y todos somos maestros, humildad para reconocer que no somos el centro dle mundo sino que somos parte de un proceso colectivo donde todos nos sostenemos entre todos. Pero para poder activar ese proceso colectivo, debemos conectar con la humildad, y dejarnos guiar por aquellos que han dado unos pasos más que nosotros, ojo, no de seres perfectos, sino de otros humanos como nosotros, que se han ofrecido a compartir su camino y nos han puesto a dispocisión la cosecha que han cultivado.
El rollo es que a veces, por andar proponiendo humildad, terminan es vendiendo sometimiento, y ahí hay que aprender a discernir con claridad si mi gesto de reverenciar es para honrar y reconocer o para inflar la importancia personal del otro.
En un mundo donde todos quieren ser maestros, pocos tienen la humildad para entregarse a los procesos y dejarse guiar, habrá que ser muy valiente para ser humilde. Así que ahí esta la enseñanza que viene de la humildad, reconocer nuestra fragilidad, nuestra ignorancia, para reconocernos como parte de algo más grande y dejarnos acompañar para transitar colectivamente este camino de cultivo interior.
Humildad: Honra y agradece con tu práctica a todos los que te antecedieron, a los que abrieron el camino y lo recorrieron antes que tu.
La generosidad, es la otra cara de humildad, si la humildad nos permite reconocer nuestra pequeñez, la generosidad nos permite reconocer nuestra grandeza, es con la generosidad con la que nos abrimos a compartir con otros los pasos que hemos recorrido. Y se hace importante abrirnos a la generosidad, para no quedarnos atesorando los aprendizajes, para no creernos dueños de las cosas, que es una de las enfermedades que paracitan la práctica hoy en día, el sentido de propiedad privada que nos ha llevado a que cada uno crea que puede crear su propio yoga y venderlo al mejor postor para poder "recuperar la inversión".
Cuando miramos la generosidad como lenguaje de la vida, reconocemos que todo tiene su tiempo, las flores se abren a su tiempo, y los frutos se dan a su tiempo, los cachorros nacen a su tiempo, y ahí es muy importante reconocer que aquel que se dedica a enseñar, debe aprender a reconocer su propio tiempo. Son los que llegan a aprender contigo los que te hacen maestro, no los certificados ni las iniciaciones recibidas, así que el tiempo de la generosidad es el tiempo de la cosecha, pero para que haya cosecha primero hubo una preparación del terreno y una siembra, y la cosecha simplemente abre sus manos y se comparte. Tal como la flor se ofrece a todo aquel que se anime a recibirla, la práctica cuando está madura se abre camino y encuentra con quien ser compartida.
A veces la avaricia se disfraza de generosidad para vender necesidades, pero ahí mismo es donde se puede activar la medicina que viene con la generosidad, que es la de reconocer que no podemos ser dueños de nada, y que la mejor forma de conservar algo, es compartirlo, ponerlo a circular, porque lo que se atesora, se estanca, y lo que se estanca se pudre, por lo que en el disponernos a compartir está la posibilidad de aprender con más profundidad, ya que en fondo no compartimos de lo que sabemos sino de lo que somos.
Generosidad:
Honra y agradece con tu práctica a todos los que de alguna forma u otra vendrán a aprender de ti y transitarán el camino que estás recorriendo.
Y la soberanía, esa si que debería ser el eje de la enseñanza. El yoga del mercado de hoy en día, que ve al otro como cliente, lo que menos le interesa es que sea un soberano de si mismo, ni que tenga una relación directa con su propia práctica o con lo sagrado, todo lo vuelven producto, y las instituciones son expertas en ello, en su afán de engrandecerse terminan empequeñeciendo las individualidades de quienes llegan, es decir que se alimentan de los egos personales para inflar su ego colectivo. Habrá que tener muy activo el discernimiento para reconocer cuales de estos personajes que solemos llamar como "maestros" o "profesores" están ahí para impulsarnos a que seamos soberanos de nosotros mismos, o a que alimentemos una institución que gravita ante grandes personalidades.
La enseñanza que viene con la soberanía, es la que nos ayuda a contrarrestar el sentido de carencia que convertimos en dependencia. Seguro es mucho más fácil que alguien nos diga qué hacer y cómo hacerlo, nos ahorraría tantos problemas, pero la madurez en el camino de la práctica del yoga viene con aprender a asumirnos a nosotros mismos, a no cargar cosas que no son nuestras, ni mucho menos ser carga para otros.
Soberanía:
Hónrate y agradécete por el camino que estas transitando, por todo lo que te ha permitido llegar a este instante y saboreártelo con deleite.
Todos estos personajes que a veces llamamos maestros, sólo son excusas para reflejarnos y vernos mejor a nosotros mismos, son humanos como nosotros, y verlos humanos, es lo mejor que podemos hacer por ellos, porque en enaltecernos abrimos la puerta para juzgarles más duro de lo que nos juzgamos a nosotros mismos.
Hoy es super fácil dedicarnos a ver las incoherencias de los otros, pero en vez de dedicarnos a ver la carencia, y no estoy diciendo que se nieguen o encubran las atrocidades cometidas, estaría más sabio dedicarnos a ver lo que nos inspira, y si ni hay eso, dedicarnos a agradecer el haber encontrado todo aquello que no quisiéremos ser ni hacer.
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Cuando recorremos este camino con humildad, generosidad y soberanía, reconocemos que todos somos aprendices, y todos somos maestros, en eso consiste la vida, es ese compartir constante que nos labra, y es en ese encuentro, que es la vida misma, en el que podemos comprender que somos aprendices cuando nos abrimos a enseñar, y aquellos que llegan a aprender con nosotros son nuestros maestros.
Sembrado por Esteban Augusto (Abril del 2025)