LOS ESCALONES DE LA SABIDURÍA

by - octubre 14, 2020

 




YOGA VASISHTHA (10)

LIBRO III: UTPATTI KHANDA


Apartados:

Los grados o escalones del conocimiento

El ejemplo del anillo del oro

Visita de Lavana a la tierra de Chandála

Discriminación de Átman


Se dice que hay siete escalones que descienden al nivel de la ignorancia y siete que suben a la plataforma de la sabiduría. Estos escalones, se pueden ver desde muchos lados, uno de ellos es como la gradación en la cual sucumbimos en la ignorancia y de la cual nos libramos.


Los primeros siete escalones engloban el ciclo natural de funcionamiento del ser humano que son la vigilia, la ensoñación y el sueño profundo, y se convierten en la fuente de la ignorancia, al vivir inmersos en alimentar nuestra propia ilusión. El estado de vigilia y el estado de ensoñación le dan fuerza a los contenidos o imágenes mentales. En un primer momento le damos fuerza a lo que percibimos, luego a la imagen de nuestras propias ideas e ideales y después nos quedamos abstraídos en un silencio generado por la propia mente. El sueño profundo es la fase en la que nos reseteamos y es lo mismo que sucede con nuestra conciencia ordinaria. En el día nos saturamos con información que luego necesitamos purificar.  En el proceso de purificarnos aparecen los sueños y el silencio entre los sueños, que es la forma que tenemos de descargarnos para volver a alimentar ese ciclo de ilusión y de identificación. Cuando lo vemos a largo plazo, podemos comprender como le hemos dado fuerza a lo largo de los años a la mente, alimentando la ilusión a través del estar despierto, dormir y soñar. 


Los otros siete escalones comienzan con el deseo de liberarse, lo que en algunos genera un gran conflicto, ya que dicen que el deseo es la trampa, y que lo que hay que hacer para liberarse es, precisamente, acabar con el deseo. Luego del deseo viene la indagación y de ahí se purifica la mente. Este camino inicial parece bastante sencillo. Comenzamos deseando, esto nos impulsa a trabajar en el autoconocimiento para luego establecernos en la verdad. Pero lo cierto es que el proceso no termina aquí, se requiere dar un segundo paso. Estos cuatro primeros pasos se sustentan en avyasa, en el esfuerzo, los otros tres requierenn soltar el esfuerzo, dejar el deseo de querer llegar a algún lugar, implican vairagya.


Usualmente vivimos en un mundo ordinario, regido únicamente por la vigilia, la ensoñación y el sueño, un mundo que se alimenta a sí mismo y alimenta nuestros patrones de comportamiento. Llega un momento en el que comenzamos a preguntarnos qué estamos haciendo, sino hay nada más, sí la vida es solo esto. Y esa pregunta puede ser el germen que nos despierta, el impulso que desencadena el deseo. Es importante tener en cuenta que una cosa es el deseo y otra cosa son los deseos. Los deseos son siempre oscilantes e insaciables. Mientras que el deseo, en este contexto, es la gran búsqueda, es la pregunta que se convierte en motor para iniciar el proceso.


Luego de que esta semilla se ha implantado, comienza la búsqueda, la cual puede hacerse a través de fuentes externas, aunque la gran fuente de sabiduría somos nosotros. Todas las técnicas están hechas para conducirnos a la meditación, que es la que facilita el proceso de autoconocimiento, ya que nos permite encontrar el silencio en el que la sabiduría se expresa. Para llegar a ese silencio se requiere de cierta metodología y esfuerzo.


El proceso de autoconocimiento nos lleva a purificarnos e ir soltando lo que no somos. Hasta este punto aún requerimos de esfuerzo para evolucionar pero luego ese deseo que fue el combustible se convierte en una carga y necesita ser abandonado y llegamos así al quinto nivel que nos lleva a desapegarnos de toda técnica, metodología o ilusión de evolución.


Muchas veces nos quedamos midiéndonos en los primeros cuatro pasos, comparándonos y evaluando nuestro proceso y esto se convierte en una trampa que nos ata y no nos permite salir del esfuerzo para habitarnos desde el desapego. Pero para poder lograr disolver el apego necesitamos de muchos años de esfuerzo y poder soltar la necesidad de llegar. Y esto es lo que abre la puerta al turiya.


Muchas veces nos venden la idea del iluminado como alguien insípido, que no le encuentra sabor a la vida, cuando realmente el disfrute y la alegría son la verdadera muestra de un estado interno. El iluminado sigue viviendo en la tormenta de cosas que suceden, abandonando el intento por controlar y dejándose llevar por la vida, no como una víctima sino disolviéndose a sí mismo, se hace uno con la vida. Esta es la esencia del jiva mukta.


El deseo debe verse como el impulso inicial que nos permite romper la inercia del mundo que vivimos. Cuando usamos ese impulso en la dirección adecuada, ese deseo nos permite soltar nuestras inercias, pero luego necesitamos soltar también ese esfuerzo en búsqueda de la ligereza. Soltar las técnicas, los maestros y los protocolos, que si bien fueron útiles en un momento para encontrar el impulso necesario para movernos, se terminan convirtiendo en un motivo más de apego. Soltamos entonces ese esfuerzo para movernos con mayor libertad, sin ser presas de apegos y esfuerzos que ya cumplieron su misión pero que ahora nos limitan.


Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros agosto 2020)





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