CAPÍTULO 9: EL CONOCIMIENTO REGIO Y EL MISTERIO REGIO

by - mayo 13, 2021

 



Este capítulo de la Gita comienza revelándonos el poder que se esconde en el desarrollo de la sabiduría intuitiva, “la reina de las ciencias, el secreto regio, el purificador inigualable, la experiencia directa de la verdad”, que finalmente es la meta suprema del ser humano y que nos lleva a la reconexión con lo divino, con el propio Ser.


Es importante comprender que la palabra regio se refiere a real (de la realeza), por lo que la

invitación es a poner al verdadero gobernante en el trono, darle el lugar que le corresponde al Espíritu.


Por otro lado, en este capítulo se hace una distinción entre el sabio y el ignorante desde la negación o la rendición/aceptación del Supremo. Nos muestra también cómo aprender a percibir a lo supremo en lo múltiple, verlo en todas las cosas para luego aprender a verlo en lo unitario.


Esto lo podemos ver ejemplificado en los cientos de dioses de la India, quiénes son solo una excusa para ver a Dios en las múltiples manifestaciones de la vida, son solo una posibilidad para reconectarnos con eso divino presente en todo.


De igual forma en este apartado del texto se nos habla una vez más de la ofrenda, del accionar desinteresadamente y por un propósito mayor a nosotros mismos. Es una invitación a que cada acción, por común o sencilla que parezca, incluso el mero acto de respirar, puede ser ejecutada como una ofrenda.


De este capítulo llama especialmente la atención el verso 30 que dice: 

“Incluso un malhechor consumado que se aparta de todo para adorarme exclusivamente a Mí puede contarse entre los hombres buenos a causa de su virtuosa resolución” 

¿Qué razón tiene entonces ser bueno? ¿Dónde está el sentido de justicia? ¿Si obro mal y me arrepiento tengo la “salvación” asegurada? ¿Quién determina qué es bueno y malo? Son muchas las enseñanzas y a la vez inquietudes que se suscitan al adentrarnos en estas palabras.


Podríamos relacionarlas con la parábola del hijo pródigo que nos recuerda que siempre podemos volver al “Padre”, siempre tenemos la posibilidad de cambiar, arrepentirnos, aprender y ser aceptados.


Arrepentirse implica morir a eso que se hizo, dejar de estar atado a las acciones del pasado, reconocer que ya no tengo que ser eso que siempre creí que era, o que siempre me dijeron que era. Solo cuando se aprende a morir a lo que se fue, se puede reencontrar con aquello que sí se es.


También recordarnos que justicia, bien y mal, son términos del campo mental, que el mal siempre va a existir para dignificar el bien y que, como dice Siddharta en la novela de Hermann Hesse: “jamás un hombre o un hecho es del todo samsara o del todo nirvana, nunca un ser es completamente santo o pecador”. Entender que todos estamos en un camino y que obramos de acuerdo a nuestra propia realidad y contexto.


Hacemos el bien no por esperar el cielo o un premio, sino porque genuinamente sentimos que es la mejor elección, es lo más inteligente, es el mundo en el que queremos vivir, es una invitación a ver la vida como que todo importa y a mantenernos en el camino de la coherencia.


El enfoque no debe estar tanto en lo que se hace o no se hace sino en cuestionarnos constantemente al servicio de qué o de quién están esos actos.


Sembrado por Estefanía García (Encuentros abril 2021)





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