Cierro los ojos y veo el fuego en medio de nosotros y a 15 seres que se congregaron para ayunar, para sustituir una alimentación sólida, por una conformada por prana, por sol, por aire, por montañas, por energía del fuego, por la energía colectiva, por un respirar juntos.
No estábamos solos en este lugar mágico lleno de vida , de poder sanador y creador, estaban infinidad de seres, unos que veíamos y otros que sentíamos, estaban los perros, los gatos, las mariposas, los pájaros, los colibrís, los grillos, las abejas, el gallo; requerimos por tanto hablar de ellos porque fueron vitales en nuestro momento, iniciamos con los perros, lucki alias terremoto, este era la fuerza, cuando llegaba era como un torbellino de felicidad y de frescura, nos recordaba la vida y que no hay drama , que hay que estar en el presente y feliz, nos saludaba uno a uno , se hacia sentir y ver, era poderoso siempre vital y fuerte, estaban también Tibet y Charly ellos eran los maestros ancianos, cumplían el papel de protectores, de guardianes, ellos recordaban la tranquilidad, la serenidad, la calma, la compañía silenciosa, por otra parte los gatos nos traían la imperceptibilidad , la mesura, la prudencia y por último el Gallo Claudio nos convocaba a caminar lento de manera consciente y presente, estando firme en la vida, a no tener prisa, a encontrar nuestro propio tiempo y nuestra propia voz.
Había así mismo un jardinero que cuidaba y regaba cada planta que éramos nosotros, nos abonó con dulzura con la más nutritiva tierra, nos invitaba cada día a mirar nuestras raíces, nuestras hojas, a recordar de dónde venimos, de qué estamos hechos y cuál es nuestro alimento. Un jardinero que nos movía a conectarnos, nos invitaba a revisar nuestro suelo, nuestro pensamiento, nuestros miedos y nuestra fuerza, a recordar lo esencial, lo invisible a los ojos, como diría el principito. Nos ayudaba a recordar la vida que es la misma muerte.
El jardinero nos removía sutilmente nuestra tierra y movía nuestras raíces, nos regalaba todas las noches gotas de elixir mágico para que nos nutriéramos de algo más poderoso que nosotros y pudiéramos abrirnos a la alimentación interna. Cada día nos observaba sigilosamente como caían nuestras hojas secas y con ellas las lágrimas, como afloraban los miedos y aparecían los silencios, las oscuridades, las angustias e incertidumbres; así mismo, se sorprendía como brotaban nuevos retoños, nuevas hojas y con estas sonrisas, fuerzas, palabras, calma, claridades, naciendo luz y camino en nosotros. El nos acogía con la fuerza de su alma, dejándonos ser en libertad, nos motivaba, invitaba y provocaba a centrarnos, a adentrarnos, a expandirnos, a silenciarnos, a buscarnos, a transformarnos, a liberarnos, a soltar nuestras ataduras para intentar estar presentes con plena consciencia.
El fuego estuvo de principio a fin, nos bendijo, nos condujo, nos alimentó, nos dio fuerza, nos acompañó y nos transformó, nos guio en los momentos de mayor oscuridad, fue el núcleo de poder que nos congregaba al amanecer cuando el gallo cantaba y la campanilla sonaba, observándonos como nos convertíamos todos en uno con el OM.
Sembrado por Sandra Yepez (ayuno del 22 al 29 de junio de 2019).
Esto es para esos seres mágicos que acompañaron este ayuno que me permitieron ver la luz en medio de la oscuridad, para Orfari que me apapacho y amorosamente para el jardinero que sembró la semilla.
1 comentarios
Bellísimo, gracias Sandra Yepes!!! <3
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