¿Será que alguna vez los viajes terminan?

by - agosto 19, 2022



Hoy se supone que finaliza una jornada de unos meses recorriendo el territorio de lo que llamamos Colombia, esta fue una ruta de los puntos cardinales, visitar las cumbres de la cordillera oriental, viajar hacia el sur a las selvas del putumayo, servir en un retiro de yoga en las estribaciones de la cordillera occidental y atravesar los desiertos del norte en la guajira.
Fueron jornadas de dormir en carpas, en chichorros, en sofás, en casas de tablones, en techos de paja, en camarotes, de ser recibido en por comunidades indígenas y campesinas, de compartir el camino con amigos de antaño y también con nuevos compañeros de ruta, de viajar a pie, en bote, en moto, en carro, el bus, en avión, en bicicleta, en camión lechero, de surfear en las dunas de arena, de bucear en los corales del caribe, de ascender hacia las montañas nevadas, de conocer cascadas impresionantes, de sumergirme en termales reconfortantes, de apreciar noches colmadas de estrellas, de observar la inmensidad del océano, selva o desierto abarcando todo el horizonte, de contemplar los colores del cielo en su despertar y en su ocaso, de visitar múltiples parques naturales y diferentes sitios arqueológicos, de observar muchas formas de vida y aprender de las diferentes relaciones que construimos los humanos con nuestro entorno, de comprender más sobre nuestro pasado y la forma como influye en nuestro presente, de pasar días convaleciente para reconocer lo vulnerables que somos, de sentirme acogido en diferentes hogares y de reconocer como la fuerza del amor se manifiesta en múltiples formas.
Algunos amigos me dicen que está difícil eso de rehabilitarme del nomadismo, pero me mantengo firme en considerar que la vida no es para quedarse quieto atado a la rutina de lo conocido, sino que es un llamado a abrirnos a nuevas experiencias que nos permitan saborear la libertad.

Sembrado por Esteban Augusto (Febrero 2022)

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