Algo así pasa cuando decidimos hacer transformaciones en nuestra vida, nos damos cuenta que debemos emprender batallas con personajes internos muy poderosos, que llevan toda la vida teniendo el control de nuestras vidas, como el saboteador, el autocomplaciente, el perezoso, el cobarde y muchos otros, estos personajes están muy bien entrenados, porque llevan toda una vida reforzando su posición, y están muy bien alimentados con toda la energía que nos han drenado y con toda la atención que nos han robado.

Estos personajes andan siempre a la defensiva, y ante cualesquier amenaza a su posición dominante siempre buscaran un enfrentamiento en el cual asegurar su supremacía, porque saben que en la medida que nos enfrentemos con ellos se harán más poderosos ya que entrar en combates internos nos fragmenta y nos debilita.

Y para colmo, cuando nos disponemos para estas titánicas batallas, nos percatamos que no tenemos las fuerzas, ni el entrenamiento, ni las herramientas para afrontar combates como estos. Por eso, en muchas ocasiones es mejor aplazar las batallas y tomarnos el tiempo de entrenarnos para afrontarlas en el futuro.

Para entrenarnos resulta muy útil sumergirnos en diversas prácticas y herramientas de cultivo interior que nos permitan aprender a observar imparcialmente todos estos personajes para conocerlos a fondo, y en la medida que nos sostenemos con constancia en el entrenamiento, nuestra fuerza de voluntad y nuestra facultad de la atención se van unificando y fortaleciendo.

Pero como complemento al entrenamiento hay que empezar a dejar de alimentar a todos estos personajes internos para que su poder no se acreciente, y una clave para ello es evitar engancharnos en diálogo con ellos y sacarlos del foco de nuestra atención para que no se alimenten de nuestra energía, y la otra clave es aprender a reírnos de ellos, porque ellos son muy diestros para las confrontaciones, pero ante la risa se debilitan y se desenmascaran.