Libro 2: Sadhana Pada; Sutras 2-11

by - febrero 12, 2020

"Mediante su práctica (del kriya yoga), se logran reducir las aflicciones (Kleshas) y entrar en Sadadhi" Libro 2: Sutra 2

Los Kleshas (Las aflicciones):


Tras mencionar la práctica del kriya yoga, se indica que mediante ella se pueden reducir las kleshas (obstáculos o aflicciones) y alcanzar el samadhi

 Estas cinco kleshas que son: 
  •  Avidya o ignorancia, 
  •  Asmita o egoísmo, 
  •  Raga o apego, 
  •  Dvesa o aversión y 
  •  Abhinivesah o miedo a la muerte.   

Lo instintivo:


La forma en que se desarrolla cada una de estas aflicciones se puede explicar partiendo del desarrollo individual del ser humano. Cuando nacemos, lo primero que desarrollamos es el sentido de estar vivos y el impulso por mantenernos en ese estado. Ese instinto de supervivencia, es una forma de sabiduría que se ha mantenido en nuestra genética a lo largo del tiempo y que también compartimos con todos los demás seres vivos. Este impulso al ser el primero en desarrollarse, genera esta aflicción que es de naturaleza instintiva, y que es la más difícil de soltar: Abhinivesah, porque es la que se encuentra más arraigada a nuestra vida y a nuestra especie. Incluso, como lo menciona Patanjali, en los sabios es difícil soltar ese apego a la vida. Ese instinto está diseñado para protegernos y mantenernos vivos y cuando se abandona o se niega este impulso de supervivencia una persona se puede convertir en un indolente de sí mismo y de todo cuanto lo rodea.


Lo emocional:


 El siguiente nivel que se desarrolla en el tránsito vital funciona desde lo emocional, y nos brinda la posibilidad de calificar y diferenciar las cosas entre las que se desean y las que se rechazan, y ciertas cosas las calificamos como interesantes y otras como desdeñables, pero de esta forma de calificar surge un tipo de sufrimiento, porque el querer algo nos lleva a sufrir por no tenerlo, o por temor a perderlo, y en rechazar algo nos conduce al sufrimiento por querer que las cosas sean diferentes a como son. Estas formas de diferenciación no se construyen solamente en la propia decisión, sino que están también regidas por el aspecto relacional, ya que en relación con los otros terminamos aprendiendo o replicando ciertos patrones. Estos patrones de ir calificando todo lo que nos sucede, se siguen cultivando a lo largo del tiempo, pero además, los gustos van cambiando y vamos modificando la forma en que etiquetamos el mundo. Como puede verse, este segundo nivel es emotivo, ya que de él se desprenden los vínculos alrededor de la avidez (Raga) y la aversión (Dvesa) está relacionado con el dolor inherente que se deriva del buscar la felicidad y el evitar el dolor. 


Lo mental:

 Luego se desarrolla un tercer nivel que funciona desde un nivel mental y puede entenderse en dos partes: el sentido del yo y la búsqueda de respuestas. 

 La construcción del sentido del “yo” se sustenta en la idea del “otro”, ya que cuando se construye un yo, implica diferenciarse de lo que no soy yo, surgiendo de allí el otro y lo otro. Este proceso de construcción puede verse en como un bebé al nacer, no sabe donde comienza su cuerpo y donde comienza el mundo, está completamente fusionado con él, pero con el tiempo adquiere la capacidad de construir ese límite entre entre el sí mismo y todo lo demás, para ello se soporta en las diferentes impresiones que va acumulando a lo largo de su vida, desarrollando el sentido de yoidad (Asmita) sustentado en el ahamkara, lo que le permite aprender a diferenciarse del mundo reafirmando su individualidad, pero a la vez le genera el dolor de la identificación, porque aunque lo largo del tránsito vital las diferentes experiencias que vivimos sumadas a los condicionamientos que recibimos tanto del afuera como del adentro, nos van transformando, el sentirnos separados de Todo, fruto de la identificación con un sentido de sí mismo se convierte en una fuente de dolor. 

 La otra parte del desarrollo de la mente está ligada a la capacidad humana de hacernos preguntas y encontrar respuestas, la cual es el germen del sentido de trascendencia que está presente en todos nosotros, pero según cómo usemos esa capacidad puede llegar a generarnos más ignorancia (Avidya). ya que la dirección que solemos usar para buscar respuestas, está asociada al afuera, es decir que nos basamos en todos los datos externos, que usualmente generan más ignorancia, ya que la acumulación de datos e información, a la final no resuelve las preguntas primordiales sobre el Ser y sobre el sentido de la vida, mientras que la propuesta en yoga es retornar a la fuente, al origen, lo que implica aprender a buscar las respuestas desde el adentro. 

 El yoga es unión, así que el ciclo busca volver unirnos con el mundo pero después de hacer un recorrido consciente. Al inicio de la vida estamos unidos con el mundo pero no lo sabemos, y con el paso de la existencia nos vamos llenando de etiquetas, de identificaciones, de prejuicios, de calificaciones, pero el camino de retorno al estado de unidad propone, de forma consciente, remover todo eso de lo que se ha llenado, para poder experimentar como la Vida se manifiesta a través de él pero también del mundo encontrando un punto de convergencia más allá de toda ilusión de separación o de todo velo de la ignorancia.


El camino de retorno:


 Según este orden que expusimos, se desarrolla la vida y la idea de estar vivos, luego calificamos todo lo que nos sucede, después creamos un sentido de identidad y luego nos cuestionamos sobre lo que nos pasa. Pero la propuesta de Patajanli consiste en invertir el camino, que usualmente se detona desde el sentido de búsqueda queriendo trascender la ignorancia, y finaliza con el aprendizaje de soltar es el miedo a la muerte, que es la aflicción la que lleva más tiempo arraigada en nosotros. Esa capacidad de preguntarnos que en ocasiones nos causa aflicción, también nos puede abrir la puerta para conocernos a nosotros mismos y reconocer los patrones que estamos alimentando, convirtiéndose en el motor que nos impulse a trabajar para vencer las aflicciones y rediseñarnos, ofreciendo así un camino de retorno y de purificación. 

 Lo que se propone en este camino de sentido inverso, es que se despierte budhi, la facultad de nuestra mente que nos permite ver hacia adentro para percibir la fuente de sabiduría interior, por ello querer salir de la ignorancia (avidya) es querer conectar con el budhi. Al experimentar mediante esta sabiduría interior lo absoluto, lo infinito, es posible entender que la idea que tenemos de nosotros mismos (asmita) no es tan importante como creemos y al desdibujar esta idea se entiende también que los patrones que hemos alimentado y que nos ayudan a calificar (raga-dvesa) lo que nos rodea tampoco son tan importantes porque todo siempre está en un eterno movimiento, en un eterno cambio, permitiéndonos por lo tanto, dejar de reaccionar ante lo que sucede y poder simplemente vivir sin necesidad de estar temiendo por perder la vida (abhinivesah) porque nos damos cuenta que la vida sucede sin importar si estamos o no, comprendemos que la vida simplemente, se manifiesta a través de nosotros. 

 Es importante entender que estas aflicciones son parte misma de la vida, pero el engancharnos a ellas es lo que puede generar dolor en nosotros, y el kriya yoga se propone entonces como una herramienta de purificación de las kleshas, para desengancharnos de ellas a través del refinamiento del hacer, el sentir y el pensar. Al refinarnos aprendemos a trascender los patrones que tenemos instalados y que nos hacen actuar, pensar e identificarnos de cierta manera, proponiendose como una manera más consciente de vivir. 

Las kleshas y el karma:


 Por otro lado, los kleshas son las formas en las que se manifiesta el karma, es decir que nuestras acciones, dependiendo del nivel de conciencia que les imprimamos, pueden terminar siendo el germen del sufrimiento. Cuando tenemos tan instalados los patrones y las identificaciones que hemos ido construyendo a lo largo de la vida y no nos preguntamos acerca de todo esto que tenemos instalado, terminamos replicando esas formas de actuar, comportandonos en piloto automático. La propuesta es ir a la causa, lo que implica preguntarnos por cada uno de estos patrones, invitándonos a vencer el impulso que se tiene instalado, dejar de reaccionar. Todos los patrones que tenemos están construidos en las experiencias previas, y entre más tiempo hayamos vivido sin cuestionarnos, cuando finalmente, queremos quitar todos estos patrones nos damos cuenta de que no es posible decodificarlos inmediatamente, sino que debemos aprender a sumergirnos en su causa, es decir aprender a remover la semilla y las raíces en las que se sustenta, cortándole el flujo de alimentación a estos patrones para que nos dediquemos a la acción y no a la reacción. 

 Patánjali propone además, que las kleshas pueden ser apaciguadas a través de la práctica de la meditación, lo cual parece un tanto complejo, porque cuando se está exacerbado por estas fuentes fuentes de aflicción es casi imposible autobservarse y discernir. Con esta propuesta, lo que se evita es que la energía y la atención continúe alimentando este proceso de aflicción. Es muy probable que cuando la mente se encuentre en una estado reactivo sea muy difícil lograr entrar en estado de meditación pero al dirigir la conciencia hacia algo diferente se está dejando de alimentar el dolor y es posible que en una próxima oportunidad se logre incluso parar este proceso aflictivo antes de que se manifieste y con este trabajo consciente y constante en el tiempo pueda comenzar a visualizarse la raíz del dolor antes de que emerja, para adentrarse así en el proceso de purificación de los contenidos que se han ido acumulando y que van apareciendo.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentro noviembre 2019)

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