Libro 2: Sadhana Pada; Sutras 40-45

by - marzo 13, 2020

"La pureza desarrolla el desinterés por el propio cuerpo y el de los demás" Libro2: Sutra 40.

Del adentro al afuera y del afuera al adentro:

 Una forma de entender los yamas y los niyamas, es que los yamas comienzan desde adentro y determinan nuestra relación con el afuera, mientras que los niyamas comienzan en el límite con el afuera y me van llevando cada vez más hacia el adentro.

 Ahimsa, que es el primer yama, establece la no generación de daño, fricción o conflicto, a medida que se afianza este proceso, evitamos proyectar mentiras (Satya), evitamos apoderarnos de los que no nos pertenece (Asteya), evitamos desperdiciar nuestra facultad creativa (Brahmacarya) y evitamos acaparar y codiciar cosas (Aparigraha), todo esto es lo que hacemos desde nosotros hacia los otros. 

Los niyamas, por su parte, comienzan desde la pureza (Saucha), purificamos todo lo que está alrededor, este proceso de orden y limpieza nos permite encontrar un punto de ecuanimidad y no reactividad (Samtosat) que nos lleva a darle dirección al esfuerzo y a la voluntad (Tapas), esta dirección la dirigimos hacia el autoconocimiento (Svadhyaya) y cuando logramos conocernos nos entregamos a algo más grande que nosotros mismos (Isvara Pranidanat).

 Los yamas se expanden y los niyamas se repliegan formando una espiral que se dobla sobre sí misma.

 Cada uno de los niyamas es expuesto junto con el fruto o efecto que genera el cultivo de la virtud o el código de conducta mencionado.

SAUCHA:


 Saucha, se traduce como pureza o purificación y es una invitación para llevar la atención a todo aquello que quiero purificar. Cuando nos enfocamos en la pureza estamos dándole a cada cosa su lugar y estamos valorando cada cosa en el punto en que debe estar.

 Esta práctica de purificación se puede aplicar desde tres puntos de vista, desde la parte externa, desde todo lo que nos rodea, se puede entender como purificar el espacio, limpiándolo y organizándolo, haciendo todo lo que nos permita salir de lo ordinario que es lo que genera ruido. Desde el cuerpo, se aplica a todas las prácticas de purificación corporal que buscan mantener la estructura en las mejores condiciones posibles. Por último, desde la mente, buscando purificar el contenido mental, las fluctuaciones mentales.


El fruto de saucha:

 La purificación nos permite darle a cada cosa su lugar y valorar cada cosa por la función que tiene. Cuando por ejemplo, trabajamos desde el cuerpo le damos su lugar y dejamos de identificarnos con él. El fruto de la purificación por lo tanto, es la desidentificación con el cuerpo, pero de cierta forma también de lo que nos rodea y de nuestros contenidos mentales. Cuando limpiamos aprendemos a darnos cuenta de lo que somos y de los que no somos, le damos al propio cuerpo el lugar que tiene y al mismo tiempo entendemos lo sagrado que es y valoramos la posibilidad que nos da de expresar a través de él lo que somos.

 Las prácticas de purificación deben entenderse como parte de un trabajo constante. Así cerremos todas las puertas y todas las ventanas el polvo siempre logra entrar, así que si no hacemos nada perdemos ante la inercia de la suciedad que siempre tiene las de ganar y esto pasa no solamente con la parte externa, sucede con nuestro cuerpo, por esta razón debemos mantenernos siempre en un proceso constante de limpieza.

 Esto mismo pasa con nuestro cuerpo y con nuestra mente. Si no se hace nada con los pensamientos, la inercia nos lleva acumular un montón de basura mental, si no se hace nada con el cuerpo, la inercia lo lleva a acumular dolores y enfermedades. Si no se hace nada con el polvo externo todos los sitios terminan sucios.

 La propuesta de saucha tiene que ver con romper el ciclo de inercia en el que la suciedad tiene siempre las de ganar, el trabajo al que debemos encaminarnos es usar la conciencia para vencer un poco la inercia. La propuesta no es solo limpiar sino también filtrar lo que va llegando.

 Este proceso de purificación comienza desde el momento en que dejo de codiciar, cuando corto el ciclo de atesoramiento (Aparigraha) estoy refinando lo que quiero que entre y lo que no.

SAMTOSAT:

 Se traduce como contentamiento y puede entenderse de tres formas distintas: la primera desde un punto de vista dual, teniendo en cuenta que es mejor estar contento que triste, y para esto puede manejarse el concepto de pratipaksa bhavanam que como ya se trabajó en otro apartado, invita a cambiar los pensamientos negativos por pensamientos positivos o por gratitud.

 Otra forma de entender el concepto de samtosat es tener en cuenta que nuestro ser interno es de gozo, de dicha; cuando estamos serenos logramos percibir esa sensación, logramos conectarnos con ella.

 La tercera forma de entender este niyama es desde la ecuanimidad, buscando cultivar una virtud en la que nada de lo que pase afuera y nada de lo que pase adentro nos afecte, tratando de no engancharnos con esas frecuencias. En ocasiones esta ecuanimidad puede confundirse con indiferencia ante el mundo y realmente no es esa la búsqueda que propone este niyama, la ecuanimidad nos invita a la no reacción ante lo que sucede y cultivarla nos permite poner las cosas realmente en su lugar y valorarlas así, dejando de pelear para las que las cosas sean como las queremos y dejando de sentirnos víctimas por las cosas que suceden. Cultivar la ecuanimidad es encontrar un punto donde nada nos puede golpear y tampoco estamos intentando golpear a los demás.
El trabajo que se propone es dejar que las cosas sean, sin compararlas, sin juzgarlas, sin medirlas y en ese punto es donde podemos darnos cuenta que el simple hecho de ser, tiene implícita una sensación de regocijo, una alegría que vas allá del deseo porque las cosas sean de cierta manera. Este trabajo trae consigo una generación menor de sufrimiento propio y de sufrimiento hacia el afuera.


El fruto de samtosat:


 El fruto de samtosat es la alegría suprema que viene con el cultivo de la ecuanimidad y con la conexión con el gozo que habita dentro de todos.

 En la búsqueda de la ecuanimidad podemos en algunos momentos convertirnos en seres imperturbables, intocables, podemos terminar de espaldas al mundo por creer que estamos buscando la espiritualidad y esto puede conducirnos a no hacer nada y en otros momentos, en cambio, podemos creer que estamos en capacidad salvar el mundo, que podemos cambiarlos a todos. Es importante entender que en este ciclo hay momentos en que estamos para dar y momentos en que estamos para recibir. Aprender a ser testigos de los sucesos y poder determinar en qué momentos es importante compartir y en cuales es importante guardar algo, aprender también a recibir.

 El yogui en su madurez encuentra una causa más grande que él mismo y decide asumirla. Muchas veces creemos que espiritualidad es negar el mundo, pero eso solo es la mitad del camino, la otra mitad es volver afuera, compartir lo que se aprendió y es ahí donde puede encontrarse algo más grande a lo que servir, algo a través de lo que expresarse dejando así de estar de espaldas al mundo. 

El fruto que se pudre se convierte en tierra que alimenta a la raíz. En un momento somos raíces y recibimos alimento y en otro somos fruto y nos convertimos en dadores de alimento. Es necesario entender que somos parte de ese ciclo, dejar de luchar y permitirnos fluir como parte integral de él, dar y recibir lo que conviene en cada momento. Dejar de creernos protagonistas nos permite encontrar una causa más grande que nosotros mismos y fluir con ella.

 "La fruta no puede decirle a la raíz, «Sé como yo, madura y dispuesta a darse» porque la naturaleza de la fruta es dar, como la de la raíz es recibir" Khalil Gibran.



TAPAS:


 Tapas es calor y del calor viene la voluntad y el esfuerzo. Si nos remitimos por ejemplo, al proceso de forjar hierro, para lograr formar una figura es necesario que una pieza de hierro sea puesta al calor con el fin de moldearla, luego de calentarla es sometida a distintas tensiones que llevan a reconfigurar por completo la pieza. Tapas puede entenderse como una tensión que invita a transformar el estado en el que estamos. Practicar tapas es someternos a hacer las cosas que nos desacomodan, lo que se nos hace difícil, es someternos a tensiones poco usuales para, así como el hierro, podamos convertirnos en algo diferente. Cuando el hierro es sometido al calor, golpeado y moldeado termina por desprenderse de un montón de cosas que no le permitían convertirse en algo más, lo mismo pasa cuando practicamos tapas, cuando nos sometemos a aquello que nos desacomoda terminamos liberándonos de un montón de cosas que ni siquiera sabíamos que veníamos cargando.

 Con este niyama se genera una paradoja, ya que al esforzarnos por querer llegar a un lugar, al esforzamos por calmar la mente por ejemplo, usualmente, terminamos generando más fluctuaciones mentales y aunque el esfuerzo tenga el germen para no permitirme avanzar también permite que la inercia no domine nuestras vidas. Lo que se propone desde tapas es realizar un esfuerzo dirigido conscientemente y no sintiéndome como una víctima de la situación. En tapas, el hierro conscientemente busca el fuego. El buscador madruga más, come menos, no devuelve el golpe, dedica una hora de su tiempo a hacer algo que le permita un avance hacia donde desea. El buscador se entrena de a poco para que su instinto deje de ser el patrón reactivo normal, hace cada vez un poco más para no sucumbir a los patrones instintivos que tiene arraigados. El confort es inercia, el trabajo propuesto es salir del apego que hemos creado.


El fruto de tapas:

 El fruto de este niyama es siddhi que se traduce como perfeccionamiento o como poderes yóguicos, que serán más abordados en la sesiones posteriores del texto. Cuando trabajamos de a poco para salir de la inercia lentamente, nos vamos perfeccionando.


SVADHYAYA:

 Usualmente, este niyama tiene dos formas de ser interpretado, una relacionada con el autoconocimiento y otra con estudio de los textos.

 Svadhyaya se refiere a la capacidad de aprender, pensar o relacionar y en un sentido amplio, el estudio de un texto sagrado se convierte en una herramienta para el autoconocimiento, el texto termina siendo solo una excusa y la invitación es tratar de dilucidar lo que hay detrás y aprender de ello.

 El llamado es a trascender el proceso y no quedarnos solo con el texto, no quedarnos en la letra muerta, sino vivir lo que se nos propone. Estos textos de los que se habla no necesariamente tienen que ser textos considerados oficialmente como sagrados dentro de una tradición, sino que puede ser cualquier cosa que detone el autoconocimiento, un texto de cualquier tipo que me invite a cuestionarme, unas palabras que me conmuevan, una conversación con el abuelo, una película. Lo sagrado es aquello que me lleva a conocer lo supremo que habita en mí.

El fruto de svadhyaya:

El fruto de este niyama es Istadevata, que es traducido como la deidad elegida o la deidad vista, lo que quiere decir que cuando nos conocemos a nosotros mismo es posible conocer la deidad que habita dentro de nosotros, reconocer lo divino que habita que en cada uno de nosotros.




ISVARA PRANIDANAT:

 Se traduce como entrega a dios, devoción, rendición a lo supremo. Cuando hablamos de rendición a lo supremo, nos referimos por un lado a entender lo supremo que hay en cada uno de nosotros, que es el fruto que se desprende del svadhyaya pero también es entender que eso sagrado que habita en cada uno de nosotros también está en todo y es por esto que el fruto de Isvara pranidhanat es el samadhi. El samadhi es la disolución, es lograr trascender la barrera de lo objetivo y lo subjetivo, es entender que lo sagrado se expresa a través de nosotros y reconocernos como parte de algo más grande que nosotros mismos.

El cultivo de la devoción:

 Este trabajo devocional debe tener todo un proceso previo. Es muy distinto cuando comenzamos este proceso poniendo cada cosa en su lugar (saucha), luego aprendiendo a no dejarnos perturbar por lo que está pasando afuera y adentro (samtosat) para luego buscar el fuego que nos transforma (tapas) y después de la transformación, encaminarnos hacia el autoconocimiento y al conocernos poder darnos cuenta que somos parte de algo más grande que nosotros mismos (Isvara pranidhanat). A cuando sin estar realizando todo este proceso le cargamos toda la responsabilidad a una deidad, cuando simplemente nos limitamos a la frase “dios proveerá”. Cuando se cae en este lado devocional sin entender el proceso previo, sin purificarnos, sin asumir nuestro rol, sin conocernos, sin someternos a ningún esfuerzo consciente, esta devoción podría ser una devoción vacía, mecánica, impuesta y parte de la propuesta de los niyamas es que la devoción sea la posibilidad de expresión de todo un ejercicio previo. 

 Cuando tenemos claro el lugar que tiene nuestro cuerpo, cuando tenemos claro el lugar que ocupamos en relación con los otros, cuando tenemos claro lo que somos y lo que no somos, cuando nos hemos sometido a transformaciones para romper los patrones mentales en los que estamos, cuando nos hemos dedicado a conocernos, cuando en cada una de las experiencias nos hemos ido sumergiendo en lo que somos, llega un punto en el que se experimenta el samadhi y este es el momento en el que logramos entender que no somos tan importantes como hasta ese momento habíamos creído sino que nos encontramos inmersos en algo mayor. Cuando se obra desde ese algo mayor todo adquiere una dimensión diferente, las cosas dejan de ser mecánicas, dejan de ser tan programadas y de esta forma con un trabajo sobre la conciencia en cada uno de nuestros actos refinamos la forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los otros.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros febrero 2020)

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