Libro 4: Kaivalya Pada; sutras 12-24

by - mayo 06, 2020

"Las diferencias entre las características del pasado y futuro existen en su propia forma" Libro 4: Sutra 12

Las transformaciones de la mente y las transformaciones de la naturaleza:


El libro cuatro, tal y como lo vimos en la entrada anterior, comienza estableciendo la forma en que citta se constituye desde la individualidad, desde el sentido de separación, el cual tiene una forma de accionar y de transformarse de acuerdo al circuito de vasanas y samskaras y como este ciclo posibilita el karma. En los sutras siguientes se dice que así como hay un movimiento dentro de la mente, un movimiento que se encuentra en los depósitos y que tiene que ver con la memoria, el movimiento de los impulsos que se convierten en acciones y de las acciones que florecen de acuerdo a las circunstancias, también hay un movimiento externo en los objetos y ese movimiento de la naturaleza está permeado por la constante transformación de las gunas, podemos decir por lo tanto que todo en la naturaleza, todo el mundo de Prakriti se mueve por tamas, rajas y sattva y que toda la naturaleza se mueve a demás a través del tiempo en un flujo de presente que no es más que pasado y futuro. 

 Todo varía dentro de la mente por los samskaras y vasanas y todo varía en el mundo por las gunas y de acuerdo al tiempo. Es importante entender esa diferencia que existe entre la forma en que funciona la mente, la cual siempre está en movimiento y ese movimiento está influenciado por el ciclo vritti, vasana y samskara y la forma en que funciona la naturaleza, cuyo movimiento constante depende del tiempo y de las gunas. Si entendemos esta diferencia podemos entender también que cada mente percibe las cosas que hay a su alrededor de forma distinta debido a que la mente y las cosas están continuamente cambiando. Todo está en constante transformación, todo está cambiando y nosotros estamos cambiando, citta no tiene la facultad de percibir claramente porque citta misma está cambiando, lo único que puede ver es ese cambio que se produce. 


Purusha como el observador:


 Como acabamos de abordar, la mente está en constante transformación y tiene unas fluctuaciones que nos condicionan y que a la vez están condicionados por unos marcajes previos, por su parte las cosas de la naturaleza o los objetos se transforman según las gunas. Los objetos pueden entenderse como todo aquello que es Prakriti, o como todo aquello que no es Purusha, por lo tanto pueden considerarse como objetos: los sentidos, los elementos, la mente, nosotros mismos, nuestros cuerpos. Purusha por su parte es el gran vidente y citta misma pertenece a Prakriti, por lo que es un objeto que tiene existencia así se observe a sí misma o no, y no solo citta, todos los objetos siguen existiendo así citta los logre percibir o no. 

 Al abordar este tema del observador y el observado podemos partir de dos lados distintos. Uno que plantea que el universo es infinito y que mi percepción de él es finita o de que el universo es finito y lo que hay dentro de nosotros es absolutamente infinito; todo depende desde el punto en el que nos situemos y aunque el lenguaje parece llevarnos a lugares distintos, las dos miradas nos llevan al mismo lugar. Puede que nos veamos a nosotros mismos como finitos pero cuando cambiamos el foco de atención podemos encontrar lo infinito que nos habita, de la misma manera si miramos lo natural como materia simplemente, lo vemos finito pero si dejamos de verlo como materia encontramos la infinitud. Cuando nos hacemos conscientes de la finitud también nos damos cuenta de lo infinito, cuando nos damos cuenta de lo infinitos que somos nos acercamos a un estado interno en el que se disuelven las barreras entre el objeto y quien observa el objeto y todo eso parte de reconocer que somos parte de lo mismo, darnos cuenta que ambos (el que observa y el que es observado) son finitos y que por ello son infinitos y disolver así las barreras entre quien observa y lo observado. 


Purificar las coloraciones de la mente:


 Siguiendo con el ciclo vritti, samskara, vasana la mente es coloreada con las impresiones previas de los objetos, cada cosa que hemos ido acumulando genera una coloración y la suma de colores termina convirtiéndose en lo que llamamos individualidad, que es la forma específica que creamos para ver las cosas. Estas coloraciones que vamos acumulando terminan limitando lo que vemos, generando posibilidades de hacer juicios y determinando la forma en que interpretamos lo que sucede, en este sentido incluso el conocimiento termina siendo una acumulación de coloraciones. La propuesta es desprenderse de esas coloraciones para percibir más allá de las impresiones. 

 Como civilización, a partir de la búsqueda del conocimientos hemos creado mucho ruido mental que en lugar de generar más claridad, ha generado más marcajes y divisiones al tratar de entender las cosas que nos suceden y que nos rodean, por esta razón y tratando de lograr la unión y desprendernos de los marcajes es importante recordar que esta no es la única forma de entendimiento, que existe una forma distinta de abordar la necesidad de entendimiento a través de la sabiduría intuitiva, la cual es tratada con mayor detalle al final del libro tres. 

 Con esta sabiduría debemos estar muy atentos, ya que en muchas ocasiones nuestra propia mente es la que disfraza de la intuición y terminamos confundiendo esta sabiduría con el conocimiento. Para refinar esta facultad, es necesario devolvernos al inicio de los sutras, donde se habla de la cesación de los citta vrittis, entre más ruido haya en nuestra mente nos será más difícil percibir lo que hay más allá de ella y es por esta razón que si los vrittis están los suficientemente fortalecidos pueden tomar el lugar de lo que llamamos intuición, lo que sucede de forma muy común. El conocimiento del yoga está fundamentado en la experiencia más que en la memorización y lo que se busca es aprender a pensar menos para alimentar menos el proceso de los vrittis, logrando así más claridad y menos coloración. La clave es desidentificarse del proceso de los vrittis para que haya menos comparación, menos juicios para poder percibir la realidad interna que proviene de la intuición y percibir también lo que emana de los demás desprendiéndonos de los juicios y las comparaciones. 

 Entre menos coloraciones tengamos significa que nos estamos despojando de lo que hemos construido alrededor de nosotros mismos y entre más nos desprendemos de esa idea que hemos construido, nos estaremos acercando a la concepción más natural y libre de coloraciones. 

 Aquellos que logran despojarse más de las coloraciones, que por decirlo así están más centrados, logran percibir una realidad más similar entre sí, pero el lenguaje y la interpretación siempre están creando artificios y divisiones que terminan convirtiéndose en ismos, en corrientes, en grandes divisiones. Cuando nos despojamos de todos los marcajes lo que percibimos es muy similar a lo que percibe alguien que también se ha despojado de sus marcajes. 

 A la hora de relacionarnos con los pensamientos, es importante comprender que sí nos es posible observar los pensamientos esto quiere decir que nosotros no somos los pensamientos, no somos los vrittis y la búsqueda entonces va orientada a descubrir eso que somos más allá de los pensamientos. 


El refinamiento de Citta:


Dentro de la concepción filosófica de la India se dice que aquel que observa es lo que en realidad somos y que todo lo demás que existe lo hace para el deleite de aquel que observa y para ser observado. Si bien la mente puede percibir el mundo, su verdadero poder es que es la única capaz de percibir la esencia de lo que somos. La única forma de hacernos conscientes de que somos Purusha es a través del refinamiento de citta y eso lo podemos hacer a través cortar los samskaras, vencer los impulsos del pasado que nos condicionan y no sucumbir a la identificación con los vrittis que están constantemente emergiendo. Citta no tiene luminosidad propia pero sí tiene la facultar de reflejar la sabiduría que emana de Purusha, pero al Purusha ser tan luminiscente que logra hasta cegar, necesita pasar por un filtro, que es citta


Las funciones de Manas, Budhi y Ahamkara:


 La mente tiene por un lado la facultad de percibir el mundo, a través de manas y tiene también la facultad de percibir el ser, de percibir al Purusha, a través de budhi. Así pues, la parte de nuestra mente que ve el afuera debería estar unificada con la que percibe el adentro, sin que exista una predominancia de una sobre la otra, pero en la forma ordinaria en la que vivimos la mente sensorial es la que mantiene el foco de atención y crea una clara identificación con ese foco de atención. 

 La mente tiene entonces dos funciones principales, una función sensitiva y de memoria que es una función operativa y que no es la función primordial, la función más importante de la mente no es acumular contenido, es poder percibir lo interno, lo sutil. Desde este punto de vista podemos entender la mente como una fuente de ruido que debe ser cesado pero es importante reconocer que al mismo tiempo, la mente es la única capaz de manifestar la luz interna, así que no podemos quedarnos atacando la mente porque tiene en sí misma ambas facultades. El Mahabharata, por ejemplo, es una alegoría a la batalla interna entre esas dos facultades de la mente, hay una inercia que lleva a la una a creer que tiene el control manas, representada por la dinastía de los kauravas y hay una lucha que lleva a la otra, budhi representada en la dinastía de los pandavas, a retomar el control. 

 Es preciso entender que hay una luz que se manifiesta a través de una facultad de la mente que permite percibir lo sutil. Cada órgano de los sentidos es como una linterna que nos permite dirigir el foco sobre ciertas cosas y a medida que vamos refinando nuestra capacidad de percibir vamos haciendo que esas linternas se hagan cada vez más sutiles, hasta lograr percibirnos a nosotros mismos y notar que la luz emana desde adentro. Cuando tenemos muchos vrittis, esa linterna no nos permite ver con claridad y cuando logramos removerlos, cuando nos desidentificamos de ellos, podemos decir que estamos limpiando nuestras linternas, entrenándonos para ver cosas cada vez más sutiles hasta lograr percibir lo interno, percibir nuestros marcajes, nuestros samskaras, nuestros depósitos de memoria, hasta llegar a un punto en el que podemos percibir lo se encuentra más allá de toda transformación que es Purusha

 Con respecto a este tema, Buda propone algo mucho más sencillo y es que no hay ningún ser trascendente, con esto se elimina la idea de Purusha y dice que todo está en transformación, que no hay ningún perceptor detrás de todo lo que sucede. Esta es uno de los grandes puntos de separación entre las ideas del yoga y el budismo. 

 Retomando este tema, podemos decir que cuando estamos en manas estamos pendientes del afuera, es solo percepción y siempre sucede en el presente y cuando estamos en buddhi estamos activos desde el discernimiento, el asunto es que usualmente no estamos ni en el uno ni en el otro, normalmente vivimos en el ahamkara, vivimos basándonos en todas las coloraciones que traemos, desde nuestros marcajes, desde los samskaras y cuando actuamos desde ahí estamos desconociendo lo que sucede en el presente, desconociendo la facultad de vernos hacia adentro más allá de los marcajes. El gran trabajo que se propone es refinar cada uno de los componentes de nuestra mente, darles a cada uno su lugar, entender que incluso el ahamkara tiene su razón de ser, que nos permite expresarnos y asumir un rol. Cuando estamos en buddhi estamos todo el tiempo absortos en nosotros mismos, cuando el ahamkara tiene el control absoluto terminamos pisoteando a los demás o creando individualidades colectivas, como patria, regionalismos, sectas; la clave está en refinar cada usuario, entender que cada uno tiene su labor y no permitir que ninguno domine. Construir a través de la acción y no de la reacción. 

 El observador oficial es la mente en su facultad de buddhi y se activa cuando vemos sobre nosotros mismos; el poder de la mente no es percibir el mundo, no es catalogar, no es crear, no es intuir, no es saber, el poder de la mente es percibir lo supremo, percibir el espíritu y todo lo otro no es más que una preparación para eso. Cuando el buddhi que observa el cuerpo, las sensaciones, los marcajes, logra percibirse a sí mismo ese es el momento en que alcanza su máximo potencial, en que citta misma alcanza su mayor potencial. 

 La mente tiene la facultad de percibir a Prakriti o de percibir a Purusha, no puede percibir a ambos a la vez; puede estar pendiente del mundo externo o logra retraerse para percibir el mundo interno. 


Citta es una sola:


 Si existiera una mente que percibiera la mente y a esa mente la percibiera otra mente y a su vez a esa mente la percibiera otra mente, se tendría una regresión infinita que llevaría al caos infinito. Citta es una sola y esa sola tiene la facultad de ser el puente entre lo externo y lo interno, si se tuvieran múltiples citta cada una tendría la facultad de ver a las otras como espejos y se perdería su luz, tal y como al poner a rebotar un rayo de luz entre espejos, la luz rebota hasta difuninarse, en el caso de múltiples citta se perdería su luminosidad interna. Citta tiene la función de ser como ese espejo que refleja pero a la vez de ser ese lente que proyecta y sólo es una, cumple su función porque puede permitir que la luminosidad interna se manifieste sin que se genere un caos al replegarse sobre sí misma. 

 Hemos visto cómo la mente sufre unas transformaciones dentro de su ciclo interno, como el mundo tiene unas transformaciones por la conjunción del tiempo y las gunas y hemos abordado además la potencialidad de citta de percibir las cosas, que puede percibir tanto lo interno como lo externo y que esa percepción está coloreada por los marcajes y que citta además tiene la facultad de reflejar la luminosidad de algo más sutil o más interno que ella. 

 La mente tiene una gran potencialidad de percepción, pero debido a esa misma potencialidad puede llegar a caer en la trampa de la identificación, la trampa de las fluctuaciones, de funcionar desde el ahamkara. Cuando citta se convierte en ese puente entre el observador y el observado logra disolver las diferencias, cuando la mente asume su rol de ser ese puente que conecta lo interno con lo externo, logra disolver la diferencia que hay entre lo que creemos como interno y lo que creemos como externo y esa es la gran labor de citta, el asunto es que vivimos con una mente que está funcionando desde una frecuencia distinta, que funciona más desde el ahamkara o más desde el manas y no tanto desde el discernimiento, pero para alcanzar el kaivalya o el retorno al absoluto, se requiere que la mente ocupe su lugar, lo cual implica soltar los condicionamientos que tenemos y darle a cada función de nuestra mente su lugar.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Abril 2020) 

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