Libro 4: Kaivalya Pada; sutras 25-34

by - mayo 08, 2020


"Aquel que mantiene su desprendimiento incluso sobre el gran propósito de la más elevada comprensión del vivekakhyati [alcanza] el dharma megha samadhi (samadhi de la nube del dharma)." Libro 4: Sutra 29

La diferencia entre Citta y Atma:


 Esta última fracción de sutras, comienza recordándonos que la mente y el atma no son lo mismo, cuando nos damos cuenta que no somos la mente podemos realmente usarla como un instrumento y dejamos de ser esclavos de ella. Esto se hace mucho más fácil cuando hemos entendido todo el proceso previo y hemos aplicado las metodologías que se han abordado a lo largo del texto, cuando hemos recorrido ese camino nos es más fácil comprender esa diferencia, para lograr refinar a citta para que logre percibir lo sutil y poder reconocer que la citta que observa no es el gran observador. 

 Al percibir esa diferenciación entre citta y atma, entre la mente y el ser, se genera una atracción hacia el absoluto, hacia el kaivalya que es ese estado donde ya no hay distinción, donde ya no hay diferenciación. Cuando la mente está tan cargada de su propia sabiduría, de su propia facultad de discernir que puede ver claramente lo que es y lo que no es, tiende hacia ese estado donde no hay separación, es jalada casi como si gravitara alrededor de él y ese hecho de gravitar lo que nos indica es que es algo que va sucediendo, una condición que va emergiendo y no simplemente algo que se alcanza. Cuando creamos las condiciones ese proceso de ser jalados hacia el absoluto sucede porque nuestra disposición y no propiamente por el esfuerzo. 

 Como ya lo abordamos anteriormente, existen varias cosas que genera modificaciones una es el ciclo de los samskaras, vrittis y vasanas que modifican el mundo interno y en el mundo externo se generan modificaciones por las gunas y por la acción del tiempo. Nuestro cuerpo es un objeto que está sujeto a las gunas y al tiempo, de igual forma nuestra mente es un objeto y por lo tanto también está sujeto a las gunas y al tiempo. Cuando se dice que se tiende hacia el absoluto lo que se dice es que esas modificaciones tanto del tiempo, de las gunas y de los propios samskaras tienden a cesar y a serenarse. 


Samskaras del pasado que emergen para ser purificados:

 La naturaleza de la vida es el movimiento, son las fluctuaciones. El gran propósito que se plantea desde yoga y desde los sutras es la cesación de las fluctuaciones de citta, lo que puede verse como algo complejo pero la clave está en mantenerse en el camino. Hay momentos de la vida en los que alcanzamos a percibir esa diferenciación, en los que se puede reconocer que es la mente y que hay algo más allá de la mente, pero así lo percibamos en un momento, ya sea por un estado de meditación o de contemplación, vuelven a emerger las ideas y los samskaras que son el fruto de las experiencias pasadas; entre más nos acercamos a esos estados encontramos contenidos cada vez más profundos que necesitamos purificar. 

 A medida que ahondamos en nuestra mente, a medida que nos conectamos más y más frecuentemente nos damos cuenta que comienzan a detonarse recuerdos que creíamos olvidados o que ya no eran importantes y vuelven a emerger y parte de la razón por la que lo hacen es porque salen a la luz para ser purificados. Así pasemos por momentos en que casi hemos percibido el proceso de volver a la esencia hay marcajes previos muy enraizados que vuelven a salir y el objetivo con todo eso que emerge no es luchar con ellos sino podarlos, purificarlos, dejar que salgan y restarles importancia. No podemos desprendernos de las experiencias que traemos, todo eso está ahí y aunque el propósito es la cesación no todo funciona al mismo ritmo y entre más contenidos previos tengamos por purificar más trabajo hay que hacer porque cada vez más cosas irán emergiendo. Cuando entendemos el contenido de los samskaras entendemos cuál es su labor y dejamos de combatir contra ellos. 

 El gran trabajo es, entonces, aprender refinar la capacidad de observar para aprender a diferenciar todos los contenidos que tenemos. 

 El acercamiento con yoga puede iniciarse por el enfoque a cesar los vrittis del presente pero en ese proceso de silenciarnos podemos darnos cuenta que no todos los vrittis son propios del presente, que hay vrittis que emergen de cosas muy enraizadas en el pasado, lo que se sugiere entonces para cesar estos contenidos mentales que emergen es hacer un trabajo similar al que se propuso para cesar los vrittis del presente y seguir haciéndolo constantemente, porque siempre va a haber más material residual que puede aparecer en forma de impulsos o vasanas y de samskaras o recuerdos. Por más que limpiemos nuestra casa y de igual forma nuestra vida, siempre volverá a entrar polvo, así que la gran invitación es a mantenernos en el proceso. 

 Los vrittis tal y como se ha expuesto a lo largo del texto se pueden cesar a través de la concentración, a través del discernimiento, siguiendo los ocho pasos, a través de la rendición al supremo o aplicando tapas, svadhyaya e Isvara pranidhana, estas metodologías hay que mantenerlas, hay que trabajarlas constantemente, para de esa forma y tal y como se logra identificar los vrittis y purificarlos, poder hacer lo mismo con las nuevas fluctuaciones que lleguen y que en su mayoría están enraizadas al pasado. Este trabajo constante nos ayuda a podar y a rediseñar nuestra propias estructura mental. 

Cada perturbación que se presente podemos mirarla como una oportunidad para cultivar la ecuanimidad y la quietud interior, y así evitar luchas con nuestras propias fluctuaciones. 


El dharma megha samadhi:


 En estos versos se presenta el último samadhi del texto, que es el dharma mega samadhi, donde mega es traducido como nube. Este samadhi emerge del desapego, incluso de los frutos mismos del discernimiento. 

En este estado cesan los vrittis, cesan las aflicciones, cesa el karma. En este punto, ya queda muy poco por conocer y eso que queda por conocer pierde importancia; este es un estado donde todo es conocido, en el que las preguntas cesan y se pierde el interés intelectual por saber más, en este punto se reconoce que todas las respuestas se encuentran en el silencio. Es probable que esas respuestas no se tengan claras a nivel del lenguaje, que no sea posible convertir en palabras lo que se experimenta pero ya no existe la necesidad de seguir buscando, de acumular más conocimiento, todos los impulsos cesan. 

 El estado del dharma mega samadhi sucede por el desapasionamiento, por el desapego de querer llegar incluso a los estados más trascendentales, el fruto de este desapasionamiento es la cesación del interés por saber más, ya que la fuerza deja de estar en querer conocer ya que el propio retorno a la fuente es el que da la sabiduría, que simplemente está allí para que nos reconectemos con ella y este proceso es más cercano al silencio que a las palabras. 

 Los últimos versos plantean como se reabsorben las gunas en el absoluto, como las modificaciones temporales también cesan y solo queda un momento que es el que está sucediendo. 

 En los versos anteriores se expresó que la mente se modifica por los vrittis, vasanas y samskaras y que el mundo se modifica por las gunas y por el tiempo pero una vez que disolvemos el velo de la mente nos damos cuenta de la unicidad que hay en ambas cosas y dejamos de ser víctimas de estas modificaciones; el mundo se sigue transformando, sigue siendo mundo y sigue existiendo sufrimiento pero para aquel que mora en estos estados el sufrimiento deja de tener cabida en su vida, se encuentra en un proceso de purificación constante en el que cada que emerge una raíz de sufrimiento la poda y en la medida en que lo hace, evita engancharse con lo que sucede. 


Liberarse de las aspiraciones de los trascendente:


 Este proceso que en algunos casos se llama jardinería de la conciencia, es todo un circuito que busca poner semillas nuevas, quitar las viejas, eliminar las raíces del pasado que aún permiten que se alimenten ciertos árboles; este proceso normalmente se inicia con una intención, con una dirección pero cuando se abandona el propósito de querer llegar a algún lugar y se sigue inmerso en el proceso es que sucede el dharma mega samadhi. Este es el punto en el que la práctica de vairagya, el desapego, llega a su máxima expresión, buscando desapegarse incluso de toda aspiración trascendental y solo cuando logramos este desapego máximo es que lo trascendente se manifiesta a través de nosotros. Necesitamos liberarnos incluso de la aspiración de llegar más allá, de encontrar lo trascendente. 

 Para lograr ese desapego es necesario soltar la idea que usualmente nos venden cultural y socialmente y con la que hemos crecido y es la idea de ser los mejores, y de demostrar que somos mejores que los demás. El principal problema con este deseo es que siempre habrá alguien mejor que nosotros, incluso es probable que nosotros mismos en el pasado hayamos sido mejores de lo que somos hoy, lo que nos genera frustración constante y apego hacia mejorar continuamente. Una forma de cambiar esa estructura, es tratar no de ser los mejores sino de dar lo mejor, lo mejor que podemos dar hoy y eso cambia la sustancia, cambia la forma y la intencionalidad con la que actuamos. 

 Cuando queremos aspirar al estado de trascendencia terminamos enganchados a nuestras propias aspiraciones, en cambio cuando la búsqueda es dar lo mejor de sí mismo en cada uno de las cosas que se están haciendo, los libramos incluso de las aspiraciones trascendetales. Cuando hacemos lo que tenemos que hacer, cuando lo hacemos lo mejor que podemos, eso es vivir en el dharma, que se puede entender como cumplir nuestro deber, como cumplir nuestro rol humano. 

 Cuando se percibe el absoluto, cuando se percibe la cesación de las gunas, cuando dejan de ejercer influencia en nosotros, simplemente vivimos el dharma, que significa hacer lo que tenemos que hacer, nos damos cuenta que por más objetivos trascendentales que alcancemos volvemos a ser hijos, hijas, madres, padres, esposos, esposas, volvemos siempre a nuestros roles y los seguimos ejerciendo. Es por esta razón que es importante desligarnos de la idea que muchas veces se ha vendido de una espiritualidad vertical que implica huir del mundo. Todos los procesos espirituales son para volver al dharma, a la vida, a lo cotidiano lo cual implica renunciar a nosotros mismos y entregarnos a la Vida, para que sea ella la que nos conduzca, y dejar que lo trascendente sea lo que nos guíe. 

 Cuando nos liberamos de las aspiraciones de querer llegar a algún punto específico, de pretender conseguir algo más, es cuando más nos acercamos a ese estado trascendente que se propone y que muchas veces se cree que es necesario morirse para alcanzarlo. Como humanos sabemos que vamos a morir y muchas veces ese conocimiento se convierte en una trampa que nos engancha. Un antílope por ejemplo, sabe que un león se lo va a comer en algún momento pero eso no lo hace pasar su vida escondido de esa realidad, él sigue viviendo. Como humanos tenemos la facultad de percibir desde nuestra mente lo absoluto y esa misma facultad puede convertirse en un trampa porque todo el ruido de la mente también puede distanciarnos de esta percepción de los supremo, pero también sucede que si nuestra mente se engancha con lo absoluto puede terminar negándose la vida y es por eso que muchas veces consideramos que alcanzar lo trascendente implica la muerte, que en cierto modo es una liberación, pero no es solo eso, la muerte también implica un proceso constante, aprender a morir a cada instante, morir a las cosas que creemos que somos y es ahí donde estamos dejando que la vida nos conduzca. 


Dejar que Citta se establezca en su propia naturaleza:


 El segundo verso de los sutras comienza expresando la necesidad de cesar a citta y el último termina diciendo que tras todo este proceso, citta se establece en su propia naturaleza, lo que no implica la negación de la vida, sino todo lo contrario, una aceptación de la Vida. 

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Mayo 2020) 

You May Also Like

0 comentarios