SOBRE EL DESTINO
YOGA VASISHTHA (2) LIBRO II: MUMUKSHU KHANDA Apartados: Creación del mundo. Elogio del propio esfuerzo frente el fatalismo. La naturaleza de Dios o el destino. En esta parte del texto se hace una invitación a salirnos del patrón determinista del destino y de lo divino y para esto podemos referirnos a dos palabras muy usadas que son la astrología y el karma, las cuales hacen referencia a dos herramientas de autoconocimiento que cuando se usan buscando la predicción del futuro nos llevan a pensar que ya todo está escrito y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. En la India por ejemplo, se tiene la idea de que nuestras vidas pasadas determinan nuestra existencia actual, que ya todo está hecho y que es imposible huir de ese destino. Partiendo de esa idea se tienen dos opciones, la primera es no hacer nada y la segunda es luchar y resistirse contra ese supuesto destino y en este punto se propone el esfuerzo como una posibilidad de pensar diferente. Normalmente, tenemos muchas ideas y prejuicios con respecto al concepto del esfuerzo, desde el texto se habla del esfuerzo como el fruto de la sabiduría del corazón, lo que quiere decir que el esfuerzo no depende de nuestras pretensiones, de nuestro intelecto o de nuestros impulsos previos, sino que el esfuerzo se desprende de la sabiduría que viene del corazón y que es la que emerge de la meditación. Cuando entendemos este enfoque del esfuerzo que nos da el texto, nos damos cuenta que siempre estamos haciendo algo y que cada cosa que hacemos implica un esfuerzo, lo importante es reconocer si ese esfuerzo nace de la sabiduría interna o de los impulsos previos. Los impulsos previos o vasanas son las huellas que han quedado de nuestros actos del pasado, cada acto del pasado genera un impulso y en la medida en que actuamos con frecuencia de cierta manera hacemos que esa forma de actuar se haga automática y terminamos construyendo la idea de nosotros mismos basándonos en los ideas y acciones previas que se convierten en nuestros impulsos. El esfuerzo se convierte en la posibilidad de romper la inercia de los patrones previos, así que si no actuamos conscientemente, tendremos el impulso de comportarnos como siempre lo hemos hecho. Cuando creamos una imagen de nosotros mismos, la reafirmamos tanto que luego nos esforzamos por defenderla y no nos permitimos que nada ni nadie la cuestione y mientras nos encontramos en relativo equilibrio no cuestionamos eso que creemos que somos, que no es más que la acumulación de nuestros impulsos del pasado, y nos mantenemos así hasta que nos llega una crisis en la que nos vemos en la necesidad de reconstruirnos y de hacer las cosas de forma distinta. Si los patrones son el fruto de nuestras acciones y las acciones son la posibilidad de crear y reafirmar nuestros patrones, la clave siempre está en la acción y la forma de darle dirección a la acción está en el esfuerzo, en la voluntad, que es la que nos permite no sucumbir a los patrones previos que tenemos. Muchos de los patrones que tenemos son heredados social y familiarmente y muchos otros los construimos en una época en la que no teníamos suficiente sabiduría para decidir, simplemente hacíamos lo que el grupo hacía y así terminamos construyendo una imagen y unos impulsos que alimentamos con acciones y si queremos desprendernos de esas acciones la clave está en hacer acciones distintas, lo que implica poner voluntad para cambiar la dirección de las cosas. Si no hay esfuerzo terminamos repitiendo las cosas de la forma en que siempre las hemos hecho y cayendo en el fatalismo de creernos presa de las conductas del pasado que no cuestionamos. Así pues, la gran herramienta para liberarnos de los vasanas no es ritual ni el favor de los dioses, sino la propia voluntad que nos permite romper los patrones y que no nos deja caer en las inercias que tenemos instaladas. Pero con la voluntad debemos ser cuidadosos de no caer en la idea de creer que todo sucede con base al esfuerzo, lo que nos puede llevar a vivir queriendo cambiarlo todo. La sabiduría que emana del corazón de donde se desprende el esfuerzo, es la que nos permite reconocer qué cosas tenemos el poder de cambiar con nuestra voluntad y cuáles no. Es importante hacernos conscientes del rango de acción de nuestra voluntad para no terminar queriendo cambiar cosas para las que no tenemos facultad, queriendo imponer nuestro esfuerzo sobre algo o alguien más, buscando que las personas se ajusten a la idea que tenemos de cómo deberían ser y terminar así usando la voluntad para intentar modificar algo sobre lo que no tenemos poder. La voluntad tiene el poder de cambiarnos a nosotros mismos pero cuando intentamos imponerla sobre otros terminamos haciendo daño. No podemos olvidar que todos estamos buscando la libertad y que la clave para ser libres es no hacer esclavo a nadie. Nos quejamos por sentirnos esclavos de los patrones de otros pero muchas nuestras acciones están dirigidas a que los otros sean nuestros esclavos, esclavos de lo que aspiramos que sean, de lo que queremos que sean, de los resultados que queremos que generen. Si cada uno de nosotros deja de hacer esclavos a los demás, deja de imponer su voluntad a los otros y se dedica a cultivar su voluntad sobre sí mismo se puede generar un cambio en la forma en que nos relacionamos. Esto puede ser visto como algo revolucionario ya que vivimos en un mundo que premia a las personas que transforman a otros, pero el querer imponer nuestra voluntad sobre los otros se convierte en una trampa, ya que cuando nos imponemos sobre otros y conseguimos los resultados que queremos nos cuesta soltar a esa personas, nos cuesta devolverles su libertad. El texto lo que dice es que el destino está en nuestras manos, nosotros mismos lo labramos. En la India el concepto de destino es el karma y este mismo concepto se usa para expresar acción y el hecho de que la misma palabra sea usada para estas dos cosas ya nos refleja que cada acción es la que labra el destino. Nuestras acciones pueden ser fruto de la inercia de los impulsos o de la sabiduría que emana de la meditación, por lo tanto nuestras acciones pueden ser mecánicas o ser conscientes. Cuando nos damos cuenta que el destino es fruto de nuestras propias acciones cambiamos totalmente la noción que tenemos del destino y le damos importancia a la idea de la acción y de esta manera comenzamos a hacernos conscientes de cada una de nuestras acciones, reconociendo que cada acción sólo sucede en el presente y nos dedicamos a estar presentes en cada acción. La mente para comprender fracciona, lo que nos lleva al instante como concepto básico del tiempo, permitiéndonos reconocer que lo único que está sucediendo es el instante. Cuando le damos al destino el sentido de instante y lo desprendemos de la idea lineal que usualmente tenemos, dejamos de sentirnos víctimas de todo lo que fue y comprendemos que podemos, a través de la voluntad, hacer con consciencia en el instante, dejando de sentirnos presa del pasado y de estar idealizando el futuro. Una forma de entender todo esto, es que los vasanas se crean en el pasado y se mantienen y dan frutos en el futuro pero cuando logramos desarticular ese sentido de destino y nos damos cuenta que el destino no está lejos de nosotros, sino que es este momento, reconocemos las posibilidades que nos brinda el esfuerzo, que tiene el poder de hacer que cada una de nuestras acciones no sean inertes y tiene la facultad de transformar cada uno de nuestros actos, de ponerle energía a cada cosa que hacemos. No podemos desconocer que existen condiciones y predisposiciones genéticas, familiares, sociales, culturales que nos facilitan o dificultan ciertas cosas, pero aunque estas cosas sean más fáciles o más difíciles para algunos no significan que ya el camino está completamente labrado o que las puertas están cerradas y es ahí donde la voluntad y el esfuerzo tiene el poder de guiar nuestras acciones. Esta facultad por lo tanto, es la primera que nos diferencia a los humanos del resto de los animales, la voluntad nos permite cambiar la estructura de nuestros patrones previos y nos invita a no sucumbir a la naturaleza instintiva. Aunque de igual forma que todos los otros mamíferos, los humanos tenemos unos patrones preprogramados, a diferencia de ellos, nosotros tenemos la posibilidad de cuestionarlos y decidir hacer distinto. De esta manera entonces, la voluntad se convierte en una de las más grandes herramientas que tenemos para salir de la inercia de la materia y darnos cuenta que somos o que podemos ser más que eso. La voluntad, como ya resaltamos, nos puede hacer caer en la trampa de querer imponernos sobre los otros, tratando de hacer todo según nuestro parecer, pero por otro lado, si la voluntad dirige nuestro esfuerzo y nuestro esfuerzo coordina nuestras acciones y nuestras acciones crean nuestro destino y si nuestro destino es construido en el presente, en este único instante, la voluntad tiene la posibilidad de llevarnos en una dirección distinta. Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Mayo 2020) ENTRADA ANTERIOR: [EL DISCURSO DE RAMA]Sobre el esfuerzo
Esclavos propios y ajenos
0 comentarios