LA ILUSIÓN, LA AUSTERIDAD Y LOS ESTADOS DE CONSCIENCIA
YOGA VASISHTHA (6) LIBRO III: UTPATTI KHANDA Apartados: El cuarto estado o turiya Historia de Karkatí o Visüchiká Relación de Nádara e Indra Liberación final de Súchiká Historia de Vikrama y su ministro La naturaleza de Brahmán según el ministro Naturaleza de Brahman según el rey Vikrama Desdoblamiento de la mente en sujeto y objeto Liberación final de Karkatí El culto a Kandará De forma transversal en este apartado se presenta la historia de Karkatí, quien luego será venerada como la diosa Kali. Al inicio de la historia nos muestran cómo Karkatí realiza una serie de prácticas de austeridad con un objetivo totalmente egoísta, saciar su propia hambre devorando un pueblo completo y cómo desde el egoísmo es posible alcanzar a través del esfuerzo una meta planteada. Después de conseguir este objetivo, Karkatí se convirtió en el vector a través del cual se transmitía la enfermedad del cólera y luego de un tiempo comenzó a sentir que no era libre debido a esta obligación que llevaba a cuestas, por ende, comenzó a realizar una serie de prácticas para liberarse. Luego de mucho tiempo de austeridad, lo logra y alcanza un estado tan elevado que deja de necesitar incluso alimentarse. En este punto Karkatí siente que ya alcanzó el autoconocimiento y que por lo tanto ya no desea nada más. Sin embargo, a petición de Brahman, ella decide recuperar su función como transmisora del cólera afectando ahora solamente a los malvados, con el fin de mantener el orden del mundo. Ella comprende el papel que le corresponde para mantener el orden del universo y de esta forma se dedica a hacer lo mismo que antes, pero ahora, desde una motivación diferente. Muchas de nuestras acciones y esfuerzos están dirigidos por el deseo egoísta de alcanzar algo y esos esfuerzos son capaces de generar ciertos logros. A medida que evolucionamos comenzamos a diferenciar los actos regidos por el ego de los que no lo están. Y finalmente, cuando alcanzamos el autoconocimiento, actuamos para un bien común, reconociendo incluso que nuestras acciones permiten mantener el orden del universo por lo que tampoco nos negamos a actuar. El texto presenta la austeridad como una metodología para alcanzar nuestros propósitos a partir de desprendernos de algo o de hacer cosas que nos reten y nos purifiquen. La austeridad puede estar al servicio del interés personal o puede estar conectada con algo más grande y dependiendo de esto, es posible conseguir unos logros u otros. Casi todas las prácticas de yoga tienen la austeridad como uno de sus preceptos y muchas veces a través de esos sacrificios, de esas mortificaciones buscamos conseguir, combatir o dominar algo o a alguien y seguramente podemos conseguirlo a través de esta metodología pero la idea es que con el tiempo todos esos deseos personales dejen de importar y alcancemos un punto en el que simplemente vivamos desde el sacrificio, desde la austeridad, desde el tapas, más allá de todo deseo, de todo objetivo y comencemos a cumplir el rol que tenemos, trascendiendo así el sentido mismo de la austeridad. La austeridad es despojarnos incluso del deseo de querer llegar a algún lugar. La avidez y la aversión tienen el mismo efecto en nosotros, son lo mismo, cuando nos apegamos al ego espiritual, así como cuando lo negamos, lo estamos alimentando. El texto nos invita a preguntarnos continuamente desde dónde estamos actuando. Cuando sabemos con claridad desde donde nacen nuestras acciones, qué las motiva, el ego deja de ser el que dirige nuestra vida, dejamos de sucumbir a él y comenzamos a usarlo, en lugar de ser usados por él. Dentro de estas tradiciones se presentan cuatro estados de conciencia, llamados: vigilia, ensoñación u onírico, sueño profundo y el estado de turiya. El estado de vigilia se presenta cuando nuestra atención está volcada hacia el mundo externo. Estamos tan volcados en el afuera que nos olvidamos de todo lo que tenemos adentro. Nos comportamos de acuerdo a nuestros patrones previos pero la conciencia viene desde el afuera. Este estado nos permite conocer todo lo que habita en el mundo externo. En el estado onírico nos desconectamos del afuera y pasamos a estar pendientes del adentro que no es más que todo el acumulado de nuestras experiencias previas. Al sólo quedarnos el mundo interno accedemos más fácil a nuestro patrones, que aunque se manifiestan en nuestra forma de vivir cotidiana se hacen mucho más evidentes al cultivar nuestra facultad de estar atentos en el sueño. Es por esta razón que el ego se puede hacer más visible y manifiesto en la ensoñación. En este segundo estado podemos ver todo lo que tenemos adentro, las sombras que no manifestamos, los deseos que somo incapaces de expresar, todo lo que hemos reprimido, nuestras aspiraciones. Este estado nos permite hacernos conscientes de todo lo que habita en nuestro interior. Expandiendo la conciencia desde el estado de vigilia al estado de ensoñación, podemos llevar claridad para ver las cosas como lo hacemos en la vigilia y aprender a verlas también en nuestros sueños a los que normalmente solo sucumbimos y nos dejamos arrastrar de forma automática. En el mundo de la vigilia decidimos y controlamos las cosas con cierta regularidad y facilidad pero en el mundo de los sueños normalmente no controlamos nada y nos convertimos en víctimas de lo que se sueña. Lo que podemos hacer es expandir nuestra capacidad de atestiguar las cosas sin sucumbir ante ellas tanto en la vigilia como en la ensoñación. El tercer estado es el estado de sueño profundo, el estado de silencio, de vacío, un estado en el que no existe la realidad externa ni interna, en este estado nos despojamos de nosotros mismos, pero también nos despojamos del mundo del afuera, no hay ya sujeto ni objeto. Cuando nos dormimos y entramos en el sueño profundo se desvanece el sujeto y el mundo y todo deja de existir por unas cuantas horas cada noche. El cuarto estado o turiya es el que permite que la conciencia de la vigilia se expanda hacia los sueños y hacia el sueño profundo y en ese punto ya no caemos en el sueño profundo sino que entramos en él y conscientemente podemos experimentar el vacío. A este mismo estado es al que se puede llegar a través de la meditación, que nos lleva a expandir de forma consciente nuestra facultad para percibirlo todo, tanto el mundo interno y externo como el mundo trascendente. A través de este estado logramos percibir que dejan de existir las divisiones. Recordar lo que sucede en los sueños es una facultad que puede entrenarse para hacernos más conscientes del mundo onírico y poder utilizarlo como herramienta de autoconocimiento. En el mundo onírico se manifiesta lo que habita dentro de nosotros y que a veces no sabemos; entrar con mayor conciencia a este mundo nos puede permitir sanar ciertos aspectos de nuestra vida. Conectarnos mejor con los sueños nos puede acercar a alcanzar el estado de turiya. El estado de turiya nos conecta con la supraconciencia; vivir desde la supraconciencia implica que los tres estados están siempre presentes: estamos siempre presentes en el mundo externo, en el mundo interno y en el vacío. Cuando vivimos desde estos tres mundos no sucumbimos tan fácilmente a la identificación con lo externo ni a la identificación con lo interno. El turiya es la integración de los tres mundos porque todos se reflejan de forma simultánea. En el texto se dice que la búsqueda no está dirigida a volver a la unidad o a Brahman, sino que lo que se debe hacer es romper la ilusión de separación, porque el fruto de esa ilusión son la dualidad y el ego. Cabe aclarar una diferencia fundamental entre la dualidad y la polaridad, porque la dualidad siempre implica exclusión, mientras que la polaridad implica que ambas partes, ambos polos son parte de los mismo. Nuestra mente en su proceso de comprender y procesar información busca siempre fraccionarlo todo desde lo dual y desde esa lógica que solemos usar creemos que algo es o no es, que es real o irreal, que es el absoluto o es la materia y ese ejercicio de dualidad nos ha llevado a pensar siempre en términos de separación. La polaridad por su parte, nos invita a reconocer la complementariedad de las cosas, con la polaridad nos damos cuenta que ambas caras son siempre parte de lo mismo, no son excluyentes. Cuando vivimos desde la dualidad creemos que estamos fraccionados, cuando vamos a la polaridad vemos dos cosas que hacen parte de lo mismo, y nos damos cuenta que el Uno no es más que una manifestación del vacío. Nos podemos quedar separando cosas y viendo las diferencias, enredándonos cada vez más con conceptos y palabras, pero la idea no es esa, la idea es quitar todos esos conceptos para ir a aquello que está desprovisto de palabras pero sustenta todas las palabras, ese es el ejercicio de salirnos de la ilusión. Al darnos cuenta de que la ilusión la hemos creado nosotros mismos con nuestra percepción podemos retornar a la Unidad. Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Junio 2020) ENTRADA ANTERIOR: [ENTRE LA INDIVIDUALIDAD, LA ILUSIÓN Y LA IDENTIFICACIÓN]Historia de Karkatí
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