CAPÍTULO 5. YOGA DE LA RENUNCIA
En este capítulo Arjuna confundido, después que Krishna lo incita a pelear en la batalla, le pregunta sobre qué es más beneficioso si renunciar a la acción o dedicarse a ejecutar las acciones. Krishna le indica que ambos caminos son buenos para la liberación pero para él (Arjuna), como para muchas personas, lo mejor es tomar el camino de la acción en vez del de la renuncia, porque no se deben evadir las responsabilidades que tenemos como humanos. Pero qué implica qué la acción sea una renuncia:
Desapego
El que actúa desde la comunión con lo Supremo, entrega todas sus acciones a lo supremo, realiza cada acción con desinterés, sin deseos ni rechazos, suelta el “yo” pequeño y se conecta con el gran “YO”.
En este sentido a pesar que las acciones sucedan, que los sentidos sientan, no nos identificamos con ellos, simplemente suceden a través de nosotros, somos un simple instrumento por el cual la vida se manifiesta. Desidentificarnos, es desapegarnos de nuestro sentido de individualidad, el pequeño “yo”, e implica despojarnos de la idea de ser protagonistas (yo medito, yo salvo, yo hago el bien) para fundirnos con lo divino, con la vida misma en gran “YO”.
Ofrendar
El proceso de la renuncia que se propone en este capítulo, no es renunciar a la acción, es renunciar al apego a la acción, y una forma para resolver esto es entregar o dedicar los frutos de la acción al Supremo, algo más elevado, es hacer las cosas por algo más que nuestro interés personal. Cuando damos una clase de yoga por ejemplo, no hacerla para uno, sino que uno puede aprender a practicar para los otros, para quienes verdaderamente lo necesiten. Al ofrendar cada postura, cada respiración la práctica se convierte en un acto de renuncia, cuando uno renuncia a sí mismo está en conciencia de lo Supremo.
Conocimiento interior
Desarrollar la sabiduría interna implica trascender lo sensorial, no es escaparse de los sentidos sino más bien tener una relación sensata con ellos, poner cada sensación que surja, en su lugar. La alegoría de la batalla tiene que ver con ese trabajo constante de observación, de autoconocimiento para liberarnos de prejuicios, de deseos y de hábitos instalados en nuestra mente.
En el caso de los monjes, que se alejan del mundo sensorial en una primera instancia, lo hacen para purificarse y después, controlar los sentidos para finalmente trascenderlos, pueden volver a la vida cotidiana y no sentirse perturbados por ninguna sensación.
Porque al actuar entregado a la comunión con los supremo no se generan más ataduras kármicas, y se vive con una paz inquebrantable, dejando de ser esclavo de movimiento constante de los deseos y del karma.
Tomar las riendas
Desde la práctica de las diferentes técnicas del yoga: Asanas, Pranayama, etc. aprendermos a re-direccionar la energía, ejercitar nuestra respiración, limpiar, purificar, desintoxicar; aprendemos a observarnos, a tomar distancia y ver desde dónde surgen nuestras reacciones o comportamientos y crear nuevos hábitos que nos permitan establecer una conexión con nuestro verdadero ser interior: liberarnos de la ignorancia de quienes somos. De esta manera dejamos de ser víctimas de la vida, para tomar las riendas de nuestras acciones y de nuestras decisiones.
Metáfora del fuego
Traer luz, implica sacrificar la ignorancia para que sea el combustible que alimente la claridad de la sabiduría: En la práctica esto implica que todos los días quemo mi ignorancia para traer claridad, renuncio a las sombras de la ilusión y a las sombras de la identificación sensorial, para sintonizarme con mi verdadera naturaleza de luz y claridad que se expresa mediante la intuición.
Para quién controla los sentidos sin identificarse en ellos, quien actúa libre de apegos entregándole los resultados al supremo, logra purificarse, con una mente ecuanimidad, se libera de todo deseo, temor o ira, logra la PAZ.
Sembrado por María Díaz y Esteban Augusto (Encuentros Marzo 2021)
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