¿Haz visto una planta crecer y florecer? 

Yo lo he hecho muchas veces, y de hecho la mayoría de la veces hasta creo que soy el causante de que eso ocurra, porque siento que yo mismo he puesto la semilla, preparado la tierra, la he regado, cuidado, contemplado y hasta mimado. 

Pero lo lindo de esta historia es entender que no es así, uno cuando mucho ayuda a crear condiciones favorables para que la planta florezca, pero es el impulso de la vida misma que está en su interior, el que la conduce hacia su propio florecimiento. 

Todo esto va a que desde hace muchos años he relacionado mi labor de enseñar con la de cultivar, a veces me he creído el rol de que soy el protagonista de que otros florezcan, pero hoy me encuentro cada vez más convencido de que mi papel es sólo crear condiciones para que cada quien se encuentre con su sabiduría interna y sea este impulso de su interior el que le permita conducirse en la vida. 

Con todos estos años he aprendido a ser como el jardinero que disfruta de cada retoño, sin preocuparse por lo útil o bella que pueda llegar a ser cada planta. Y que a la larga el cultivar tanto como el enseñar, no son más que simples excusas para transformarse a sí mismo desde la presencia en el instante presente. 

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales y escrito en octubre de 2018)