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SEMILLERO DE YOGA

Amanecer en el PNN de los Nevados, Enero 2021



Como seres vivos siempre creamos vínculos, no podemos negarnos a nuestra naturaleza de conectarnos e integrarnos con todo lo que nos rodea. Y como humanos hemos desarrollado la habilidad de darle a ciertos vínculos la categoría de sagrados.

Aunque todos compartamos el hecho de considerar algo como sagrado, ya sea la vida, dios, alguna versión de la divinidad, las facultades humanas, y un largo etcétera, esto no garantiza que lo sagrado sea algo que nos una, porque, de hecho, podríamos decir que históricamente todas estas ideas sobre lo sagrado son de lo que más nos han dividido como humanidad.

Lo que pasa es que al considerar algo como sagrado marcamos un límite, en el cual lo que esta adentro merece nuestra total devoción, pero lo queda fuera, no tanto. Por eso al quedarnos con una idea reducida sobre lo sagrado acrecentamos las divisiones y reafirmamos las barreras de separación. Pero a dónde quiero llegar, es al potencial que tiene tomar eso consideramos sagrado y lograr expandirlo porque así podemos recuperar nuestra naturaleza vinculante he integrativa.

Algunos podríamos considerar que nuestra madre es sagrada, y eso no llevaría a tratarla con todo el amor posible, y a dar lo mejor de nosotros por ella. Pero al expandir el umbral de lo sagrado comprendemos que tal y como nuestra madre, todos las mujeres también son sagradas y con esto comprendemos que deberíamos venerarlas y cuidarlas a todas como a nuestra propia madre. Pero el umbral puede expandirse un poco más y con ello comprender que todo ser humano es igual de sagrado. Incluso podríamos ir un poco más lejos y darnos cuenta que toda la vida en sí misma es sagrada, y así cuidarla, adorarla, valorarla y amarla en sus múltiples manifestaciones.

De esta forma es que podemos expandir lo sagrado y emplear el poder de un pequeño vínculo de amor, para llevar amor a todos, a todo y al Todo.


Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2021)

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 Por ínfimas que parezca las labores que cumplen cada una de nuestras células, hay una sabiduría que las orienta, una consciencia que las hace reconocer cual es su función dentro del todo.

Por ejemplo la célula del ojo sabe que es del ojo, y hace lo que hace la célula del ojo, pero cuando comienza a creerse otra cosa, por ejemplo célula de un riñón, y empieza a hacer otra labor, termina haciéndose daño a sí misma y al sistema en general.

Con los humanos pasa algo similar, hay una sabiduría que nos orienta a hacer aquello para cumplir nuestra función dentro del todo, pero nosotros somos felices evadiéndola, mirando para otro lado, y dejándonos llevar por las imposiciones sociales y las preferencias individuales.

Por eso, para restablecer nuestro papel como humanidad, hay que comenzar por comprender que cada individuo es simplemente una célula más de ese gran tejido colectivo llamado humanidad, y tal y como las células obedecen a su sabiduría interior, es parte de nuestro trabajo despertar ese autoconocimiento que nos ayuda a encontrar nuestra labor dentro del todo.

Porque cuando no sabemos si somos célula del ojo, del cerebro, del hígado o de un hueso, terminamos haciendo lo que nos da la gana, y una célula que hace lo que le da la gana, se replica como le da la gana y dice lo que le da la gana, no es más que una célula cancerígena que comienza a hacerle daño al sistema.

Pero al reactivar nuestra sabiduría interna, reconocernos en constante interrelación, y despojarnos de nuestro sentido cancerígeno de individualidad podemos encontrar nuestro balance con nuestro propósito de vida, tanto personal como colectivo.

Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2021)




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Mar Caribe, Agosto de 2019


 Hay momentos en la vida donde nos sumergimos en ambientes o situaciones desconocidas que podríamos considerar como hostiles, retadoras o antinaturales, que puede que incluso las disfrutemos, pero sabremos que no es algo que podamos hacer durante mucho tiempo.

Estas situaciones son como cuando nos sumergimos en lo profundo del océano, que por más apacibles que estemos unos metros bajo el agua, ya sea con o sin equipos, sabemos que no estamos en nuestro elemento, y que tarde o temprano debemos de volver a la superficie, volver a aquellos lugares, compañías y situaciones en las que podíamos respirar tranquilamente.

Puede ser que hayamos decidido voluntariamente sumergirnos allí, o que los remolinos de la vida nos hayan conducido sin nuestro consentimiento, y eso nos lleve a sentirnos muy incomodos y con ganas de huir, pero puede ser que haya un gran tesoro (aprendizaje) que encontrar en esa inmersión, o que justo seamos nosotros el tesoro que alguien más encontrará en esa situación a través de nuestras palabras, nuestra compañía, o nuestra presencia en un ambiente como ese.

Entonces para situaciones como estas, que pueden ser un trabajo, una relación, un proyecto, un estudio, la clave está siempre en hacerse la pregunta ¿puedo respirar cómodamente aquí? Porque la respiración nos marca la pauta de la vida, y escuchándola es que encontramos claridad sobre en dónde deberíamos estar. Y si el respirar se dificulta, está el recordar que siempre podemos ir a la superficie tomar una bocanada de aire de recarga, y si es necesario volver a sumergirnos, bien sea para encontrar algún tesoro o estar prestos para ser el tesoro de los que habitan en las profundidades. Pero también es importante reconocer cuando no debemos volver a frecuentar esos ambientes, tomar distancia para permitirnos explorar otros horizontes con nuevos aprendizajes, reflexiones y experiencias.

Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2021)

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 Todos hemos visto como los árboles comparten sus flores, frutos y fragancias.

A veces creemos que la flor, el fruto y la fragancia, son cosas diferentes, pero la verdad es que intentar separalas es sólo una abstracción ilusoria, porque en el fondo las tres son parte de la misma manifestación de la vida que se expresa en su infinito deleite. El árbol no se preocupa por enredarse con conceptos, se dedica simplemente a ser, y su forma de ser es compartirse con sus diferentes flores, fragancias y frutos.

Algo similar pasa con los seres humanos, que contamos con tres habilidades básicas para deleitarnos en la existencia: el HACER, el SENTIR y el PENSAR. Y algunos son felices queriendo encontrar los límites entre ellas, y otros más osados se han dedicado a dictaminar que alguna es superior a las otras, como si la fragancia, por ser más sutil, pudiera ser superior a la flor que la emana, o como si el fruto fuera superior a la flor por ser derivado de ella, o si la flor fuera superior al fruto por ser su predecesora.

Como humanos nos enredamos fácilmente, y por ello el trabajo está en aprender a refinar cada una de estas habilidades, despojándolas de las contenidos y direcciones que a veces las parasitan.

Cuando refinamos nuestra capacidad de pensar, nos libramos del ruido del intelecto y desarrollamos la sabiduría.

Cuando refinamos nuestra capacidad de sentir, dejamos de ser presas de la avidez y la aversión y nos damos la posibilidad de percibir lo supremo y lo sagrado, presente en todo, y eso le da cabida a la devoción y al amor.

Cuando refinamos nuestras acciones y aprendemos a obrar liberándonos de la expectativa por los resultados nos damos cuenta que en el fondo todo lo que hacemos es simplemente un acto de servicio.

Y cuando nos despojamos de esos agregados y recobramos nuestro estado de origen, nuestro estado propiamente humano, y tal como el árbol se dedica a deleitarse por el mero hecho de compartir sus flores, sus frutos y sus fragancias, nosotros nos dedicamos en cada instante de nuestra vida a SERVIR con AMOR y SABIDURÍA.


Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2021)







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En este capítulo Arjuna confundido, después que Krishna lo incita a pelear en la batalla, le pregunta sobre qué es más beneficioso si renunciar a la acción o dedicarse a ejecutar las acciones. Krishna le indica que ambos caminos son buenos para la liberación pero para él (Arjuna), como para muchas personas, lo mejor es tomar el camino de la acción en vez del de la renuncia, porque no se deben evadir las responsabilidades que tenemos como humanos. Pero qué implica qué la acción sea una renuncia:


Desapego


El que actúa desde la comunión con lo Supremo, entrega todas sus acciones a lo supremo, realiza cada acción con desinterés, sin deseos ni rechazos, suelta el “yo” pequeño y se conecta con el gran “YO”. 



En este sentido a pesar que las acciones sucedan, que los sentidos sientan, no nos identificamos con ellos, simplemente suceden a través de nosotros, somos un simple instrumento por el cual la vida se manifiesta. Desidentificarnos, es desapegarnos de nuestro sentido de individualidad, el pequeño “yo”, e implica despojarnos de la idea de ser protagonistas (yo medito, yo salvo, yo hago el bien) para fundirnos con lo divino, con la vida misma en gran “YO”.


Ofrendar


El proceso de la renuncia que se propone en este capítulo, no es renunciar a la acción, es renunciar al apego a la acción, y una forma para resolver esto es entregar o dedicar los frutos de la acción al Supremo, algo más elevado, es hacer las cosas por algo más que nuestro interés personal. Cuando damos una clase de yoga por ejemplo, no hacerla para uno, sino que uno puede aprender a practicar para los otros, para quienes verdaderamente lo necesiten. Al ofrendar cada postura, cada respiración la práctica se convierte en un acto de renuncia, cuando uno renuncia a sí mismo está en conciencia de lo Supremo.


Conocimiento interior


Desarrollar la sabiduría interna implica trascender lo sensorial, no es escaparse de los sentidos sino más bien tener una relación sensata con ellos, poner cada sensación que surja, en su lugar. La alegoría de la batalla tiene que ver con ese trabajo constante de observación, de autoconocimiento para liberarnos de prejuicios, de deseos y de hábitos instalados en nuestra mente.



En el caso de los monjes, que se alejan del mundo sensorial en una primera instancia, lo hacen para purificarse y después, controlar los sentidos para finalmente trascenderlos, pueden volver a la vida cotidiana y no sentirse perturbados por ninguna sensación.

Porque al actuar entregado a la comunión con los supremo no se generan más ataduras kármicas, y se vive con una paz inquebrantable, dejando de ser esclavo de movimiento constante de los deseos y del karma. 


Tomar las riendas


Desde la práctica de las diferentes técnicas del yoga: Asanas, Pranayama, etc. aprendermos a re-direccionar la energía, ejercitar nuestra respiración, limpiar, purificar, desintoxicar; aprendemos a observarnos, a tomar distancia y ver desde dónde surgen nuestras reacciones o comportamientos y crear nuevos hábitos que nos permitan establecer una conexión con nuestro verdadero ser interior: liberarnos de la ignorancia de quienes somos. De esta manera dejamos de ser víctimas de la vida, para tomar las riendas de nuestras acciones y de nuestras decisiones.



Metáfora del fuego


Traer luz, implica sacrificar la ignorancia para que sea el combustible que alimente la claridad de la sabiduría: En la práctica esto implica que todos los días quemo mi ignorancia para traer claridad, renuncio a las sombras de la ilusión y a las sombras de la identificación sensorial, para sintonizarme con mi verdadera naturaleza de luz y claridad que se expresa mediante la intuición.



Para quién controla los sentidos sin identificarse en ellos, quien actúa libre de apegos entregándole los resultados al supremo, logra purificarse, con una mente ecuanimidad, se libera de todo deseo, temor o ira, logra la PAZ.




Sembrado por María Díaz y Esteban Augusto (Encuentros Marzo 2021)






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Este capítulo inicia con Krishna contándole a Arjuna cómo él viene transmitiendo y entregándole a los seres humanos estas sus enseñanzas a través de las diferentes eras. Lo cual es algo confuso de entender para Arjuna, pues siempre ha visto a Krishna como alguien de su generación: “¿Cómo puede un hombre de hoy instruir a uno de la antigüedad?”

Y es allí donde Krishna inicia con la explicación sobre la esencia, y la continuidad de su existencia como Atma: inmutable, indestructible, como divinidad presente en todos los seres, Él, sin nacimiento ni muerte, que trasciende las eras. Sin embargo expone también que con el tiempo se van diluyendo esas verdades de los corazones y las mentes de los hombres y que cuando la bondad y la acción correcta (dharma) se debilitan y en cambio crece y se fortalece el mal (adharma), Él encarna en un cuerpo físico para reestablecer el equilibrio, explicar el sublime plan y finalidad de la vida, y servir como ejemplo para que otros le sigan: para que recordemos, pensemos y entendamos que es la divinidad quien opera en nosotros, y que a su vez somos parte de esa divinidad, y para que nos liberemos de la errónea creencia de que somos solo nuestros cuerpos.

De esta manera nos liberamos de esa ilusión, nos desligamos del apego, del temor y de la ira, nos conectamos con la divinidad y nos vamos uniendo y haciéndonos una con ella.
No existe un camino exclusivo y absoluto para acercarse a la Divinidad:


“Sea cual sea el modo en que las personas me veneren, en esa misma medida yo me manifiesto a ellas, sea cual sea el camino, todos conducen a la Divinidad”.

El valor y el sentido de las castas


Entender cuál es nuestro lugar, nuestra naturaleza y desde dónde estoy actuando.
“En el comienzo Krishna estableció en la naturaleza un sistema evolutivo por el cual todos los seres evolucionan hacia su perfección espiritual. Luego fijó cuatro castas para el funcionamiento armonioso de los pueblos y el progreso de la humanidad”.

Estas castas se crearon para tener un ordenamiento social basado en las características de las personas según su gunas dominante ( Satva , Rajas o Tamas )
Sátvicos: (esencia) Sabiduría, serenidad, bondad, nobleza.
Rajásicos: (actividad) Pasión, acción, energía, movimiento.
Tamásicos: (inercia) acción letárgica


CASTAGUNAEL QUÉ HACER
Brahmins ( Sacerdotes)SattvaEl que hace en función de las búsquedas espirituales.
Kshatriyas (Gobernantes o Guerreros)Raja + SattvaEl que hace en función de los otros, un hacer dedicado a los demás.
Vaishyas (Comerciantes o Mercaderes)Raja +TamasEl que hace en función del bien personal o familiar , en función de si mismo
Shudras (Sirvientes)TamasEl que se dedica a hacer lo básico de la vida, son el sustento del trabajo



A lo largo de la vida nos movemos por estas castas. Hay momentos en los que estamos impulsados más por una de ellas y trabajamos para nosotros mismos, en otros que nos impulsa el deseo de trabajar y aprender por los otros y así sucesivamente. No es que sea algo estático, debemos entender que son ciclos y no cajones rígidos “en donde pertenecemos”, solo así, podremos trascender las castas e ir logrando la evolución espiritual.

Encontrar tu casta es el punto de partida, pero no quiere decir que ahí te has de quedar por siempre. Por eso hay que cultivar los atributos que nos hacen falta para compensar y balancear.


Liberarse de los renacimientos


Cuando dejamos de creernos el centro, cuando llevamos a cabo nuestras acciones sin sentido de Ego y nos desapegamos del anhelo de sus frutos, la ansiedad y la turbulencia interna desaparece. Así rompemos la cadena de las consecuencias de nuestros actos.
“Las acciones no me ocasionan apego, y tampoco anhelo de sus frutos. Aquel que se ha identificado con la Divinidad y comprenda realmente el principio del Atma, estará libre de las cadenas Kármicas de sus actos”.
“Así este hombre de Acción se halla libre del karma pues recibe con agrado todo cuanto le ocurre, se mantiene ecuánime ante las dualidades”.


Las tres formas y actitudes para desarrollar la Sabiduría interior


ACCIÓN SIN EGOÍSMO:

Cuando trasciendo mi individualidad. Cuando se le quita fuerza a ese pequeño “yo” para conectarme con ese gran “Yo” del TODOS NOSOTROS, cuando me reconozco como parte del todo.

Características de un sabio:
“Aquel que realiza sus actividades SIN MOTIVOS EGOISTAS, NI DESEO DE OBTENER RESULTADO ALGUNO y cuyas acciones se purifican con el fuego de la sabiduría.”
“Renuncia a todo apego por el fruto de sus acciones, siempre contento independiente a la recompensa”.
“No esperan nada, no tienen expectativas, lo han abandonado todo, mantienen el control sobre su mente y sus sentidos”.


ACCIÓN COMO OFRENDA, DEVOCIÓN:

Cuando estamos dedicando aquello que hacemos por algo más que no sea nuestra propia individualidad, por algo más sutil, más trascendente. Cuando actúo desde el sacrificio: el SACRO OFICIO u OFICIO SAGRADO, cuando hacemos algo dedicado a algo más grande que uno mismo.

“Dios no es algo lejano, sino que está dentro de ti es tu ser. Si ves la divinidad en todas tus acciones lograrás la unión con Él … no importa lo que hagas, ya sea que comas, duermas, trabajes o solo respires, esa actitud devocional promueve el verdadero conocimiento y sabiduría”

Son diversos estos métodos de sacrificio o de veneración o de ofrenda y todos tienen por objeto desarrollar cierta actitud mental que conduce a la sabiduría, algunos de los sacrificios enunciados son:

De los sentidos, ofrendándolos al fuego de la contención sensorial (Pratyahara)
De las actividades cotidianas.
De las posesiones y riquezas practicando la austeridad (Brahmacharya)
Del aliento inhalado y exhalado (pranayama)
Del alimento mediante el ayuno.

Pero no debemos caer en quedarnos con la externalización y lo mecánico de los rituales, estos son una excusa para recordarnos lo que sucede adentro, en nuestro Ser. Son actos repetidos muchas veces para que logren instalarse en el subconsciente, produciendo algo que nos permita: volver a nuestro estado natural, unificar Todo lo que somos y encontrar nuevas formas de conexión con los demás.

Cuando llevamos el ritual a la vida, cada acto se convierte en algo sagrado, y cada gesto tiene el poder de activar la sabiduría interna.

“Quienes viven con actitud devocional sincera ofrendando su vida para mejorar el mundo, no incurren en pecado, no acumulan deudas kàrmicas”
“Como ves Arjuna múltiples y diversas son las ofrendas que las personas hacen a Dios. Todas ellas provienen del funcionamiento del cuerpo, los sentidos y la mente. La acción en su forma corriente encadena, mientras que, convertida en devoción, libera”
“Tu estas vivo con el fin de iluminarte y unirte a Dios”


ENTREGARSE AL GURÚ, SERVIRLE AL GURU.

Reverenciar de todo corazón a alguien que auténticamente ha alcanzado un conocimiento espiritual. Pero el real sentido del Gurú y lo que debemos entender es que el gurú no nos da la respuesta para encontrar la sabiduría, sino que nos ayuda a encontrar esa sabiduría propia, esa conexión con la intuición. El gurú nos guía hacia el autoconocimiento, hacia la exploración y profundización del Ser, a escuchar esa fuente de intuición interna que te da todas tus respuestas. Entonces es ahí donde entendemos que el Gurú no es más que un canal una fuente de inspiración, quien te ayuda a descubrir tu propia luz. Y empiezas entonces a SERVIRLE A LA INTUICIÓN. Pero para servirle a algo, tengo que conocerlo así que debemos hacer un proceso de reconocimiento y acercamiento a nuestra intuición. Hay que afinar las preguntas y estar atento para escuchar mejores respuestas del Gurú, de tu propio Ser.


El poder del autoconocimiento


Sólo cuando iniciamos este proceso de sumergirnos en lo profundo de nuestro Ser, cuando entramos a indagar en la naturaleza de lo real y lo no real, cuando tenemos el valor de mirarnos y percibirnos profunda, amorosa pero determinadamente para ir a revolcar esa podredumbre interior que nos aleja del verdadero Ser Interior, cuando reconocemos lo que somos y nos damos cuenta que no somos todo aquello con lo nos solemos identificar: miedos, angustias, ansiedades, etc. Y hacemos algo para transformar esas identificaciones, es cuando le abrimos paso a la verdadera sabiduría interior, que nos guía paso a paso por este proceso de evolución espiritual.

“Tendemos a AHORRAR lo que realmente somos por miedo, inseguridad o desconocimiento, caemos en la economía de los escases: nadie suelta, nada circula, cada quien quiere atesorar lo poquito que tiene. Creernos dueños de algo nos lleva a vivir a pensar desde los escases” Por eso la invitación es a ofrendar cada pequeño acto, debemos darnos cuenta de nuestra gran belleza y de todo lo que genuinamente cada uno de nosotros tiene por entregar, crear, aportar e inspirar. Entender que lo que ofrendamos y compartimos desde el amor, con el amor se expande y crece.

“Tu ignorancia de tu verdadero ser interior …es la causa de tu actual renuncia a actuar, así como lo opuesto de esa ignorancia, el autoconocimiento te impulsaría hacia la acción intrépida. Cercena pues con la espada de la sabiduría, las dudas de tu corazón. ¡Tu el mejor de los hombres levántate ocupa tu puesto es un guerrero!"

Sembrado por Cristina Castañeda y Esteban Augusto (Encuentros Marzo 2021)



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El tercer capítulo del Bhagavad Gita comienza con una gran pregunta que hace Arjuna y es: ¿es más importante la sabiduría o la acción?. Arjuna no entiende, Krishna dice que hay que actuar pero a la vez que lo importante es el conocimiento del ser. Con base en eso Krishna aprovecha para explicarle a Arjuna cómo se debe actuar, cómo la naturaleza actúa con algo que se llaman las gunas y cómo el papel del Yogui es trascender la acción de las gunas, para no actuar desde el deseo, la reacción y los patrones previos. Basados en la explicación de Krishna, se podría concluir que la acción no es lo opuesto a la sabiduría, como a veces se puede entender, sino que justo es lo que nos prepara para que se despliegue esa sabiduría.

En el Gita se plantea que es posible estar en el mundo pero libre del sufrimiento y para eso se presentan estos caminos por los que pregunta Arjuna. 


El papel del sabio

El sabio, que es el que se ha liberado del sufrimiento, puede ver la unidad en la diversidad, puede estar sin actuar desde la emoción y desde lo que está pensando; Krishna dice por ejemplo: “hasta yo que no tengo necesidad de actuar, actúo” porque si no actuara, los demás no verían mi ejemplo. Los sabios, esos seres que han evolucionado y avanzado espiritualmente nos sirven entonces de referente e inspiración.


A veces leemos las palabras o enseñanzas de los sabios y basados en eso creamos un estereotipo de que un sabio es así o hace esto o aquello, creamos un modelo de que el sabio debe ser de una forma específica, pero cuando miramos a través de la historia vemos que no hay un modelo, cada sabio es una flor única e irrepetible. Algunos salían a caminar para cambiar el mundo y a protestar y a moverse desde su sabiduría, mientras que otros se quedaban en su ashram meditando. Hay una historia de Ramana Maharshi que dice que alguna vez alguien le increpó: maestro usted por qué no va a peregrinar por la India, a ayudar, y él era tranquilo y se reía, y decía que desde ahí estaba ayudando, y se quedaba meditando mientras que otros sabios se iban a andar. No hay entonces una fórmula, un camino único, no hay una receta que diga que un sabio debe ser de una u otra manera. Sin embargo, en el Gita se plantea por ejemplo que “no hay ningún deber que realizar para el que se satisface sólo con el ser”, y esto se podría entender de dos formas, la primera es que una persona despierta o un ser iluminado ya no tiene obligación con el mundo, y la otra es que para un ser iluminado bodhisattva es innato en él y entonces lo que quiere es transformar el mundo. Y vuelve la pregunta de Arjuna: el camino de las obras, de la acción o el camino del conocimiento ¿Cuál elegir? ¿Están acaso separados? 


La acción o la sabiduría

El camino de la acción siempre genera karma si no despertamos la conciencia del desapego, de actuar sin reaccionar. Porque cuando reaccionamos, el actuar es desde el instinto y desde la emoción, pero cuando le ponemos un poquito de luz, la luz de la sabiduría, del jñana yoga, que nos enseña a reflexionar antes de actuar o analizar qué es lo que está moviendo mi actuación, cuál es la intención que va detrás de esa acción, ahí empezamos a liberarnos del resultado del karma. 


Empezar a actuar desde el desapego, desde no esperar el resultado, nos va a llevar a entender el camino del sabio o del jñana yoga, que es un ser que vive sin esperar, entendiendo la unidad en la diversidad, que es capaz de encontrarse desde la quietud de la mente sin estar impulsando sus acciones por las emociones ni por los pensamientos reactivos. Esto quiere decir que un camino nos lleva al otro inevitablemente. Debemos estar actuando sí, pero a la vez, debemos estar analizando nuestras acciones, entendiendo desde dónde las hacemos, y a medida que sucede esa observación, vamos poniendo más luz en el actuar, y de eso se trata el jñana yoga, el camino de la sabiduría, el de la luz. En este punto, con un buddhi más amplio y una conciencia más abierta, es posible estar observando las acciones, ver la esencia, ver con claridad para poder realmente actuar en lugar de reaccionar. 


Podríamos responderle a Arjuna entonces, que no se preocupe, como lo hace Krishna, que todos los caminos conducen a él, uno lleva al otro y por eso no están separados. Recorrer el camino, actuar, y actuar con consciencia y observancia hace que te vayas purificando y limpiando tus acciones, e incluso, hace que eventualmente, entiendas, no desde la mente, que no eres tú el que actúa. Con ese darse cuenta te haces sabio. Cuando empiezas a darte cuenta de la raíz de las cosas o del actuar o del por qué funciona todo, entiendes el funcionamiento de las gunas y puedes comprender que algunas veces estás actuando desde la inercia (tamas), otras desde pasión (rajas) pero otras veces actuamos desde un estado de más equilibrio (satva). Se trata entonces de darse cuenta, de estar en ese estado de observarse, preguntarse desde dónde está sucediendo mi acción; eso es lo que nos va a llevar a la sabiduría, darnos cuenta desde dónde estamos actuando. 


Por otro lado, vale la pena preguntarse sobre la relación de estos caminos. Si bien, desde el intelecto y la reflexión se puede llegar a cierto conocimiento del ser, hay que tener presente que el intelecto siempre es producto de la información que se procesó a través de los sentidos, entonces esa relación no se puede separar. La filosofía, la teorización nunca se hace desde lo que no se vive, siempre es a través de una acción, de una recopilación de experiencias que empezamos a reflexionar o a hacer todo este ejercicio intelectual. 


Hacer, sentir y pensar

Habría que contemplar además el hecho de que, ya sea que estemos por el camino de la devoción o por el camino de la sabiduría, siempre hay movimiento presente y el movimiento es acción. Nunca estamos 100 % en estado de inercia, tamásicos, esperando que llegue la iluminación sin hacer nada, así estemos sentados creyendo hacer nada, estamos actuando, porque el corazón está latiendo, los pulmones están trabajando, los riñones filtrando, etc. Pareciera entonces que el karma yoga o todo lo que involucra la acción estuviera metido en todos los caminos, fuera inherente a todos. Por ejemplo, si estamos en el camino del jñani yoga, el de la sabiduría, como ya se dijo antes, igual tenemos que actuar, tenemos que estar en un proceso constante de reflexión, de autoconocimiento. Tal vez se trata de entender la acción de una forma no tan literal, porque si estamos haciendo una pūyā, con toda nuestra devoción y nuestro corazón, de todas formas estamos haciendo un movimiento energético, hay una acción.


Todos hemos visto cómo los árboles dan flores y muchas de esas flores se caen y la flor deja de ser flor y da paso para que suceda el fruto. A veces creemos que la flor y el fruto son cosas separadas, pero simplemente son manifestaciones de lo mismo, la flor, el fruto y la fragancia no podrían separarse, no podrían disociarse pues son parte de lo mismo.


Algo similar pasa con los seres humanos, tenemos tres facultades básicas que son la facultad de hacer, de sentir y de pensar, sin embargo, a veces nos venden la idea de que hay unos caminos y que hay un camino que es superior a otro. Cuando uno lee el Gita y lee ciertas traducciones puede entenderlo así: la devoción como superior a la acción, la sabiduría como superior a la devoción, o al revés, y así se va enredando la pita. En las diferentes traducciones algunos explican la acción como el servicio devocional, otros como la práctica de la meditación, otros como seguir los preceptos o conceptos del maestro; cada uno le da un sentido diferente, pero en el fondo todos estamos haciendo y lo que ha pasado es que cada institución interpreta la acción y le da fuerza a esa interpretación desde lo que enseñan, para unos la meditación, para otros la práctica ritual, etc. 


Cuando refinamos nuestra capacidad de pensar desarrollamos la sabiduría, cuando de hecho callamos el intelecto sucede la sabiduría y eso es refinar el pensamiento, cuando refinamos nuestra capacidad de sentir, nos damos la posibilidad de sentir lo supremo, lo sagrado, lo divino y eso le da cabida a la devoción. Refinar el sentir nos lleva a la devoción, refinar el pensar nos lleva a la sabiduría y refinar nuestras acciones nos lleva al karma del que hemos venido hablando, a la acción libre de apego. Cuando dejamos de actuar mecánicamente o instintivamente le damos lugar a la acción libre de apego. 


Cada una de estas tres opciones también depende de las tres naturalezas que tiene el ser humano. Cuando refinamos nuestras acciones cotidianas, refinamos nuestro karma y eso nos conduce al dharma y tiene que ver con los tres elementos básicos de la naturaleza del ser humano que, aunque podemos verlos muy divididos, están siempre presentes, solo que hay momentos donde es más preponderante el uno que el otro. 


Una de las grandes definiciones de yoga es unir el hacer, el sentir y el pensar y para que esta unión suceda hay que comenzar por el lado en el que se tiene más fuerza. Entonces, si se es muy de la acción, se entra a través de la acción, y a través de ella se desprenden los otros caminos, con la acción es posible darse cuenta de que en eso que hacemos no somos el centro, que no somos lo más importante, ni lo único y podemos así desarrollar la actitud de hacer por los demás, transformando ese hacer en devoción. 


Todos tenemos un talento y debemos descubrirlo para ponerlo al servicio de los demás. Cuando actuamos desde el dharma, desde ese talento, nos sentimos felices y conformes, no estamos esperando nada a cambio, porque eso nos da dicha, entonces encontrar ese talento, ese dharma puede ayudarnos a refinar y elevar el camino de la acción.


Cuando desarrollamos esa actitud de hacer más allá de nosotros mismos y estar en función de los demás, nos damos cuenta de lo que verdaderamente somos y ahí se desarrolla la sabiduría. Esa es una forma y mucha gente entra por ahí, sin embargo, a otra gente le cuesta ‘hacer’, tomar las cosas en sus manos y hacerlas, pero piensan y son felices reflexionando e interpretando todo, esa gente lo que necesita es entrar por el camino que tiene más fortaleza, por el pensar, refinan el pensar, convierten el pensar en una acción y convierten esa acción en devoción, en servicio, en entrega. 


Cada una de esas tres facultades: hacer, sentir y pensar dan cabida a cada uno de los tres núcleos, de los tres caminos principales en yoga que son: el karma, el bhakti y el jñana y cada uno de nosotros de acuerdo a nuestras condiciones y a nuestros atributos le va a dar más relevancia, como ya se mencionó antes, al uno que al otro. Algunos somos súper devocionales, algunos somos súper intelectuales, algunos somos de la acción y eso es importante entenderlo porque la clave no está en homogeneizarnos, no a todos les sirve la sabiduría, por ejemplo, ya que ella florece en cada uno de diferentes maneras. Algunos tenemos cierto trabajo previo con la acción y no nos cuesta, algunos tenemos trabajo previo con la devoción y no nos cuesta, y así. 


En otras palabras, si entendemos en dónde estamos, cuál es nuestro fuerte, cuál es el núcleo en el que somos mucho más potentes, podemos utilizar eso como puerta para abrir los otros dos y ahí realizar un acto de yoga en el que el hacer, el sentir y el pensar están siendo coherentes. Es un acto de yoga en el que jñana, bhakti y karma están sucediendo simultáneamente, están totalmente trenzados, la idea de separarlos es una ilusión bastante intelectiva que pretende delimitar hasta dónde va el uno y comienza el otro. El ejercicio es aprender a conocernos tan a fondo que podamos identificar cuál es nuestro potencial, cuál es nuestra puerta de entrada más útil y utilizando esa puerta de entrada poder desarrollar o equilibrar todas nuestras facultades humanas. A veces podemos ver las cosas demasiado separadas pero el sentido real es la integración de todas ellas.


Siempre estamos pensando, siempre estamos actuando y siempre estamos sintiendo, y la clave no está en querer controlar esas acciones, ni en querer controlar lo que pienso, ni en querer controlar las cosas, está en refinar. Siempre que estamos actuando podemos darle una dirección, siempre que estamos pensando podemos dirigir esos pensamientos hacia algo o desde un lugar distinto y siempre que estamos sintiendo podemos dirigir ese sentir desde o hacia algo. 


El sacrificio, ofrendar la acción y el sentido de la ofrenda

Se suele creer que el camino del sabio es para unos pocos, que los que ya tienen muchas vidas de mucha acción hacen que florezca en ellos la sabiduría y es una forma de entenderlo pero implica una concepción temporal que a veces no podemos entender. Si nos centramos sólo en esta visión temporal, en esta existencia y más que esta existencia en este momento, cada acción, si somos lo suficientemente receptivos puede activar esa sabiduría. 


Según se explica en el Gita, la ofrenda, el yajñá, va más allá de lo ritual: la ceremonia, la puya, el fuego, el mantra, estas acciones son solo el lado externo, y si bien, para algunos de nosotros puede que sea más fácil y ‘conectador’ buscar la liberación del sufrimiento siguiendo esas acciones, para otros no. El yajñá es una excusa externa para hacer que suceda algo interno, ese es el sentido de la ofrenda. Toda la tradición Védica por ejemplo, está apoyada en el fuego ceremonial y es una religión de la ofrenda, y es algo muy bonito porque es simplemente sintonizarse con el ritmo de la vida y la vida siempre ofrenda algo para algo más. Las hojas se ofrendan a la tierra para pudrirse y volverse abono para el árbol, y la lluvia se ofrenda para nutrir la tierra, cada uno se está ofrendando para los demás. 


El sentido de entender la ofrenda es darnos cuenta de que en el fondo no podemos estar separados de nadie y lo que realmente se hace con ella, cuando cantamos por alguien o cuando prendemos un fuego por algo, cuando hacemos peregrinaje y caminamos o subimos una montaña en honor a algo o para alguien o en función de algo, lo que estamos haciendo es recordando ese vínculo que tenemos con los demás, es romper la ilusión de la separación. 


A veces nos quedamos sólo haciendo la ofrenda externa: todos los días prendo mi vela, canto el mantra, otro fin de semana subo la montaña, etc. Pero eso que hacemos afuera sólo es una excusa para desarrollar esa actitud dentro, y esa actitud es el gran sentido a dónde debemos de llevar la acción y es darnos cuenta de que cada acción que hacemos no está en función de nosotros, sino que cada acción es una excusa para reconectarnos con los demás, que es otra de las grandes definiciones de yoga. El yoga nos permite unificarnos a nosotros mismos para conectarnos con los otros. Así, en la medida en que logramos unificar el hacer, sentir y pensar y romper la ilusión de la separación podemos estar más vinculados a las demás personas. 


Entonces, el juego del yajñá es, como dice Krishna: ofrendar cada acción, cuando uno hace eso, se saca a sí mismo del centro y deja de creerse el protagonista. A veces la gente entiende el sentido de las ofrendas como si fuera un chantaje -tal vez no sea la mejor palabra-, a veces la gente ora para chantajear a Dios, “Dios, estoy haciendo esto pero dame tal cosa”, la gente trata de negociar las fuerzas de la naturaleza, de lo supremo, y si bien se puede prestar para eso, el sentido no es ese. El sentido de la ofrenda es tomar algo y desprenderse de ello para dejar que suceda otra cosa, para no aferrarme a algo. Coges una respiración, por ejemplo, y la ofrendas, la ofrendas en sonido, la ofrendas en una palabra; coges una respiración y la transformas en un mantra, y ahí estás haciendo una ofrenda; coges el movimiento y lo ofrendas en quietud, ese es el sentido. 


Cuando Krishna dice que la clave de esto, del karma yoga, es ofrendar las acciones, el sentido de ofrendar es recordar que somos parte de algo mayor, darnos cuenta que siempre está sucediendo un sacrificio. Cada célula de nuestro cuerpo está muriendo en este instante para que otra viva, se está sacrificando. Nosotros tenemos una concepción del tiempo muy rara y nos creemos muy importantes, pero simplemente estamos vivos por el sacrificio de un montón de humanos antes de nosotros, y nosotros seremos sacrificados para que otros humanos vengan, y para que otra vida venga y se manifieste de otra forma. Cuando entendemos eso, tal y como pasa con las células en nuestro cuerpo y también pasa con nosotros como humanos y con los planetas que se sacrifican para que de su material se creen otros, y pasa con los sistemas solares y las galaxias que se implosionan y explotan para crear más elementos de los cuales nacen los nuevos soles y los nuevos planetas, cuando entendemos eso, nos damos cuenta de que nuestra acción como sujetos es carente de propósito, de sentido, de significado, porque no es más que parte de una acción mayor. 


Cuando ofrendamos, aprendemos a conectarnos con esa acción mayor y estamos haciendo desde ese lugar y cuando hacemos desde ese lugar de mayor apertura, profundidad nos damos cuenta de que en el fondo no hay que hacer nada, como dice el texto “para quien simplemente está apoyado en el ser no hay ninguna acción” porque todo simplemente está sucediendo, porque nos damos cuenta de que ya estamos muriendo, simplemente estamos acá para crear material para los que vienen. Esto transforma el sentido de la acción porque ayuda a quitarle fuerza a la individualidad, al sentido del ego, y eso se hace a través de ofrendar las acciones. 


Dentro de este capítulo se plantea que la clave no está en convencer a los demás sino en inspirarlos, el sabio no quiere remover la ignorancia de las otras personas, él hace su trabajo y en la medida que lo hace, los que son más sensibles a ciertas cosas, van abriéndose a esa posibilidad, y cuando se abren a esa posibilidad, llega la persona que les inspira, les guíe y les acompaña. El sabio no está tratando de convencer a todos de que nos estamos muriendo porque la vida va a manifestarse de otra forma, etc. Si bien se puede hacer desde el lado intelectivo racional, vivirlo desde ese lugar, desde entender que cada instante nos morimos y estar en paz con eso, darnos cuenta de que cada una de nuestras acciones es absolutamente efímera y actuar desde un lugar desprendido de la individualidad es el gran sentido de lo que se propone desde el karma.


De ahí lo interesante de las palabras servicio y sacrificio, la acción no es más que un sacrificio para algo más, la acción como tal, el sentido del karma es desarrollar el servicio, que cada acto sea un acto de servicio a los demás. Cuando nos creemos separados de los otros, pensamos que actuamos sólo para nosotros mismos, pero cuando nos damos cuenta de que no estamos separados, actuamos para los demás y como consecuencia, cada acción deja de estar filtrada por el intelecto, por el calcular, el pretender, el dirigir, y cuando nos liberamos de ese interés de dirigir, simplemente actuamos y cada acción es para y por los demás y así es como toda la vida se sostiene entre sí, porque no puede dividirse, no puede separarse.


Veamos los caminos sin la idea de separación, en el Gita se presentan muchas modalidades en estos caminos y las diferentes tradiciones lo interpretan desde distintos lados, pero la clave para entender el karma es el servicio, el sacrificio como la excusa para recordar la conexión que tenemos con los otros, ese es el sentido del deber, el dharma propio o el dharma ajeno. 


Cumplir el dharma es darnos cuenta cuál es nuestro papel en esa gran estructura. Pasa con las células por ejemplo lo siguiente: la célula del hígado sabe que es célula del hígado y la del cerebro sabe que es del cerebro, porque hay una sabiduría que las orienta. A veces lo que nos pasa como seres humanos es que no sabemos si somos hígado o si somos cerebro, no sabemos si somos músculos o somos huesos, entonces hacemos lo que nos da la gana, y una célula que hace lo que le da la gana y se reproduce como le da la gana y dice lo que le da la gana, no es más que una célula cancerígena que comienza a hacerle daño al sistema. Sin embargo, cuando cumplimos nuestra acción y asumimos quiénes somos y qué hacemos, tal como una célula del ojo que se reconoce como tal y entonces hace lo que hacen las células de los ojo y cumple con su acción como célula del ojo, estamos siendo parte de un sistema mayor y cumpliendo nuestro propósito, ese es el dharma propio. Pero cuando no sabemos quiénes somos, ni qué hacemos, ni cuál es nuestro propósito o nuestra función dentro de este sistema, podemos ser células del ojo y creernos células del riñón y entonces querer filtrar líquidos. Pero eso no tiene sentido y terminamos haciendo daño. Por eso el texto dice que es mejor no cumplir con el dharma propio que andar cumpliendo con el dharma ajeno. Ese ejercicio de las células y de la sabiduría que rige las células y de la acción que ejecuta cada una es perfectamente aplicable y extrapolable a lo expuesto. 


La conquista del deseo y de la ira, los dos aspectos de la pasión

Otro tema que se expone en este capítulo es el deseo, Krishna dice: “... el enemigo tenaz del hombre sabio es la insaciable llama del deseo, que mantiene oculta a la sabiduría” y luego uno versos más adelante dice: “ Se dice que los sentidos, la mente y el intelecto son el poderoso baluarte del deseo; a través de ellos, el deseo eclipsa la sabiduría del alma que se ha encarnado, así la engaña”. Para entender esto podemos poner estos aspectos en un escalafón así: está el cuerpo, por encima del cuerpo están los sentidos, por encima de los sentidos está la mente, por encima de la mente el intelecto y por encima del intelecto está la mera presencia, y por encima de la presencia está el ser. 


El deseo se manifiesta más claramente en las estructuras más externas. Entonces en el cuerpo, en los sentidos y en la mente el impulso del deseo es muy evidente; pero en el intelecto, o en esa facultad de discernir, y en el ser, no tanto. 


Volvamos a la imagen del escalafón, la estrategia para vencer al deseo es que el elemento superior domine al inferior, así, la mejor forma de dominar al cuerpo es con los sentidos, la mejor forma de dominar los sentidos es con la mente, etc. Entonces el ser -consciencia- es el único que puede dominar los deseos y ahí va la frase que dice “domina al ser con el ser”, al yo -pequeño- con el YO -grande-. La forma de tomar las riendas y desidentificarse del cuerpo, los sentidos y la mente, es con el YO de la consciencia, de la sabiduría que discierne.


El texto plantea además que la mayoría de nuestras acciones son la consecuencia de darle fuerza a los deseos, en ese orden de ideas, los impulsos del cuerpo, los sentidos y la mente conquistan un papel preponderante. Para que el cuerpo no nos mande hay que controlar los sentidos, para que los sentidos no nos manden, hay que controlar la mente y para que la mente no nos mande, hay que direccionar desde el buddhi. Por eso, la consciencia es la que tiene que tomar las riendas de los sentidos para dejar de sucumbir ante los deseos.



Sembrado por Carol Jaramillo y Esteban Augusto (Marzo 2021)




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