TEYUNA: 5 DÍAS EN LA MONTAÑA

by - julio 26, 2021

 

Con Rafael-Shemaku

Un mayor se preguntó una vez, "¿quiénes son todas esas gentes? viene a acá disque a caminar por la montaña y a visitar las ruinas, pero se la pasan caminando con prisa, y con la mirada clavada en el camino". Esta fue una de las historias que me comentó uno de los guías que nos acompañaron en el recorrido, y que pude corroborar con la actitud de la mayoría de las personas con las que nos encontramos en la ruta.

Hace varios años tenía en la lista de pendientes, hacer este recorrido a Ciudad Perdida, de hecho lo había agendado con un gran amigo, para cuando termináramos de hacer las maestrías que estábamos cursando, pero por múltiples circunstancias de la vida, él no pudo acompañarme, pero gracias a él me animé abrir el grupo a otras personas para compartir esta ruta.

Nuestra aventura contó con la fortuna de se guiada por un par miembros de la comunidad wiwa, uno de los cuatro pueblos originarios de la estas estribaciones montañosas, de su mano recorrimos las rutas, pero sobre todo nos hicimos receptivos a las historias propias de su pueblo, que es uno de los pueblos guardianes de la sabiduría del Origen.

Muchas de las cosas que nos compartieron, seguirán sólo el camino de labios a oídos, porque no es mi pretensión perpetuar la costumbre de saquear historias para compartirlas por este medio. Pero más que lo que nos decían, siempre era mucho más poderoso lo que hacían, ellos nos recordaron la nobleza que implica el estar dispuesto a servir a los desconocidos, y el llamado a pensarnos, pero sobre todo a comportarnos como comunidad, y aunque su invitación era fuerte y clara, se veía muy opacada por las fuertes tendencias al individualismo y a defender únicamente los intereses personales, presentes en una gran cantidad de los miembros de esta excursión.

Pero bueno, no estamos acá para narrar las desventuras propias de un conjunto de personas que oscilaba entre una actitud extractivista que querer sacarle el conocimiento a los guías tal y como lo hacemos con los minerales de suelo, y una actitud de turista egoísta de creer que todos tienen obligaciones con ellos, pero ellos no tienen ninguna obligación con los demás, porque si bien estos tipos de comportamientos estuvieron presentes de principio a fin, podría decirse que también nos acompañó una actitud bastante receptiva y algunas veces cooperativa, lo que facilitó el llevar a cabo nuestro cometido.

En la Cúspide



Ahora bien, la razón principal de esta propuesta, es proponer unas cuantas reflexiones sobre lo que significa este tipo de camino, y las implicaciones que han tenido sobre las comunidades nativas este tipo de turismo.

Imaginate que un día te despertaras, y lo que siempre has considerado como tu hogar, ahora está en manos de otras personas. Era tu hogar y el de tus ancestros, para ti era sagrado, y de repente ahora otros lo recorren sin pedirte permiso, otros han tomado tu casa como un salón de fiestas, otros han cambiado las historias de lo que representan esos lugares, otros están cobrando la entrada a tu hogar, y a tí prácticamente te han vuelto parte del paisaje, incluso hasta te venden en los paquetes turísticos.

Algo así es lo que ha pasado con la mayoría de los territorios de los pueblos originarios, y el caso de la los pueblos de la Sierra Nevada, y el turismo que se ha venido generando al rededor de sus ruinas y sus rutas, es un gran ejemplo de eso. Fue muy triste encontrar como las agencias, los guías y hasta los públicos se han dedicado a crear y a alimentar sus propias narrativas ancestrales, desconectadas completamente de las historias tradicionales, y les han dado a los pueblos originarios un lugar exótico y distante.

Las luchas que han dado algunos de los pueblos, por salir de estos lugares de exotización, ha sido bastante arduas, se han peleado por tener trabajos dignos dentro de toda la estructura del turismo, para que no se queden en ser sólo los porteadores del equipaje, manufactureros de artesanías, o los arrieros de las mulas, creando sus propias agencias, construyendo sus propios lugares de recepción, capacitando sus propios guías, y con ello hasta se han dedicado a compartir la profundidad de sus propias historias y de sus propias tradiciones, pero sólo con aquellos que encuentran receptividad.

Se me hace muy divertido ver, como le rendimos un culto al extrajero, valoramos sobremanera los guías espirituales de otras latitudes, compramos sus libros, repetimos sus discursos, pero nos dedicamos a desconocer que en estas tierras hay seres que han dedicado todo su vida al cultivo interior, y que en medio de estos seres de vidas sencillas está presente una sabiduría capaz de eclipsar nuestra ignorancia y de ser fuente de inspiración para nuestro modo de vida.



Escuchando el mamu



Lo que se ha hecho con estas rutas, siento que ha sido consolidar un gran atractivo turístico enfocado en extranjeros y unos cuantos nacionales, y el hacer el "treacking" se ha convertido como en una meta obligada que muchos quieren colgar en su lista "lugares recorridos", y tomarse unas cuantas fotos dignas de una postal, pero siento que pocos se dan la posibilidad de abrirse a los guardianes del territorio, de dejarse permear por acto de compartir el camino con otros seres, de dejarse deleitar por lo que las ruinas y los paisajes tienen para enseñarnos.

Como pasa con muchas de las propuestas hoy en día, se dedican al consumo de experiencias, y no propiamente a la vivencia de las experiencias, en sus afán por tener productos vendibles, se centran en crear artificios para hacer todo más cómodo, olvidando que el propósito del viajar no está en llegar a la meta, tomarse la mega foto, y recordar unas cuantas palabras de un discurso inventado, sino que el viajar es simplemente para evocar un proceso de transformación interior.

Y la clave para estimular esa transformación interior está a abrirse a la receptividad, abrirse al camino, al caminar, a los compañeros de camino, abrirse a los paisajes, a las personas, a las historias, porque en el acto de abrirnos, es que nos damos cuenta de lo que somos, y en ese autoconocimiento, que siempre es relacional, es que nos damos la posibilidad de transformarnos.

Lo que suele pasar es que cuando viajamos dentro de la burbuja de nuestras propias expectativas, cuando estamos más centrados en nuestra individualidad y nuestra supervivencia, cuando le prestamos más atención al ángulo de la foto que al paisaje, cuando nos volvemos extractivistas de historias, cuando confundimos comodidad con deleite, cuando evaluamos todos nuestros conocimientos con el lento de nuestras propias preconcepciones, no nos hacemos lo suficientemente receptivos para dejar que la experiencia nos transforme, y siento que ese es el gran llamado en este tipo de viajes.

Con Saúl.



De seguro volveremos a hacer este recorrido, no como un viaje turístico, sino como un peregrinaje espiritual, de seguro refinaremos un poco el grupo antes de emprender la ruta, de seguro la montaña, las personas, las ruinas y las historias tienen mucho más para enseñarnos, y de seguro encontraremos más oportunidades para hacernos receptivos al camino y para dejarnos transformar sobre en el caminar.


Sembrado por Esteban Augusto (Julio 2021)

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