Nuestra vida transcurre entre puentes...

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Nuestra respiración es un puente entre la mente y el cuerpo.

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Nuestros sentidos son un puente entre el afuera y el adentro.

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Nuestros pensamientos son un puente entre nuestras sensaciones y nuestras acciones.

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Las palabras son un puente entre lo manifestado y lo inmanifestado.

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Nuestro cuerpo es un puente entre lo terrenal y lo espiritual.

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La energía es un puente entre la materia y la consciencia.

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Nuestra mente es un puente entre nuestro Ser y el mundo.

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La columna vertebral del ser ser humano es un puente entre el cielo y la tierra.

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La intuición es el puente entre el instinto y el intelecto.

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El silencio es un puente entre lo finito y lo Infinito

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Esta existencia es un puente entre la vida y la muerte.

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El corazón es el puente entre nuestra existencia individual y nuestra realización espiritual.

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Pero lo paradójico es que un puente puede ser, tanto algo que une, como algo que separe. Cuando nuestra mente y nuestro cuerpo están desconectados basta con tender el puente de la respiración para integrarlos. Pero también puede ser que, nuestra energía sea la que obstaculice la conexión entre la materia y la consciencia.

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Por eso la gran labor que debemos asumir es la de transformar todos los obstáculos en elementos que vinculen, y si bien la mente, el cuerpo, las palabras, los sentidos y todos los demás elementos cuando están aprisionados por nuestra ignorancia terminan convirtiéndose en obstáculos que nos desconectan, cuando logramos ponerlos al servicio de la Sabiduría de la Vida, se convierten en puentes que nos integran.