EL CONSEJO DE LOS SABIOS

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Los soberanos de antaño apoyaban siempre sus decisiones en su consejo de sabios, les convocaban para consultarles sobre las puertas que abría cada una de las posibles elecciones, y ellos desde sus diversos puntos de vista exponían y debatían hasta llegar a un consenso, sobre el cual el soberano se apoyaba para decidir lo que era mejor para su reino.

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De los antiguos consejos de sabios se derivan las actuales juntas directivas y demás organismos de consultoría colegiados, pero también son el reflejo de un proceso que sucede internamente en cada uno de nosotros, ya que dentro nuestro tenemos siete sabios a quienes deberíamos invocar y escuchar para que nuestras decisiones se sustenten en el consenso de sus visiones.

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Estos sabios internos representan los siete núcleos de sabiduría, que en ciertas tradiciones se asocian con los que llamamos los Chakras, y que corresponden a:

La sabiduría de la supervivencia, aquella que nos da consejos sobre qué tanta plenitud nos aporta esta decisión a nuestra estabilidad material.

La sabiduría del disfrute, aquella que nos aconseja sobre el nivel de deleite sensorial y de plenitud sentimental que se deriva de cada elección.

La sabiduría de la voluntad, aquella que nos da consejos sobre la factibilidad y la determinación que requeriremos para afrontar cada elección.

La sabiduría de los relacionamientos, aquella que nos da consejos sobre que tan expansivos son los vínculos que creamos con la decisión que tomamos.

La sabiduría de la creatividad, que nos aconseja sobre el nivel de coherencia y congruencia que se desprende de nuestras elecciones.

La sabiduría del discernimiento, aquella que aclara nuestro espectro de visión, y que nos aconseja sobre las diferentes consecuencias de nuestras acciones.

La sabiduría de la unicidad que nos aconseja sobre el nivel de plenitud espiritual nos aporta cada elección.

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Entonces en cada una de nuestras decisiones valdría la pena preguntarles a todos estos sabios sobre qué consejo nos darían, para que nuestras elecciones no estén apoyadas en los caprichos de nuestros impulsos egóicos, sino en el nuestra sabiduría interior.