EL ESPEJO DE LA MENTE

by - junio 27, 2020




YOGA VASISHTHA (4)

LIBRO III: UTPATTI KHANDA


Apartados:

Naturaleza de la mente

Sobre la causa primera o Müla Karana

Naturaleza de Brahman

Naturaleza del jivanmukta y videhamukta

La causa suprema o Parana Karana


La materia se produce a raíz del espacio, el espacio a raíz de la mente, la mente a raíz de la conciencia y la conciencia a raíz de lo Supremo. Tenemos entonces cinco elementos: lo supremo, la conciencia, la mente, el espacio y la materia; en el centro se encuentra la mente. El supremo se refleja en un espejo y se ve a sí mismo, este espejo es la mente que puede convertirse en el núcleo en el que se pierde a sí mismo o en el que se encuentre a sí mismo y logra ver su reflejo.


El ejercicio desde la imagen que se ve reflejada es poder recordar que esa materia no es más que una proyección de la mente y darnos cuenta que esa proyección no es más que un reflejo de la conciencia. El que se mira en el espejo puede llegara creer que el reflejo es él mismo, pero el reflejo no es más que un reflejo de él. La conciencia sigue siendo la conciencia pero se refleja a través de la mente, la mente es entonces ese espejo a través del cual puede reflejarse, el problema es que a veces creamos una identificación con ese reflejo, creemos que ese reflejo es lo que somos.  La conciencia muchas veces se pierde en la mente y se identifica con el reflejo, la conciencia termina entonces identificada con la materia. El trabajo que tenemos como humanos es a través de ese reflejo, que es la materia, poder darnos cuenta que necesitamos refinar nuestra mente para poder volver a ser la conciencia, necesitamos hacer ese camino de retorno.


Sí el espejo en el que nos miramos está rayado o si en su fabricación no fue manipulado en condiciones óptimas, el reflejo de ese espejo se distorsiona y eso es lo que sucede con nuestra mente, cuando la mente está muy afectada por contenidos, muy llena de información, genera ideas que se alejan de la conciencia. Cuando nos miramos en un espejo quebrado pareciera que son muchos los que están al otro lado pero solo hay uno, esas muchas imágenes que se ven pertenecen al reflejo de uno solo; pasa igual cuando la mente está fraccionada o cuando el espejo está distorsionado o cuando solo refleja algunos colores, terminamos viendo una realidad modificada y muchas veces generando identificación con esa realidad que percibimos, que nos devuelve nuestra mente.  Por eso el trabajo que se propone a través del cultivo interno tiene que ver con afinar ese punto de conexión de la mente que es el punto donde más fácilmente podemos perdernos pero también el punto donde se encuentra el potencial para retornar.


La mente es la que tiene la posibilidad de reflejar la conciencia, esa es su mayor potencialidad, pero debido a las situaciones de la vida, a lo que vivimos, ese espejo se va atrofiando, se va desnaturalizando, nos quedamos solo viendo el reflejo y nos pasamos la vida identificándonos con ese reflejo y olvidando que hace parte de algo más.


Los pensamientos son la forma en que la mente se manifiesta y la mente se manifiesta a través de los pensamientos, que son la manera de volver a la mente. Los pensamientos son todas las fluctuaciones que suceden dentro de nuestra mente, las distorsiones pero también las claridades, es por esta razón que el camino que se propone es el de aquietar los pensamientos, serenarlos para que la mente se afine y deje de convertirse en las distorsiones de ese espejo.


Lo bello de las búsquedas por claridad a través del enfoque devocional, tiene que ver con que al dedicar todos los pensamientos a lo supremo o a dios, esos pensamientos están en función de ver a quien se refleja, esto hace que no tengamos que estar tratando de descifrar a qué se debe cada pensamiento, con que trauma está relacionado y buscando además la forma de purificarlo, lo que hace que esta forma de orientar la búsqueda sea más sencilla y el trabajo entonces se reduzca a dedicarse a través del espejo de la mente a reflejar la conciencia.


El tiempo y el lenguaje

La mente funciona en dos estructuras básicas, que son el tiempo y el lenguaje, estos dos componentes le permiten a nuestra mente emerger y la forma en que la mente se expresa es a través del lenguaje, la mente siempre quiere fraccionar.  Hay que tener en cuenta que este juego del lenguaje que nos propone nuestra propia mente está limitado por todos nuestros condicionamientos previos, así que incluso usando el mismo lenguaje, todos podemos relacionar las palabras de formas distintas, la idea entonces, es no quedarnos luchando con las concepciones del otro, con las diferencias, sino lograr ver la luz que hay en cada palabra y la forma en que las estamos usando, ir más allá del lenguaje y vaciar nuestra mente. Cuando vaciamos la mente estamos vaciando también el lenguaje, estamos yendo más allá de él y de esa forma podemos ver las cosas desde un lado distinto.


Las distorsiones de nuestro propio espejo hacen que percibamos las cosas como las queremos ver, como siempre las hemos visto y esas distorsiones se manifiestan a través de distorsiones en el tiempo y en el lenguaje.


La invitación es a centrarnos menos en el lenguaje, a recordar que no todo puede ser expresado con claridad a través de las palabras, reconocer que muchas de nuestras relaciones y conexiones sobrepasan los límites del lenguaje.


Usualmente, hemos relacionado a los humanos con la mente y hemos llegado a pensar que solo los seres humanos tenemos mente, lo que hay que hay que aclarar es que no es que los humanos tengamos mente, la mente es independiente de nosotros, lo que tenemos es la facultad de acceder a ella. Ciertas especies tenemos la facultad de acceder a la mente a través de ciertas herramientas y otras especies a través de otras distintas. Al ser la materia una emanación de la mente, podemos decir que las piedras también son una emanación de la mente, la diferencia es la forma en que las piedras se conectan con la mente y esta forma de conexión depende de una relación distinta con el tiempo que la tenemos nosotros como humanos. Para una piedra, una montaña o un cuarzo un periodo de 50 años, por ejemplo, no es nada, ellos tienen una relación distinta con el tiempo y por lo tanto una relación distinta con la mente, de igual forma pasa con los animales.


Nuestra percepción del tiempo genera una relación con la mente, de igual forma, nuestra relación con el lenguaje genera una relación con la mente, lo que hace el ser humano es utilizar su propia relación con el tiempo y con el lenguaje y por ende con la mente, para hacer el camino de retorno, esto no quiere decir que las piedras o los animales estén desconectados de la mente o de la conciencia o de lo supremo, símplemente se relacionan de una forma distinta.


La concepción tradicional de la India propone que la mente es una emanación del todo y no precisamente el todo. En otras corrientes se dice que es la totalidad, el absoluto, el Brahman, que es purusha, entre otros.  Cuando le damos a la mente ese sentido de totalidad nos limitamos y la convertimos en lo más importante, pero cuando sentimos que la mente es símplemente una dimensión más de la naturaleza, una dimensión que nos lleva al deseo, a la aversión, a la avidez, que nos genera la facultad de pensar incesantemente, de generar vrittis, vasanas, samskaras y que nos enreda con todos los marcajes previos, logramos reconocer que hay un componente individual de la mente, que es la facultad que cada uno de nosotros tenemos de acceder a la mente, nos es que como humanos tengamos mente, es que tenemos acceso a ella y en ese ejercicio de acceder a la mente, podemos afinar ese punto de conexión que nos permite pulir el espejo, lo que significa que quitamos impresiones previas, reparamos la partes quebradas, refinamos nuestra mente.


Sobre el cerebro

Uno de los grandes mitos de Occidente con respecto a la mente, tiene que ver con la creencia de que la mente es el cerebro o que la mente está en el cerebro. El cerebro es símplemente la antena que nos conecta con la mente. Los humanos tenemos la posibilidad a través de ese herramienta que es nuestro cerebro de acceder a la mente y la mente está más allá de eso, es por esta razón que cuando refinamos y unificamos la mente se pueden obtener los vibhutis o poderes yóguicos que se mencionan en los yoga sutras  de Patanjali.  Cuando tenemos acceso a esa mente podemos darnos cuenta que dentro de la mente todos estamos conectados y es ahí donde podemos ver a otro, ver sus pensamientos, es como conectarse a una red desde la que puedo acceder a cualquier computador que también se encuentre conectado.


Lo que hacemos con el cerebro es afinarlo, tenerlo en buenas condiciones para que se convierta en una antena funcional. Desde el otro lado, desde el lado de la mente, lo que podemos hacer es pulir los marcajes previos, liberar los pensamientos obsesivos, los patrones para afinar la puerta de entrada con esa mente individual que no es más que una célula de la gran mente, tal y como el humano no es más que una célula del planeta.


Lo que pasa muchas veces, es que no nos reconocemos como parte de algo más grande y nos quedamos viéndonos como seres individuales y particulares y eso es lo que nos lleva a inventarnos problemas, a sucumbir a ellos y a hacernos daño y hacerles daño a otros. En cambio cuando como seres humanos nos reconocemos como parte de un colectivo dejamos de hacerle daño a los otros porque sabemos que hacen parte de nosotros mismos. 


En el cuerpo humano las células que hacen daño a las otras, por ejemplo las cancerígenas,  son las que han perdido su información de base y creen que son superiores a las demás y por esta razón buscan reproducirse sólo ellas y no permitir que otros lo hagan y es en eso en lo que nos ha convertido la aparente civilización. El ser humano civilizado es el que quiere reproducirse sólamente él y sus ideas, tratando de borrar las de los demás, sin importarle el sentido de los otros como individuos y como colectivo humano. Lo que hacemos con la mente es básicamente lo mismo, podemos tener una mente cancerígena que simplemente quiera reproducir sus ideas creyendo que son las únicas válidas, sin darse cuenta que sus ideas son solamente parte de un conjunto de todas las ideas de lo que somos como humanidad.


Sembrado por Elisa Ochoa (Encuentros junio 2020)


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