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SEMILLERO DE YOGA



Siento que históricamente le hemos puesto una carga muy alta a la palabra iluminación, a tal punto que lo vemos tan distante, e incluso como el fruto de un camino que tan largo y tortuoso que se nos hace casi que imposible considerar que podremos llegar a ella en esta vida, a tal punto que desistimos su búsqueda y la dejamos para aquellos que estén más "avanzaditos".

 Para comprender mejor lo que entendemos por iluminación vasta ir a una de las palabras en sánscrito de la cual se entiende como su traducción, SAMADHI, que literalmente significa "poner junto", pero que suele traducirte también como: absorción, disolución, éxtasis, e incluso con el neologismo "éntasis" (éxtasis interno). Y que antaño implicaba tanto una práctica específica como estado fruto de dicha práctica.

 Pero en nuestras traducciones de estos conceptos a nuestro modo de pensar tan cartesiano y lineal, le hemos dotado una carga como si le equiparamos al fin último de la experiencia mística, como si está experiencia pudiera tener un fin medible y calculable, y desconociendo que como todas las experiencias místicas, está ligada a la eternidad del presente, y no puede ser apresada o alcanzada bajo fórmulas, lo cual quiere decir que están más cercanas al sentido del proceso que al sentido de logro. 

Por ello, una de las mejores maneras que encuentro de explicar el samadhi es más bien como "claridad" en vez de "iluminación". Como se ha expuesto el sentido de "iluminación" tiene dentro sí la noción de un logro, de una objetivo -ya me iluminé- mientras que el sentido de claridad nos evoca más bien un sentido de proceso en el cual se cultiva un estado de claridad, en la cual se puede ver, valga la redundancia, más claramente. Considerando qué tal y como la vida está en constante movimiento, nuestro sentido de ver claramente también está en constante transformación.

 Las tradiciones budistas utilizan también una palabra que siento muy apropiada para describir este proceso: "despertar". De nuevo esta palabra mantiene dentro de sí en sentido de proceso, y nos evoca a una linda metáfora, en la cual nuestro estado de conciencia ordinaria es como un sueño, del cual vamos despertando mediante la práctica, para hacernos conscientes de la realidad más allá de lo ordinario.

 A todas estas, como se ha podido dar cuenta el lector, las palabras sólo son un juego que invita a crear diferentes formas de ver y de pensar, por lo que acá no encontrará ni la descripción exacta de lo que es la iluminación, ni mucho menos la forma para alcanzarla, porque estos estados y estas prácticas, exceden la capacidad que tiene el lenguaje para aprehenderlos.

 Así que teniendo más o menos claro que la iluminación es más un proceso constate que un logro específico, pasemos ahora a hablar un poco sobre aquel depositario de la iluminación, el denominado iluminado.

 Se dice que un iluminado parece una persona normal a simple vista, y que la única diferencia es que no está esperando nada y no está peleando con lo que está pasando. Esta persona no se deja afectar por el mundo, pero tampoco se esfuerza por afectarlo, porque al dejar de lado su propio sentido del yo, no hay un yo que quiera transformar nada, ni hay un yo que pueda ser afectado, ya que realizó en su interior que no hay ninguna diferencia entre él mismo y el mundo, comprendiendo que la misma Vida que se expresa en el mundo también lo hace a través de él.

 Entendiendo entonces que el iluminado es el que porta conscientemente la luz de la Vida, pero tal y como en una vela, la luz no es suya, ni se produjo por su gracia propia, sino que simplemente la porta, y es su proceso de portarla, siempre está presto a compartirla, a compartir su claridad, y ojo a esto, no a compartir su propia visión de la luz, sino a irradiar, o dicho de otra manera, a inspirar a que los demás puedan ver más claramente es su compañía, pero sobre todo a que encuentren su propia luz.

 A fin de cuentas, el iluminado comprende que su iluminación sólo es importante en la medida que pueda ser compartida, y se conecta con su propia naturaleza de irradiar, tal y como la llama por su propia naturaleza siempre comparte su luz, su calor y su claridad, y lo hace así sea invierno o verano, día o noche, porque una vez que se ha conectado con su luz interior no puede escapar de irradiarla. 

 Y su labor como iluminado no es empujar a la gente a seguir el camino que él recorrió, sino estar ahí, disponible para todos, pero especialmente para aquellos en quienes la semilla de las trascendencia está a punto de germinar, para aquellos que comienzan cuestionar la artificialidad en la que se encuentran inmersos en su vida ordinaria, y que necesitan un chispazo que les conduzca a su propio despertar. 

 Y el lugar en donde es más fácil encontrar a un iluminado, no es en los Ashrams o en las cimas de las montañas nevadas, sino justo allí, en la vida ordinaria, en donde con su luz siempre nos impulsa a ver más claramente. 

 Así que ahora teniendo más claridad sobre lo que es la iluminación y lo que es estar iluminado, te invito a que también seas un portador de claridad, porque si haz sentido que en este mundo hay mucha oscuridad, entonces sé tu la luz.

Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2020)
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No busques el camino de la acumulación del conocimiento, porque aunque pretendas abarcarlo todo, siempre el misterio de la Vida se escapará de tus manos. 

Busca más bien el camino de la consciencia del instante presente y mantente en su sendero con profunda coherencia, porque el asunto no es de apresar el conocimiento de la Vida, sino más bien de experimentarla en cada ínfimo segundo, porque ahí en lo diminuto, en lo simple y en lo efímero se resguarda el secreto de la eternidad.

Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2020)
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"Los tres (Dharana, Dhyana, Samadhi) unidos conforman el Samyama" Libro 3: Sutra 4

El sendero hacia la unificación y la cesación:


 La mente tiene tres modelos ordinarios de funcionamiento: 

  • Mente caótica (Kshipta): Que es errante y preocupada. 
  • Mente letárgica (Mudha): Que es olvidadiza y sin energía. 
  • Mente dispersa (Vikshipta): Que está deambulando entre diversos temas. 

En los tres modelos, la mente no tiene la facultad para concentrarse, le cuesta mantener el enfoque. 

Todo el trabajo que se hace con yoga se propone como una alternativa para trascender esos modelos ordinarios, para llegar una mente cesada (nirodha). Para poder llegar al nirodha, la cesación de la mente que sería un quinto estadío de la mente, es necesario pasar antes por la mente enfocada o la mente unidireccional (ekagrata), que es el cuarto modelo o estadío. 

 El camino para llegar a la cesación comienza en el proceso de unificación y luego se busca darle dirección a esta unificación. El gran trabajo para llegar a la cesación, que es la apuesta inicial que propone Patanjali, implica pasar por el enfoque, que puede entenderse como dharana, que invita a la mente a desarrollar la unidireccionalidad. Para este propósito hay que tener en cuenta que es más fácil concentrarse entre menos distracciones se tenga y entre menos posibilidades haya de volver al estado de mente letárgica, caótica o distraída. La búsqueda se dirige a disminuir las posibilidades de volver a los estados de la mente ordinaria, para esto buscamos sentarnos con la columna erguida y creamos ciertas condiciones (Asana, Pranayama y Pratyahara) alrededor del proceso que hagan más fácil cultivar el ekagrata. 

 Así entonces podemos decir que desde el enfoque, desde el estado de ekagrata, se llega al nirodha y en ese proceso se presentan los tres componentes: Del Dharana se pasa por Dhyana y se llega finalmente al Samadhi. La práctica de estos tres componentes se conoce como Samyama. 


DHARANA DHYANA Y SAMADHI:


 La concentración o Dharana, es cuando se tienen muchos pensamientos sobre un único objeto; la meditación o Dhyana, es cuando hay solo un pensamiento y solo un objeto y el Samadhi es cuando ya no hay ni objeto ni sujeto ni pensamientos ni relación entre lo uno y lo otro. 

 Mientras haya meditación se está buscando lograr la unificación. El camino propuesto es reafirmar el Uno, alcanzar la unidad, para volver al cero, a la disolución. Para reafirmar el Uno tengo primero que superar las múltiples distracciones en que estoy presente para lograr la unificación, esta unificación a su vez nos permite descubrir que esa unidad que perseguíamos es efímera y es parte del vacío. 


 La búsqueda de la concentración (Dharana) como primer paso para la disolución, debe remitirse siempre al presente, para esto el cuerpo, la respiración y las sensaciones pueden ser un punto de partida ya que el cuerpo siempre está en el presente, la respiración siempre sucede en el presente y las sensaciones también suceden en el presente. 

Técnicas en diferentes culturas:

 Desde distintas culturas se han usado técnicas muy variadas para llegar a ese mismo punto de disolución que se propone desde los yoga sutras. En el Himalaya la meditación se hace alrededor de la quietud y está ha sido la tecnología que esa cultura ha usado para experimentar la disolución, pero está no es la única posibilidad. Algunas culturas, incluidos los sufis, usan el movimiento como punto de partida y llegan al éxtasis, a la disolución después de mucho movimiento. Después de pasar horas danzando el cuerpo está tan cansado que se sostiene desde un punto muy distinto al que lo sostiene de forma ordinaria. 

 Y así como los místicos sufis danzaban, como los místicos cristianos oraban y los yoguis se quedaban quietos, los griegos aplicaban una forma totalmente distinta, que era a su vez la forma en que construían la filosofía y que tiene que ver con la capacidad de reflexionar. Reflexionar, cómo la palabra lo indica, es volver a flexionar algo, tiene que ver con la facultad de mirar al que está mirando y en el mismo sentido disolver el observador con el observado y así llegar al entendimiento. Esta es una tecnología totalmente diferente, en la que no interesa el movimiento ni la quietud. La mente cuando se instala en la palabra está también completamente presente, hablar mucho de algo también aquieta la mente, ayudándola a liberarse de sus contenidos internos, esta es otra de las múltiples herramientas posibles. 

 Observar esta multiplicidad de técnicas alrededor del trabajo de unificación nos permite salir de ciertas ideas que tenemos preconcebidas y experimentar a través de otras opciones que no habíamos contemplado antes, posibilitando así el encontrar la posibilidad que más resuene con nosotros.

El camino artificial para volver al estado natural:

 Todas estas técnicas, que se plantean desde el yoga y desde otras culturas, son técnicas muy artificiales: sentarse, quedarse quieto, cerrar los ojos, danzar, orar, reflexionar son cosas que no son naturales para nosotros, pero que tienen el poder de llevarnos a nuestro estado natural. Si nuestra ordinariedad se volvió muy artificial, la forma de salir de ese artificio es creando otro; creando una artificialidad que nos recuerde el camino al estado natural.  

Volviendo a los términos centrales de estos sutras: Dharana, Dhyana y Samadhi, es importante recordar algo que ya tratamos en sutras anteriores y que nos permite diferenciar mejor estos conceptos: Cuando hay concentración (Dharana) hay esfuerzo, cuando hay meditación (Dhyana) hay una vuelta a la unidad, un proceso de autoconocimiento y cuando hay Samadhi lo que hay es una rendición ante algo más grande que uno mismo, con lo que podemos entender la similitud entre esta propuesta del samyama con la del kriya yoga. 

 Se comienza en un punto donde hay un esfuerzo que luego se abandona y solo queda el que está esforzándose y luego el que se está esforzando se abandona también, tal y como pasa con tapas, svadhyaya e Isvara pranidhana, se entra utilizando como punto de enganche del esfuerzo, este esfuerzo rompe lo ordinario, nos invita a salir del ritmo caótico en el que estamos, a salir de la letargia, a soltar los patrones de dispersión en los que nos encontramos. Hay que comenzar por un esfuerzo porque sino la inercia de lo artificial termina devorándonos pero no podemos quedarnos ahí, siempre que haya alguien intentando meditar no hay meditación porque hay una dirección, hay una intención que divide entre quien está y lo que quiere hacer y el objetivo es precisamente disolver esto. El trabajo nace desde el esfuerzo de la concentración que me permite unificar pero la idea es soltar ese esfuerzo y soltar al que se unificó.  

Esa posibilidad de llegar o no está determinada por el número de marcajes previos que tengamos, ya que entre más marcajes se tenga, más dispersión habrá. Por esta razón es de suma importancia recorrer el camino constante de la purificación de todos los contenidos internos. Adicionalmente, lo que nos lleva a la meditación es el proceso de unificación, cuando trascendemos el velo de la separación es posible experimentar todo lo que somos, la meditación por lo tanto es una experiencia más que en una técnica. Todas las técnicas que invitan a la meditación, son realmente, técnicas de concentración, que llevan a lados distintos según la forma en que se abordan y que no son más que la preparación para la unificación, una experiencia donde nos integramos con todo lo que somos. Lo que se hace es afinar o cambiar la dirección de la conciencia para romper con los patrones habituales y afinarnos a nosotros mismos para ser más perceptivos con los que sucede. 

 En primera instancia lo que ocurre es que dejamos de ser muchos, de ser fracciones o parte de algo, cuando refinamos esto lo suficiente dejamos incluso de ser uno para convertirnos en cero. Todo esto no es más que la forma práctica de entender el Kriya Yoga que es: tapas, svadhyaya e Isvara pranidhana. Somos parte de todo y lograr percibir eso implica inicialmente, un esfuerzo (tapas) para vencer el ritmo natural; luego la práctica de svadyaya, nos lleva a conocernos, a integrarnos, a unificarnos y finalmente, Iswara Pranidhana nos lleva a rendirnos ante lo supremo, a percibir que la misma célula de la que está hecha el árbol estamos hechos todos. 

 Cuando estamos en la multiplicidad de cosas, cuando estamos separados, simplemente vivimos la vida de forma ordinaria, cuando comenzamos a meditar nos integramos y de cierto modo sentimos que todo lo que nos rodea se convierte en un obstáculo, en una trampa, creemos que todo nos genera más marcajes, pero cuando damos un paso más allá percibimos que todo lo que nos rodea también es parte de nosotros. Es importante reconocer que esos momentos de separación nos permiten tener un rango de visión, que la separación es parte del proceso, pero también entender que el punto no es quedarnos en nuestro propio recogimiento, en nuestra montaña de aislamiento e iluminación, sino que el objetivo es volver y servir a otros con lo aprendido. 

El iluminado:

 El “iluminado” (Aquel que ha experiementado Samadhi) se da cuenta que su iluminación sólo es importante en la medida que pueda ser parte de algo más grande que sí mismo, que su trabajo no es empujar a la gente a seguir el camino que él recorrió, sino estar ahí, disponible para aquellos en quienes la semilla de las trascendencia está a punto de germinar, para aquellos que comienzan cuestionar la artificialidad en la que se encuentran inmersos en su vida ordinaria. 

 Un iluminado parece una persona normal a simple vista, la única diferencia es que no está esperando nada y no está peleando con lo que está pasando. Esta persona no se deja afectar por el mundo, pero tampoco se esfuerza por afectarlo. 

La experiencia más allá de la teoría:


 La gran magia de este proceso, más allá de la teoría, es vivir la experiencia, y la forma de vivirlo y de entenderlo en muchos casos ha estado sesgada por los ideales que otros nos han vendido, por las sensaciones que nos cuentan que se experimentan, por el tiempo en el que debería suceder, estas ideas y prejuicios, nos generan un sentido de logro que puede inspirarnos o llevarnos a desistir pero que en cualquiera de los dos casos nos imponen un velo de expectativas que nos desconectan de lo que sucede en el instante. 

 La búsqueda que se propone, es volver al estado natural, que podría verse como un estado libre de traumas, lo que quiere decir a un estado en el que no estamos condicionados por los patrones previos, donde estos patrones se han desbloqueado. Cada una de las experiencias que hemos vivido han generado un marcaje, la persona que se ha iluminado lo que hace es liberarse de todas esas marcas y sellos que se han generado en el tiempo. 

 Meditar en sí, no debería ser una tarea difícil, lo que la dificulta son todas las cargas que tenemos por lo que hemos vivido, por lo que ya pasó, por lo que queríamos que fuera distinto, por todos los patrones que tenemos instalados, todas las experiencias previas rigen nuestro nivel de dispersión. Para poder experimentar un estado de mayor claridad, el trabajo debe estar dirigido a romper esos viejos patrones. Una parte del trabajo, es una etapa de purificación, en la que se busca barrer los samskaras, darle una dirección diferente a nuestros vrittis y cortar los impulsos de los vasanas, este es un trabajo que no termina, constantemente debemos estar limpiando las marcas del pasado, aprendiendo a no reaccionar con los marcajes que están sucediendo y a no pelear con el contenido que va pasando. 

 Así como sucede en el Dharana, Dhyana y Samadhi así sucede con la práctica, cuando uno se unifica mediante la práctica, luego se da cuenta que esa práctica, esa unidad, es en sí misma es el sentido de la humanidad que late en lo profundo de la Vida que somos, y en ese punto dejamos de ver las diferencias para encontrar y centrarnos en todo lo que nos une. 

 “Antes de comenzar a meditar la montaña era una montaña y el río era un río, luego de que comencé a meditar me di cuenta que la montaña no era una montaña y el río no era un río, pero luego de  el despertar, la montaña volvió a ser montaña y el río volvió a ser río” 

 La propuesta es salir de lo ordinario haciendo un artificio, que nos crea también un sentido de separación, pero que aprendiendo del simbolismo de esa artificialidad, podemos volver al mundo y verlo tal como es.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Febrero de 2020)
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 ¿Has escuchado tu corazón latir? 

 ¿Sabes qué se puede aprender de su palpitar? 

 Hace varios años un amigo me recordó que una de las claves del servicio es aprender a ser como el corazón. Él me dijo que aunque la función del corazón es bombear la sangre para que todas las células del cuerpo se recarguen de oxígeno y demás nutrientes, el corazón en cada palpitar saca la primera bocanada de sangre recién oxigenada y la guarda para sí mismo, y no es porque sea un acto de supremo egoísmo y el corazón diga que lo primero y lo mejor de su producción debe ser para él, sino que en su profunda sabiduría el corazón sabe que ya que todo el cuerpo necesita de la sangre que de él emana, él mismo debe proveerse de la primera cantidad de sangre recargada de oxígeno, ya que garantizando su buen funcionamiento garantiza el funcionamiento de todo el cuerpo. 

 Por ello el aprender a ser como el corazón implica reconocerse como parte de un Todo mayor, tal y como el corazón se sabe parte del cuerpo, pero a la vez estar muy consciente de la labor que se desempeña en medio de ese Todo. 

 De alguna manera u otra todos somos el corazón de algo, bien sea un proyecto o una idea; o de alguien(es), la familia, las vínculos con otros seres, e incluso nosotros mismos. Así que tal y como el corazón, es de todos nosotros el deber de recargarnos primero a nosotros mismos para continuar cumpliendo nuestro rol, compartiendo dentro de esa gran Vida de la que somos parte. 

 Por todo esto es que de acá en adelante te invito a que recuerdes en cada palpitar que si sientes que tu llamado es a compartir en el mundo, bien sea serenidad, alegría o cualesquier otra cosa, primero debes cultivar esa serenidad o alegría en tu interior y nutrirte de ella, para cuando estés recargado, poder irradiarla a todos los que te rodean, tal y como lo hace el corazón.

Sembrado por Esteban Augusto (Marzo 2020)
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La vida muchas veces te pone frente a situaciones que te hacen sentir impotente y frustrado. Es como que te para al borde de un risco y te da como única opción de camino seguir adelante hacia el vacío. Un poco me siento así con todo lo que está pasando, llena de incertidumbre sobre lo que va a traer, ya ni siquiera el próximo día, sino la próxima hora, o el próximo minuto, y es que la actualización en noticias va así, fugaz. Y entonces, para no desfallecer y enloquecer sola encerrada en mi apartamento de unos 45 metros cuadrados, extiendo mi mat en el suelo y empiezo a respirar, a recordar todas las herramientas que el yoga me ha regalado.

 Hace un par de años empecé este camino, y mientras hacía mi primera formación, un día me dijeron: "te proponemos un ayuno, pasa un día entero tomando solo agua". Solo con escuchar eso el cuerpo se alerta, la mente reacciona, cómo va a ser, no es posible, tu cuerpo necesita alimento para vivir, vas a desfallecer, te vas a desmayar, te vas a enfermar. Pero ya estando ahí metida, y con la tranquilidad que me dieron mis guías, acepté el reto y lo logré. Todas las cosas que me había imaginado no pasaron y en cambio tuve una nueva experiencia que me permitió aprender mucho sobre mí, una experiencia con la que rompí paradigmas. Luego me enteré que hay personas que ayunan tres días, o una semana completa o Gurús que se la pasan por la vida así, sin consumir alimentos físicos, y ya no me pareció imposible ni loco.

 Otro día, más avanzada en la formación, nos hablaron de una cuarentena, ¡vaya palabra!, en ese entonces con una carga menos pesada que la que tiene hoy. Esta vez la propuesta eran 40 días de Sadhana (práctica diaria). Las condiciones eran que debía ser presencial y que la práctica sucedería a las 5:30 a.m. Nuevamente mi mente se alarmó. A qué horas tendría que levantarme para llegar hasta ese lugar de la ciudad a esa hora, cómo iba a llegar, qué iba a pasar con mi rutina y cómo así que no íbamos a descansar ni domingos, ni festivos. La mente es así, te presenta el mundo de posibilidades, está en ti verlas como obstáculos o como oportunidades. Una vez más estaba parada al borde del risco, mirando hacia el vacío sin imaginarme cómo iba a lograr llegar al otro lado. Sin embargo, llegó el último día de la cuarentena, y sentada entre la sangha (la hermandad construida en la práctica), con una mesa llena de comida, celebramos haber cumplido el reto. Un reto que trajo consigo reflexiones acerca de salirse de la zona de confort y entregarse con confianza y devoción a esta práctica transformadora.

 Ocho días atrás, con una nueva sangha y un nuevo guía, nos propusimos el reto de caminar un par de kilómetros subiendo descalzos por el cauce del río La Miel. Y como ya se imaginarán la mente vuelve a entrar en escena con sus ideas de: “no puedes”, “te vas a hacer daño”, “caminar en rocas en río siempre te ha costado un montón”. Sin embargo, llena de confianza y voluntad, emprendí esta nueva travesía. Como en las ocasiones anteriores al llegar al final sentí la satisfacción del camino recorrido y de las lecciones aprendidas, esas que quedan cuando confrontas tus sombras en lugar de huir de ellas.

 Así es también la práctica de asanas en el yoga. Te proponen una postura y un camino para llegar a ella. Empiezas a andarlo dudando de tener todo lo que se requiere, pero confías en tu maestro y en tu respiración; sigues sus instrucciones paso a paso y llegas amorosamente hasta donde tu cuerpo y tu mente te lo permiten. Construyes la postura que está bien para ti y cuando la deshaces y vuelves al reposo, si te dejaste permear por ella, si la “habitaste”, tomas consciencia de todo lo que te enseñó sobre tí mismo y sobre tu estado presente. 

 Todas estas experiencias yóguicas, son solo una analogía de lo que sucede en la vida y para mí, de lo que estamos como sociedad viviendo hoy. Estamos frente a un risco, con la misión de llegar al otro lado con vida, pero sin claridad sobre el camino que tendremos que recorrer para llegar allí. Mi invitación es entonces a caminar, paso a paso, confiando con amor y devoción en nuestro guía personal: Dios, Cristo, Universo o como lo sientan. Confiando en que llegaremos al final de este camino, unidos como sangha, apoyados unos en otros, solo para mirar atrás con gratitud por las lecciones aprendidas y por la transformación que este proceso traerá. 

 Tranquilo caminar.

Sembrado por Carol Jaramillo. (Marzo 2020)
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"Pratyahara es cuando los sentidos son retirados por si mismos de los objetos e imitan la naturaleza de la materia mental" Libro 2: Sutra 54.

PRATYAHARA:

 Pratyahara suele entenderse como el control de los sentidos. Actualmente, nuestra vida está tan volcada hacia el afuera que no le prestamos atención a lo que hay adentro, así que la mejor forma de encontrar el equilibrio es aprender a mirar el adentro para tratar de compensar. Esto no significa que pratyahara sea desconectarnos del afuera para mirar solo hacia adentro, pratyahara a lo que nos invita es a equilibrar las sensaciones del afuera con las sensaciones del adentro. 


Sentidos externos e internos:


 Todo el tiempo estamos recibiendo información a través de los órganos de los sentidos y proyectamos información a través de los órganos de la acción, encontrar el adentro implica aprender a sentirnos a nosotros mismo desde los diferentes niveles de la existencia, más allá de la información externa que nos llega y que proyectamos. Por ejemplo, cuando aprendemos a sentir como se encuentra nuestra columna vertebral, aprendemos a determinar el peso que tenemos distribuido en cada planta del pie, ese es un entrenamiento que viene del afuera, de ese lado externo y que nos permite encontrar equilibrio de las sensaciones externas con las internas. Lograr equilibrar las sensaciones del afuera con las del adentro nos permite percibir los pensamientos que suceden y que usualmente no reconocemos por que estamos muy influenciados por todo lo que vemos, por lo que oímos, porque nuestros sentidos externos ganan el foco de atención de nuestra mente casi siempre. 

 El trabajo que se propone es observar tanto los vrittis internos como los externos, tratando de encontrar un equilibrio en el que ninguno de los dos gane el foco de atención para poder entrar a explorar la concentración y la meditación. 

 Para poder llegar a un estado de concentración, para poder darle dirección a los vrittis, la propuesta es no dejarse llevar por todos los vrittis externos sino tratar de compensarlos con los internos. El aprender a sentir la respiración no es más que una excusa para poder percibir los pensamientos, se aprende a sentir las diferentes partes de nuestro cuerpo como un entrenamiento para poder escanear y sentir como están las emociones, como está la ansiedad, el miedo, la tristeza... La idea es poder hacer una lectura constante de cómo nos encontramos. 

Ejercicios budistas sobre las sensaciones:

 El concepto de pratyahara, está muy relacionado con el budismo. Toda la enseñanza de Buda está en función de tratar de detener el sufrimiento justo en el punto en el que la percepción se convierte en sensación y antes de que se vuelva una emoción y finalmente se convierta en acción. 

 Lo que se propone es poner el foco de atención justo en la sensación, porque dice que es en la sensación donde es posible transformar los patrones reactivos y es justo en la sensación donde uno trabaja para romper el ciclo de avidez y aversión. El ciclo de avidez y aversión está relacionado con el mundo sensorial, con manomaya kosha, y la ecuanimidad es la clave para romper el ciclo. Todo lo referente a escanear sensaciones, a percibirlas, aprender a sentir, las técnicas de relajación, lo que llaman meditación Vippassana, está relacionado con este trabajo de pratyahara. 

 Cuando nos ubicamos en el centro, cuando equilibramos, le damos dirección, cuando tenemos clara la dirección es posible unificar y cuando unificamos nos disolvemos, esa es la búsqueda. Para disolvernos necesitamos comenzar por algún lado que sea tangible, por ejemplo podemos comenzar tratando de sentir nuestro cuerpo, observar las sensaciones para descubrir cómo estamos en ese momento, a que nos invitan esas sensaciones, y comenzando desde ahí podemos encaminarnos en el proceso de unificación para luego disolvernos. 


Las sensaciones y la acción:


 En las sensaciones es donde terminamos guardando todas las conexiones neuronales que nos llevan a la acción. Cuando aprendemos a escanear esas sensaciones podemos darnos cuenta de que podemos actuar diferente y con eso comenzar a romper el patrón que tenemos instalado. El trabajo es poder afinar las sensaciones para encontrar la emoción e ir así a la raíz, podemos quedarnos en la raíz pero eso aún no cambia el patrón. Entender el patrón y conocer su origen no es suficiente para cambiarlo, lo que hace que un patrón cambie es hacer exactamente lo mismo que hace que el patrón se cree. 

 En este punto toma especial importancia el concepto de pratipaksha bhavana, que estudiamos hace algunos sutras. Si cada que sentimos ansiedad y buscamos comida para acallarla, en vez de eso nos sentamos y respiramos estamos quitándole fuerza a un patrón que siempre ha estado y que delimita la forma de actuar cuando estamos ansiosos. Si cuando tengo miedo en vez de sentarme a llorar, me recito un poema, eso va a generar una conexión diferente y este proceso de recambio que es bastante importante también puede verse en los rituales. 

Los rituales y la resignificación de los marcajes:

 Los rituales lo que suelen hacer es producir una alteración más allá de lo consciente que desconecta ciertos patrones y produce otros. Lo lindo de los rituales es que no deben ser repetitivos al nivel de convertirse en rutinas; cuando hacemos algo una vez en la vida o en momentos muy especiales, ese algo que hacemos lo estamos cargando de significado, nos conectamos sin la necesidad de la repetición y con toda la carga simbólica y eso nos permite desconectar un montón de información que traemos con nosotros. Esto no significa que las rutinas no permitan soltar patrones, al hacer una actividad mil veces es posible que algo se despierte en nosotros y podamos entender que lo importante no es la rutina sino su significado, pero podemos cargar de mayor significado algo cuando no es repetitivo y por lo mismo puede ser profundo el nuevo patrón que se cree. 

 Para trabajar con los patrones mentales, es importante comprender que lo que se somatiza no es lo que se vivió sino lo que se recuerda que se vivió y esto en últimas es lo que genera el marcaje. Lo que podemos hacer es resignificar el marcaje y eso hace que sea distinto. Uno puede resignificar el proceso tratando de volver a ese momento y cambiar las conexiones que se generaron. 

 Un montón de nuestro patrones funcionan sin que tengamos control sobre ellos y se expresan en la postura, en la respiración, en las sensaciones. La postura me habla reflejando los estados internos. La respiración se agita, se suspende, se entrecorta, se vuelve superficial y eso también habla de los estados internos. Yoga busca bajar el ruido de los vrittis comenzando a reeducar el cuerpo, la respiración y las sensaciones, porque cada uno de esos tres elementos siempre están conectados con algún otro vritti. Si queremos bajar la intensidad de los vrittis, el primer paso es dejar de alimentarlos desde la postura, la respiración y las sensaciones. 

 Desde Vipassana se hace un trabajo que está muy relacionado con pratyahara. Percibimos a través de los sentidos, lo percibido lo convertimos en una sensación, cada sensación es calificada inmediatamente y convertida en una emoción. Con las emociones no podemos hacer nada porque son patrones muy automáticos, con la percepción tampoco podemos hacer nada porque es ajena a nosotros, pero con la que sí podemos trabajar es con la sensación, y al refinar la facultad de sentir cortamos el ciclo que alimenta las emociones y nos hacemos imperturbables a lo que pasa. Si cortamos el ciclo en el punto de convergencia que es la sensación, refinamos el proceso y dejamos de alimentar el montón de patrones emocionales que tenemos. 

La práctica actual:

 Hoy en día de lo que expone Patanjali practicamos un pedacito, tal vez un poco de asana, un poco de pranayama y a veces una relajación y esto es asana, pranayama y pratyahara en pequeñas cuotas, nos quedamos usualmente solo en los ejercicios preparativos, no estamos haciendo yoga sino un pedacito de yoga y ni siquiera ese pedacito sino lo preparación a ese pedacito. 

 Estas como tantas otras prácticas del yoga, se hacen desde lo denso hacia lo sutil, en el asana, en el pranayama y en pratyahara estoy simplemente buscando el centro. Encuentro un equilibrio entre la polaridad del afuera y el adentro, un equilibrio entre la polaridad del inhalar y el exhalar, un equilibrio entre derecha e izquierda, entre arriba y abajo. Estoy reconfigurándome para instalarme en el centro y cuando estoy instalado en el centro puedo proponer una dirección con la concentración, dharana, que se trabaja en los pasos que se plantean en los siguientes sutras.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Febrero 2020)
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"Pranayama es la detención de la inhalación y la exhalación" Libro 2: Sutra 49

PRANAYAMA:

Así como lo abordamos en el apartado anterior, cuando tocamos el tema de asana, es importante tener en cuenta que la visión que propone Patanjali de muchos de los temas tratados es distinta a la visión que hoy en día tenemos de ellos y eso incluye al concepto de pranayama; una cosa es pranayama como lo propone Patanjali y otra cosa son los protocolos específicos de prácticas respiratorias que hoy en día suelen entenderse como pranayamas.

El pranayama, como lo expone Patanjali, se refiere a la suspensión del aliento, por ello la práctica del pranayama es el momento donde el aire se suspende. Todos los ejercicios de pranayamas que actualmente hacemos, no son más que el entrenamiento para esos momentos en que el aire se suspende. 

Los momentos de la respiración:


 El ejercicio previo a la suspensión del aliento es el entrenamiento de los tres momentos de la respiración, que son: la inhalación, la exhalación y la retención. La retención que aquí se expone, tiene dos elementos, una retención interna y una retención externa, donde ambas requieren esfuerzo. La retención interna es cuando el aire se suspende adentro, la externa es cuando el aire se mantiene afuera. El entrenamiento de inhalar, de retener y de exhalar se convierten en la fase previa a desarrollar la suspensión del aliento (kevala kumbhaka), que es el momento en el cual, sin esfuerzo, la respiración cesa. 

 Si observamos con detenimiento, podemos descubrir que el aire se suspende en muchos momentos, por ejemplo cuando nos dan una noticia importante, en un momento de absoluta felicidad o contemplación, y en momentos como estos es en donde se nos hace más fácil estar más conscientes del momento presente. 


La respiración y los canales laterales:


 El ciclo de inhalación rige el canal solar y se relaciona con nuestra relación con el afuera y el de exhalación el canal lunar que se vincula con nuestra relación con el adentro, mientras que las retenciones son el punto en que nos ubicamos en el centro. El trabajo es entrenar las retenciones para que dejen de ser una habilidad exquisita y forzada, y se conviertan en un elemento más cotidiano para que puedan suceder naturalmente. En los momentos en los que se suspende el aliento, donde no estoy en el lado lunar ni en el lado solar, es donde me encuentro en el centro y en este punto de equilibrio entre ambos es donde se da una mayor capacidad del sistema nervioso, donde todas las facultades sensitivas están mucho más receptivas. Cuando contemplamos un paisaje, un atardecer, algo que nos conmueve y nos olvidamos de respirar, es síntoma de que nuestras facultades sensitivas están muy presentes. 


Ser testigo de la respiración espontánea:


 Muchas veces solemos creer que un practicante de yoga debe tener siempre respiraciones yóguicas completas, pero estas no son más que el entrenamiento para desarrollar una respiración espontánea. A medida que entrenemos y ampliemos la capacidad respiratoria, nuestra respiración espontánea puede llegar a ser mucho más potente. La magia es poder desarrollar un momento de respiración espontánea, en ese momento simplemente nos quitamos del medio y cuando nos quitamos del medio, dejamos de tratar de ejercer control y dejamos que la naturaleza sea la que nos insufle el aire y que cuando sea el momento sea también ella la que saque el aire de nuestro cuerpo. 

 Cuando nos convertimos en testigos de la respiración nos damos también cuenta de que hay un momento en el que no está entrando ni está saliendo aire, ese es el momento de la suspensión de la respiración, en el que se equilibra la polaridad de ida y pingala, este es el momento en el que se orienta todo el proceso respiratorio energético con tendencia hacia el canal central. 

 Los pranayamas que hacemos hoy en día se convierten en el entrenamiento para que se puedan experimentar esos momentos de respiración espontánea que nos llevan a la suspensión de la respiración. Hay momentos en que nos sentamos a meditar y llega un punto en el que se alcanza un estado de concentración tal que sin darnos cuenta dejamos de respirar momentáneamente. A este mismo estado de suspensión de la respiración llegamos cuando nos sumergimos en contemplar un bello atardecer, por ejemplo. En ambas situaciones llegamos a desarrollar estados internos similares, y esa es la razón de ser del pranayama y de toda la técnica respiratoria que está orientada a afianzar la facultad de inhalar, de retener y de exhalar. 

 Se establece la quietud corporal (asana) para encontrar el centro y así tener condiciones adecuadas para que se suspenda la respiración (pranayama) y poder reafirmar así ese centro.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Febrero 2020)
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Hace muchos años decidí tomar ciertos votos, algunos de los cuales mantengo hasta la fecha. Muchos de estos votos tienen que ver con la forma como suelo comportarme en la vida, pero aunque pareciera que son muchos años de rígida disciplina, mi forma de mantenerme ha sido entender que cada uno de esos votos los renuevo cada día, incluso los renuevo a cada respiración, y así dejan de ser una carga para convertirse en una fuente de inspiración constante. Pero hay un voto que ha sido el que he mantenido por más respiraciones, un voto de servicio, con el cual me comprometí a ser para el mundo aquello que sienta que más le hace falta.
De seguro el poeta Rumi se refería a esto mismo cundo decía "si acaso no logras ver el mar, se tu el mar" y el santo llamado Francisco de Asís lo decía de una forma más linda y clara "... que allí donde haya desesperación, lleve yo esperanza. Que donde haya tristeza lleve yo alegría..."
Así que hoy en medio de esta turbulencia actual les invito a que en cada respiración y en cada accionar, asumamos este voto, y seamos para el mundo aquello que sentimos que le hace falta.



Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de @estebananda.ea Marzo 2020)
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"Firmeza y comodidad componen el asana" Libro 2: Sutra 46.


Normalmente, solemos leer los Yoga sutras usando la lupa de lo que entendemos hoy en día como yoga y eso hace que cambiemos el sentido de las cosas tal y como Patanjali las entendía. Una cosa es asana, tal y como la propone Patanjali y otra cosas son las asanas, en plural, que tienen que ver con esta visión tan famosa hoy en día ligada a secuencias de movimientos y posturas. Un cosa es pranayama como lo propone Patanjali y otra cosa son los protocolos específicos de prácticas respiratorias que hoy en día suelen entender se como pranayamas. 

 En los siguientes apartados vamos tratar el tema de asana, panayama y pratyahara tal y como los expone Patanjali en estos sutras. Entendiendo estas tres prácticas como los componentes de bahiangha sadhana (la práctica interna), que se complementarán con el antarangha sadhana (práctica interna) que está conformado por los restantes componentes de los ocho expuestos por Patanjali.


ASANA:


 Cuando Patanjali habla de asana, se refiere básicamente a asumir la postura de estar sentado y erguir la columna. Cuando pensamos en todo lo que se hace con el cuerpo hoy en día podemos entender que todo ese movimiento no es más que la preparación para poder erguir nuestra columna, para poder permanecer sentados. Cuando se habla de asana, se habla de esa asana específica, todo lo demás, podría decirse que son las pre-asanas. El problema de la actualidad de yoga radica en que nos hemos quedado solamente en las pre-asanas, creemos que este es el propósito de nuestra práctica y nos evaluamos en la medida en que hacemos más de esas pre-asanas, sin instalarnos siquiera en el asana. 

En la época en que se escribieron los yoga sutras, puede entenderse que era mucho más fácil de lo que es para nosotros sentarse en el asana, nuestro cuerpo no está lo suficientemente cultivado para sentarnos y nuestro modo de vida es cada vez más estático, así que para nosotros el hecho de sentarnos es conectarnos con nuestra forma ordinaria de vivir. En la época del texto, lo ordinario era caminar largas distancias, subir montañas, arar la tierra, arrear bueyes y vacas, por lo que la propuesta de sentarse tenía que ver en parte con cambiar la rutina, con salir de los patrones de comportamiento ordinarios de movimiento para cultivar a través de la quietud la facultad de ver más allá de lo que usualmente se podía percibir. 


Quietud y movimiento:

 La propuesta es salir de lo ordinario para acercarnos al umbral de lo extraordinario y esto se puede lograr cambiando los patrones usuales de comportamiento. Si el patrón usual de comportamiento está basado en el movimiento, la forma de romper ese patrón es a través de la quietud, pero en nuestro estilo de vida actual cada vez nos va arrinconando en lugares más pequeños y en casi todo lo que encontramos alrededor está el germen del sedentarismo, nuestros trabajos nos llevan a pasar horas sentados y cuando parece que nos movemos mucho, básicamente permanecemos sentados en el carro o en el transporte público, así que cuando queremos practicar la quietud nos damos cuenta de que es más de lo mismo, de lo ordinario, y justo en esos momentos que quietud percibimos internamente tenemos mucho más movimiento. 

 Desde nuestra realidad, el movimiento, puede convertirse en la puerta de entrada para la quietud. En la medida que hacemos más movimiento, podemos volvernos sensibles a una quietud distinta a la quietud ordinaria. Si nuestra vida ordinaria nos mantiene en la quietud y tratamos de sentarnos sin transitar primero por el movimiento, seguiremos experimentando ese mismo estado ordinario, pero si venimos de la vida ordinaria, nos sumergimos en el movimiento, sudamos, nos estiramos, nos doblamos y le damos movimiento suficiente a nuestra columna, cuando volvamos a encontrar la quietud, será una quietud muy distinta. 

 Cuando intentamos aquietar el cuerpo sin movernos antes, todo el ruido mental se siente con más fuerza, la práctica de yoga comienza a darle movimiento al cuerpo, lo que va alejando la mente de las distracciones y utiliza el movimiento para armonizarlo con la respiración, en este proceso la mente puede volver a dispersarse pero cada vez logra sincronizarse con más facilidad con la respiración y el movimiento, y al final es posible experimentar una quietud más estable luego de transitar por el movimiento. 

 Es mucho más fácil aquietarse después de integrar el movimiento y la respiración, que es lo que se hace en las prácticas de yoga actuales, que buscan adaptarse a nuestro modo de vida. Por ello lo que se propone para la columna vertebral con todas las asanas de yoga, no es más que un entrenamiento para que la columna desarrolle la habilidad de mantenerse erguida. En la medida en que nuestra columna vertebral pueda permanecer erguida podemos estar más atentos, debido a que el sistema nervioso manda un mensaje para estar receptivos, cuando nuestra columna colapsa, nuestro sistema nervioso se adormece y se desconecta.


Características del asana:


 A la hora de describir el asana Patanjali la presenta como Sthira sukham asanam, es decir como una postura firme y cómoda. Que la postura sea firme nos remite a abhyasa y el que sea cómoda a vairagya, la firmeza implica poder sostenernos en ella, lo que necesita un relativo esfuerzo y la comodidad implica que sea una postura en la que no se genere estrés. 

 Hay esfuerzo por algo pero hay desapego por lo que se aspira, lo que nos remite a una de las metodologías previas de yoga expuestas por Patanjali. Se genera esfuerzo para estar, para mantenernos pero nos desapegarmos de los resultados, de lo que viene. En la medida en que fortalecemos esta práctica decodificamos el sentido de expectativa que es una de las trampas más comunes. De esta manera se puede vislumbrar cómo esta práctica se complementa con lo expuesto previamente en los Yamas y Niyamas, resaltando especialmente aparigraha, que es una invitación a dejar de codiciar y de querer llegar a algún lugar ideal, o a una permanencia específica en el asana, dejando que todos estos elementos se conviertan en complementos a la práctica y dejen de ser simple teoría. 

El fruto del asana:

 En el asana la columna como el eje central de nuestro cuerpo se lleva al equilibrio y la forma de encontrar este equilibrio consiste en poder establecerse erguida y en su centro, sintonizándose con la frecuencia del canal central, recordando que el propósito de la práctica del asana, es reducir la polaridad, evitando que haya dominancia de las extremidades del lado derecho o del lado izquierdo, ni del arriba ni del abajo, del giro hacia un lado o del giro hacia el otro, encontrando un punto en el que no sucumbamos ante el dinamismo del movimiento externo ni interno y no instalemos en el equilibrio desde la quietud, con lo cual se puede entender el fruto de asana enunciado por Patanjali que es la resolución de todas las dualidades.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Febrero 2020)
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Agradecer engrandece el corazón:

Gracias por permitirme mírame a través de tus ojos, tocarme a través de tus manos, sentirme a través de tus abrazos, escucharme a través de tu voz.

Gracias por ser mis ojos y mi guía cuando no puedo ver más allá, cuando ante muchas situaciones traigo una venda puesta.

Es mágico sintonizar los corazones a través de la respiración, es maravilloso encontrarte en este camino y poder compartirlo contigo de tu mano.

Gracias por permitirme vivir este viaje de transformación constante con amor y con paciencia entendiendo la diferencia que a veces nos separa pero que en el abrazo nos une.

Gracias porque a través de ti me descubro a mí.



Sembrado por Diana Londoño (Marzo 2020)
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Muchas veces nos encontramos en algún viaje del que conocemos claramente su inicio y su final, y en esta oportunidad, sabíamos que nuestro itinerario nos llevaría desde el inicio de una vereda hasta una cascada impresionante. Sin embargo, el aprendizaje que trae cada viaje nunca está garantizado por su inicio o su fin.

Esta caminata incluyó un viaje cooperativo con nuestros amigos de siempre o con algunos desconocidos, y entre los objetivos de aquel día, nos propusimos caminar en silencio lado a lado. Algunos pudieron lograrlo, algunos rompieron el silencio para sortear las necesidades de la aventura, o incluso para saciar la necesidad de comunicación que a veces nos asalta en nuestras vidas cotidianas. Fuere cual fuere el caso, nuestras experiencias pudieron ser completamente distintas pese al hecho de ir caminando todos juntos. Y lo que también resulta ser cierto, es que todos hicimos parte de un conjunto único, que no hubiera sido el mismo sin cada uno de nosotros. Cada parte de ese conjunto era indispensable para hacer del viaje esa combinación particular. Así mismo podemos contemplar el mundo en que vivimos, pues cada uno compone un tejido de la sociedad, en donde pese a lo que cada individuo realice en su círculo, ello tendrá un impacto que afecta a aquellos que están en su inmediatez. ¿Cuántas veces sentimos que no pertenecemos, que no estamos satisfechos, y que debemos estar en un lugar diferente, simplemente por el hecho de pensar individualmente y no en sociedad? Pese a ello, vale la pena recordar que la cascada no busca ser pájaro, ni el insecto se afana por ser rama. Cada uno de ellos encuentra su lugar apropiado y lo disfruta al máximo, procurando obtener lo que necesita de forma armoniosa con las necesidades de los demás.

 Otro hecho importante que marca esta caminata, es la idea contradictoria de que podemos vivir en sociedad, pero aún así debemos disfrutar de nosotros mismos. Disfrutar de nuestros silencios, de nuestras propias ideas y contradicciones que resultan de interiorizar los pensamientos y acciones que seguramente a diario dejamos pasar por alto. Ahora más que nunca, es importante que los seres humanos descubramos nuestra individualidad (no en un sentido egocéntrico) como la libertad que se nos ha sido entregada junto con nuestro lugar en la sociedad. Una libertad de la que no disfrutamos sino cuando las circunstancias nos lo obligan y que en nuestro viaje se nos fue puesta para tomar de ella cuanto queríamos. Una libertad para decidir cómo quiero contribuir al trabajo de los demás; una libertad para tomar partido y opinar; una libertad para cuidarme y aprender de mí mismo.



 Por último, el frío del agua y la incomodidad de cada roca, se volvieron a nuestro favor luego de haber empezado recorrido. El frío ya no nos causaba dolor, sino que nos refrescaba e hidrataba luego del esfuerzo. Las rocas se tornaron en un apoyo constante para poder cruzar el río e ir más alto cada vez. 

Con el respeto suficiente, la naturaleza nos invita a recorrerla y a sentirla de tal forma que nos enseña también como podemos sortear las dificultades que encontramos en el camino diario. La naturaleza es metafórica en su enseñanza, por lo que siempre debemos prestar atención al camino y tomar de él aquellos mensajes que clarifican nuestras decisiones. Esas mismas decisiones que antes del viaje siempre nos parecieron tan difíciles. Los invito a ser conscientes en el presente, a encontrar la calma suficiente que se necesita para decidir cuál será la siguiente roca a la que debemos saltar sin resbalar, o cuál será la siguiente cascada en la que debemos detenernos, para refrescarnos, reflexionar y conocer mejor el mundo y las maravillas que nos presenta.

Sembrado por Nicolas Bueno (Marzo 2020)
Fotos bajo el lente de Carol Jaramillo.
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El presente compendio surge a partir de una construcción colectiva que agrupa diversas definiciones sobre lo que es la mente, cual es su función, y cual es el trabajo que se propone desde Yoga para ella. Así que continuación se presentan las participaciones dadas por los diversos estudiantes reunidos el día 13 de marzo de 2020. 

1.
La mente: Es la loca de la casa

2.
La mente: Es un enlace neutro y creador que nos conecta.

3.
La mente: es una herramienta
Yoga: Medio para encontrarse, buscarse y volar.

4.
La mente: Es la fuente, energía creadora y creativa.
Claridad mental para poder crear cosas para la autorregulación de la vida.
Yoga: Regula la energía de la fuente.

5.
La mente: Es tan poderosa que podemos cambiar la forma de ver lo que nos rodean.
Yoga: Nos ayuda a calmar el caos en la mente.

6.
La mente: Es una herramienta, es como un cable por el cual pasan millones de información a
nuestro ser por el cual pasan cosas buenas y malas, el cable(mente) puede estar muy flexible y
muy tensa de acuerdo a la información que recibimos.
Yoga: Sirve para tensionar o distencionar este cable (mente).

7.
La mente: Aquello que nos entretiene en el regreso y nos facilita la liberación.
Yoga: Es la herramienta que nos acerca.

8.
La mente: Es la intérprete de todo lo que sucede en la vida.
Yoga: Ayuda a interpretar.

9.
La mente: Ayuda a conectar la inhalación con la exhalación, la mente sirve para conectar vida y muerte.
Yoga: Herramienta que conecta la mente con la no mente.

10.
La mente: Herramienta humana para alcanzar la divinidad.
Yoga: El camino comprobado para lograrlo.

11.
La mente: Es un caos en perfecto orden.
Yoga: Perfecto orden del caos.

12. 
La mente: Es un fenómeno con muchas características.
Yoga: Herramienta para organizar la unidad, es la megafusión entre la mente y el cuerpo.

13.
La mente: Es la que habla en el silencio, nos permite relacionarnos.
Yoga: nos saca de la inercia para reconocernos.

14.
La mente: Organismo en evolución.

15.
La mente: Ilumina las realidades conscientes e inconscientes.

16.
La mente: Torbellino - caos.
Yoga: Aquieta, estabiliza.

17.
La mente: Refugio interior del caos de afuera, vida, muerte y corazón, este mundo es una ilusión.

18.
La mente: Mundo de posibilidades.
Yoga: Sirve para saber que hay una mente y un ser un conector con los diferentes espacios de
la mente; ayuda a estar en el lugar que evita identificarnos con muchas cosas.

19.
La mente: Líder, capitán, entrenador.
Yoga: Ayuda a regular y entender la energía que nos mantiene vivos.

20.
La mente: Ser que nos habita y da sentido a nuestra existencia.
Yoga: Nos ayuda a acercarnos conscientes de su presencia.

21.
La mente: Facilitadora, herramienta del ser.
Yoga: nos ayuda a observar, a conectarnos e integrarnos a ese todo.

22.
La mente: Reflexionar cualidades y defectos.
Yoga: Nos ayuda a tener una mente más calmada para reflexionar sobre sí misma.

23.
La mente: Es la pantalla al ver una película. La mente es cuando se enciende el proyector y el cuerpo es la calidad de la tela de la pantalla en la que se refleja. Proyector es lo que sale del alma útil para tomar desviaciones, una mente entrenada es tu mejor amigo y desentrenada es tu peor enemigo.
Yoga: Depura los contenidos y nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos.

Sembrado por Kelly Parra (Marzo 2020)
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Vitral interno en el santuario de Las Lajas, Ipiales, Nariño, Enero 2019

Desde pequeño me he declarado un rebelde de las tradiciones religiosas, pero también un amante de ellas, y en este caso específico me he peleado, pero también he admirado todo el misticismo que hemos heredado del catolicismo.  

Hoy en día pareciera que estamos en el tiempo de desprestigiar todas las creencias que trajo el cristianismo, y pareciera también que está bien, contando todos los daños que han cometido bajo el nombre de su institucionalidad. Pero hoy no estoy aquí para eso, sino para reivindicar el lugar de la herencia cristiana que también he recibido. Porque somos felices remplazando una institución por otra, o por ninguna, que hoy en día también tiene su propia institucionalidad, desconociendo, en parte, que todo este camino místico y espiritual emana siempre desde nuestro interior, independiente de los nombres y las formas que le asignemos. 

 Durante años mientras veía las oraciones y las imágenes religiosas, en ellas solo encontraba prepotencia y orgullo, sólo encontraba el sentido de querer imponerse y hacernos sentir a todos menos importantes. 

 Pero con el paso del tiempo he logrando vivenciar el sentido de varias de sus tradiciones místicas: Como el entender la relación de la oración del Padre Nuestro con los siete centros cerebro-espinales llamados chakras en otras tradiciones. O la razón de ser de su iconografía: las aureolas, los corazones radiantes, las lenguas de fuego, y experimentar su sentido dentro de mi propia práctica. O el sentir que emana de nuestro deber como humanidad presente en cada uno de los versos de la oración de San Fransisco de Asis.  O la función de los diferentes gestos corporales como el bajar la cabeza, unir las palmas de las manos al frente del pecho, o el arrodillarse, que son herramientas para facilitar procesos de interiorización y repliegue sensorial sobre sí mismo. 

 Todo esto no es solamente porque durante mucho tiempo sentía que podría ser útil a la humanidad dedicándome al sacerdocio; O por mis largas horas de conversaciones con diferentes autoridades religiosas, en especial con un fraile que siempre me recibía todas mis preguntas, y algunas me las respondía desde su silencio y otras desde sus actos; O porque hoy en día me sobrecojo visitando iglesias, templos, capillas y catedrales de diferentes latitudes, y en ellas he encontrado que el arte que me dedico a enseñar, el meditar, se hace mucho más fácil. Es porque siento que este camino místico, como todos los demás, es una invitación a desarrollar nuestra propia humanidad, que no es más que la aceptación de nuestro rol como punto de confluencia entre los reinos de la naturaleza y los reinos de la consciencia. 

 Así que acá me encuentro compartiendo está imagen tomada de una catedral en el sur de Colombia, que como siempre me sobrecoge, y aunque en ella cada quien pueda ver diferentes cosas como: idolatría, institucionalidad, sus propios temores reflejados en un vitral, quisiera sembrar una invitación a ver más allá de las apariencias y comprender la sintonía que vibra entre todos los caminos místicos que hemos recorrido como humanidad.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de @estebanada Enero 2020)
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Encontrarnos frente al miedo puede ser una oportunidad, una puerta para vernos y encarar las preguntas que más nos desafían. El Coronavirus no está creando un miedo nuevo, simplemente está permitiéndonos ver un miedo que siempre ha estado ahí, encubierto, disfrazado en forma de múltiples necesidades. Ya es hora de quitarle las máscaras al miedo y mirarlo al desnudo. 

 Es un momento de introspección. ¡Sí! Y no se trata de encerrarse en casa, la introspección no es una actividad del cuerpo, es una actitud interna, una disposición de observarse. Bajarle por un momento el volmen al noticiero para advertir lo hay en el corazón. ¿Cómo te toca lo que está ocurriendo? ¿Qué preguntas te hace? 

 Al observarme puedo decir con certeza que el miedo, cuando tocó a mi puerta, vino para sacudir mis creencias, para ayudarme a descubrir ideas que sostenía sin cuestionarlas, sin darme cuenta que dichas ideas me aprisionaban, me hacían sentir vulnerable y en permanente lucha. 

 Toda crisis representa un renacimiento y lo que estamos viviendo como humanidad apunta hacia allí. ¿Qué significado le doy a la enfermedad? ¿Qué idea tengo sobre la muerte? ¿Sobre quién soy? 

 Como humanidad padecemos una adicción de la que no se habla, nada se dice de ella en los periódicos, ni en las noticias. Un virus más nocivo que el Coronavirus, que la peste negra, una adicción extendida por todo el planeta y que es la madre de las guerras, el hambre y la carencia en medio de una tierra que rebosa abundancia. 

 Somos adictos a nuestra personalidad, a ese yo en el cual pensamos las 24 horas del día. Somos adictos a esa idea de nosotros a tal punto que no la soltamos, pues soltarla implicaría desaparecer tal como nos conocemos. Pensamos en ella desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Yo y mis problemas, Yo y mis deseos, Yo y mis logros, Yo y mis amigos, Yo y mis enemigos, Yo y mis metas, Yo y mi salud, Yo y mi familia. 

¿Dónde estamos? ¿Qué hacemos con nuestros ojos? ¿Los usamos para ver? ¿Qué hacemos con nuestra piel? ¿La usamos para sentir? ¿Qué hacemos con nuestros oídos, los usamos para escuchar? ¿A quién podemos escuchar si esa voz en nuestra cabeza está encendida todo el tiempo? Un narrador interno a todo volumen que te cuenta cómo es el otro, cómo es la vida, cómo es la muerte...

 Allí está el origen del caos que hemos creado, sin embargo esto no sale en las noticias. Somos adictos a un Yo que Existe mientras Tiene, un Yo que Es mientras Acumula (títulos, dinero, belleza, amigos, parejas) porque desde esta perspectiva hasta las personas son objetos que se poseen. Un Yo que se construye a través de cosas que NO permanecen en el tiempo. ¿Te imaginas la angustia, la necesidad de control, la ambición, los celos, la competencia? La sociedad de consumo no está afuera, está adentro en la manera de vernos. 

 Somos cazadores de etiquetas, buscando desesperadamente darnos un significado a través de lo que pensamos y conseguimos. Tal vez por eso sea tan mágico compartir con los niños, tan vivos, tan presentes, ajenos a esta loca idea de creernos una historia que da vueltas en nuestra cabeza. Un puñado de pensamientos que nos definen y nos dan forma. 

 La crisis de la humanidad es una crisis de identidad y ahora tenemos la oportunidad de verlo. 

 ¿Qué es la identidad entonces? ¿Qué significa ser alguien en la vida? ¿Estudiar? ¿Tener dinero? ¿Tener poder? Parece que en el mundo que hemos creado Ser no es significativo, de ahí que el propósito de la mayoría de personas sea construir una imagen personal que sobresalga entre muchas otras. Solo así nos encontramos frente a un mundo donde hay gente que Es Más y hay gente que Es Menos. ¿Cómo puede ser eso concebible? Si eres consciente de que existes eso implica que Eres. Y la experiencia de Ser es Total, es íntegra. Es imposible ser a medias. Esto implica que si Eres estás completo. No hay nada que se pueda agregar o quitar.

 Todo lo que tiene un inicio tiene un fin, incluyendo al Coronavirus. Y esto también incluye el cuerpo que usas para estar aquí, tu nombre, tu historia... ¿Entonces quién eres? ¡Esa es la pregunta! Semejante pregunta y quedó relegada para los filósofos y los religiosos. Aquí está la locura de nuestros días. ¡Es más importante saber si el dólar subió o bajó que saber quién soy y por qué estoy vivo! 

 ¿Soy mi cuerpo? ¿Soy mis pensamientos? ¿Soy Conciencia? ¿Qué es la Conciencia? ¿La conciencia está dentro mi cuerpo o mi cuerpo está contenido dentro de la conciencia? 

 Tal vez todo este movimiento generado alrededor del Coronavirus no sea más que una invitación contundente a retornar a este instante. Abrazar la confusión, el miedo, la tristeza, lo que sea que sientas ahora mismo sin importar cómo se exprese. ¡Seamos sensatos! ¿A qué puerto nos ha llevado tanta guerra? Luchar con lo que pensamos, luchar con lo que sentimos. ¡Cuánta energía invertida en luchar con lo que es! Tal vez éste sea un momento para decidir integrarnos, para darle lugar a lo que este instante nos presenta. Empezar por el principio y aterrizar aquí, descubrir que los miedos más profundos necesitan de la imaginación para sostenerse. Pregúntale a ese pensamiento que tienes entre manos de qué te habla ¿De pasado? ¿De futuro? Suficiente razón para soltarlo. 

 ¡Vuelve aquí! Abre los ojos de verdad y respira. ¿Qué sonidos te rodean? ¿Quién te acompaña? ¿Qué emoción te visita? ¿Puedes percibir tu corazón? ¿El llamado de la naturaleza? 

 La respuesta de Quién Eres no se encuentra en ningún libro. Está aquí, latiendo en tus narices. Hay un lenguaje que quieres recordar. En el Presente está el Hogar que estás extrañando. 

Sembrado por Susana Moncada (Marzo de 2020)
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¿QUIÉNES SOMOS?

El semillero de yoga es una plataforma de encuentro para compartir, practicar, estudiar y vivir el Yoga en toda su profundidad. Nació como un espacio de preparación para futuros profesores de Yoga, en donde el único prerrequisito era tener instalada una práctica constante, y a lo largo de estos años ha servido como punto de encuentro para vivenciar el Yoga mucho más allá de una clase. Hoy en día conserva su esencia de estimular procesos formativos desde la pedagogía tradicional de Yoga, en donde el compartir, el practicar y el enseñar son los verdaderos maestros, y cumple su función mediante grupos de estudio, Diplomaturas en Yoga, talleres de profundización, retiros de autoconocimiento y actividades de servicio a la comunidad.

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