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SEMILLERO DE YOGA



Los humanos somos seres de rituales, con los cuales manifestamos y expresamos transformaciones y transiciones, y en este acto de pasar por un ritual, nos asumimos como seres diferentes, transformados y dispuestos para nuevos retos.

Hoy finaliza mediante un ritual (virtual) este camino de cursar una maestría académica, y si bien siempre he tenido muy claro que el mundo académico que suele estar de espaldas a la realidad, también creo en el poder transformador que tiene el conocimiento y la experiencia que desde allí se pueda generar.

Cuando era pequeño y me preguntaba sobre las cosas que quisiera hacer en el futuro, no imaginaba que fuera a dedicar muchos más años sentado ante un tablero acumulando conceptos, y por ello decidí aprender de la vida desde otros aspectos, siendo durante épocas aprendiz de maestro de obra, de herrero, de carpintero, de plomero, de cerrajero entre muchos otros, para luego dedicarme de lleno a los caminos de cultivo interior.

Aunque para mi fuera muy fácil mantenerme en este mundo místico, también comprendí que muchos de estos caminos también suelen estar de espaldas a la realidad, y me propuse hacer un matrimonio entre todas estas prácticas y conocimientos que son tan útiles para la humanidad, y las metodologías y la capacidad de impacto que tiene el mundo académico, y fue por ello que decidí darle una oportunidad a estudiar una carrera y luego a cursar una maestría.

Y ahora que finaliza este proceso y puedo ver en retrospectiva todas las transformaciones que se han suscitado agradezco enormemente a la vida por permitirme integrar estos dos mundos. Y ahora que el ritual nos marca una transición, disfruto la espera de nuevos retos y de nuevos aprendizajes. 

Sembrado por Esteban Augusto (31 de julio 2020)
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Hoy en día, cuando pensamos en una clase de yoga se nos viene a la cabeza una especie de protocolo específico, una receta en la que se conjugan ciertos ingredientes: unas cuantas asanas, una que otra técnica de respiración y quizá, algún ejercicio de relajación y algún otro de meditación.


Bajo este paradigma, en las últimas décadas diferentes maestros han creado su propia receta, y sus discípulos, o más bien las instituciones que quedaron instauradas en su nombre, se han encargado de hacerlas populares, de categorizarlas como la mejor y de convertirlas en esquemas rígidos. Estas instituciones respaldan su actuar bajo el argumento de que “así lo dijo el maestro”. 


Esta situación ha creado una especie de competencia para decidir cuál es la mejor estructura para una clase de yoga y cada institución se ha dedicado a impartir sus esquemas particulares a sus estudiantes, generando una suerte de homogeneización entre ellos. Estas instituciones, sin embargo, pocas veces se preguntan por los principios que rigen y que subyacen estos protocolos o por las condiciones y propósitos específicos de sus maestros durante el proceso de divulgación de su sabiduría.


Se hace fundamental entender, para entrar en los detalles posteriores de este artículo, que lo que llamamos hoy en día como la estructura de una clase de yoga, es básicamente un orden específico para la ejecución de unas cuantas asanas, que finalizan con una breve relajación, y entre las cuales, ocasionalmente, se invita a un trabajo con la respiración. Bajo estos patrones, los más técnicos han estudiado, desarrollado y perfeccionado la ciencia de la asanología proponiendo prácticas específicas para algunos músculos, o para desarrollar una de esas que llaman ‘asanas avanzadas’, o para profundizar en habilidades específicas como el equilibrio, la flexibilidad, etc. Todo ello apoyándose en el que es uno de los grandes pilares del Yoga hoy en día, la biomecánica. Desde la entrada en escena de este pilar, presentado como el último paradigma de la racionalización del cuerpo, se ha incrementado el número de practicantes lesionados.  


Este tipo de estructuras en las que suele primar lo postural terminan invisibilizando dos de los grandes propósitos que se tiene con la práctica de yoga. El primero es a nivel energético, con él se proponen ciertas etapas, principalmente para el refinamiento y el direccionamiento de la energía. El otro propósito es a nivel mental y apunta al entrenamiento de la concentración pero sobre todo de la cesación de la identificación con las fluctuaciones mentales. 


La propuesta de este texto es presentar un bosquejo de los momentos energéticos de una clase de yoga e indicar algunas de las técnicas que pueden aplicarse en estos momentos, esto, basado en las tradiciones que me he dado la posibilidad de estudiar y experimentar. Cabe aclarar, que la presente no es una invitación a caer en un protocolo más, sino que es una reflexión hecha con el propósito de que muchos profesores y practicantes puedan enriquecer y ampliar su mirada y poner un poco más de luz sobre esta gran sabiduría del Yoga. 


Los momentos energéticos de una clase responden a un proceso llamado: palpitar energético. Este es solo un nombre para resumir un ciclo de ocho momentos que son: ofrendar, purificar, activar, desbloquear, condensar, expandir, direccionar, y disolver. Y que puestos en orden implican una especie de contracción y expansión de esto que llamamos energía, como una posibilidad de sintonizarnos a través de ella con el fluir del universo, completando el propósito general de la práctica de Yoga que es el de retornar a la unidad.



Ofrendar


Esta primera fase comienza con el conectarnos con algo más grande que nosotros mismos, con el dejar a un lado nuestro sentido de individualidad y nuestros propósitos personales, y más bien aprender a disponernos a ser receptivos para que la energía, que es la vida, fluya y se manifieste a través de nosotros. 


Para esta primera fase hay diversas técnicas, siendo las más empleadas, la recitación de mantras o la oración, dedicadas principalmente a un linaje de maestros, o a alguna manifestación de lo que entendemos por lo sagrado, que nos recuerdan que siempre estamos acompañados en el proceso. También el silencio cumple esta función, ya que nos permite dejar a un lado lo que veníamos haciendo para marcar el inicio de un acto sagrado, en la cual nos asumimos como meros instrumentos de la energía y de la Vida.


Es muy común que hoy en día las clases estén direccionadas desde un propósito, desde algo que se quiera lograr, pero este primer movimiento, por el contrario, implica abandonar todo propósito de manera que todo lo que suceda durante la práctica sea una ofrenda. En otras palabras, más que pretender obtener algún resultado, se trata de aprender a ofrecer o donar los posibles resultados hacia todos los seres, y esto nos conecta con una actitud y una disposición en la cual la energía fluye de acuerdo a su propia naturaleza y no a nuestras aspiraciones personales.



Purificar


Después de reconocer que la propuesta de una práctica de Yoga está en función de la movilización de la energía, es importante entender la importancia de limpiarla. De no estar limpia, se activa y disemina una energía cargada de las toxicidades con las que usualmente nos relacionamos en la cotidianidad.


Con esta intención, en los momentos iniciales de una práctica se proponen ejercicios que lleven a soltar todos estos contenidos, que pueden ser densos como dolores o malestares corporales, o pueden ser sutiles como emociones o patrones de pensamientos recurrentes. Para ello se emplean diversas técnicas, siendo las más recurrentes algunos de los denominados satkarmas, o ejercicios de purificación, como el nauli o el kapalabhati, secuencias de automasajes para incentivar ciertos puntos corporales y algunos pranayamas que incluyen un énfasis sobre la exhalación, siendo ésta fundamental para soltar contenidos sutiles. Sin embargo, las más usadas son secuencias cortas de relajación que ayudan a resetear el sistema y disponerlo para todo el proceso que se avecina.



Activar


Posterior a los momentos de ofrecimiento y purificación, se propone un componente de activación que toma dos direcciones: la primera es la activación de las funciones vitales del cuerpo, lideradas por la respiración. Esto se hace con un trabajo de entrenamiento de las facultades respiratorias, comenzando con ejercicios que estimulan las regiones bajas, medias y altas de los pulmones de manera individual, para luego integrarse en respiraciones completas, y desarrollar más adelante la R.Y.C. o Respiración Yogui Completa. 


En este momento de activación se propone también el despertar de cada una de las articulaciones, siendo un buen ejemplo las técnicas de pawanmuktasanas o los viayamas que invitan a que el movimiento de la respiración se expanda a través del movimiento articular, y con ello se logren activar todas las estructuras, yendo desde las más densas hasta las más sutiles.



Desbloquear 


Una vez activas tanto la estructura corporal como la función vital, se procede a desbloquearlas y de esa manera disponerlas para el trabajo que sigue. El desbloqueador por excelencia es el calor que se produce de la combinación del movimiento con la respiración, y las técnicas más empleadas para ello son: el clásico Saludo al Sol o suryanamaskara, todos los namaskara derivados, y la conexión de dinámica de asanas encadenadas fluidamente mediante el vinyasa.


El propósito de esta fase de desbloquear es que se liberen los contenidos y la información que solemos acumular en nuestras estructuras. Por ello tanto los namaskara como las vinyasas están estructurados alrededor de la movilidad de la columna vertebral, y los grandes núcleos articulares de la cintura pélvica y la cintura escapular, que son los tres nodos en donde se presentan más ataduras energéticas y psíquicas, expresadas mediante la rigidez. La propuesta de estas técnicas de ejecutar repetidamente los movimientos, conduce a que se liberen estas ataduras y que se drenen estos contenidos internos, y como fruto de ello se desarrolle un estado de flexibilidad. Por otro lado, la dinamicidad y la exigencia de namaskaras y vinyasas son una invitación para salir de los patrones habituales de dispersión de nuestra mente que simplemente se integran al fluir entre la respiración y el movimiento.


Vale anotar un elemento histórico de este componente, y es que podría decirse que es el más moderno de todos, y que toda esta fase de dinamicidad en función del desbloquear responde a una necesidad de mayor movimiento ante vidas más sedentarias, y de mayor exigencia ante mentes más dispersas. Como consecuencia de esto, muchas de las clases de yoga de hoy están centradas en desbloquear. Antaño los estilos de vida implicaban más actividad, al haber, por ejemplo, más relación con el trabajo en el campo, con esas dinámicas los momentos de purificación y activación eran suficientes para pasar a la fase de condensación. Basadas en esto, muchas escuelas consideradas como ‘más tradicionales’ no incluyen fases dinámicas de desbloqueo, y saltan inmediatamente de un breve movimiento articular a las asanas en sí mismas. 



Condensar


Este momento incluye la práctica de asanas sostenidas por muchas respiraciones. La energía que se ha estado purificando y activando, y que ahora puede desplazarse libremente gracias al desbloqueo de los conductos durante la fase anterior, se moviliza hacia cada uno de los centros cerebroespinales denominados chakras, y se condensa sobre estos para optimizar su funcionamiento.


Durante la condensación se busca entonces poner toda la energía en recargar y estimular cada uno de esto centros, y para ello el asana va acompañada de otras técnicas que incluyen la sintonía con la respiración, el equilibrio de las sensaciones internas y externas, los ejercicios de visualización, y la profunda actitud de que cada postura es simplemente una ofrenda más que se hace por algo más allá de nosotros mismos. Estas técnicas favorecen procesos de enfoque y condensación de los diferentes niveles de energía hacia cada uno de los centros.


Este trabajo de sostener las posturas ha sido visto en las últimas décadas desde un ángulo muy corporal, dando pie a la creencia de que las posturas se sostienen desde los músculos, y dando pie por tanto a la creación de doctos tratados alrededor de estos. Pero resulta importante remarcar que cuando se habla de sostener las posturas no se hace desde el esfuerzo sino desde la energía. Cuando la postura está establecida en sus respectivas raíces y puntos de proyección, cuando el esfuerzo cesa y cuando hacemos la postura como una ofrenda, la energía es direccionada desde la respiración y nos sostiene, y entendemos entonces que la postura se apoya en algo más que nuestra propia voluntad.


Ahora bien, el recorrido que se ofrece para la condensación a través de los centros energéticos, puede ir en varios sentidos. Uno de ellos es el descendente, que comienza su trabajo con posturas sostenidas para los chakras desde la corona hasta la raíz, o ascendente que va en sentido inverso. El primero de ellos es una invitación para tomar lo sutil y descenderlo en medio de la densidad del mundo, muy apto para aquellos que viven inmersos en las regiones etéreas, y les hace falta equilibrarse con una poco tierra. El segundo, en contraposición, es una respuesta a un recorrido desde lo más denso para conectarse con lo más sutil, más apto para aquellos que requieren compensar su estado ordinario de enraizamiento en la materia con la levedad del acercamiento a los reinos del espíritu. Bajo estos mismos principios operan también formas que emplean sentidos centrífugos y centrípetas con la finalidad de que ese camino de condensación logre incentivar la dirección hacia la ‘Fuente’ presente en el centro del pecho, o la emanación desde la misma.


Hay un asana especial que se propone para sellar o para redistribuir todo lo ejecutado con los circuitos de condensación, y es el asana que implica un proceso de torsión de la columna vertebral. Mediante las torsiones, lo que logró acumularse de energía en cada uno de los chakras, se distribuye a lo largo de los principales nadis para irradiarse a los otros centros, apoyándose el movimiento de rotación en espiral, y por ello es una postura especialmente ejecutada cerca del final de esta etapa de condensación. 

 


Expandir


La energía que se ha movilizado, y condensado mediante la práctica de las asanas sostenidas, no es para quedarse en los chakras; debe, desde ellos, expandirse y redistribuirse por todo el sistema, y a la vez irradiar toda la energía y toda la información resultante del proceso de recarga de estos centros. En este proceso la relajación cumple el papel central, ya que invita a la quietud y al vacío, estados en los cuales la energía logra diseminarse y así, recargar todas las células del cuerpo.


En esta medida muchas de las tradiciones de Yoga han sido coherentes en proponer una buena práctica de relajación para el final, aunque hay unas escuelas que invitan a hacer cortas relajaciones después de cada uno de las posturas, bajo un esquema de postura-relajación, postura-relajación etc. Y en este caso, las relajaciones cumplen un papel similar, ya que al sostener el asana la energía se condense en un solo punto, para que luego, con la corta relajación, la energía pueda expandirse desde ese centro, y al hacer esto con los diferentes centros energéticos se cumple una función de bombeo energético gradual. Pero el hacer una secuencia de asanas fijas, sin relajación intermedia, invita a crear el camino de conexión entre los diferentes centros, y con la relajación final, adicionalmente de expandir la energía, lo que se hace es reafirmar el camino de conexión entre los diferentes chakras.


Aunque hay múltiples técnicas de relajación el proceso de expansión energética se favorece más desde herramientas como el Prana Nidra, o algunas modalidades de Yoga Nidra basadas en los circuitos energéticos o en patrones de vibración, con las cuales se recarga el cuerpo con una energía renovada y con una información nueva, y a la vez hay un acercamiento, aunque sea inconsciente, a estados donde se expande la conciencia.



Direccionar


Todo el proceso hasta ahora descrito nos ha conducido a estructuras renovadas y con una energía mucho más radiante y potente. El siguiente paso es direccionarla hacia el gran propósito de Yoga que es retornar a la unidad, y ahí hay dos técnicas por excelencia, el pranayama y la kriya.


El pranayama bajo su ejercicio más completo, conocido como respiración alterna, o anuloma viloma, aboga por equilibrar el fluir energético entre los dos canales laterales: Ida y Pingala, para incentivar su flujo hacia el canal central: Sushumna. Esta práctica no es simplemente respirar alternadamente por las fosas nasales, sino que en su modalidad completa incluye sus retenciones, bandhas, mudras, mantras y ejercicios de desplazamiento de la atención apoyados en la visualización. Para que produzca su efecto, debe ejecutarse durante muchos ciclos respiratorios, que podrían equivaler mínimamente a unos aproximados 21 minutos. 


Esta técnica de pranayama comparte muchos elementos con los ejercicios de kriya, que podrían definirse como unas secuencias de direccionamiento de la atención basados en la visualización, combinados con respiraciones, bandhas, mudras, mantras, y que apuntan al  mismo propósito de direccionar la energía hacia el canal central. Como se puede ver, aunque estas técnicas: bandhas, mantras, visualizaciones, entre otras, puedan practicarse de forma individual para estimular la concentración, estos ejercicios que implican una combinación de diferentes técnicas llevan a una mayor complejidad, y terminan favoreciendo el direccionamiento de todos los tipos de energía a una sola dirección, con lo cual se hace más fácil acceder a estados de concentración que creen las condiciones ideales para favorecer estados de meditación.



Disolver


Tras renovar la energía y ponerla al servicio del gran propósito de instalarse en el canal central, se logra acceder a la última de estas fases, la disolución. Comienza entonces un proceso en el cual se abandonan todas las técnicas, y simplemente se deja que toda esa energía que creíamos que era propia, se establezca en su propia naturaleza, y es allí donde la meditación emerge, y donde se desatan chispasos de claridad que nos permiten experimentar la disolución de nuestra individualidad para sintonizarnos con la ‘Fuente’.


Tras experimentar la disolución, con una respiración volvemos a habitar el cuerpo, a habitar el mundo, pero ahora tras esta experiencia, nos queda el propósito de compartir esta plenitud, no desde las palabras o los conceptos, ni desde las instrucciones de una clase de yoga, sino desde el ejemplo en nuestra propia vida, y así este palpitar energético que nos permitió ofrendar, purificar, activar, desbloquear, condensar, expandir, dirigir y disolver, nos trae de vuelta al mundo cotidiano, pero completamente transformados por la experiencia de alquimia de la energía mediante la práctica de Yoga.


Teniendo este amplio panorama sobre el circuito energético, se nos puede hacer más fácil comprender la razón por la cual algunos maestros, o algunas tradiciones, de acuerdo a sus propias necesidades y contextos, han puesto más énfasis en unas fases que en otras. Para finalizar me gustaría decir que aunque todo este circuito pareciera ser muy complejo, se trata simplemente de sintonizarse con el fluir natural de la energía, porque cuando seguimos el flujo de su palpitar podemos retornar a nuestro estado de unidad y a la vez compartirlo con todos aquellos que nos rodean.



Sembrado por Esteban Augusto (Julio 2020)

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El poema de los átomos (completo) -Rumi-


"Dondequiera que estés, sea cual sea tu condición y hagas lo que hagas, sé siempre un buen amante”



El movimiento de las olas, 
día y noche, viene del mar, 
tú ves las olas, pero, ¡qué extraño! 
no ves el mar.

Cada momento se precipita hacia nosotros desde todas partes la convocatoria del Amor.
¿Quieres venir con nosotros?
No es momento para quedarse en casa,
sino para salir y entregarse al jardín...

Ven,
Te diré en secreto
Adónde lleva esta danza.

Mira como las partículas del aire
Y los granos de arena del desierto
Giran sin norte.

Cada átomo
Feliz o miserable,
Gira enamorado
En torno del sol.

Una persona no está enamorada
si el amor no ilumina su Alma.
No es un amante
si no gira como las estrellas alrededor de la luna.

Excepto el amor intenso, 
excepto el amor, no tengo otro trabajo;
Salvo el amor tierno, 
salvo el amor tierno, no siembro otra semilla.

Todo he probado. Nada hallé mejor que Tú.
Cuando me zambullí en el mar, no hallé perla como Tú.
Abrí todos los toneles, he probado de mil vasijas,
Mas ninguno excepto aquel rebelde vino tuyo
tocó mis labios e inspiró mi corazón.

Esas palabras tiernas que nos decimos uno al otro
están guardadas en el corazón secreto del paraíso.
Un día como la lluvia, ellas caerán y mojarán todo y
su misterio crecerá verde sobre el mundo.

Cuando estoy contigo, estamos despiertos toda la noche
Cuando no estás, no puedo dormir
¡ Que Dios bendiga estas dos insomnios !
y la diferencia entre ellas

Solía ser tímido.
Tú me hiciste cantar.

Solía rechazar cosas en la mesa.
Ahora grito por más vino.

En solemne dignidad, solía sentarme
sobre mi tapete a rezar.
Ahora los niños corren a mi lado
y me hacen muecas.

El camino del amor
no es un argumento sutil.

Su puerta
es la devastación.

Los pájaros dibujan grandes círculos en el cielo
con su libertad.
¿Cómo lo aprendieron?

Ellos caen, y mientras caen
les dan alas.

La Belleza del corazón
es la belleza duradera:
sus labios brindan
el agua de vida para beber.
Verdadera es el agua,
quien la vierte,
y quien la bebe.
Los tres se vuelven uno
cuando tu talismán está hecho añicos.
Esa unidad no la puedes conocer
por medio de la razón.

¿Quién hace estos cambios?
Disparo una flecha a la derecha
Cae a la izquierda.
Cabalgo tras de un venado y me encuentro
perseguido por un cerdo.
Conspiro para conseguir lo que quiero
Y termino en la cárcel.
Cavo fosas para atrapar a otros
y me caigo en ellas.
Debo sospechar
de lo que quiero.

Noche y día el Mar tiene espuma.
Ves la superficie espumosa, pero no el Mar.
¡Qué increíble!
Estamos chocando unos con otros como barcos:
nuestros ojos están a oscuras, aunque el agua esté clara.
Dormidos en el bote del cuerpo, flotamos
ajenos al Agua del agua.
El agua tiene un Agua que la conduce;
el espíritu tiene un Espíritu que lo llama.

Deja tus preocupaciones
y ten un corazón completamente limpio,
como la superficie de un espejo
que no contiene imágenes.
Si quieres un espejo claro,
contémplate
y mira la verdad sin vergüenza,
reflejada por el espejo.

Si es posible el metal pulir,
hasta que parezca un espejo,
¿Cuánto es posible pulir,
del corazón el espejo?
Difieren solo en un punto
el corazón y el espejo,
el corazón secretos oculta
ninguno guarda el espejo.

La muerte pone fin a la angustia de la vida.
Y, sin embargo, la vida tiembla ante la muerte...
Así tiembla un corazón ante el amor,
como si sintiera la amenaza de su fin.
Porque allí donde despierta el amor,
muere el Yo, el oscuro déspota.

A través de la eternidad
La Belleza descubre Su forma exquisita
En la soledad de la nada;
coloca un espejo ante Su Rostro
y contempla Su propia belleza.
Él es el conocedor y lo conocido,
el observador y lo observado;
ningún ojo excepto el Suyo
ha observado este Universo.

Cada cualidad Suya encuentra una expresión:
la Eternidad se vuelve el verde campo de Tiempo y Espacio;
Amor, el jardín que da la vida, el jardín de este mundo.
Toda rama, hoja y fruto
revela un aspecto de su perfección:
los cipreses insinúan Su majestad,
las rosas dan nuevas de Su belleza.

Siempre que la Belleza mira,
el Amor también está allí;
siempre que la belleza muestre una mejilla sonrosada
el Amor enciende su fuego con esa llama.
Cuando la belleza mora en los oscuros vallecitos de la noche
el Amor viene y encuentra un corazón
enredado en los cabellos.
La Belleza y el Amor son cuerpo y alma.
La Belleza es la mina, el Amor, el diamante.
Juntos han estado
desde el principio de los tiempos,
lado a lado, paso a paso.

No vayas a ningún lado sin mí.
No dejes que nada suceda en el cielo aparte de mí,
o sobre la tierra, en este mundo o en aquel otro,
sin mi ser en su suceso.
Visión, no veas nada que yo no vea.
Lengua, no digas nada.
La manera en que la noche se conoce con la luna,
sé eso conmigo. Sé la rosa
más cercana a la espina que soy .
Quiero sentirme en ti cuando pruebes la comida,
en el arco de tu mazo cuando trabajes,
cuando visites amigos, cuando tú solo
subas al techo por la noche.
Nada hay peor que caminar por la calle
sin ti. No sé a dónde voy.
Tú eres el camino, y el conocedor de caminos,
más que mapas, más que amo.




Yalal ad-Din Muhammad Rumi (año 1000DC apróx.)
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Por varios años no conté con una casa en donde habitar, dormir, cocinar y todas esas cosas que se hacen en un hogar, lo que llevó a que algunos dijeran que yo simplemente vivía en una chaqueta, o que era algo así como el último nómada urbano, incluso algunos decían que en esos años estaba haciendo el curso como monje renunciante y como peregrino errante.
Aunque se digan tantas cosas, que hoy son simples anécdotas, lo que si puedo decir es que fue una época en la que puede aprender el valor de la ligereza, de la impermanencia, pero sobre todo el valor de lo simple, y de hecho me ha permitido entender el rol que jugaba la disciplina monástica de la renuncia en el proceso formativo en diversas tradiciones místicas.
De esa época me queda el gusto por visitar familias ajenas, pero sobre todo por aprender a sentirme como uno más de la casa, así su acogida fuera por un solo día. De algunas de esas familias me siento aún como un miembro honorario, o como una especie de primo lejano que sólo manda noticias ocasionalmente. Y aún hoy, con sólo cerrar los ojos puedo recordar a todos aquellos que estuvieron ahí para recibirme, para cuidarme, para apoyarme, y puedo revivir esa sensación de sentirme parte de una camada humana y llenarme de su calidez.
Por esto, aunque pareciera que no tengo ni he tenido un hogar fijo, me he sentido con la dicha de labrarme en la habilidad de encontrar un hogar a donde sea que vaya. Porque mientras pueda contemplar la magnificencia de la cúpula celeste, sentir la tierra acariciando mis pies descalzos, y escuchar la vibración que emana de mi corazón, me sentiré en casa.
“Si nuestro corazón palpita, es por el calor de la vida que llevamos dentro, y mientras estemos conectados con ese corazón, en el que se conjugan el cielo y la tierra, siempre llevaremos ese calor de hogar a donde sea que nos conduzca esta existencia”.

Sembrado por Esteban Augusto (Julio 2020)
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YOGA VASISHTHA (7)

LIBRO III: UTPATTI KHANDA


Apartados:

Naturaleza mental de la creación

Historia de Indu y sus diez hijos

Historia de Indra y Ahalayá

Nacimiento del Jiva y el poder de la mente

Sobre las diferentes clases de seres


Con la mente creamos universos, creamos nuestra propia realidad. La mente misma es la responsable de nuestras sensaciones de sufrimiento, de éxito, de satisfacción y de alegría. Nuestro cuerpo como tal no sufre, sufrimos por el concepto mismo que tenemos del sufrimiento, por la percepción. Todo aquello que parece afectarnos o alegrarnos no es más que una construcción de nuestra mente que viene regida por todas las experiencias previas tanto propias, como familiares, como especie y como vida misma.


La mente en su proceso de evolución nos lleva a creer inicialmente que estamos rendidos a la vida, que somos víctimas de las circunstancias. Cuando evolucionamos un poco más, comenzamos a sentirnos creadores y nos obsesionamos con la idea de crear, en este punto el ego se manifiesta con más fuerza. Y finalmente, llega un momento en el que ni creamos ni nos sentimos víctimas, y reconocemos que todo está creado y es ahí donde ya nada nos afecta. En un momento nos damos tal importancia que nos creemos creadores de todo pero realmente no estamos creando nada, estamos simplemente haciendo una interpretación a partir de los elementos que hay en nuestra mente, de las creencias a las que nos hemos aferrado, de los patrones mentales que se han ido construyendo con el tiempo.


Todos tenemos la posibilidad de conectarnos con el proceso creativo. El momento de la creación inicia siempre con un estado de vacío, no tenemos idea de lo podremos hacer. Los elementos de la naturaleza siempre han estado ahí disponibles, solo que con el tiempo y con los nuevos patrones mentales que hemos ido desarrollando como especie hemos podido usar esos elementos de forma diferente para conseguir de esta manera resultados distintos.


El sabio y la espontaneidad

En el texto se dice que “los sabios no desean nada en absoluto pero tampoco desean librarse de ninguna acción”.  Los sabios entienden que intentar librarse de la acción sería ir contra el flujo mismo de la vida en la que siempre hay acción y motivación a la acción. No podemos quedarnos quietos, por ejemplo cuando entramos en meditación, sabemos que aunque no estemos moviéndonos físicamente, aunque logremos incluso que la mente se aquiete, dentro de nosotros están pasado infinidad de cosas, nuestro organismo continúa funcionando, siempre hay una acción sucediendo. Los sabios entienden que hay un impulso innato que nos lleva a actuar, dejan de luchar porque saben que no hay manera de librarse de ese movimiento constante de la vida. Pero además de entender el impulso que nos lleva a la acción, de entenderla como fluidez absoluta la liberan del deseo y la acción comienza a fluir sin apego, sin propósito. El sabio comprende la naturaleza misma de la acción y actúa en función de ella.


Para el sabio la acción comienza a llenarse de un sentido de espontaneidad y autenticidad, el sabio sin proponérselo y en la medida en que permite que la acción fluya se diferencia a través de sus propias acciones permitiéndose aportar desde su ser. El proceso de la conciencia nos lleva a soltar las identificaciones, los patrones y las tendencias para dejar que lo que realmente somos se exprese de forma espontánea.


El autoconocimiento es el que nos permite soltarnos y crear sin esfuerzo y sin querer controlar la creación. El trabajo tiene que ver con permitir el fluir de la vida. Por ejemplo, un colibrí que mete su piquito en una flor está simplemente haciendo lo que tiene que hacer para sobrevivir, que es alimentarse, pero al mismo tiempo y sin proponérselo está generando vida, está creando sin pretensiones, sin querer ejercer control y sin sentirse dueño de nada.  La vida es la creación y es un acto que surge simplemente al fluir.


Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros julio 2020)




SIGUIENTE ENTRADA: [LAS ILUSIONES, EL LENGUAJE Y LA IGNORANCIA]


ENTRADA ANTERIOR: [LA ILUSIÓN, LA AUSTERIDAD Y LOS ESTADOS DE CONSCIENCIA]



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YOGA VASISHTHA (6)

LIBRO III: UTPATTI KHANDA


Apartados:

El cuarto estado o turiya

Historia de Karkatí o Visüchiká

Relación de Nádara e Indra

Liberación final de Súchiká

Historia de Vikrama y su ministro

La naturaleza de Brahmán según el ministro

Naturaleza de Brahman según el rey Vikrama

Desdoblamiento de la mente en sujeto y objeto

Liberación final de Karkatí

El culto a Kandará



Historia de Karkatí


De forma transversal en este apartado se presenta la historia de Karkatí, quien luego será venerada como la diosa Kali. Al inicio de la historia nos muestran cómo Karkatí realiza una serie de prácticas de austeridad con un objetivo totalmente egoísta, saciar su propia hambre devorando un pueblo completo y cómo desde el egoísmo es posible alcanzar a través del esfuerzo una meta planteada. Después de conseguir este objetivo, Karkatí se convirtió en el vector a través del cual se transmitía la enfermedad del cólera y luego de un tiempo comenzó a sentir que no era libre debido a esta obligación que llevaba a cuestas, por ende, comenzó a realizar una serie de prácticas para liberarse. Luego de mucho tiempo de austeridad, lo logra y alcanza un estado tan elevado que deja de necesitar incluso alimentarse. En este punto Karkatí siente que ya alcanzó el autoconocimiento y que por lo tanto ya no desea nada más. Sin embargo, a petición de Brahman, ella decide recuperar su función como transmisora del cólera afectando ahora solamente a los malvados, con el fin de mantener el orden del mundo. Ella comprende el papel que le corresponde para mantener el orden del universo y de esta forma se dedica a hacer lo mismo que antes, pero ahora, desde una motivación diferente.


Muchas de nuestras acciones y esfuerzos están dirigidos por el deseo egoísta de alcanzar algo y esos esfuerzos son capaces de generar ciertos logros. A medida que evolucionamos comenzamos a diferenciar los actos regidos por el ego de los que no lo están. Y finalmente, cuando alcanzamos el autoconocimiento, actuamos para un bien común, reconociendo incluso que nuestras acciones permiten mantener el orden del universo por lo que tampoco nos negamos a actuar. 


Sobre la austeridad


El texto presenta la austeridad como una metodología para alcanzar nuestros propósitos a partir de desprendernos de algo o de hacer cosas que nos reten y nos purifiquen. La austeridad puede estar al servicio del interés personal o puede estar conectada con algo más grande y dependiendo de esto, es posible conseguir unos logros u otros.


Casi todas las prácticas de yoga tienen la austeridad como uno de sus preceptos y muchas veces a través de esos sacrificios, de esas mortificaciones buscamos conseguir, combatir o dominar algo o a alguien y seguramente podemos conseguirlo a través de esta metodología pero la idea es que con el tiempo todos esos deseos personales dejen de importar y alcancemos un punto en el que simplemente vivamos desde el sacrificio, desde la austeridad, desde el tapas, más allá de todo deseo, de todo objetivo y comencemos a cumplir el rol que tenemos, trascendiendo así el sentido mismo de la austeridad. La austeridad es despojarnos incluso del deseo de querer llegar a algún lugar.


La avidez y la aversión tienen el mismo efecto en nosotros, son lo mismo, cuando nos apegamos al ego espiritual, así como cuando lo negamos, lo estamos alimentando. El texto nos invita a preguntarnos continuamente desde dónde estamos actuando. Cuando sabemos con claridad desde donde nacen nuestras acciones, qué las motiva, el ego deja de ser el que dirige nuestra vida, dejamos de sucumbir a él y comenzamos a usarlo, en lugar de ser usados por él.



Sobre los estados de conciencia


Dentro de estas tradiciones se presentan cuatro estados de conciencia, llamados: vigilia, ensoñación u onírico, sueño profundo y el estado de turiya. El estado de vigilia se presenta cuando nuestra atención está volcada hacia el mundo externo. Estamos tan volcados en el afuera que nos olvidamos de todo lo que tenemos adentro. Nos comportamos de acuerdo a nuestros patrones previos pero la conciencia viene desde el afuera. Este estado nos permite conocer todo lo que habita en el mundo externo.


En el estado onírico nos desconectamos del afuera y pasamos a estar pendientes del adentro que no es más que todo el acumulado de nuestras experiencias previas. Al sólo quedarnos el mundo interno accedemos más fácil a nuestro patrones, que aunque se manifiestan en nuestra forma de vivir cotidiana se hacen mucho más evidentes al cultivar nuestra facultad de estar atentos en el sueño. Es por esta razón que el ego se puede hacer más visible y manifiesto en la ensoñación. En este segundo estado podemos ver todo lo que tenemos adentro, las sombras que no manifestamos, los deseos que somo incapaces de expresar, todo lo que hemos reprimido, nuestras aspiraciones. Este estado nos permite hacernos conscientes de todo lo que habita en nuestro interior. 


Expandiendo la conciencia desde el estado de vigilia al estado de ensoñación, podemos llevar claridad para ver las cosas como lo hacemos en la vigilia y aprender a verlas también en nuestros sueños a los que normalmente solo sucumbimos y nos dejamos arrastrar de forma automática. En el mundo de la vigilia decidimos y controlamos las cosas con cierta regularidad y facilidad pero en el mundo de los sueños normalmente no controlamos nada y nos convertimos en víctimas de lo que se sueña. Lo que podemos hacer es expandir nuestra capacidad de atestiguar las cosas sin sucumbir ante ellas tanto en la vigilia como en la ensoñación.


El tercer estado es el estado de sueño profundo, el estado de silencio, de vacío, un estado en el que no existe la realidad externa ni interna, en este estado nos despojamos de nosotros mismos, pero también nos despojamos del mundo del afuera, no hay ya sujeto ni objeto. Cuando nos dormimos y entramos en el sueño profundo se desvanece el sujeto y el mundo y todo deja de existir por unas cuantas horas cada noche.


El cuarto estado o turiya es el que permite que la conciencia de la vigilia se expanda hacia los sueños y hacia el sueño profundo y en ese punto ya no caemos en el sueño profundo sino que entramos en él y conscientemente podemos experimentar el vacío. A este mismo estado es al que se puede llegar a través de la meditación, que nos lleva a expandir de forma consciente nuestra facultad para percibirlo todo, tanto el mundo interno y externo como el mundo trascendente. A través de este estado logramos percibir que dejan de existir las divisiones.


Recordar lo que sucede en los sueños es una facultad que puede entrenarse para hacernos más conscientes del mundo onírico y poder utilizarlo como herramienta de autoconocimiento. En el mundo onírico se manifiesta lo que habita dentro de nosotros y que a veces no sabemos; entrar con mayor conciencia a este mundo nos puede permitir sanar ciertos aspectos de nuestra vida. Conectarnos mejor con los sueños nos puede acercar a alcanzar el estado de turiya.


El estado de turiya nos conecta con la supraconciencia; vivir desde la supraconciencia implica que los tres estados están siempre presentes: estamos siempre presentes en el mundo externo, en el mundo interno y en el vacío. Cuando vivimos desde estos tres mundos no sucumbimos tan fácilmente a la identificación con lo externo ni a la identificación con lo interno. El turiya es la integración de los tres mundos porque todos se reflejan de forma simultánea.



Sobre el sentido de ilusión


En el texto se dice que la búsqueda no está dirigida a volver a la unidad o a Brahman, sino que lo que se debe hacer es romper la ilusión de separación, porque el fruto de esa ilusión son la dualidad y el ego. Cabe aclarar una diferencia fundamental entre la dualidad y la polaridad, porque la dualidad siempre implica exclusión, mientras que la polaridad implica que ambas partes, ambos polos son parte de los mismo.  


Nuestra mente en su proceso de comprender y procesar información busca siempre fraccionarlo todo desde lo dual y desde esa lógica que solemos usar creemos que algo es o no es, que es real o irreal, que es el absoluto o es la materia y ese ejercicio de dualidad nos ha llevado a pensar siempre en términos de separación. La polaridad por su parte, nos invita a reconocer la complementariedad de las cosas, con la polaridad nos damos cuenta que ambas caras son siempre parte de lo mismo, no son excluyentes. Cuando vivimos desde la dualidad creemos que estamos fraccionados, cuando vamos a la polaridad vemos dos cosas que hacen parte de lo mismo, y nos damos cuenta que el Uno no es más que una manifestación del vacío.


Nos podemos quedar separando cosas y viendo las diferencias, enredándonos cada vez más con conceptos y palabras, pero la idea no es esa, la idea es quitar todos esos conceptos para ir a aquello que está desprovisto de palabras pero sustenta todas las palabras, ese es el ejercicio de salirnos de la ilusión. Al darnos cuenta de que la ilusión la hemos creado nosotros mismos con nuestra percepción podemos retornar a la Unidad. 


Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Junio 2020)




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