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SEMILLERO DE YOGA

Fuego previo al solsticio de invierno. Bogotá, Colombia 2018

Una de las cosas más geniales del fuego, es que a diferencia de otras cosas en la naturaleza, mientras más se comparte, ni su luz ni si calor se agotan, sino que se multiplican. 

A veces asumir el rol de enseñar implica vivir el proceso de ser como el fuego, que congrega y que nos conecta con todo lo que somos en nuestro interior. Ser como el fuego también es estar dispuesto a compartirse, entiendo que no somos los dueños de la luz, sino únicamente sus custodios. Ser como el fuego no es creer que se tiene el poder de disipar las sombras de los otros, sino que implica dejar que nuestra propia oscuridad arda para alimentar la luz y el calor que nos congregan. Porque ser como el fuego es ser latido, es ser vida, es ser amor, y nada de esto se puede contener ni se puede calcar, porqué el fuego que somos afuera solo es un reflejo del fuego que emana desde nuestro corazón, y que enseñar no es más que permitir que nuestra propia luz emerja para servir de faro a los demás, confiando en que esa luz que compartimos se mantendrá viva y cuando las cosas se tornen más oscuras, esa luz compartida regresará a nosotros para guiarnos de regreso a nuestro interior.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, Mayo 2019).
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Esta foto es un recuerdo del 2010, fue una época en la que compartimos con un Lama y varios monjes tibetanos, aunque los aprendizajes fueron muchos a su lado, una de las cosas que más me quedan de ese momento se refleja en esta foto.

 Aunque el Lama era una persona muy respetuosa y respetada, a tal punto que no estaba permitido establecer contacto físico con él, y sus comportamientos eran bastante serios, en esta foto hizo algo que sólo logre percibir varios meses después cuando estaba viendo las fotos que habían quedado de los encuentros, y es que él aunque conservaba un rostro inapasible, con su mano detrás de mi cabeza me ponía cuernos. 

 De esta actitud paradójica me queda la reflexión que es fundamental desmontar esa idea en la cual se asimila ser espiritual con ser serio, y lo digo yo que durante muchos años me trague ese cuento y quise ser lo más serio e incluso lo más distante posible para demostrar el camino espiritual que estaba recorriendo, así que hoy digo que la espiritualidad no debe ser tomada demasiado en serio, y no es que no haya que establecer compromisos o asumir actitudes de interiorización, sino porque he entendido que ser espiritual es también estar siempre dispuesto a jugar, bromear, sonreír y hacer reir, porque allí donde hay felicidad los corazones se abren a dar y recibir, y ¿qué puede ser más espiritual que el compartir la alegría que emana desde el corazón?

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, octubre 2019)
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Parque de los nevados, Colombia. 2019


A veces nos quejamos de la soledad, pero no logramos entender que al menos nuestra sombra siempre está con nosotros. 

En ocaciones ella está detrás nuestro, nos inspira temor, y corremos de ella despavoridos por el miedo de asumirla. Otras veces se encuentra a nuestro lado, la asumimos como familiar, pero puede hacernos perder la perspectiva. En otros momentos está justo delante nuestro, y podemos usarla como guía, brújula y consejera. 

Hoy tras un par de meses de estar recorriendo diversas regiones de Colombia, pero sobre todo de estar recorriendo vínculos, encuentros, sueños y recuerdos, puedo decir que he entendido un poco mejor mi propia oscuridad, y me disculpo por lo hiriente, frío y seco que de ella emana, la he asumido como mi eterna compañera y como una invitación a permanecer siempre en busca de claridad. 

(En la foto un caminante aprendió a encontrar apoyo en un bastón, pero que también aprendió a no aferrarse a él, ya que a veces por añorar lo útil que las cosas eran, no nos damos cuenta que se van tornando en cargas innecesarias).

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, febrero 2019).
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Laguna de Otún, Parque de los Nevados-Colombia. 2016. 

¿Y qué es vivir? Sino respirar. 

¿Y qué es la respiración? Sino el llamado a experimentar la eternidad del instante presente. 

¿Y cual es la finalidad del vivir? Sino el aprender a morir. 

¿Y qué es morir? Sino romper las ataduras de la individualidad para disolverse con la totalidad. 

Que cada exhalación sea una preparación para asumir la muerte, y que cada inhalación sea una posibilidad de reconectrase con la vida. Que cada respiración nos permita experimentar cada instante como si fuera el último, y a la vez disfrutarlo como si fuera el primero. Para que el vivir sea la experiencia de estar presente en la totalidad. RESPIRA!!

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, Julio del 2018)
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"Mediante abhyasa y vairagya surge norodah" Libro 1: Sutra 12


Metodología uno: Abhyasa (esfuerzo)  y Vairagya (desapego):


Patanjali nos expone una primera forma de alcanzar el nirodah (la no identificación con las fluctuaciones mentales) la cual es a través de la combinación de dos elementos:

  1.  Abhyasa (esfuerzo) 
  2.  Vairagya (desapego). 

Abhyasa puede entenderse como la práctica constante de recordar quien soy en realidad y Vairagya como el desapegarse de todo lo que no soy.

 Con esta primera definición de metodología de yoga propuesta con estos dos componentes, Patanjali pretende combinar dos tradiciones que le antecedieron, por un lado la de los Tapasuinis, que se dedicaban mediante su esfuerzo personal a alcanzar estados trascendentales, y por el otro lado la de los samnyasins o renunciantes, que mediante el desprendimiento de todo, incluso de sus propias aspiraciones, se acercaban a la gracia de lo supremo. Con esta conjunción se da claridad en el hecho de que obrar sólo desde el desapego conduce a la inmovilidad, y obrar sólo desde el esfuerzo conduce a la fatiga, pero la combinación de ambas permite sintonizarse con el dinamismo de la vida.

 El yoga de hoy en día suele estar fundamentado en el primero de estos componentes, la práctica dirigida desde el esfuerzo, mantener la firme convicción y constancia sobre el practicar es un elemento muy importante, pero resulta fundamental entender que el esfuerzo por sí solo genera agotamiento, y por ello debe combinarse con el desapego, sobretodo con el desapego de los resultados del esfuerzo.

 El trabajo con vairagya tiene mucho que ver con soltar los anhelos de las cosas, y no tanto con soltar las cosas, como se suele proponer hoy en día. Para soltarlos se puede comenzar teniendo deseos cada vez más sutiles y para esto pueden tenerse en cuenta las gunas, si soy muy tamásico buscar deseos cada vez más rajásicos, si ya estoy muy rajásico desear cada vez más sátvico y finalmente trascender también lo sátvico. Otro forma de trabajar vairagya es dedicando nuestros deseos, deseando por otros, por el bien de esos otros, darle una dirección a nuestros deseos, dejando de alimentar lo que creo que soy y entendiendo que sólo podemos ser en la medida que estamos interrelacionados.

 No podemos olvidar que el deseo es inherente a la humanidad, lo más importante es estar siempre atento para identificar al servicio de quién se encuentra mi deseo: del pequeño yo egoísta, o del gran YO en conexión con el universo.


El proceso de yoga es constante y continuo:


 La práctica de abhyasa y vairagya se vive en el presente, porque si a cada instante doy lo mejor de mi en lo que estoy haciendo, pero me desprendo de los posibles resultados, estoy viviendo desde la espontaneidad, que es fundamental para que emerja la cesación. Esto puede verse en los procesos creativos, en los que de tanto esfuerzo la misma creatividad se satura, pero con un poco de dispersión y de desprendimiento de los resultados los procesos de creación simplemente suceden. 

 Esta práctica entonces debe ser renovada cada día, en cada respiración, es como si en cada inhalación recordara dar lo mejor de mi, y en cada exhalación me desprendiera de toda expectativa y de todo aquello que no soy. El trabajo diario desmitifica la idea de llegar a un lugar fijo e invita a que el proceso de Yoga sea sólo por este instante, que es eterno. 

 El movimiento entre abhyasa y vairagya permite mantenerse en el constante fluir, aceptar el dinamismo de la vida, ir adentro para volver afuera, y recordarnos que lo importante no es la meta, sino mantenerse caminando, mantenerse respirando.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros septiembre 2019)
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" Pramana sucede por percepción directa, deducción, o por un testimonio" Libro 1: Sutra 7

Los vrittis y su tipologías:


Si se serenan los vrittis se logra conectar con el Ser verdadero, logrando así expresar la propia naturaleza, de lo contrario el observador asume las formas de las modificaciones mentales, se identifica con ellas.

 Se busca la desidentificación de los vrittis, es decir comprender que no somos el material de nuestra mente, para poder observar la verdadera naturaleza del Ser, que puede ser percibida en la medida que el ruido de la mente cese.

 Los vrittis son agrupados en cinco categorías y son generados por cualquier exposición tanto interna como externa a la que se someta el individuo. Los cinco tipos de vrittis son:

  1.  Pramana: “Conocimiento correcto”, se refiere a las cosas que pueden ser percibidas directamente.
  2.  Viparyaya: “Concepto erróneo”, no está basado en la forma verdadera, tiene que ver con la especulación, con los juicios y etiquetas que se emiten a lo que se percibe directamente.
  3. Vikalpah: “La imaginación”, son vrittis que no están asidos a ningún objeto, son una proyección o mera ilusión del lenguaje.
  4. Nidra: “Sueño profundo”, sin proyección onírica. Implica el pensamiento de que no hay pensamientos. La actividad mental se encuentra en su mínima expresión.
  5. Smrtih: “Memoria”, es el banco de vrittis donde reposan todas las experiencias vividas.

 Sobre esta fluctuación asociada a la memoria, es importante entender que entre más carga emotiva tenga un suceso es más fácil lograr acceder a éste mediante la memoria. Estos recuerdos pueden ser símplemente revividos haciendo que el surco o samskara se haga cada vez más grande o pueden usarse con el objetivo de resignificarlos y lograr así purificar el recuerdo. Las propias raíces y memorias pueden usarse de forma consciente para apoyarnos y crecer.

 Con esta categorización la pregunta que queda es ¿qué no es un vritti? porque siempre estamos percibiendo, juzgando, recordando, imaginando o incluso pensado que no estamos pensando, y entonces el trabajo con los vrittis como se ha propuesto es aprender a serenarlos, pero el primer paso es entender que estos siempre están sucediendo, porque esta es su naturaleza, y pretender silenciarlos a la fuerza es simplemente entrar en conflicto con lo que somos.

 De estos cinco tipos de vrittis, pramana está centrado en las sensaciones, y es el único que está anclado al momento presente. Así que el trabajo comienza en lograr tener más vrittis del tipo de pramana y menos de los otros tipos, para así entrenar las facultades mentales a estar más en el presente que es siempre espontáneo, y aprender a salirse de los patrones automáticos regidos por la memoria, los juicios y la imaginación, para finalmente lograr cesar también a pramana y en este silencio percibir el Ser. 

 Aparte de esta clasificación, también se propone que pueden agruparse en vrittis que generan dolor y vrittis que no lo generan, o en vrittis egoístas y vrittis no egoístas, y lo que quiere decir esto es que ningún vritti por sí mismo es negativo, sino que cada uno cumple una utilidad, pero dependiendo del uso y de la carga que se le de puede generar o no aflicción, por eso es muy importante comprender y afinar nuestra mente y la forma como se manifiesta, que es mediante los vrittis, para darles utilidad a cada uno de ellos cuando sea momento de emplearlos y evitar convertirnos en esclavos de ellos y de sus patrones automáticos.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros septiembre 2019)
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Cascada el fin del Mundo, Putumayo-Colombia. 2018.

Alguien me pregunto hace poco sobre cómo podría definir mi espiritualidad después de todo lo que había recorrido en mi vida. Lo único que se me ocurrió decirle era que mi definición de espiritualidad implicaba un proceso de síntesis que permeaba la vida diaria. Pero ahora pudiendo extenderme en mi respuesta diré que aunque durante muchos años me acerqué a Swamis, Chamanes, Sacerdotes, Monjes, Lamas, Jaibanas, Obispos, y demás líderes de diferentes tradiciones espirituales, nunca he puesto a ninguno de ellos por encima de otros, ni he aceptado de ninguno de ellos ningún tipo de iniciación para mí camino espiritual, y aunque podría pensarse que era pura prepotencia de aceptar autoridades, es porque por más tradiciones espirituales que haya recorrido, lo que más me ha hecho activar mi sentido de devoción son las sonrisas y los paisajes, y no tanto los rituales ni las ceremonias, porque he comprendido la magestuosidad de la vida mediante montañas, tormentas, lagos, cascadas, manos tendidas, diálogos y abrazos. También es porque por más que valoro la vida humana, no creo en caminos únicos ni universales, sino en senderos espirituales hechos a la talla de cada uno, y que en esencia no conducen a ningún otro lado que no sea el reencuentro con lo sagrado que está en la vida misma. Además porque siento que he recibido las más grandes iniciaciones de mi vida perdiéndome en el camino de una montaña con unos amigos, contemplando y conectándome con el palpitante calor de las brazas de una fogata en extinción, despidiéndome de un ser amado, que aunque es consciente de su final es capaz de sonreír. Enfrentando mis miedos en una noche de tormenta y soledad en la cima de una montaña. Por todo ello es que me declaro un fiel devoto de cada instante, de cada presencia y de cada compañía, y me dedico a reactivar lo sagrado, que es lo espiritual, de la vida diaria, y mis votos con la vida los renuevo a cada respiración. Y aunque esté lejos de la perfección y me cueste entablar conexiones humanas he decidido mantenerme en este camino porque el fuego que emana de mi corazón siempre me recuerda que el propósito es irradiar, iluminar, compartir y cultivar.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, Enero 2019).
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"Yoga sucede cuando cesan la identificación con los vrittis que emergen en chitta" Libro1: Sutra 2

Sobre el samadhi:

Alrededor de la palabra samadhi se han construido muchas acepciones, siendo la más usual la de iluminación, y eso ha llevado a que se le entienda como un fin al que hay que llegar, y que de hecho se plantea bastante distante, y para el cual hay que trabajar mucho en alcanzarlo. Según la propia proposición de Patanjali el samadhi es una técnica, que implica un proceso de absorción supraconsciente, y que debe practicarse constantemente ya que no es un fin en sí mismo como en muchas ocasiones se interpreta.

 Por otro lado este proceso de iluminación o de liberación suele entenderse como una huida o una separación del mundo, lo cual ha llevado a que los yoguis sean vistos como personas que se aíslan e incluso que rehuyen del mundo cotidiano, pero para entenderlo mejor podría cambiarse la palabra iluminación por claridad, y de esta manera ya el samadhi no es un estado inamovible en el que se alcanza toda la luz, sino que es más bien un proceso en el que se va cultivando cada vez más claridad para ir ampliando el rango de visión.

Yoga es en el ahora:

 Este primer verso suele ser traducido como: “Ahora comienza el Yoga” y es una forma muy tradicional de iniciar los textos en la india, comenzando por decir de qué se va a tratar el contenido que se expondrá en los siguientes versos. Pero una forma muy sensata de entender este primer sutra es “Yoga es en el ahora” lo cual nos marca una pauta sobre lo que yoga es, porque implica que el estado de yoga sólo puede experimentarse a través del momento presente.


Definición de Yoga: Yogas citta vritti nirodhah:


 Patanjali presenta a Citta como el conjunto del material mental, el océano de la conciencia donde están los pensamientos, el sentido de la individualidad y la facultad de discernimiento.

 Vritti por su parte es fluctuación, es todo lo que sucede dentro del océano de citta. El propósito de Yoga implica entonces no sucumbir ante las fluctuaciones de la mente que con el tiempo comienzan a comportarse bajos patrones muy automatizados, para cultivar en cambio la espontaneidad.

 Una forma de entender este sutra en su conjunto es como “Yoga es cesar la identificación con las fluctuaciones mentales”. Esta cesación no puede controlarse, simplemente sucede o emerge, y es importante comprender que siempre que hay intención de controlar, hay división, y lo que busca Yoga es lograr retornar a la unidad serenando los chitta vritis, es decir todas las fluctuaciones que suceden dentro de la mente. 

 Teniendo claro que el estado de cesación propuesto por Yoga, es un estado que no se puede controlar, se hace fundamental entender que lo que sí se puede hacer es cultivar la concentración, que implica la facultad de direccionamiento de todo el material mental, y esta concentración es la que permite afinar el instrumento de la mente y a la vez crear las condiciones propicias para que surja el samadhi, que sólo sucede cuando esta misma concentración es abandonada permitiendo que la desidentificación suceda. 

 Es nuestra tarea entonces como yoguis entender que somos más que el pensamiento, e incluso que somos más que lo creemos que somos, trascendiendo de esta forma la imagen que hemos creado de nosotros mismos.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (Encuentros Septiembre 2019)
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Sutra es un palabra en sánscrito que puede traducirse como aforismo o hilo, esta segunda definición está muy ligada a la forma en que están presentados los sutras, formando un tejido en el que cada frase se une con las demás para darle sentido al texto.

 Los yoga sutras fueron compilados por Patanjali, de cuyo nombre no se tiene certeza si corresponde a uno o varios compiladores, y en ellos se resume la sabiduría del yoga. Se considera que el ser humano tiene un sentido de trascendencia y de ahí nace el yoga.

 Antes de Patanjali, el concepto de yoga tuvo distintas interpretaciones, en un período fue entendido como ecuanimidad y subyugación de los sentidos, en otro momento fue concebido como el desarrollo del conocimiento del individuo dirigiendo los sentidos hacia el Ser. Patanjali se nutrió de estos y otros conceptos y le dio un carácter psicológico al yoga, concibiendo los sentidos como una herramienta de la mente con poder para ir tanto adentro como afuera.

 Como dice Sri Swami Satchidananda acerca del libro de los yoga sutras «Es un manual práctico. Cada vez que lo lees puedes absorber más para tu crecimiento. Trata de entender más y, lo poco que entiendas, trata de ponerlo en práctica. La práctica es el factor más importante del yoga» 

 Esta compilación se encuentra dividida en cuatro partes: 

  • Samadhi Pada: en la se expone el yoga como una tecnología que conduce al samadhi, se explica qué es el samadhi, los tipos y los obstáculos para alcanzarlo. 
  • Sadhana Pada: Se presenta la metodología para llegar al estado de yoga. 
  • Vibhuti Pada: la palabra vibuthi puede traducirse como ceniza, el fruto del fuego. En este apartado se explican los logros adicionales o resultados inesperados que puede arrojar la práctica. 
  • Kaivalya Pada: se aborda el gran logro, la extinción. Se cree que este capítulo es muy posterior al resto de la estructura. 

 La forma tradicional de estudiar el texto implica que cada vez que se lea se comience desde el principio, para así ir tejiendo hilo a hilo, dejando que los hilos vistos previamente se asienten y se reafirmen para entrelazarse más sólidamente con los nuevos, por eso la propuesta de esta compilación no está tanto en develar asuntos lingüísticos ni de traducción, sino en aprender a hilar cada una de las frases propuestas de los sutras en una forma de llevar a la vida diaria todo este conocimiento tradicional de Yoga.

Sembrado por Elisa Ochoa y Esteban Augusto (encuentros de Agosto 2019)
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Hace varios años decidí abrir mano de una de las cosas que me daban más seguridad, y opté por dejar de compartir clases de yoga, ello implicó renunciar a trabajar con estudios de yoga, empresas, familias, soltar las clases personalizadas que tenía, y dejar de dar talleres de profundización, abandonando así muchos grupos que había acompañado durante un buen tiempo.

Soltar el rol que había desempeñado durante varios años fue complejo, pero lo hice con la seguridad que ya habían muy buenos profes que pudieran asumir todas esas clases y llenar todos esos espacios, y yo decidí dedicarme a otros horizontes.

Hoy en día gracias a haber abierto la mano para soltar, puede utilizar esa mano para crear, y así es como ahora me llaman para compartir mi experiencia en estas prácticas de meditación para acompañar procesos de capacitación con profesionales de la salud (médicos, enfermeros, nutricionistas), personal del sector educativo (profesores, rectores), población de las cárceles (personas privadas de la libertad, educadores), profesionales de atención psicolosocial (terapeutas, psicólogos, trabajadores sociales), y otros tipos de públicos, compartiendo con ellos herramientas para desarrollar presencia en la vida diaria, permitiendo que todo este tipo de conocimientos y de prácticas puedan estar en manos de las personas que más lo necesiten y de aquellos que tienen más capacidad que replicarlos con quienes les rodean, invitándoles para crear una sociedad en la que nuestro modo de vivir esté basado en la presencia. 

(Se gesta una revolución silenciosa en donde transformándonos a nosotros mismos consolidamos un mundo más consicente, y el primer paso es abrir nuestras manos para desarmarnos de nuestras certezas para dejar que sea la vida la que se exprese a través de nosotros).

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, Octubre 2019)
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El buscar lo trascendente, el impulso de amar y ser amado, el encontrarle en disfrute a cada momento son procesos constantes de los seres humanos que se refleja en la voluntad de unirse con el Todo.

 Desde diferentes tradiciones espirituales se puede observar como caemos en ciertos extremos, algunos se debaten entre satanizar o sacralizar el cuerpo. Para otros la sexualidad es considerada como obstáculo, ya que el placer genera apego, y el apego aumenta el ego, mientras que desde otro ángulo la sexualidad es la única forma de alcanzar la liberación porque en la facultad de crear y de dar vida está la posibilidad de dar lo mejor de nosotros mismos. Estudiando algunos de los fundamentos del tantra nos proponemos recorrer miradas más allá de estos extremos.

 El tantra es una tradición espiritual que cuenta con una estructura de práctica y de pensamiento que tiene origen en la india antigua y propone reencontrarnos con eso trascendente, pero partiendo de aceptar el cuerpo y la vida como aspectos de lo supremo, para ello no hay que salirse del mundo ni negar el cuerpo, sino experimentar la vida misma porque en ella está el germen de la liberación, en este sentido en el vivir y en el cuerpo humano está el mapa para la Iluminación.

 Las prácticas del tantra buscan que cada quien pueda expandirse más allá de su propia individualidad, para reconocer lo sagrado que habita en sí mismo, y que se expresa en toda la creación, y para ello se enfoca en un trabajo con la energía que es uno de los elementos comunes en el universo, y a los cuales el ser humano puede acceder voluntariamente para cultivarlo y direccionarlo y luego disolver su individualidad y retornar a ser parte del Todo que también es energía en constante cambio y movimiento.

 Debido al consumismo y simplificación de occidente, creemos que el tantra está ligado sólo a la sexualidad, lo cual tiene algo de sensato, y es que es mediante el proceso sexual se refina la energía, porque cada ser da lo mejor de sí mismo para replicarse, pero quedarse sólo en la sexualidad nos lleva a desconocer que el cultivo de lo energético también está en lo sensible, en lo devocional, en lo contemplativo y en muchas otras dimensiones.

 Mediante prácticas devocionales los sacerdotes tántricos viven el disfrute de cada instante y el placer de la presencia a través de las sensaciones del cuerpo mientras ejecutan un ritual. Prácticas del denominado tantra blanco, utilizan la conexión con el otro a través de vehículos como la vibración, la mirada, la respiración para alcanzar la sincronía y potenciar el magnetismo, el fluir de la energía sin que medie el contacto sexual.

 Desde el llamado tantra rojo se explora la sexualidad y se busca alcanzar a través de ella las alturas del espíritu. La sexualidad consciente puede convertirse en un vehículo de autoconocimiento que puede catapultar el desarrollo espiritual, siempre y cuando parta de una profunda honestidad y transparencia consigo mismo y con el otro. Puede llegar a ser un estado de paz interior y plenitud que trasciende lo físico y continúa aún después del acto sexual.

 Algunas tradiciones se han quedado en ver la sexualidad como el único camino para la liberación, y lo que han originado es crear más ego espiritual, más identificaciones, quedándose en los extremos, bien sea el de atesorar la energía para sí mismos o en el de liberarla por completo mediante el dejarse llevar desenfrenadamente por los impulsos internos.

 Vivir la sexualidad con ese fin de buscar la autorealización sería algo ideal, y una manera de cultivar esa gran fuente de combustible espiritual, pero resulta importante entender que estas prácticas nos abren la puerta a nuestra propia luz pero también a nuestra propia oscuridad, lo que a veces es difícil de procesar, ya que hay muchos elementos que, si no están claros o heridas que no se han sanado antes de entregarse a esa vivencia, terminan alimentando nuestros propios conflictos internos.



 Ahora bien, ese proceso de refinar la energía, también se puede hacer cultivando el magnetismo en nosotros mismos, ya que manejamos en nuestros cuerpos la misma polaridad, y acá es donde entra la labor del bramacharya como una fase de preparación, que es una invitación a replegarse en sí mismo, refinarse energéticamente para tener el imán lo suficientemente cargado, lo que permita encontrar a alguien que resuene en la misma frecuencia que nosotros mismos, dejándonos entender que parte del trabajo es refinar lo que uno tiene para poder compartirlo. y con ello comprender que uno no es lo único ni lo más importante en el mundo.

 Entender esta senda energética que se propone desde el tantra, implica recorrer el mapa que está en nuestro propio cuerpo, y que guarda los detalles para retornar a la fuente dejando que la energía complete su ciclo de expansión. Para esto resulta fundamental entender que el gran soporte de nuestra existencia está en el primer chacra, que tiene que ver con la supervivencia y con la capacidad de establecer raíces en el mundo. Si no se tienen las raíces firmes y se quiere trabajar desde el disfrute de lo sensorial que es el segundo chacra, no se está haciendo el proceso de forma eficiente, porque las fugas en el primero llevarán a que la energía consciente no fluya hasta el segundo. Por esto deberíamos empezar por resolver nuestros asuntos de supervivencia: ¿Cómo estamos en el mundo? ¿Cómo aceptamos la vida que tenemos? ¿Entendemos el linaje, el legado del que hacemos parte, el de nuestros ancestros?

 Trabajar en afinar el primer chacra, es un paso previo antes de iniciar este tipo de prácticas sexuales, porque mientras más raíces desarrollemos, más podemos crecer, y cada paso nos enseña lo necesario para las etapas siguientes. En este sentido sanar las heridas en nuestras raíces, implica sanar la relación con la abundancia, la supervivencia, la aceptación de la vida, y la purificación de la relación con nuestros ancestros.

 Cultivar la energía creativa a través de prácticas tántricas sexuales o no sexuales, implica someterse a altas frecuencias, pero que implican siempre un trabajo previo, porque a veces cuando el instrumento no está lo suficientemente afinado, ni el propósito está lo suficientemente definido, someterse a ciertas frecuencias produce más destrucción, como una antorcha en la mano de una bebé.

 Con todo esto, podemos terminar recordando que el tantra parte de proponer compensar el verticalismo de la espiritualidad, pero puede terminar cayendo en el mismo ciclo de extremos de exigencia y radicalidad, al no tener en cuenta quien es el que usa la energía ni para qué desea cultivarla, conduciendo a caer en el juego de la economía de la energía, del cultivo del ego espiritual por el control o el derroche de ella. 

 El tantra es quizás el estado de consciencia del disfrute de la vida, la devoción por la vida misma. Lo practicamos cuando disfrutamos lo que hacemos y esa fuerza es la esencia que produce vida y el poder ilimitado de SER, en armonía con nosotros y ese diverso y abundante universo. 

 Sembrado por Claudia López y Esteban Augusto. (Encuentros de septiembre de 2019)
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Durante los últimos años uno de los verbos con los que más me he identificado es "jardinear" y creo que ya muchos saben que mi forma de ver los procesos educativos implica tener la actitud del jardinero, que simplemente cuida lo que cada semilla es, y la acompaña para despliegue toda su potencialidad. Considerando que la actitud del jardinero, es diferente de la del agricultor, porque implica desprenderse de la expectativa, ya que su fin no es la cosecha sino el disfrute. 

Hoy después de ya bastanticos años de dedicarme a jardinear los procesos de muchas personas en su camino de experimentar la práctica de yoga, recibí un lindo detalle de alguien a quien he tenido el placer de acompañar a lo largo de este año, ese regalo pintado a mano lo quisiera considerar como un homenaje a la actitud de siembra recordando a todos aquellos que sembraron en mi inspiración para hacer lo que hago, pero sobre todo quiero verlo como un recordotario a mantener firmes mis votos de jardinear desde el lugar que la vida me lo permita.

Sembrado por Esteban Augusto (Tomado de las redes sociales, Septiembre 2019)
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Sierra Nevada de Güican. Foto: Paola Verano

Es tradicionalmente extendido el equiparar el sentido de la espiritualidad con un camino, lo que ha llevado crear la ilusión de que hay algún lugar ideal de llegada al que todos debemos aspirar. Algunos dicen que la meta del camino espiritual es el autoconocimiento, otros dicen que es un estado de entrega y servicio para con los demás seres, muchos entienden este estado de espiritualidad como un estado al que se accede tras morir, y otros enuncian que es algo para desarrollar durante este nacimiento. De esto resulta importante entender que la espiritualidad implica tanto una integración entre un nacer y un morir, y entre un adentro y un afuera.

 Con todo esto me gusta preguntarme ¿habrá algo que no sea espiritual? y lo pregunto porque nos hemos sabido comprar la idea que lo espiritual es algo lejano y distante, por lo que hay trabajar mucho para llegar a ese más allá, creando así otra ilusión, que es la de considerar que la espiritualidad está distanciada de la vida. Mientras que una de las formas como me gusta entender la espiritualidad es equiparándola a la vida misma, porque la espiritualidad como la vida, no es algo que se obtiene en algún futuro, sino que es algo que siempre está sucediendo en el presente, es algo que se ES, y lo lindo es que la facultad de SER, que implica el vivir y el ser espiritual, está siempre en el presente, que es infinito y eterno como la vida y el espíritu.

 También en este llamado “camino espiritual” se hacen usuales las aplicaciones de mapas y fórmulas que dejan aquellos que se supone ya han recorrido el camino y llegado a la meta, pero sobre estos mapas también se ha creado otra ilusión, que es la de asegurar que hay ciertos recorridos que son más seguros, o mas directos, o mas cortos, y cada quién es feliz diciendo que su camino es el mejor, y tratando de imponer su recorrido sobre los demás. Las diversas instituciones que se creen guardianas de los asuntos espirituales se han encargado de promover estandarizaciones sobre los recorridos y sobre las metas de este camino, incluso estas organizaciones se han convertido como en agencias de viajes que te ofrecen una suerte de paquetes turísticos a las dimensiones del espíritu, prometiendo resultados garantizados, siempre y cuando puedas costearlos.

 Además se ha propuesto que este camino es una senda tan estrecha en donde la única forma de transitarla es en solitario, y aunque siento que es importante entender que el recorrido es absolutamente particular y debe ser adaptado a las necesidades de cada uno para no caer en las trampas de la homogeneización, una de las características del camino es que siempre te permite encontrarte con los otros, para vencer la ilusión de la individualidad. 

Sierra Nevada de Güican. Foto: Paola Verano

 En mi entender, a la hora de considerar la espiritualidad, me gusta tener presente una frase que dice: “la respiración nos recuerda el camino”, y con eso quiero decir que tal y como la respiración el camino tiene dos fases: una de ir hacia el adentro, para conectarse con todo lo que uno es; y la otra para retornar hacia el afuera y entenderse como parte de algo más grande que uno mismo. Y ambas fases, tanto en el camino como en la respiración, se suceden continuamente, ya que la vida misma, que es pura espiritualidad, es justo lo que sucede mientras respiramos. 

 Así que trascendiendo las ilusiones de un ideal fijo a ser alcanzado, o de recorrer el camino ideal siguiendo los pasos de otros, el camino espiritual implica un proceso absolutamente personal, pero que siempre implica un encontrase con los demás, para conducirnos a una profunda conexión con la vida que somos y que se expresa a través de nosotros, entendiendo que el camino espiritual no es un viaje amargo de unos cuantos que deciden mortificarse, ni el recorrido de unos pocos elegidos, sino que el camino espiritual sucede en cada una de nuestras respiraciones recordando nuestra conexión con el adentro y el afuera y a la vez sintonizándonos con lo eterno que se manifiesta en el instante presente. 

 Sembrado por Esteban Augusto (Encuentros Octubre 2019)
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El término Tantra se traduce como tejido, telar, entramado, continuidad, o expansión. Por lo tanto, tantra puede entenderse como una red constituida por la continuidad entre el cuerpo y la mente, entre la realidad externa y la interna, entre el hombre y el cosmos, y nos recuerda la interdependencia entre todo lo que somos, y todo lo que es. 

Al igual que otras prácticas y filosofías, busca que cada quien recuerde su unión con la consciencia primordial, para alcanzar un estado de paz, y felicidad completa. Para ello, reconoce el cuerpo material y las experiencias sensoriales como un medio para lograrlo y no como una prisión para el alma. Contempla la posibilidad de lograr la iluminación o liberación mientras habitamos este estado físico, ya que la existencia física es inherente a la realidad espiritual y es la cotidianidad o vida diaria el medio que tenemos para experimentar dichos estados. 

 Esta filosofía surge como un punto de vista diferente a las escuelas ortodoxas como el Vedanta, en las que se busca ese estado de unión a través de abstraer o retirar los sentidos y/o el placer del exterior, para que la mente no se distraiga con los objetos externos y se facilite su búsqueda interna. Se introduce por lo tanto una perspectiva positiva sobre el cuerpo y su energía sutil, otorgándole un carácter sagrado, y recordando la importancia de mantenerlo en excelente estado que permita el despertar de la energía conscientemente.

 Sus prácticas implican la conjunción entre varias modalidades de Yoga: Hatha Yoga (para el desarrollo de la fortaleza corporal), Kundalini Yoga (para el cultivo de la energía) y el Laya Yoga (para el desarrollo de la disolución de la estructura mental). Todo con el fin de sintonizar mediante en canal central (Sushumna) las energías masculina de la consciencia (Shiva) y femenina de la creación (Shakti), presentes en toda la creación, y por tanto también presentes en el ser humano.

Sembrado por Juliana Valencia y Esteban Augusto (Encuentros Septiembre de 2019)
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¿QUIÉNES SOMOS?

El semillero de yoga es una plataforma de encuentro para compartir, practicar, estudiar y vivir el Yoga en toda su profundidad. Nació como un espacio de preparación para futuros profesores de Yoga, en donde el único prerrequisito era tener instalada una práctica constante, y a lo largo de estos años ha servido como punto de encuentro para vivenciar el Yoga mucho más allá de una clase. Hoy en día conserva su esencia de estimular procesos formativos desde la pedagogía tradicional de Yoga, en donde el compartir, el practicar y el enseñar son los verdaderos maestros, y cumple su función mediante grupos de estudio, Diplomaturas en Yoga, talleres de profundización, retiros de autoconocimiento y actividades de servicio a la comunidad.

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